viernes, 19 de junio de 2009

LA PLAGA BIBLICA DEL SOCIALISMO



Históricamente considerado, el socialismo español ha sido siempre una verdadera plaga para el trabajador. Y una plaga tan mala o peor de las que cayeron sobre los egipcios para que el faraón dejara partir a los hebreos hacia la tierra prometida. Y lo peor de esta plaga socialista es que se repite cíclicamente, ya que el ciudadano nunca aprende de una manera definitiva.
El socialismo, al menos el socialismo español, nunca ha cambiado. Siempre ha sido una organización fuertemente negativa para España y sus gentes. Quizás se deba esto a que en el socialismo, ya desde un principio, siempre han triunfado los peores. Los que, dentro del PSOE, daban muestras de moderación y racionalidad, como Besteiro y sus discípulos, eran avasallados por personajes mucho más radicales y lanzados, aunque frecuentemente menos valiosos. Es el caso de Indalecio Prieto, Juan Negrín el estafador y Francisco Largo Caballero, que, con su línea bolchevique, se impusieron a Julián Besteiro. El sacrificado Julián Besteiro era todo un caballero de la política.
Más recientemente ha sido Felipe González, Juan Guerra y el más negativo de todos, José Luis Rodríguez Zapatero, los que han arrollado a todos aquellos que representaban la línea de la modernidad y la moderación. La línea que siempre se ha impuesto en la dirección del partido ha hecho de los socialistas una fuerza de izquierda extremadamente mesiánica, panfletaria y, a veces, hasta terrorista. Pero, eso sí, siempre han presumido de demócratas, aunque quizás sea ésta una de sus características más deficitarias.
Cada vez que esta fuerza de izquierda ha tenido responsabilidades de Gobierno o influjo directo sobre el mismo, los resultados no han podido ser más negativos. Las clases trabajadoras siempre han sido las que más han sufrido el zarpazo del socialismo cuando este ha tenido algo que decir. Y eso, a pesar de que el socialismo se presenta como defensor nato de los trabajadores. Los sufridos trabajadores han sido fuertemente manipulados, les han arrastrado a movimientos revolucionarios y a la guerra para luego tener que arrostrar solos las consecuencias.
La revolución rusa de 1917 dio ánimos al socialismo español que creyó llegado el momento de la emancipación social definitiva. Esto provocó una conflictividad generalizada que alcanzó una extensión desconocida hasta entonces, y que afectó incluso a zonas exclusivamente agrarias. La huelga revolucionaria que se organizó tuvo unas consecuencias funestas, ya que se saldó con 80 muertos y uno 2000 detenidos.
El PSOE y su organización hermana la UGT, fundada como instrumento de lucha de los obreros, se unen a la CNT para luchar contra el régimen de la Restauración que estaba siendo bastante positivo para el pueblo español. Con esa lucha revolucionaria, de extrema dureza a veces, consiguen poner fin a la Restauración Borbónica, propiciando de este modo la Dictadura del general Primo de Rivera, con quien incomprensiblemente colaboran.
El ambiente internacional, tan marcadamente turbulento, y el descontento político que produjo el hecho del gobierno militar, influyeron de una manera decisiva en la instauración de la II República Española. República que nace con un carácter claro de democracia liberal. Las fuerzas socialistas, cada vez más hegemónicas, no estaban de acuerdo con el rumbo liberal iniciado por la República. De ahí que, para transformarla en otra claramente totalitaria, iniciaron un violento proceso revolucionario que culminó en el golpe de estado de 1934 y posteriormente en la guerra civil que puso fin al segundo intento republicano.
Con la victoria de Franco, los responsables políticos huyeron al extranjero, llevándose inmensas fortunas saqueadas del Patrimonio Nacional y hasta de particulares, muchos de ellos humildes ciudadanos que, por miedo a perderlas, habían depositado sus alhajas en las cajas de seguridad de los bancos y hasta en el Monte de Piedad. Los socialistas de a pie fueron abandonados a su suerte, sin medios económicos y expuestos a que se les exigieran cuentas por su participación en la guerra.
El resultado final de esta contienda civil, cuyas consecuencias padecimos todos, trajo con sigo una prolongada hibernación de los socialistas. Aunque quieren presentarse como aguerridos luchadores contra el franquismo, la realidad es que no dieron señales de vida hasta después de la muerte de Franco.
La recuperación económica, tras el desastre monumental de la guerra civil, fue muy complicada y pasaron años hasta que empezamos a despegar. Fue preciso acudir hasta a la emigración masiva arrostrando miserias y calamidades sin cuento.
Conseguido nuevamente un nivel económico aceptable, aparece de nuevo la bestia y entra en escena la conocida plaga del socialismo; y con él, el previsible empobrecimiento de los ciudadanos. En 1982, el PSOE, de la mano de Felipe González, logra hacerse con el Gobierno. El resultado obtenido, el previsible. En 14 años de gobierno no logró crear ni un solo puesto de trabajo en términos netos. Cuando salió del Gobierno en 1996, en número de desocupados era superior al que encontró en 1982. Y, además, el déficit público escaló hasta la escalofriante cifra del 7% del PIB. Con la Seguridad Social en quiebra, peligraban las pensiones de los jubilados. No cumplíamos ninguno de los requisitos exigidos por el Tratado de Maastricht para integrarnos en el sistema monetario de la Unión Europea.
Para lograrlo fue preciso que llegara al Gobierno el Partido Popular con sus medidas estructurales y, a base de restringir el gasto público y la congelación temporal del salario de los funcionarios, logramos salir a flote otra vez. Y como somos frágiles de memoria, nos olvidamos del desastre económico de la era de Felipe González y en el año 2004 volvemos a ponernos en la mano de otro gobierno socialista.
El Gobierno de Felipe González fue una verdadera calamidad, pero Zapatero nos ha demostrado que aún es posible hacerlo peor y está consiguiendo hacer bueno a González. Con Zapatero, además de crecer el paro, en números redondos, a un ritmo de unos ocho mil al día, crece también el gasto público nada menos que a una media del 9% anual. Crecen los funcionarios de un modo descontrolado y no crecen los enanos, porque estaría muy mal visto. Ahí está el déficit público situado ya claramente en el 9% del PIB. Y veremos a ver hasta donde llegamos en el crecimiento de la deuda pública, posiblemente al 60% del PIB al finalizar 2009.ç
Y los ciudadanos parecen no darse cuenta de estos problemas, no se si porque no se les cuenta o porque, como buenos borregos, siguen dócilmente la voz de su amo. Es un dato empírico recurrente que, cada vez que gobierna el PSOE, destruyen más empleo que ningún otro gobierno de Europa, actualmente casi el doble que todos ellos. Pero, eso sí, presumirán de su exquisita sensibilidad social, aunque para ello utilicen el dinero de los demás. Lo malo es que no lo gastan para reconvertir el mercado laboral y en industrias productivas. Lo gastan mal gastado en subsidiar a unos y a otros, lo que se traduce sistemáticamente en un aumento claro de la pobreza. Y este aumento del gasto público en subsidios improductivos, más pronto o más tarde, se traducirá en impuestos, como es normal, que pagarán los ciudadanos de la sufrida clase media

José Luis Valladares Fernández

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