lunes, 1 de junio de 2009

LOS PARTIDOS POLÍTICOS Y SUS ORÍGENES

Es algo evidente que el PSOE está empeñado en criminalizar constantemente al Partido Popular. Y en esa guerra cerrada los socialistas cuentan con el apoyo decidido de IU y de todos los Nacionalistas de izquierda. También cuentan, faltaría más, con la ayuda de la variada tropa del mundo de la farándula, pues son muchas las subvenciones que dependen de ello.
El PSOE como director de orquesta y los demás miembros del coro como obedientes acólitos, ponen todo su empeño en transferir al PP, lo que en realidad son ellos: que el PP es un partido antidemocrático y autoritario. Y lo justifican afirmando que el Partido Popular hunde sus raíces en el franquismo de quien heredaría modos y maneras.
Olvidan unos y otros, aunque de manera interesada, que la aparición del PP se produjo ya en plena democracia. Y la mayoría de sus cuadros no tuvieron ningún tipo de actividad en la época franquista. Sabían de Franco lo que sabemos todos, por el estudio de los libros de texto y la lectura ocasional de diferentes y hasta contradictorios libros de historia.
Es el PSOE el que no puede decir que nació en una época auténticamente democrática. Su aparición tuvo lugar el 2 de Mayo de 1879. Los tiempos que corrían en esas fechas, como consecuencia de la actuación de las nuevas clases trabajadoras, eran plenamente turbulentos y revolucionarios. No en vano esas clases trabajadoras tenían su origen en la revolución industrial. El PSOE de Pablo Iglesias no quiso sustraerse al ambiente revolucionario de aquella época, naciendo así con aires de totalitarismo y con verdaderos pujos golpistas. Todos sabemos cuales han sido sus fuentes fundacionales: las doctrinas mal digeridas de El Manifiesto del Partido Comunista y El Capital.
Tampoco debemos olvidar que, a la muerte de Franco, aterrizaron muchos más franquistas en el PSOE que en la Alianza Popular de entonces. Muchos más y más significativos. Y lo más gracioso es que algunos de los que medraron a la sombra de Franco y velaban por la pureza del régimen, tan pronto llegan al PSOE, se presentan como antifranquistas de toda la vida y defensores acérrimos de las esencias del izquierdismo y del progresismo español. Dentro del PSOE, casos como el de Jesús Polanco y el de Juan Luis Cebrián, son muy abundantes.
Al PSOE le falta ese pedigrí de democracia y, por lo menos hasta finales de 1939, le sobraron aires y modos golpistas. El PSOE fue el autor del golpe de 1934 y continuó con un estado de golpe permanente, hasta que la guerra civil le puso en su sitio. Los responsables del PSOE procuraron que la guerra fuera inevitable. Había que cargarse la República porque era de corte liberal y establecer otra nueva al estilo soviético, más acorde con sus ambiciones dictatoriales.
El PSOE fue el verdadero culpable de la aparición del franquismo, que llegó para poner un poco de orden al desastre diario del estado de cosas de la sociedad española. Al PSOE le importa muy poco la democracia. Pasa olímpicamente de ella y hasta la desprecia, si con ello consigue algún beneficio político. Ahí está su comportamiento entre el 11 y el 14M. Mintió, manipuló y violó, sin remordimiento alguno, las más elementales reglas democráticas. Su espíritu golpista les lleva a este tipo de actuaciones punitivas, sin remordimiento alguno de su conciencia.
Y no digamos nada del Partido Comunista, que es el que corta el bacalao en IU. Hasta hoy día, sus miembros no son dictadores porque en realidad no pueden. No se lo consiente la sociedad actual. Otro tanto ocurre con ER.
A la acusación de herederos del franquismo añaden, sin ningún tipo de reparo, otras imputaciones. Ahí está, por ejemplo, la tan traída y llevada crispación. Y en realidad, es el PSOE el que crispa continuamente. José Blanco y su coro son verdaderos maestros en el arte de crispar, de lo que culparan posteriormente a su adversario político. Están empeñados en que aceptemos sus acusaciones y entonemos a continuación un sincero “mea culpa”. Pero dejémosles que ladren, si es que así son felices, y no les hagamos caso.
Y si arrecian en sus pretensiones, contestémosles con el famoso adagio griego, con el que apostillaban cuando alguien pretendía algo injusto: “no sin Teseo”. Ni los héroes de la antigüedad realizaban hazaña alguna, sin la oportuna colaboración de Teseo, rey mítico de Atenas.

José Luis Valladares Fernández

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