jueves, 25 de junio de 2009

ZP, NUESTRO ANGEL DE LA GUARDA

Los españoles no damos la medida. ¡Que le vamos hacer! Eso es, al menos, lo que piensa de nosotros esa especie de tótem que llegó en un tren de cercanías, reventado con titadine, y que, desde entonces, ejerce como nuestro Ángel de la Guarda. Somos una especie de niños, creciditos físicamente, pero que aún no hemos desarrollado de un modo adecuado nuestras facultades mentales. Dicho con otras palabras, somos intelectualmente muy cortos y, en consecuencia, necesitamos de alguien que nos cuide y nos proteja paternalmente.
Aunque tontos, por usar un lenguaje claro, hemos tenido la inmensa suerte de que sea Zapatero nuestro cuidadoso guía y mentor. Debemos estar por ello eternamente agradecidos a nuestros lares, por concedernos tan extraordinario favor.
Puede incomodarnos alguna de las decisiones que adopte Zapatero. Esto es debido a que no sabemos calibrar bien que es lo que más nos conviene. Para no sufrir inútilmente, debemos dejar de pensar por nosotros mismos y confiar ciegamente en quien ha sido puesto a nuestro lado de un modo tan providencial para que piense por nosotros. Cualquier medida que pueda adoptar, podemos estar seguros que es exclusivamente por nuestro bien.
Es absurdo que no creamos en los famosos brotes verdes que auguró una de sus ministras y que especulemos con el engaño de ZP cuando dice que “el Gobierno considera que lo más duro de la crisis ha pasado ya, y la recuperación se irá produciendo progresivamente”. Es cuestión de tener fe en quien nos cuida y protege con todo mimo.
La misma subida de impuestos, recientemente adoptada por el Gobierno, tiene esa intención clara de nuestro bien, aunque nos parezca mentira. Lo explicó adecuadamente la ministra de Economía, que no es más que una simple vocera de Zapatero. El encarecimiento del tabaco, como consecuencia inmediata del nuevo impuesto que se le aplica, será beneficioso para la salud, porque se fumará menos.
Otro tanto ocurre con la subida de impuestos de los hidrocarburos. Al subir de precio la gasolina y los gasóleos, se utilizarán mucho menos los coches. En consecuencia, se lanzarán menos gases a la atmósfera, habrá mucha menos contaminación, con lo que respiraremos un aire mucho más puro. Y esto también es salud.
Pero como, a pesar de los desvelos de ZP, seguirá habiendo irresponsables que continúen fumando y utilizando sus coches de una manera profusa, se obtendrá un dinero extra que nos viene muy bien para mantener la sostenibilidad de nuestra economía.
Se da la casualidad, tal como subrayó oportunamente Elena Salgado, que España es el país de nuestro entorno donde está más baratos los hidrocarburos y el tabaco. Esta subida de impuestos solamente pretende nivelar estos precios evitando, de este modo, que los foráneos tengan la tentación de violar nuestras fronteras para hacer maliciosamente acopio de estas mercancías.
Se callan por nuestro bien, que en todos esos países de nuestro entorno en que el tabaco y los hidrocarburos son más caros que en el nuestro, disponen de un poder adquisitivo notablemente superior al nuestro. El ocultarnos este detalle, es un acto supremo de caridad laicista, pues si llegáramos a atisbar que en esos otros países viven mejor que nosotros, que disponen de un poder adquisitivo más elevado que el nuestro, lo íbamos a pasar muy mal por culpa de la envidia. Y es que, además de cortos, y para colmo de nuestros males, somos también tremendamente envidiosos.
Pero Zapatero y su corte de ministros no descansan para facilitarnos la vida. Están en todo y van siempre por delante de la realidad, para que no nos falte nada. Nunca les agradeceremos bastante los desvelos y preocupaciones que les causamos. Ahora se han dado cuenta de que somos muchos los que no respetamos las normas básicas de circulación y corremos a lo loco, con riesgo de dejar nuestra piel en la carretera. Y ZP ya tiene previsto el oportuno remedio: multas a discreción. Nosotros pensábamos que con desplegar a la Guardia Civil por las carreteras, solamente con verlos, mejoraría nuestra prudencia y se respetaría escrupulosamente el código de circulación. Pero ZP se ha adelantado una vez más y ya se ha dado cuenta que esto no sería suficiente. Las multas son más efectivas para garantizar nuestra seguridad vial, aunque para ponerlas los Agentes de Tráfico tengan que ocultarse en algún sitio o detrás de las curvas sin visibilidad, o servirse de los radares móviles convenientemente camuflados.
Y en esto de las multas, el fino olfato de ZP llega aún más lejos: más multas, aunque con reducciones sustanciosas de las mismas por pronto pago. ¡Que más queremos! Al garantizarnos una rebaja notable de la multa, la pagamos sin más, con lo que nos ahorramos un dinerito y dejamos a un lado la tremenda molestia de reclamar a través de los seguros en busca de que nos excusen del abono de la misma.
Reconozcamos de una vez que Zapatero es mucho Zapatero y que ha puesto toda su vida a nuestro servicio. Y, como los gladiadores gritemos con todas nuestras fuerzas ¡Ave ZP, Pauperari te Salutant!

José Luis Valladares Fernández

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