Nos haría falta la linterna de aquel cínico vagabundo de las calles de Atenas, Diógenes de Sinope, para encontrar, en todo el mundo civilizado, a otro presidente de Gobierno que se coma sus propias afirmaciones tan pronto como José Luis Rodríguez Zapatero. Su voluntarismo excesivo, ideologizado al máximo, le lleva a lanzar precipitadamente proclamas muy sonoras que, poco más tarde, desmentirá con sus hechos. No es preciso rebuscar demasiado en las hemerotecas para conseguir un amplio florilegio de rimbombantes frases que, al final, quedaron en nada. Todo su ideario está a merced del viento que sopla en la Unión Europea, circunstancia ésta que le obliga a desdecirse con inusitada frecuencia.
Ya en septiembre de 2005, ante el Comité Federal del PSOE, declara solemnemente que es propio de la izquierda reducir los impuestos. “Sí, bajar impuestos a la renta del trabajo es de izquierdas”, es su expresión exacta. La historia en España desmiente esta frase. El propio Zapatero, de aquella, no redujo ni el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, ni ningún otro de los que afectan a los ciudadanos de a pie. La supresión del Impuesto sobre el Patrimonio solamente benefició a los más ricos y adinerados. También es cierto que tampoco subió entonces los impuestos, dejándolo para más adelante. Aún había reservas de la herencia que recibió de José María Aznar.
Una vez agotados los fondos, para seguir con el desaforado gasto emprendido, necesitaba ingresar dinero de manera imperiosa. Y como no hay más cera que la que arde, Zapatero se olvidó de lo que dijo el 3 de septiembre de 2005 a los miembros del Comité Federal y acudió a las subidas indiscriminadas de impuestos. A primeros de junio de 2009 anuncia el incremento del Impuesto sobre las Labores del Tabaco y del Impuesto sobre Hidrocarburos. Previendo las protestas de los afectados, quiso disculparse, afirmando que estas variaciones de precios, carecen de todo afán recaudatorio. Con la subida del impuesto del tabaco únicamente se pretende luchar contra el tabaquismo, tan nocivo para la salud de los españoles. La subida de los impuestos en los hidrocarburos busca tan solo ahorrar energía.
A los pocos días, en una entrevista que el jefe de Gobierno concede a la Cuatro, afirma rotundamente que no habrá más subidas de impuestos a lo largo de 2009, ni variación alguna en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Aunque al poco tiempo, para poner coto al aumento desmesurado del déficit público, el Gobierno se ve forzado a habilitar una nueva subida de impuestos, que enmarca dentro los nuevos Presupuestos Generales del Estado y en la Ley de Economía Sostenible. De ahí que, para preparar el terreno, salga a la palestra la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, y nos diga que "No se puede tener una presión fiscal como Marruecos con unos servicios sociales como Suecia”. Y aboga por “un esfuerzo fiscal generoso”, teniendo en cuenta “todas las figuras impositivas, sin apriorismos” y sin olvidar que “la prioridad es recuperar el crecimiento”.
Estas palabras de Elena Salgado originan cierta desconfianza entre los ciudadanos, incluidos los más crédulos y algunos de los incondicionales. Para apaciguar los ánimos, Rodríguez Zapatero se ve obligado a dar la cara y aparece el 28 de de ese mes de agosto para anunciar que la reforma fiscal anunciada por algunos miembros del Ejecutivo, iba a ser “limitada y temporal” y por supuesto, guardando siempre la impronta de moderación que ha procurado dar a la política de impuestos durante todo su mandato. Reconoció, en cambio, que los impuestos deben estar de acuerdo con la situación económica de cada momento y que, por lo tanto, habrá que reajustarlos para caminar hacia la recuperación y contener el gasto público.
El presidente del Gobierno no desveló los impuestos que serán revisados, pero dejó muy claro que “la actividad de las empresas y los ingresos por trabajo serían respetados y preservados”. Sin el menor pudor intelectual dio a entender que se mantendrían las pensiones, y que incluso se mejorarían. Más aún: el 5 de febrero pasado anunció solemnemente que uno de sus objetivos estaba, no sólo el de garantizar el sistema de pensiones, sino también “equiparar éstas a la media europea”. Prometió mantener el sueldo de los funcionarios e hizo referencia a que el Ejecutivo estaba negociando hasta una subida salarial para este colectivo.
Con el nuevo año desaparece la deducción de los 400 euros y se penaliza directamente las rentas del capital, con la elevación de los tipos impositivos del IRPF del 18% al 19% para rendimientos inferiores a los 6.000 euros y al 21% cuando el rendimiento sobrepase los 6.000 euros. Esta elevación del tipo medio impositivo provoca sin más una disminución notable del poder adquisitivo de todos los trabajadores y de los pensionistas con esta elevación del porcentaje
Durante su mandato, nos ha recordado varias veces que España cuenta con un sistema de protección social modélico y, según sus palabras, “bastante fuerte”, y que el Gobierno en pleno está trabajando con los agentes sociales para mejorarlo aún más. Pero, a estas alturas, todo el mundo sabe hasta donde llega el valor de la palabra de Zapatero, que nunca va más allá de la vuelta de la primera esquina. Decía el ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo que el PSOE tiene la virtud de decir una cosa y la contraria, y afirmar después que las dos son verdad. Esta virtud está sublimada extraordinariamente en el jefe actual del Ejecutivo. Zapatero es capaz de decir, hasta en un mismo día, cosas abiertamente contradictorias entre sí, y además, espera que se le crea la una y la otra. Pero a estas alturas, hasta en el extranjero carece ya de la más elemental credibilidad.
Comenzó Zapatero su segunda legislatura, lanzando al aire desde el balcón de Ferraz, esta frase muy suya: "Gobernaré para todos, pero pensando en los que no tienen de todo". Lamentablemente se le olvidaron muy pronto los que carecen de todo y están inmersos en la más absoluta pobreza. Y siguió acordándose de los mismos que tuvo presentes en su primera legislatura: los sindicatos verticales mayoritarios, los titiriteros, alguna que otra ONG amiga y los dictadorzuelos de vía estrecha que abundan en esos mundos de Dios. Entre todos estos fue repartiendo generosamente la herencia recibida de José María Aznar, hasta dejar esquilmadas las arcas públicas. Hasta el mismo fondo de la hucha de las pensiones fue empleado ilegalmente en bonos de deuda pública española para continuar dando dádivas a todos estos paniaguados y mantener su errática política de gasto.
Cuando en las arcas del Estado no quedaban ya más que telarañas, y sabiendo a ciencia cierta que era tanto como ladrar a la luna, el presidente del Gobierno salió con aquello de que "Mientras yo sea presidente, las políticas sociales no se recortarán", a sabiendas de que no iba a ser así. A los pocos días de decir esto, por obra y gracia del Eurogrupo, el Fondo Monetario Internacional y hasta el propio Barack Obama, Zapatero comienza su viacrucis particular, comenzando a desdecirse y a renunciar a todas aquellas políticas que había elegido por estandarte. A partir de este momento, lo que antes era blanco pasa ahora a ser negro y viceversa, sin términos medios posibles. Muy grave tuvo que ser la amenaza que le obligó, de la noche para la mañana, a dar un giro de 180 grados de manera tan sorprendente.
Desde la tribuna del Parlamento, con semblante demudado, Zapatero anunció su nuevo plan: rebaja del salario de los empleados públicos en una media de un 5% a partir del mes de julio y congelación del mismo para el próximo año de 2011; congelación de las pensiones y la retirada del cheque-bebé a las futuras mamás y recortes notables a las ayudas que reciben los que tienen algún grado de dependencia. Y anuncia, de un modo demagógico, que preparará un impuesto especial para los “más ricos”, de los que después nunca más se sabe.
Simultáneamente comienzan a subir en cascada los precios de artículos básicos, como el gas y los hidrocarburos. Se anuncia una nueva subida de la electricidad y faltan muy pocos días para que comiencen a aplicarse las nuevas tarifas del IVA que encarecerán todos los artículos. Se exige a los ciudadanos un sacrificio económico notable, mientras que el Gobierno y las demás administraciones públicas continúan con sus gastos desaforados y su estilo de vida faraónico. No es éste el camino más apropiado para dejar atrás la recesión e iniciar decididamente el camino de la recuperación económica.
Gijón 12 de junio de 2010
José Luis Valladares Fernández
Ya en septiembre de 2005, ante el Comité Federal del PSOE, declara solemnemente que es propio de la izquierda reducir los impuestos. “Sí, bajar impuestos a la renta del trabajo es de izquierdas”, es su expresión exacta. La historia en España desmiente esta frase. El propio Zapatero, de aquella, no redujo ni el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, ni ningún otro de los que afectan a los ciudadanos de a pie. La supresión del Impuesto sobre el Patrimonio solamente benefició a los más ricos y adinerados. También es cierto que tampoco subió entonces los impuestos, dejándolo para más adelante. Aún había reservas de la herencia que recibió de José María Aznar.
Una vez agotados los fondos, para seguir con el desaforado gasto emprendido, necesitaba ingresar dinero de manera imperiosa. Y como no hay más cera que la que arde, Zapatero se olvidó de lo que dijo el 3 de septiembre de 2005 a los miembros del Comité Federal y acudió a las subidas indiscriminadas de impuestos. A primeros de junio de 2009 anuncia el incremento del Impuesto sobre las Labores del Tabaco y del Impuesto sobre Hidrocarburos. Previendo las protestas de los afectados, quiso disculparse, afirmando que estas variaciones de precios, carecen de todo afán recaudatorio. Con la subida del impuesto del tabaco únicamente se pretende luchar contra el tabaquismo, tan nocivo para la salud de los españoles. La subida de los impuestos en los hidrocarburos busca tan solo ahorrar energía.
A los pocos días, en una entrevista que el jefe de Gobierno concede a la Cuatro, afirma rotundamente que no habrá más subidas de impuestos a lo largo de 2009, ni variación alguna en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Aunque al poco tiempo, para poner coto al aumento desmesurado del déficit público, el Gobierno se ve forzado a habilitar una nueva subida de impuestos, que enmarca dentro los nuevos Presupuestos Generales del Estado y en la Ley de Economía Sostenible. De ahí que, para preparar el terreno, salga a la palestra la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, y nos diga que "No se puede tener una presión fiscal como Marruecos con unos servicios sociales como Suecia”. Y aboga por “un esfuerzo fiscal generoso”, teniendo en cuenta “todas las figuras impositivas, sin apriorismos” y sin olvidar que “la prioridad es recuperar el crecimiento”.
Estas palabras de Elena Salgado originan cierta desconfianza entre los ciudadanos, incluidos los más crédulos y algunos de los incondicionales. Para apaciguar los ánimos, Rodríguez Zapatero se ve obligado a dar la cara y aparece el 28 de de ese mes de agosto para anunciar que la reforma fiscal anunciada por algunos miembros del Ejecutivo, iba a ser “limitada y temporal” y por supuesto, guardando siempre la impronta de moderación que ha procurado dar a la política de impuestos durante todo su mandato. Reconoció, en cambio, que los impuestos deben estar de acuerdo con la situación económica de cada momento y que, por lo tanto, habrá que reajustarlos para caminar hacia la recuperación y contener el gasto público.
El presidente del Gobierno no desveló los impuestos que serán revisados, pero dejó muy claro que “la actividad de las empresas y los ingresos por trabajo serían respetados y preservados”. Sin el menor pudor intelectual dio a entender que se mantendrían las pensiones, y que incluso se mejorarían. Más aún: el 5 de febrero pasado anunció solemnemente que uno de sus objetivos estaba, no sólo el de garantizar el sistema de pensiones, sino también “equiparar éstas a la media europea”. Prometió mantener el sueldo de los funcionarios e hizo referencia a que el Ejecutivo estaba negociando hasta una subida salarial para este colectivo.
Con el nuevo año desaparece la deducción de los 400 euros y se penaliza directamente las rentas del capital, con la elevación de los tipos impositivos del IRPF del 18% al 19% para rendimientos inferiores a los 6.000 euros y al 21% cuando el rendimiento sobrepase los 6.000 euros. Esta elevación del tipo medio impositivo provoca sin más una disminución notable del poder adquisitivo de todos los trabajadores y de los pensionistas con esta elevación del porcentaje
Durante su mandato, nos ha recordado varias veces que España cuenta con un sistema de protección social modélico y, según sus palabras, “bastante fuerte”, y que el Gobierno en pleno está trabajando con los agentes sociales para mejorarlo aún más. Pero, a estas alturas, todo el mundo sabe hasta donde llega el valor de la palabra de Zapatero, que nunca va más allá de la vuelta de la primera esquina. Decía el ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo que el PSOE tiene la virtud de decir una cosa y la contraria, y afirmar después que las dos son verdad. Esta virtud está sublimada extraordinariamente en el jefe actual del Ejecutivo. Zapatero es capaz de decir, hasta en un mismo día, cosas abiertamente contradictorias entre sí, y además, espera que se le crea la una y la otra. Pero a estas alturas, hasta en el extranjero carece ya de la más elemental credibilidad.
Comenzó Zapatero su segunda legislatura, lanzando al aire desde el balcón de Ferraz, esta frase muy suya: "Gobernaré para todos, pero pensando en los que no tienen de todo". Lamentablemente se le olvidaron muy pronto los que carecen de todo y están inmersos en la más absoluta pobreza. Y siguió acordándose de los mismos que tuvo presentes en su primera legislatura: los sindicatos verticales mayoritarios, los titiriteros, alguna que otra ONG amiga y los dictadorzuelos de vía estrecha que abundan en esos mundos de Dios. Entre todos estos fue repartiendo generosamente la herencia recibida de José María Aznar, hasta dejar esquilmadas las arcas públicas. Hasta el mismo fondo de la hucha de las pensiones fue empleado ilegalmente en bonos de deuda pública española para continuar dando dádivas a todos estos paniaguados y mantener su errática política de gasto.
Cuando en las arcas del Estado no quedaban ya más que telarañas, y sabiendo a ciencia cierta que era tanto como ladrar a la luna, el presidente del Gobierno salió con aquello de que "Mientras yo sea presidente, las políticas sociales no se recortarán", a sabiendas de que no iba a ser así. A los pocos días de decir esto, por obra y gracia del Eurogrupo, el Fondo Monetario Internacional y hasta el propio Barack Obama, Zapatero comienza su viacrucis particular, comenzando a desdecirse y a renunciar a todas aquellas políticas que había elegido por estandarte. A partir de este momento, lo que antes era blanco pasa ahora a ser negro y viceversa, sin términos medios posibles. Muy grave tuvo que ser la amenaza que le obligó, de la noche para la mañana, a dar un giro de 180 grados de manera tan sorprendente.
Desde la tribuna del Parlamento, con semblante demudado, Zapatero anunció su nuevo plan: rebaja del salario de los empleados públicos en una media de un 5% a partir del mes de julio y congelación del mismo para el próximo año de 2011; congelación de las pensiones y la retirada del cheque-bebé a las futuras mamás y recortes notables a las ayudas que reciben los que tienen algún grado de dependencia. Y anuncia, de un modo demagógico, que preparará un impuesto especial para los “más ricos”, de los que después nunca más se sabe.
Simultáneamente comienzan a subir en cascada los precios de artículos básicos, como el gas y los hidrocarburos. Se anuncia una nueva subida de la electricidad y faltan muy pocos días para que comiencen a aplicarse las nuevas tarifas del IVA que encarecerán todos los artículos. Se exige a los ciudadanos un sacrificio económico notable, mientras que el Gobierno y las demás administraciones públicas continúan con sus gastos desaforados y su estilo de vida faraónico. No es éste el camino más apropiado para dejar atrás la recesión e iniciar decididamente el camino de la recuperación económica.
Gijón 12 de junio de 2010
José Luis Valladares Fernández
Este tío es un monstruo. Lo que no sé es por qué no se dedicó al teatro o al circo, joder.
ResponderEliminarHola José Luis, desde luego has hecho una cronología estupenda, yo estoy un poco desmoralizada, resulta que no sé dónde he visto una estadística según la cual yo formo parte de los moderadamente pobres de este país, y lo peor es que veo más sombras que luces en un futuro a medio plazo, me gustaría saber dónde puede uno buscarse la vida hoy día, no me importa emigrar, pero ni siquiera sabría a dónde, un abrazo!!
ResponderEliminarZP auna en su persona todos los defectos que se pueden dar en un gobernante: sectario, inculto, ineficaz, ineficiente, demagogo, mentiroso, improvisador, visionario, arrogante, soberbio, prepotente...
ResponderEliminarY el pueblo español está dormido, aborregado, catatónico, prostituidos moral e intelectualmente..
Todavía hay más de un 30% de votantes que le elegirían de ser hoy las elecciones, según una encuesta que oí ayer en la radio!
Vivir para ver!
Querido Carlos. Ya lo creo que fue una pena que Zapatero, en vez de a la política, no se dedicó al teatro, al cine, o lo que fuera. De ese modo nos hubiera hecho reir, en vez de hacernos llorar como hace en la actualidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Amiga Vir. Lo que está ocurriendo es desmoralizador. No es extraño que veas más sombras que. Zapatero nos lleva directos a la catástrofe. O se va pronto, o más de media España terminará en la más absoluta pobreza.
ResponderEliminarUn abrazo
Tienes más razón que un Santo Padre, amigo Aspirante. Zapatero el Sumum de todas las torpezas, morales, intelectuales y políticas. Es toda una cruz que trataremos de deshacernos de ella lo antes posible.
ResponderEliminarUn abrazo
Como dice Aspirante, Zapatero reune todos los vicios y defectos que puede reunir un político.
ResponderEliminarAmén de carecer de principios, su pragmatismo pasa por seguir y mantener el poder a costa de lo que sea, bien traicionando su programa y teórico ideario, bien justificando cualquier medio para alcanzar su fin.
Estamos en manos, por tant,o de un gobernante de moral absolutamente laxa.
Es lo que produce el sistema corrompido que hay. ZP es un genuino producto. Y los hay aún peores. Eso es lo malo.
ResponderEliminarPor otro lado, he llegado a la conclusión de que ellos no piensan que están malgastando el dinero público, que están convencidos que es para eso, para derrocharlo. No cabe otra explicación. Más de uno de ellos dijo que el dinero público no era de nadie, y en realidad, es lo que piensan.
Estimado amigo José Luis que gran post y que gran
ResponderEliminarrazonamiento ante el chapuzas este. Esta claro que ni a ti como a mi el payaso este nos gusta que lleve nuestra nación.
Con todo lo que has expuesto en tu post te puedo
decir algo más para dar datos, casi mi post se puede relacionar con el tuyo ya que ambos hablamos el mismo idioma sobre el pollo este.
Encima este tío saca dinero de las arcas del tesoro de la seguridad social desde el 2006 y lleva sacado uno 2.800.000 euros de las arcas del T. de la S.Social, osease de nuestro futuro de jubilación que no debería de tocar el tío lo saca. ¿Sabes a donde a ido esos 2.800.000 euros?
Para los sindicalistas de América Latina.
Este imbécil aparte de congelar a casi seis millones de jubilados los sueldos, subir impuestos, bajar sueldos etc, etc y demás barbarie de esta cabr...y de decir todas las mentiras que ha podido y quedan por decir, el tío se permite el lujo de cojer nuestro dinero ese que cotizamos para nuestra vejez y se los da
a sindicalistas de latinoamérica.
Es para capar a todos estos y dejarlos sin huevos.
El banco mundial dice que estamos en un estado económico muy grave y este cabrón nos lo roba para dárselos a sindicalistas de América Latina.
Le he cogido tal asco al ceja que ya me dan arcadas cada vez que me acuerdo del imbécil este.
Lo que más me duele es la cantidad de gilipollas que lo volverían a votar al bicho este.
Un abrazo cordial.