En España somos muy dados a jugar con fuego una y otra vez, con grave riesgo de resultar inexorablemente quemados. A la irresponsabilidad de un presidente de Gobierno incompetente, empeñado en agotar una legislatura agónica y contraproducente, va Rubalcaba y organiza un comando a su medida, que ocupa de inmediato la Puerta del Sol en Madrid y otras muchas plazas a lo largo de la geografía española. Y lo hace precisamente en periodo electoral, reeditando descaradamente la lamentable historia del 13-M. En aquella ocasión, Alfredo Pérez Rubalcaba violó insolentemente la jornada de reflexión y utilizó al comando de entonces para ocupar las sedes del Partido Popular y denostar a este partido por la tan traída y llevada guerra de Irak.
De ese modo tan rastrero y al margen de la ley, Rubalcaba logra encender los ánimos del pueblo soberano, y consigue el inesperado milagro de convertir una anunciada derrota del socialismo español en una notable victoria electoral. Es cierto que, para dar más fuerza a sus consignas, utilizaron profusa y desvergonzadamente los 192 cadáveres del atentado en los trenes de cercanías, haciendo creer a la gente que era obra de unos islamistas airados contra España por su participación en la guerra de Irak. El engaño y la manipulación resultaron definitivos para encauzar a su favor los resultados definitivos de aquellas elecciones.
Ante la perspectiva de un descalabro electoral en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 22 de mayo, Rubalcaba pone en marcha el movimiento del 15-M, esperando mejorar sustancialmente el resultado catastrófico anunciado por las encuestas. Esperaba de estos grupos de “indignados”, con los que intentaron reventar la complicada campaña electoral, que suavizaran notablemente el trastazo previsible de las urnas. Fracasó el intento, ya que en el comando de Rubalcaba se infiltraron con presteza los anti sistema que encontramos habitualmente en todas las algaradas callejeras. Y por si fuera esto poco, Cayo Lara se apresuró a pescar en rio revuelto, protegiendo a este colectivo desde el primer momento y declarando que Izquierda Unida forma parte del mismo.
Son francamente cortos los beneficios que Pérez Rubalcaba ha podido sacar de su montaraz comando. Le ha valido, eso si, para que no se haya vuelto a hablar, durante la campaña electoral pasada, del Faisán, de los GAL y ni del desembarco etarra en las instituciones. Algo es algo. Para los españoles sin embargo, la protesta de estos niñatos en la Puerta del Sol puede resultar excesivamente negativa. Pues es muy preocupante la cobertura que, de estos hechos, está haciendo la prensa internacional. Dado el perfil político de los “indignados”, plenamente homologable con la extrema izquierda, no es de extrañar que los inversores, visto el desarrollo de los acontecimientos, sientan cierta prevención hacia la deuda española. En Estados Unidos, en concreto, ya se habla de “la Revolución Española”. Y el banco estadounidense Goldman Sachs ha advertido del serio peligro de que el bono español a 10 años rompa la barrera del 6% en poco tiempo. Y sabemos que Grecia, Irlanda y Portugal fueron objeto de rescate, cuando el rendimiento de su deuda a 10 años superó el umbral del 7%.
Solamente el modo en que se realiza la movilización de estos “indignados”, utilizando claramente el estilo soviético del 68, y la respuesta que puedan dar cuando sea el Partido Popular el responsable del Gobierno, ya supone una connotación negativa de manera muy clara. Pero la preocupación de los inversores sube muchos enteros cuando escuchan las propuestas económicas del movimiento del 15-M. Pues lo que piden los de este movimiento de protesta ciudadana ‘Democracia Real Ya’ coincide plenamente con las directrices más rancias, propias de los hermanos Castro, de Hugo Chávez o de Evo Morales. Demandan más Estado, más impuestos, el reparto de las riquezas. Convencidos o no, dicen que no vale para nada ir a votar, exigen la gratuidad de los servicios y que fluya el dinero y, a la vez, que deje de ser el móvil de la política. Posiblemente quieran poner en marcha la soñada banca del pueblo, propugnada por Proudhon, allá en los albores del sindicalismo, y que debía dedicarse a conceder créditos sin cobrar intereses.
Es obvio que los “indignados”, que aún siguen acampados en la Puerta del Sol y en otras plazas céntricas de las grandes ciudades españolas, pretenden intensificar las dosis del veneno que ha ocasionado nuestra ruina democrática y económica. No piden que José Luis Rodríguez Zapatero rectifique su política o que se vaya a su casa. Quieren que sea más atrevido y avance mucho más en la línea marxista que simplemente ha esbozado y que ha terminado con España hundida en la miseria. Y mantienen esta situación, incluso durante toda la jornada de reflexión, con la bendición de Alfredo Pérez Rubalcaba. Y eso que la Junta Electoral Central dictaminó su ilegalidad. Pero es igual. Según la nueva doctrina del ministro de Interior, se puede infringir la ley siempre y cuando no se provoquen desordenes públicos.
Gijón, 23 de mayo de 2011
José Luis Valladares Fernández