VIII – Fracasa
la creación del Estado Catalán en 1873
Poco tiempo después de ser coronado como Rey de
España, Felipe V, el animoso, pone rumbo a Cataluña, llegando a Barcelona
el 12 de octubre de 1701. Ese mismo día, se reúne con los tres brazos de las
Cortes catalanas, el eclesiástico, el militar o noble y el real o de las villas
en un convento franciscano y jura, ante ellos, que guardará fielmente todas las
leyes y fueros del Principado. A continuación,
declara que quedan oficialmente abiertas esas Cortes catalanas.
En la sesión de clausura de las Cortes catalanas, que
se celebró el 14 de enero de 1702, el
rey Felipe V volvió a renovar su juramento a los fueros de Cataluña y los
súbditos catalanes, en señal de agradecimiento, le ofrecieron espontáneamente
su fidelidad. Pero los dirigentes catalanes comenzaron a sospechar que el nuevo
Rey de España era tan absolutista y tan centralista como su abuelo el rey Luis
XIV. Y si esto era así, podían volver a recibir un trato tan vejatorio como el
que soportaron durante su absurdo vasallaje del Rey de Francia. Para no correr
semejante riesgo, rompen con Felipe V, y se posicionan del lado del archiduque
Carlos.
Con esa inesperada ruptura, el ya Rey de España se
sintió vilmente traicionado y, nada más producirse la capitulación de la ciudad
de Barcelona, comenzó a aplicar el correspondiente castigo a los catalanes por
atreverse a acometer tamaña iniquidad. Y la venganza de Felipe V llegó, como
era de esperar, en forma de decreto. El 16 de enero de 1716, cuando hacía ya
más de un año que había finalizado la Guerra de Sucesión Española, promulgó el
famoso Decreto de Nueva Planta de
Cataluña, para crear unas nuevas instituciones, de inspiración claramente
castellana, que sustituían a las tradicionales del Principado catalán.
A partir del
Decreto de Nueva Planta, el Principado de Cataluña, como estado que formaba
parte del complejo Estado compuesto de la Monarquía Hispánica, dejó de existir
y paso a ser una simple provincia de la propia Monarquía. Y para tener un
control político y militar suficientemente amplio sobre Cataluña, el rey Felipe
V, el animoso, se olvidó de la
figura del antiguo virrey y, como ya hiciera en Valencia y en Mallorca, creó
una administración totalmente militarizada. Y pone intencionadamente al frente
de esta nueva institución administrativa al Capitán General, que pasa a ser la
máxima autoridad civil y militar de Cataluña.