IV.- Sánchez metido a
calzador en la Presidencia del Gobierno
No podemos olvidar, que José Luis Rodríguez Zapatero
llegó a La Moncloa a bordo de un tren
despanzurrado y que, una vez instalado en la Presidencia del Gobierno, intentó
formar una alianza multipartidista contra la derecha, una especie de Frente
popular, muy
parecido al de 1936. Pero se encontró con un inconveniente prácticamente
insalvable ya que, en el espectro político español de 2004, no había partidos
revolucionarios. Y un Frente Popular, formado exclusivamente con CIU y con el PNV, sería demasiado inestable.
Y ante la imposibilidad de
realizar semejante propósito, buscó la manera de dar una nueva orientación a la
mentalidad y a la cultura de los españoles, para provocar una ‘ruptura’ completa con el sistema político
derivado de la Constitución de 1978. Pretendía enlazar directamente la
legitimidad de su Gobierno con la II República, prescindiendo por completo,
claro está, de la famosa ‘Transición’ que, según Zapatero, silenció a los que perdieron la Guerra Civil y
fueron cruelmente represaliados por los que la ganaron.
Para dar voz a los que lograron
superar una situación tan extrema, sobreviviendo a la represión de los
victoriosos, Rodríguez Zapatero nos sorprendió con la polémica Ley de Memoria Histórica, que es un ataque manifiesto a
la ‘Transición’. Hasta entonces, según el
promotor de esa Ley, solamente existía la historia oficial, la que contaban los
vencedores. Las víctimas reales de aquel conflicto bélico, sin embargo, estaban
sometidas a un silencio verdaderamente vergonzoso y traumático, ya que no
podían hablar del pasado.
Y gracias a esa promulgación de
la Ley de Memoria
Histórica,
los perdedores se encontraron con la posibilidad aparente de recuperar su
memoria y de transmitir detalladamente aquellos desafortunados sucesos, tal
como los vieron con sus propios ojos. Y al poder expresar abiertamente lo que
vivieron durante aquellos años, volvieron a recobrar la dignidad pérdida,
logrando por fin cerrar unas heridas, que llevaban demasiado tiempo abiertas.
Cuando Zapatero, contra todo
pronóstico, ganó las elecciones de marzo de 2004, se encontró con una economía
en pleno auge. Pero como los socialistas son siempre unos manirrotos, que no
saben nada más que repartir pobreza, comenzó muy pronto a incrementar
desmesuradamente el gasto público y a intervenir directamente en la economía
del país. El resultado catastrófico no tardó en llegar. No tardó mucho en
hundir a España en el mayor de los desastres económicos que conocemos desde la
pasada Guerra Civil.
Como la situación económica era
totalmente caótica, Rodríguez Zapatero se vio obligado a adelantar las
elecciones unos meses. Se celebraron el 20 de noviembre de 2011 , y las ganó,
cómo no, Mariano Rajoy con una mayoría absoluta más que considerable. Los
ciudadanos optaron mayoritariamente por Rajoy, creyendo que enderezaría los
desaguisados e insensateces de Zapatero. Dieron por hecho que, en primer lugar,
arreglaría la hecatombe económica que asolaba a España, y que después, haciendo
honor a su palabra, derogaría las
distintas leyes ideológicas, promovidas
por Zapatero.