Los socialistas, como es su costumbre, están siempre apuntados al despropósito y al absurdo. Tal es así que, guiados por su jefe de filas actual, José Luis Rodríguez Zapatero, han hecho de la España de las Autonomías otra España diferente, un país prácticamente seudofederal, donde los nacionalistas disfrutan de ciertos derechos que no tiene el resto de los ciudadanos. Seguro que Zapatero habrá sido convenientemente asesorado por Minerva, o quizás por Atenea, para disponer que el español deje de ser la lengua común de los españoles. De otro modo, sería inexplicable el acuerdo con los nacionalistas que quita al español el calificativo de ‘común’ dentro del Senado.
Los adscritos a las organizaciones nacionalistas, con semejante iniciativa, pretendían y han conseguido que en la Cámara Alta se utilicen habitualmente las lenguas cooficiales, tanto en los plenos y en las comisiones, como en la Diputación Permanente. Piensan que de este modo se salvaguarda el derecho que tiene todo individuo a expresarse en su propio idioma. Y claro, según esto, a sus señorías periféricas no se las puede prohibir que hagan del Senado una auténtica torre de Babel lingüística, por lo que podrán prescindir del idioma común que todos comparten y utilizar cada uno su propia lengua cooficial que muy pocos comprenden.
A semejante desaguisado se llegó el pasado 21 de julio, cuando sus señorías, con el voto en contra del Partido Popular, aprobaron la reforma del Reglamento que proponían los senadores nacionalistas. De este modo se amplia el uso de las lenguas cooficiales, ocasionando así un importante gasto adicional a las arcas del Estado para que esa minoría nacionalista pueda hacerse entender. Se da la circunstancia de que el español es también la lengua común de los senadores nacionalistas, ya que tienen la obligación de conocerla y el derecho a utilizarla. De ahí que la inversión en traductores de las otras lenguas particulares, más que gasto, es un auténtico despilfarro. Y los contribuyentes, que yo sepa, no han renunciado jamás al derecho inalienable que tienen de que no se dilapide miserablemente el dinero que aportan con sus impuestos.
Los integrantes de las fuerzas políticas periféricas, aunque son minoría en la Cámara Alta, hacen lo que los plebeyos en la primitiva Roma hacían con los patricios: exigir de los demás senadores toda una serie de concesiones políticas y económicas extraordinarias. En Roma, con la intervención de Menenio Agripa, contando a unos y a otros su famosa fábula, cedieron los plebeyos y regresaron a la ciudad, plenamente dispuestos a defenderla. En el Senado español en cambio, quizás por falta de un oportuno Menenio Agripa, triunfa la plebe nacionalista. Los patricios centralistas, convenientemente chantajeados, cedieron de forma incomprensible a las exigencias de aquellos, sin tener en cuenta el excesivo coste económico que esto comporta. Los socialistas, buscando su propio interés político, propiciaron con sus votos tan lamentable concesión. Como siempre se va de menos a más, ante el éxito logrado por el nacionalismo en la Cámara Alta, ya ha comenzado la lucha para imponer lo mismo en el Congreso.
Del desaguisado que se avecina hubo ya un previo ensayo en el Senado el pasado 24 de mayo de 2010. Fue el cordobés de Iznájar, José Montilla, que ostentaba entonces la presidencia de la Generalitat, quien, sin defenderse bien en catalán, utilizó esta lengua ante la Comisión General de las Comunidades Autónomas, buscando que estas apoyaran su ofensiva para renovar el Tribunal Constitucional y desbloquear la sentencia sobre el famoso Estatut. Esta comparecencia de José Montilla obligó al Senado a contratar siete traductores, dos para el catalán, dos para el euskera, otros dos para el gallego y uno para el valenciano, para que pudieran entenderse unos con los otros. Esta carnavalada costó entonces unos 6.500 euros.
Ahora ya no se trata de ensayos. De manera oficial, el Senado estrenará el uso de las lenguas cooficiales los próximos días 18 y 19 de enero en el debate de las mociones, de acuerdo con la reforma del Reglamento aprobado parlamentariamente. A partir de ese primer pleno del año, los senadores podrán intervenir en cualquiera de dichas lenguas, lo que obliga a la Cámara a proveer de auriculares a todas y cada una de sus señorías y oficializar además la intervención de los traductores. Si tenemos en cuenta que el debate de las mociones en pleno dura dos días, cada mascarada nos va a costar a los españoles la cantidad de 11.950 euros.
Que una minoría de senadores, apuntados a un nacionalismo absurdo, se dirija a la mayoría de la Cámara Alta en sus respectivas lenguas cooficiales, para ser traducidos después al idioma que todos ellos conocen, es cuando menos una astracanada de muy mal gusto. Si esto no costara dinero, podría darse de paso, aunque aún así se trataría de una broma excesivamente pesada. Pero como cuesta mucho dinero, más del millón de euros anuales, deja de ser una broma y se convierte en una auténtica imbecilidad surrealista. Es imperdonable que el PSOE gaste así el dinero de los contribuyentes, aunque cabe esperar cualquier cosa de una formación política, cuyo líder máximo se atreve a confesar que la nación española es un “concepto discutido y discutible”.
Gijón, 5 de enero de 2011
Los adscritos a las organizaciones nacionalistas, con semejante iniciativa, pretendían y han conseguido que en la Cámara Alta se utilicen habitualmente las lenguas cooficiales, tanto en los plenos y en las comisiones, como en la Diputación Permanente. Piensan que de este modo se salvaguarda el derecho que tiene todo individuo a expresarse en su propio idioma. Y claro, según esto, a sus señorías periféricas no se las puede prohibir que hagan del Senado una auténtica torre de Babel lingüística, por lo que podrán prescindir del idioma común que todos comparten y utilizar cada uno su propia lengua cooficial que muy pocos comprenden.
A semejante desaguisado se llegó el pasado 21 de julio, cuando sus señorías, con el voto en contra del Partido Popular, aprobaron la reforma del Reglamento que proponían los senadores nacionalistas. De este modo se amplia el uso de las lenguas cooficiales, ocasionando así un importante gasto adicional a las arcas del Estado para que esa minoría nacionalista pueda hacerse entender. Se da la circunstancia de que el español es también la lengua común de los senadores nacionalistas, ya que tienen la obligación de conocerla y el derecho a utilizarla. De ahí que la inversión en traductores de las otras lenguas particulares, más que gasto, es un auténtico despilfarro. Y los contribuyentes, que yo sepa, no han renunciado jamás al derecho inalienable que tienen de que no se dilapide miserablemente el dinero que aportan con sus impuestos.
Los integrantes de las fuerzas políticas periféricas, aunque son minoría en la Cámara Alta, hacen lo que los plebeyos en la primitiva Roma hacían con los patricios: exigir de los demás senadores toda una serie de concesiones políticas y económicas extraordinarias. En Roma, con la intervención de Menenio Agripa, contando a unos y a otros su famosa fábula, cedieron los plebeyos y regresaron a la ciudad, plenamente dispuestos a defenderla. En el Senado español en cambio, quizás por falta de un oportuno Menenio Agripa, triunfa la plebe nacionalista. Los patricios centralistas, convenientemente chantajeados, cedieron de forma incomprensible a las exigencias de aquellos, sin tener en cuenta el excesivo coste económico que esto comporta. Los socialistas, buscando su propio interés político, propiciaron con sus votos tan lamentable concesión. Como siempre se va de menos a más, ante el éxito logrado por el nacionalismo en la Cámara Alta, ya ha comenzado la lucha para imponer lo mismo en el Congreso.
Del desaguisado que se avecina hubo ya un previo ensayo en el Senado el pasado 24 de mayo de 2010. Fue el cordobés de Iznájar, José Montilla, que ostentaba entonces la presidencia de la Generalitat, quien, sin defenderse bien en catalán, utilizó esta lengua ante la Comisión General de las Comunidades Autónomas, buscando que estas apoyaran su ofensiva para renovar el Tribunal Constitucional y desbloquear la sentencia sobre el famoso Estatut. Esta comparecencia de José Montilla obligó al Senado a contratar siete traductores, dos para el catalán, dos para el euskera, otros dos para el gallego y uno para el valenciano, para que pudieran entenderse unos con los otros. Esta carnavalada costó entonces unos 6.500 euros.
Ahora ya no se trata de ensayos. De manera oficial, el Senado estrenará el uso de las lenguas cooficiales los próximos días 18 y 19 de enero en el debate de las mociones, de acuerdo con la reforma del Reglamento aprobado parlamentariamente. A partir de ese primer pleno del año, los senadores podrán intervenir en cualquiera de dichas lenguas, lo que obliga a la Cámara a proveer de auriculares a todas y cada una de sus señorías y oficializar además la intervención de los traductores. Si tenemos en cuenta que el debate de las mociones en pleno dura dos días, cada mascarada nos va a costar a los españoles la cantidad de 11.950 euros.
Que una minoría de senadores, apuntados a un nacionalismo absurdo, se dirija a la mayoría de la Cámara Alta en sus respectivas lenguas cooficiales, para ser traducidos después al idioma que todos ellos conocen, es cuando menos una astracanada de muy mal gusto. Si esto no costara dinero, podría darse de paso, aunque aún así se trataría de una broma excesivamente pesada. Pero como cuesta mucho dinero, más del millón de euros anuales, deja de ser una broma y se convierte en una auténtica imbecilidad surrealista. Es imperdonable que el PSOE gaste así el dinero de los contribuyentes, aunque cabe esperar cualquier cosa de una formación política, cuyo líder máximo se atreve a confesar que la nación española es un “concepto discutido y discutible”.
Gijón, 5 de enero de 2011
José Luis Valladares Fernández
Me temo haber leído que a Alicita S-C también le parecía bien...ojalá esté errada. Y este dispendio ¿cómo piensan justificarlo ante los siervos de la glebla que no pueden ni pagar la luz?
ResponderEliminarEstas necedades son las que nos conducen a la ruina.
ResponderEliminarEn el parlamento hay ignorante que se piensan que los analistas económicos internacionales, el FMI, y otro tipo de instituciones permanecen ajenos a estos dispendios estériles, y que no intervienen en sus decisiones.
Así no es de extrañar que crezca la prima de riesgo, y, por lo tanto, los intereses que hemos de pagar por la deuda pública emitida.
Si este tipo de dispendios tuviese su reflejo en la encuesta de la inflacción (para que saliese la real, no la simulada) puede ser que los estepaisoleños se enterasen.
Yo desde luego, querida Maribeluca, no he oido nada sobre lo que piensa Alicia Camacho. Me sonaría a raro por que es muy de Mariano Rajoy. Claro que puedo equivocarme.
ResponderEliminarEn cuanto a la justificción de ese gasto tonto en la Canara Alta, me imagino que lo justificaran como los aguinaldos de Reyes, que acaba de dar el Gobierno a los sindicatos. Los Reyes Magos les han traido más de 27 millones de euros. De vergüenza, con la cantidad de gente que está pasando hambre.
Un abrazo
Claro, amigo Aspirante, que se dan cuenta los organismos internacionales de semejantes dispendios absurdos. Pero aquí en España, sobre todo los responsables del Gobierno deben pensar que, más allá de nuestras fronteras, son todos un poco cortos. Esa es precisamente la causa de que nuestro Gobierno haya perdido por completo toda su credibilidad.
ResponderEliminarPero que quieres que te diga, de donde no hay, no se puede sacar nada.
Un abrazo
Es el reflejo del esperpento en que se ha convertido este país;un circo de siete pistas donde una casta política impresentable, absurda, friki, que desprecia a los cinco millones de parados, permite ese dispendio de dinero cuando hay ciudadanos, compatriotas, que hurgan en la basura para llevarse un pedazo de pan a la boca.
ResponderEliminarEl gobierno debe mantener sus redes clientelares a toda costa Jose Luis, lo de menos para ellos es cuanto nos cueste...a nosotros, porque ellos aunque arruinen el país nadie les va a quitar su pensión.
ResponderEliminarLos nacionalistas y los sindicatos son dos pilares fundamentales para los socialistas, con lo cual, lo que haga falta y más..
Un abrazo
Hola Jose Luis, me parece una chorrada impresionante eso de los traductores, más que nada por la época mala que vivimos, una auténtica tontería! Pero esto quién lo vota? porque para que esto salga adelante supongo que muchos estarán de acuerdo. En serio, no se puede gestionar la crisis peor.
ResponderEliminarDonde no hay mata, no hay patata.
ResponderEliminarDe igual modo que mucho dinero se va a las arcas con la RAE, los votantes catalanoparlantes también deben tener el derecho a que su lengua, minoritaria, sea protegida. España debería celebrar que tiene cuatro idiomas y se ha de velar por esta diversidad lingüística, que nos enriquece mucho.
ResponderEliminarCreo que habría una forma de reducir gastos de forma drástica en el Senado. Por medio de su supresión, porque no parece que sirva para nada.
ResponderEliminarPero ahora, con el enfrentamiento idiomático, puede acabar derivando hacia una especie de lucha de tribus.
Esa es la triste realidad, querida Natalia, y urge encontrar la manera de poner freno a t odas estas estupideces que lo unico que valen es para que cada vez seamo más pobres.
ResponderEliminarUn abrazo
Urge, amiga Candela, cambiar cuanto antes la Ley Electoral. Es absurdo mantener esta situación que otorga escaños con menos votos que a otras fuerzas políticas y despues se aprovechan ellos y los caraduras que se sirven de esa situación para sacar tajada
ResponderEliminarUn abrazo
Esto, querida Vir, lo votaron todos los senadores nacionalistas y los que se llaman progresistas entre los que entra el PSOE. Una mayoría suficiente para imponer semejante desafuero.
ResponderEliminarUn abrazo
Normal, amigo Pepe Deapié. O, como dicen en mi pueblo, no se pueden pedir peras al olmo.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Me parece muy bien, amigo Quico Winehouse, que se protejan las demás lenguas cooficiales, y hasta las que no han adquirido hasta ahora ese calificativo, como el asturiano, el aranes etc. etc. Forman parte todas ellas de la cultura de española.
ResponderEliminarPero honestamente, al menos en las circunstancias actuales de crisis tan tremenda,se haga semejante dispendio en ese foro donde todos entienden perfectamente el español. Yo al menos, lo veo así.
Un abrazo
Francamente, amigo Xesús López, no creo que sea imprescindible el Senado. De hecho, son muchos los países en que solamente tienen una Cámara y no pasa nada.
ResponderEliminarLo que pasa que aquí seguiríamos con el problema del nacionalismo o separatismo. De hecho ya quieren llevar tambien al Congreso esa medida.
Un abrazo
Una cosa es que se protejan y cultiven estas lenguas minoritarias con el loable fin de que no desaparezcan y otra muy distinta que se proscriba el uso del español, cosa que ocurre en demasiados lugares.
ResponderEliminarY otra muy diferente es que teniendo todos una lengua común, que ya es un lugar común, hasta los más furibundos nacionalistas dominan mejor que la lengua regional, no se use para entenderse en el parlamento de la ex nación, obligando a gastos innecesarios y estúpidos.
Es hacer de la lengua regional un arma de enfrentamiento y división.
Y yo que creía, pobre de mí, que los idiomas servían para comunicarse en lugar de para aislarse!
Claro que deben protejerse esas lenguas cooficiales, amigo Aspirante. Pero una cosa es protejerlas por formar parte de nuestra cultura y otra cosa es imponerlas. O, como dices tu, que se utilicen como arma de enfrentamiento. La virtud, como tantas veces, está en el medio.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Suárez dijo aquello de "café para todos" refiriéndose a cómo se iba a vertebrar el futuro estado de las automías.
ResponderEliminarEste estado, en realidad es el de las "autonosuyas" en feliz expresión del recordado Vizcaíno Casas y el café para todos, como ya sabíamos, aunque algunos lo negaran y lo sigan negando, se ha convertido en café para algunos y café y copa (puro no, que está prohibido) para los privilegiados, pero pagado por todos.
Nestra Constitución, amigo Trece, nos dice en su artículo 14 que "los españoles son iguales ante la ley, ..." Lo que pasa que la IGUALDAD, como tantas otras cosas, debe tener grados. Pues es muy claro que aquí en España, unos son más iguales que otros. Lo que tu dices, cafe para todos, pero algunos, además del cafe, se les sirve copa también.
ResponderEliminarSi viviera Vizcaino Casas, seguro que nos ofrecería un relato o novela sobre el estado actual de España tan divertido o más que los que escribió en vida.
Saludos cordiales
He sufrido muchos años el indescifrable euskera y mi estado de "analfabeto" (terminología oficial en el País Vasco para quién no lo habla) por lo que estoy sensibilizado con el tema.
ResponderEliminarNo puedo entender cómo la defensa de un idioma local (que no deja de ser una riqueza para la nación española) se convierte en un caso de "construcción nacional" para los nacionalistas. Aunque lo más indescifrable es el porqué los partidos mayoritarios españoles PP y PSOE (insisto en que son ambos, no sólo el PSOE) hacen absoluta dejación de su deber de defender a su electorado y al pueblo español sólo a cambio de seguir en el poder. Tampoco entiendo porqué su electorado no les pasa factura por ello.
Y encima todo esto se hace con mi dinero... Repugnante.
Esto es la hostia, es de ir a mear y no echar gota.
ResponderEliminarSe empeñan en crear "igualdades" y lo único que consiguen es crear "desigualdades", así lo único que consiguen es generar "discriminación positiva" y encabronar al resto de la población española que no hablen respectivamente: Gallego, Asturiano, Catalán, Árabe o lo que sea.
¿Quién prohíbe a nadie hoy en día en España hablar: Catalán, Vasco, Gallego, Asturiano, Nepalí, Thailandés o Suomi?. Nadie.
¿Entonces porqué se empeñan en obligar a la gente a aprenderlo por narices?. ¿Porqué se empeñan en meterlo por la cara constantemente?.
Mejor harían en gastar el dinero publico en fomentar el empleo y otras cuestiones sociales y económicas que en esto.
Un saludo.
Nada ni traductores ni ostias, que hablen todos los políticos, senadores y la madre que los parió en chino mandarín o en caló y nos enteraremos todo el mundo y se ahorrarán gastos. Un abrazo José Luis.
ResponderEliminarLos nacionalistas utilizan el lenguaje para diferenciarse. Es lo que tiene el nacionalismo excluyente que tenemos que padecer todos los que estamos en contra de esta gentuza que quiere vivir a costa de los españoles.
ResponderEliminarSaludos
Yo tampoco lo entiendo, amigo Sibarita. En este caso el PP votó en contra. Fueron los demás los que avalarón semejante majadería.
ResponderEliminarUn saludo
Es lo que en realidad han hecho, amigo Randall Flagg, encabronar a la gente. Por eso, hoy día hay ya muchos que no compram productos fabricados en Cataluña. Y los que hacen eso, a partir de ahora lo tienen mucho más facil. Con mirar el código de barras, los productos catalanes comienzan por 15, mientras que el resto de productos españoles comienzan por 84.
ResponderEliminarUn saludo cordial
No, amigo Rafa. Si tanto les gusta hablar en una lengua de esas cooficiales, que la hablen y acto seguido que lo repitan, pero en español. Así, al menos, no supondría una carga económica.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Hola, amiga Eva. Yo creo que lo que consiguen con esa tozudez de querer imponer su lengua, que los demás españoles los mirern con prevención, dejen de comprar sus productos, etc.
ResponderEliminarActualmente, para prosperar, hay que dejarse de tonterías y quitar barreras en vez de ponerlas. Hoy día la vida de los caciques locales tiene muy poco recorridlo, cuando lo que funciona está globalizado.
Un abrazo
Me quedo un rato en tu blog a leer tus interesantes comentarios... sobre nuestros gobernantes..
ResponderEliminarUn saludo
Altaír
Muchas gracias, Estrella Altair. Yo encantado que te hayas pasado por este blog y más encantado aún si te gustan mis comentarios.
ResponderEliminarUn saludo cordial
Querido José Luis: esto no es más que un pasito más en la dirección de considerar que España no existe, que somos un grumo de tribus con distintas culturas y que si seguimos juntos es para ver quien le saca más al vecino.
ResponderEliminarEsto me recuerda un episodio de los años sesenta, cuando una delegación vasca (entre otros monseñor Arzallus) fue de visita a Francia para loar las maravillas del pueblo vasco nada menos que al General de Gaulle.
Tras escuchar pacientemente a estos iluminados, el General les espetó: "Francia es una Nación única, con una lengua y bajo una bandera, y añadió: al que cuestione la unidad de Francia, lo fusilo.
Eso es un hombre de Estado.
Ese es el final, amigo Capitan Trueno, a donde caminamos irremediablemente. Om le largamos pronto, o no queda de España ni los escombros.
ResponderEliminarY todo esto, no se si es por su inutilidad evidente, o por mala idea.
Unn abrazo