LOS ABANDERADOS DE LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES |
Está más que demostrado que José Luis Rodríguez Zapatero es completamente ajeno al desaliento y no hay contratiempo alguno que le arredre. Sabe que estamos al borde de la quiebra, ahogados por los intereses de la deuda y con más de cinco millones de parados y, aún así, sigue despilfarrando alegremente el dinero de los españoles. El Boletín Oficial del Estado del pasado 12 de agosto nos indica que el Ministerio de Exteriores, por medio de la Agencia Española de Cooperación Internacional, fundió más de 82 millones de euros en proyectos que tienen muy poco que ver con las necesidades de los países más pobres. Y el Ministerio de Trinidad Jiménez dio giro a esta cantidad de dinero solamente en el segundo trimestre del año.
A esta importante cantidad de dinero hay que agregarle lo que dicho Ministerio fundió, en el mismo programa, en los tres primeros meses del año, cuyo importe ascendió a más de 85 millones de euros. Esto quiere decir que el Ministerio de Exteriores, él solito, a pesar de nuestra asfixiante necesidad de dinero, ha dilapidado bastante más de los 167 millones de euros del dinero de nuestros impuestos, en supuestos proyectos humanitarios fuera de nuestro País. Parece ser que el sufrimiento de los cinco millones de parados, incapaces de cubrir las necesidades básicas de su propia familia, carece de importancia para Zapatero y para su Gobierno. Demuestran palpablemente que no les quita el sueño ni la acuciante falta de liquidez de caja, tanto de los gobiernos autonómicos como del propio Estado, ni la debacle financiera que padecemos y que está dejando en cuadro a nuestro tejido industrial
Al analizar las distintas partidas de estas disparatadas subvenciones, veremos que no solamente desprecian nuestras necesidades económicas más elementales. Tampoco se ocupan de minimizar los problemas de los más pobres de los países agraciados. Estas provisiones generosas de dinero, más que a organizaciones que puedan desarrollar algún proyecto interesante en el tercer mundo, suelen ir a parar a las manos de Gobiernos corruptos o, como mucho, a alguna institución pública poco escrupulosa. Estas subvenciones suelen ser extremadamente generosas cuando se trata de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, ya que personajes como los Hermanos Castro, Hugo Chaves, Evo Morales o Daniel Ortega ejercen un poder sumamente peligroso sobre sujetos de la calaña de Rodríguez Zapatero.
Con cargo a nuestro exhausto erario público, por ejemplo, se entrega a la Nicaragua de Daniel ortega nada menos que 8 millones de euros, como ayuda para el “desarrollo integral” de uno de los barrios de Managua. La Bolivia de Evo Morales, como es natural, resulta también agraciada con casi 5 millones y medio de euros. Y como no podía ser menos, la tómbola de Zapatero, a costa de los sufridos contribuyentes españoles, premia a la dictadura cubana de los Castro con 1.750.000 euros, para que los dedique al desarrollo rural de la parte oriental de Cuba. La magnanimidad de nuestro Gobierno no podía dejar que Hugo Chávez se fuera de vació y le proporciona 300.000 euros, destinados al mantenimiento de dos escuelas-taller de Venezuela.
Olvidándose de nuestras necesidades más acuciantes, el Ministerio de Exteriores habilita importantes partidas de dinero para agraciar a distintos organismos, como la organización Internacional del Trabajo, que recibe 3.500.000 euros; o la misma ONU, a quien subvencionamos con más de 11 millones de euros para sus programas que mantiene abiertos en Sudán y en el Congo. Llaman poderosamente la atención los 7.000.000 de euros concedidos directamente para apoyar el presupuesto del Ministerio de Finanzas de Mozambique. Y no digamos nada de los 316.904 euros que se destinan para la financiación de los derechos reproductivos de las mujeres de Mali donde, como es sabido, la mayor parte de su población está, viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
Y estando José Luis Rodríguez Zapatero al frente del Ejecutivo, sería impensable que no habilitara alguna partida especial a su trasnochado proyecto de la Alianza de civilizaciones. Aunque se trata de un proyecto compartido con Recep Tayyip Erdogan, primer ministro Turco, somos nosotros los que quijotescamente cargamos con el grueso de la factura. Desde que Zapatero se adhirió a semejante idea, llevamos ya gastados casi 7.000.000 de euros en el dichoso invento. En esta ocasión han sido 650.000 los euros invertidos caprichosamente en la financiación de la Alianza de Civilizaciones, olvidándose para ello de otras muchas necesidades, bastante más urgentes y apremiantes que esta. Eso sí, desde el Gobierno nos dan una disculpa sumamente peregrina: se trata, dicen, de "analizar las causas de las divisiones que ponen en peligro la paz”. Aprovechan la ocasión, eso sí, y nos proponen “una serie de medidas concretas de carácter político”, a las que dan un valor desmesurado para evitar definitivamente cualquier tipo de guerra.
Es difícil saber a qué juegan Zapatero y todos sus ministros. Con la legislatura actual prácticamente agotada, y con un Gobierno en tiempo de descuento, es inconcebible que hagan estos dispendios tan extraordinarios fuera de nuestras fronteras, en circunstancias tan críticas para nuestra economía. Llegan hasta el intolerable hecho de congelar las pensiones y reducir drásticamente los salarios de los trabajadores públicos y a subir los impuestos para reunir un dinero que después despilfarran alegremente. Semejante comportamiento solamente tiene una explicación posible: limpiar las arcas públicas hasta de telarañas para que, si gana el Partido Popular en las próximas elecciones, las encuentre vacías y no pueda desarrollar normalmente su previsible acción de gobierno. Es, ni más ni menos, lo que ya hicieron algunos barones socialistas, entre los que destaca Barreda, al ver que perdían las elecciones autonómicas.
Barrillos de las Arrimadas, 16 de agosto de 2011
José Luis Valladares Fernández