La
historia es muy terca y, si los ciudadanos no despiertan, se repetirá una y
otra vez, ocasionando siempre las mismas o parecidas desventuras y los mismos
infortunios. Dicho de otro modo: “los
pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”, como reza esta
frase lapidaria, atribuida a Cicerón y que se ha citado en infinidad de ocasiones.
Si no reconocemos nuestros fallos pasados, volveremos a cometer evidentemente
los mismos errores y las mismas equivocaciones de otras veces.
Hace
ya casi ochenta años que los españoles tuvieron que soportar la desastrosa
actuación de un Frente Popular,
extremadamente sectario y radical, que hizo mucho daño a todos los españoles.
Fue en realidad una coalición electoral, creada por la izquierda marxista para
afrontar las elecciones generales de febrero de 1936. No olvidemos que, de
aquella, las organizaciones políticas, llamadas también “fuerzas obreras”, que
formaban parte de esa coalición, obedecían ciegamente las consignas que
llegaban de Moscú, aunque estuvieran en contra de los intereses generales de
España.
Ahora
es Podemos el partido que quiere
crear otro Frente Popular, muy
similar al de 1936, que les sirva en bandeja la ocupación y el control del
poder, de todo el poder. Quieren acabar de una vez con lo que ellos denominan
el “régimen del 78”, que ha servido
de rodillo a socialdemócratas, populares y liberales para preservar en España
el viejo proyecto capitalista. Estamos evidentemente ante un partido de la
izquierda radical que si no está a sueldo del régimen bolivariano, acata
obedientemente todos sus dictados. Y trata, cómo no, de montar en España un “contrapoder”, que aglutine en un frente común a las distintas mareas
ciudadanas con otros partidos y colectivos alternativos que estén dispuestos a
dejar fuera de juego a la, hasta ahora, poderosa casta política.
Muchos
españoles no ven en Podemos nada más
que un partido político que aspira, como cualquier otro partido, a convertirse
en una alternativa política en las próximas elecciones generales. Pero Podemos no se adapta a la trayectoria
de los demás partidos que respetan escrupulosamente la Constitución. Podemos la utilizaría, eso sí, para
llegar a La Moncloa y, una vez instalados en el poder, la romperían y todos los
españoles tendríamos que doblegar necesariamente la cerviz y amoldar nuestros actos
al monstruoso esquema mental de los que formaron parte de la siniestra banda de
Somosaguas.
No
serían los primeros en valerse de unas elecciones libres y democráticas para
hacerse con el Gobierno, ni serán desgraciadamente los últimos. Pasó por
ejemplo en México con el militar Porfirio Díaz. Este dictador mexicano ganó limpiamente las elecciones de 1884 con
una mayoría absoluta muy holgada. Una vez instalado en el poder, promulgó una
reforma constitucional que le habilitaba para permanecer indefinidamente en el
cargo. Ejerció su poder omnímodo hasta que, en 1911, fue obligado a dimitir por
la revolución mexicana encabezada por Francisco Madero.
Tenemos
otro caso muy famoso, más actual y geográficamente más cercano a nosotros, que
provocó una de las mayores tragedias que ha vivido Europa. El 27 de febrero de
1925, hace ahora noventa años, Adolf Hitler se hizo con las riendas del Partido Nacionalsocialista, utilizando,
claro está, un discurso cautivador y extremadamente demagógico. Desde el primer
momento, Hitler dejó muy claro que no iba a compartir el liderazgo con nadie y
que tampoco toleraría debates ideológicos internos.
El
Partido Nacionalsocialista era un partido de corte claramente revolucionario,
dispuesto a todo, pero que, de momento, mantenía ciertas reservas sobre la
idoneidad del nuevo líder. Las gentes de este partido dudaban de la
cualificación de Hitler, censuraban su excesiva ambición y su prepotencia, pero
le toleraban porque, con su discurso
extremadamente simple e incendiario, camelaba a los ciudadanos alemanes que
estaban hartos de soportar las duras restricciones derivadas de la aplicación del
Tratado de Versalles. Precisamente por esto, eran muy pocos los alemanes que
confiaban en las instituciones y que no estaban totalmente hastiados de sus
políticos.
Y
Hitler, que era tremendamente ambicioso y tenía un temperamento muy exaltado,
decidió aprovechar ese descontento generalizado para hacerse con el poder. Así
que, un buen día, decide entrar con un grupo de camisas pardas (SA) en una de las cervecerías más
grandes de Múnich, e interrumpe el discurso que estaba dando allí el comisario
de Baviera, Gustav von Kahr. Sin pérdida de tiempo, salta sobre una silla
y grita con todas sus fuerzas: “¡La revolución nacional ha comenzado!”. Y anuncia la creación de un Gobierno provisional.
Y aunque algunos correligionarios suyos ocuparon previsoramente, las fuerzas
del orden logran establecer la legalidad. . Hitler y los miembros más
destacados del movimiento nacionalsocialista fueron detenidos y, una vez
procesados fueron condenados a prisión.
Cuando Hitler sale de prisión, sus ansias de
hacerse con el mando absoluto seguían intactas y, aunque su partido había sido
desmantelado prácticamente, continuó conspirando para acelerar su llegada al
Gobierno. Puso en marcha, eso sí, una nueva
estrategia, la “estrategia de la legalidad”. No volverá a cometer el error de
recurrir al putsch o golpe armado.
De aquí en adelante, simulará que acepta dócilmente las distintas normas establecidas
por la Constitución de Weimar. Y una vez conquistado el poder, entonces sí,
procederá a destruir las viejas estructuras democráticas y sustituirlas por
otras más acordes con el ideario del movimiento nazi.
Hitler
comenzó a darse cuenta que la situación de Alemania comenzaba a mejorar
notablemente y que, poco a poco, estaba desapareciendo la profunda
inestabilidad política y económica, ocasionada por la Primera Guerra Mundial.
Sabiendo que esto podía invalidar su discurso y dejarle sin posibilidad alguna de
hacerse con el poder, decide aprovechar hasta la más mínima ocasión que se presente. La primera oportunidad llega con
las elecciones presidenciales de 1932 y, sin dudarlo, presenta su candidatura.
Adolf Hitler, ayudado por su partido, realiza una campaña francamente impresionante.
Pero no logra vencer a uno de sus oponentes, al presidente Paul von Hindenburg
que optaba a la reelección.
Pero
el presidente Hindenburg que, a sus 87 años, era fácilmente manipulable, cede a
las presiones del Reichstag y nombra canciller de Alemania a Hitler. Con Hitler en la
cancillería alemana, el nazismo pasó a ser un ente político hegemónico. El 27
de febrero de 1933 se produce el incendio intencionado del Reichstag. Tras este
incendio, Hindenburg suspende por decreto todos los derechos fundamentales, dejando así las
manos libres a los nacionalsocialistas. Y así es como, en menos de un mes,
Hitler vio colmadas todas sus aspiraciones, y asume el Poder absoluto del
Estado, convirtiéndose de hecho en el Führer de todos los alemanes. Es entonces
cuando pone en marcha sus planes revolucionarios, liquidando la República de
Weimar y estableciendo el famoso Tercer Reich.
Las
peripecias de Hugo Chávez en Venezuela
guardan cierta similitud con las de del führer Adolf Hitler en Alemania. El
mandatario venezolano ingresó en el Ejército, pero estaba más pendiente de las
cuestiones políticas que de las meramente castrenses. Como el Führer, tenía
prisa por hacerse con el poder y en 1992 organiza un golpe de Estado contra el
presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. Aunque fracasó su intento y acabó
también en la cárcel, Chávez tampoco perdió la esperanza de alzarse con el
poder absoluto en Venezuela, para instaurar después un régimen estrictamente
bolivariano.
Cuando
llegan las elecciones presidenciales de 1998, Hugo Chávez, que había sido
liberado y amnistiado antes de cumplir íntegramente su condena, se presenta a
las mismas y, como tiene el apoyo
unánime de todos los partidos izquierdistas de Venezuela, las gana de manera
holgada. Jura el cargo de presidente sobre la Constitución de 1961 y, acto
seguido, convoca un Referéndum constituyente que es aprobado por una amplia
mayoría de venezolanos. Poco tiempo después, aprueban también la nueva
Constitución, que había sido redactada por la Asamblea Nacional Constituyente,
siguiendo, claro está, las indicaciones del propio Chávez.
Sin
trabas institucionales, el ya Gorila Rojo miente más que habla. Con un discurso
extremadamente demagógico y mendaz, utiliza de manera miserable a los pobres, a
los que están hundidos en la miseria, hablándoles de las bondades inigualables
de su régimen. Les promete un alto grado de bienestar social, desconocido hasta
entonces, que alcanzará en breve y sin el menor esfuerzo. De esta manera tan abyecta, es como Chávez mendigaba
el halago, la adulación y el culto a su
persona. Trataba así de convertirse en un caudillo mesiánico imprescindible, en
un líder muy famoso.
Y
si pasaba el tiempo y no se cumplía ninguna de sus promesas, culpaba de ello a
los ricos, a los capitalistas que están siempre al quite para entorpecer
deliberadamente la marcha normal de los acontecimientos. Y si, a base de sufrir
continuos fracasos, alguien comienza a dudar de su bondad y de sus buenas
intenciones, entran en escena los sicarios de turno para convencer a los
ciudadanos díscolos y restablecer así el buen nombre del Jefe.
Y
cuando Hugo Chávez muere prematuramente,
asume el mando Nicolás Maduro, que había sido su chico de los recados. El nuevo presidente venezolano, que es aún
más bruto y más inútil que su maestro, está dispuesto a complicar la vida a
todos los venezolanos de bien, ya que
esta es la mejor manera de preservar intacto el movimiento bolivariano.
Pero
el Gorila Rojo no se conformaba con ser dueño de vidas y haciendas en
Venezuela. Quería algo más. Quería abrir sucursales del sistema bolivariano en
otros países, sobre todo en España, y lamentablemente salió con la suya. Así es
como aparecieron los de Podemos que,
con la ayuda económica de Maduro, pretenden acabar de una vez con nuestro
sistema constitucional corrupto, e implantar por la fuerza su famosa democracia
participativa y popular. Llenos de resentimiento social, tratan de poner fin a
lo que ellos llaman el régimen de 1978. Por eso están constantemente
en guerra con la supuesta oligarquía financiera y empresarial, representada por
los grandes partidos tradicionales, los de la odiosa casta.
Es
evidente que Podemos es un partido
de extrema izquierda, cuyos dirigentes ambicionan el poder absoluto, como sus
mentores venezolanos. Son tremendamente autoritarios y centralistas, y sueñan
con cambiar el país, nuestro modelo económico y, por supuesto, nuestra
Constitución. Como se acercan las elecciones, los líderes de Podemos quieren hacernos ver que su modelo político es similar, en
todo, al de la socialdemocracia nórdica, cuando en realidad están estrechamente
ligados al infortunado chavismo. Y sueñan con aplicar por la fuerza en España, las
disparatadas recetas de Hugo Chávez que han hundido en la miseria al pueblo
venezolano.
Aunque
trate de disimularlo, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias bis, lo mismo que el resto de sus edecanes,
siguen fielmente los pasos del gran visir bolivariano. Y para hacerse con el
control de Podemos, siguió al pie de
la letra los pasos que dio Hitler en 1921, para hacerse con el mando absoluto
del Partido Obrero Alemán, que pasaría a llamarse después Partido
Nacionalsocialista o simplemente Partido Nazi. En la batalla interna, tan épica
como la de Adolf Hitler de entonces, Pablo Iglesias no duda en utilizar las
mismas armas: la verborrea demagógica, el engaño y la amenaza de retirarse.
El
líder máximo de Podemos, tiene ahora
las manos libres para dirigir la estrategia política de su partido sin molestas
discrepancias internas; puede estructurar tranquilamente un programa electoral
que le lleve a La Moncloa. Ese es, al menos, su sueño y su ambición. Esperemos
que los ciudadanos españoles, le despierten a tiempo y le pongan en su sitio. Que
sigan, si quieren, llorando a su adorado mecenas y le dediquen exaltadas elegías, pero que nos dejen en paz de una vez.
Gijón,
14 de marzo de 2015
José
Luis Valladares Fernández
Y cuentan con la inestimable ayuda de ciertos tontos útiles en cadenas de televisón de la presunta derecha- que ahora tratan de deshacer lo hecho a marchas forzadas- y de los que desde dentro juegan a fragmentarla en semejantes momentos y que a menudo están presencialmente en La Tuerka que ya es lo que le faltaba por ver a estos ojitos...de traca y de asco.
ResponderEliminarCon Pablo Iglesias bis, muchos medios de comunicación se han pasado unos cuantos pueblos.Algunos tratan de corregir ahora cuando el daño ya está hecho y la corrección llega muy tarde
EliminarLa tuerca, medio de comunicación privado propiedad del coletas y sus secuaces y financiado por el chavismo. Medio de comunicación que por ser de carácter privado, según ellos es un problema para la libertad de expresión. No se porque no se aplican su monserga populista y no cierra ese problema para la libertad de expresión. No se porque no se aplican su monserga populista y deja de acudir a platos de medios de comunicación privados. Debe ser el político más incoherente de la escena política española actual.
EliminarEn efecto, José Luis, algo de eso puede haber, sin embargo no debemos olvidar que todo aquello tuvo un porqué, un origen. Tanto el ascenso de Hitler, como el triunfo del Frente Popular, vinieron precedidos del hartazgo de unos pueblos sometidos a situaciones vejatorias, los regímenes democráticos sometieron a Alemania a la vergüenza de la Paz de Versalles, mientra en España, los partidos de derecha, con su caciquismo y clientelismo recalcitrante, abrieron las puertas a que una clase obrera y campesina desesperada, se echara en brazos de la única alternativa que se les ofrecía.
ResponderEliminarEstos de ahora, con su corrupción galopante, su chulería, su desprecio al votante y sus candidatos ineptos, cuyo principal valor no es la capacidad, si no haber servido al partido, están empujando a mucha gente a votar opciones a la desesperada. Ellos son los culpables.
Por cierto, en nuestro país, siguen estando los Borbones, como entonces, esa familia de la que nos habíamos librado y que Franco nos volvió a endosar como herencia envenenada, y con los mismos manejos de entonces, a las pruebas me remito.
Es ciero que con Hitler, en Alemania pesaban mucho las duras condiciones impuestas por la Paz de Versalles. Y Podemos en España encontró también ampliamente abonado el terreno para crecer. La crisis llenó a muchos hogares españoles de desesperanza y de necesidades no cubiertas. Y por si todo eso fuera poco, van los partidos tradicionales y, en vez de arremangarse y de buscar soluciones, actúan con mucha sobervia, como si estuvieran por encima del mal y del bien.
EliminarHace años, al inicio de la crisis, ya discutí varias veces en otro foro sobre este punto, que la casta política estaba creando las mismas condiciones que había en Alemania y que llevaron a hitler al poder. No me creyeron. Ahora ya tenemos a podemos.
EliminarNo creo que se puedan cumplir los delirios frente populista de Podemos.Pero todo dependera si el pueblo escucha sus cantos de sirena.Saludo por este magnifico post,
ResponderEliminarY pobres de nosotros, si se cumplieran esos proyectos bolivarianos. Terminaríamos, como los venezolanos, en la miseria más absoluta que carecen hasta de ataúdes para enterrar a sus muertos.
Eliminarviva podemosssssssssss
ResponderEliminarNo sabéis lo que decís. El comunismo es una de las ideologías más absurdas y arcaicas y que ha llenado el mundo de miseria y dejado tras de sí millones y millones de muertos. Y algunos pensáis así porque os veis formando parte de la nomenclatura y que no vais a sufrir las consecuencias.
EliminarHola, Jose Luis:
ResponderEliminarConforme con tu análisis, creo que estamos viviendo una situación de miedo, Podemos está siendo apoyada por toda la basura que se destapa en los distintos partidos, ya que mucha gente no acierta como votar a los partidos tradicionales, en casos plagados de miseria, o que mismo convierten ahora, en las municipales, sus campañas en vanagloria del desacato a la Ley y contra el Estado de Derecho.
Un abrazo.
Ahora es Podemos el partido que quiere crear otro Frente Popular, muy similar al de 1936, que les sirva en bandeja la ocupación y el control del poder, de todo el poder
ResponderEliminarNo parece que tengan mucho éxito, su amado frente popular lo constituye menos del 1% de la población: http://bilbainodepro.blogspot.com/2015/04/la-gran-estafa-de-podemos-el-partido.html
Quieren acabar de una vez con lo que ellos denominan el “régimen del 78”
También quieren acabar con la libertad de prensa: http://pimientosfritos.blogspot.com/2014/11/pabro-iglesias-que-existan-medios.html
o se adapta a la trayectoria de los demás partidos que respetan escrupulosamente la Constitución
Es muy discutible.
Hitler se presentó a las elecciones con un proyecto de cara a la opinión público buenrollista y pegadizo y ocultando su verdadero proyecto (que intentó poner por la fuerza años antes lo que le llevó a prisión). En cuanto alcanzó el poder se olvidó de todo aquello y sus primeras decisiones fueron contra la población judia. Y poco más tarde consiguió que el parlamento aprobara una reforma constitucional que le diera todos los poderes. Sospecho que el coletas está aplicando la misma receta (con la experiencia aprendida de sus 10 años de relación estrecha con la cúpula chavista): Su verdadero objetivo es sumergirnos en un chavismo (los vídeos suyos en youtube hablan por si mismos), pero para alcanzar el poder pretende distanciarse.
organiza un golpe de Estado contra el presidente constitucional Carlos Andrés Pérez
Es triste que la mayoría de la población en España no recuerde aquello.