IX.-
Las trolas y los embustes de Pedro Sánchez
Son
muchas las figuras interesantes que aparecen en la mitología griega. Una de
ellas es Casandra, la famosa hija de Príamo, rey de Troya. Cuando Casandra
llegó a la adolescencia, se convirtió en una mujer tan atractiva y tan hermosa,
que hasta el mismo dios Apolo quedó totalmente prendado de sus encantos e
intentó casarse con ella.
Al
oír la propuesta de Apolo, Casandra dio a entender que estaba dispuesta a
casarse con él, pero exigía una condición previa. Antes de celebrar los
desposorios, este dios olímpico tenía que concederle el don de la profecía,
para poder augurar y desentrañar el futuro. Pero nada más recibir tan
extraordinario privilegio, Casandra se llamó a andanas y se negó a celebrar ese matrimonio. Y el dios Apolo, que
se sintió cruelmente despreciado, la castigó a que nadie creyera ninguna de sus
predicciones.
Y
cuando Casandra comenzó a anunciar las terribles desgracias que caerían sobre
Príamo y sobre todos los troyanos, pensaron que había enloquecido y la
encerraron en una torre. Allí, Casandra, ante los oídos sordos de sus conciudadanos, redobló inútilmente sus
lamentaciones por la próxima destrucción de Troya. Tampoco quisieron escucharla
cuando les advirtió, con lágrimas en los ojos, que el caballo de madera no era
un trofeo ni un signo de victoria, que
se trataba, más bien, de una trampa, preparada por los aqueos, para poder
burlar las fortificaciones inaccesibles de la ciudad.
Y
aunque Pedro Sánchez, el doctor de pacotilla que se coló en La Moncloa por una puerta falsa, va de divo por
la vida, aún no se ha enterado que le está pasando lo que a Casandra, y no hay
nadie que crea nada de lo que dice. Y como está plenamente convencido que son
muchos lo que le siguen y apoyan, porque toma siempre las mejores decisiones
posibles, suele pavonearse de sentirse justo acreedor de la admiración y el
aplauso de todos los españoles. No es de extrañar, por lo tanto, que siga
torturándonos cada sábado con sus disparatadas proclamas. Piensa, que así
mantiene y acrecienta incluso el entusiasmo de sus fieles seguidores.
Pero
la realidad es muy distinta. El impresentable Sánchez es un mentiroso
compulsivo, un tramposo manifiesto y un
embaucador empedernido, que no ha dicho una verdad en su vida. Es perfectamente
lógico que no tenga credibilidad alguna. Y por si todo esto fuera poco, es tan
insaciable y ambicioso, que busca desesperadamente el poder y los puestos de
privilegio, para refocilarse con los honores y los parabienes que se derivan de
esos cargos.
Y
como el presidente del Gobierno que padecemos es un insensato y carece de
escrúpulos, intenta falsear la realidad para simular que es uno de los mejores,
que se desvive por ayudar desinteresadamente a los menesterosos, a los que más
lo necesitan. Y como no podía ser menos, está siempre al quite para aparentar,
solo aparentar, que es uno de los primeros en afrontar los problemas que surgen
inesperadamente para solucionarlos,
faltaría más, de la mejor manera posible.
Pero
con la llegada del coronavirus, el presidente Sánchez se quedó sin coartada y
vimos que no era nada más que un cuentista, que procura lavar su imagen
haciendo teatro y proyectando auténticas ensoñaciones. Para empezar, desoyó las
sucesivas advertencias de la OMS y
de la Unión Europea, y la pandemia se expandió descontroladamente por toda la
geografía española. Mantuvo y apoyó incluso hasta las manifestaciones
feministas del 8 de marzo, contribuyendo así a multiplicar los contagios y las
víctimas del coronavirus.
Hay
que reconocer que Pedro Sánchez es un ególatra empedernido, que está siempre
pendiente de los aplausos y de las loas
de su propia corte de admiradores y aduladores. Y esto, como es lógico, le
incapacita para realizar una gestión política medianamente aceptable. Por culpa
de la desidia y la incompetencia de quien nos gobierna, España es hoy uno de
los países que registra indiscutiblemente el mayor número de muertos por cada
100.000 habitantes. Y por desgracia, también ocupamos lamentablemente el primer
puesto en porcentaje de personal sanitario infectado.
Estamos,
cómo no, ante unos datos tan extremadamente malos, que inhabilitan de lleno a
cualquier Gobierno. Pero no olvidemos, que el presidente Sánchez puede
sorprendernos en cualquier momento con alguna jaimitada que otra, ya que su
atrevimiento y su fatuidad arrogante no tienen límites. En esta ocasión, por
ejemplo, afirmó rotundamente, que España había sido el primer país de Occidente
en tomar medidas contra esta epidemia y, por supuesto, el que más medios puso
para contenerla.
Es
cierto que el Jaimito este, que nos cayó en suerte, se olvida intencionadamente
de muchas cosas. Se olvida, por ejemplo, de su despreocupación suicida en hacer
acopio del material necesario para
luchar con alguna garantía contra el peligroso coronavirus. Y se olvida, vaya
por Dios, de su dejadez e indolencia que le llevó a no controlar a los que
entraban en España, para confinar prestamente a los que llegaran ya infectados.
Y mira por dónde, también se olvida de las manifestaciones masivas que permitió
e incluso alentó, sabiendo que podían provocar inevitablemente muchos contagios
y acrecentar el número de víctimas mortales.
Es
evidente que Pedro Sánchez pretende aparentar que da la talla y, por
consiguiente, que está a la altura y no es menos que sus colegas de los demás
países. Y para salvar la cara y eludir cualquier tipo de responsabilidad
personal, oculta celosamente hasta el número real de víctimas, causadas en gran
medida por su negligente gestión. Y dando muestras de una desfachatez
inconmensurable, culpa de ese enorme desastre al Partido Popular, por los
recortes que realizó en Sanidad durante
la anterior crisis económica.
Y
para completar la faena e intentar dignificarse a sí mismo, este esperpéntico presidente ya no se
conforma con engañar y estafar a los sufridos ciudadanos españoles. Se ha
propuesto intoxicar también a medios de comunicación foráneos y, por qué no, a
cualquier organismo internacional importante que se descuide.
Para
manipular a los españoles, el presidente Sánchez cuenta con la inestimable
ayuda de la mayor parte de los medios de comunicación españoles que, al estar
ideológicamente alineados con el Gobierno del Frente Popular social-comunista,
propagan voluntariamente sus soflamas y cantinelas. Y para dar satisfacción a
su desmedido orgullo y mejorar artificialmente su prestigio personal en el
exterior, dejó un poco de lado la lucha directa contra la pandemia, y se dedicó
más a fondo a realizar propaganda de su
propia actuación.
Y
como a Pedro Sánchez se le dan muy bien las trapacerías, se puso de acuerdo con
los costaleros o ganapanes que le hacen el trabajo sucio, entre los que está el
gurú Iván Redondo, para adulterar convenientemente las estadísticas que
guardaban cierta relación con la lucha contra la pandemia. Se trataba, ni más
ni menos, de inflar considerablemente los pocos test que se realizan en España,
antes de venderlos o propalarlos en el extranjero.
Y
siguiendo instrucciones precisas, comenzaron su actuación comunicando al
periódico británico Financial Times que, antes de finalizar marzo, España ya había
realizado 355.000 test. Más tarde incrementaron falsamente el número de test,
equiparando las pruebas serológicas o de anticuerpos a las PCR, para pasárselo
seguidamente a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Aunque
parezca mentira, tanto el Financial Times como la OCDE, entraron al trapo y aceptaron esa
información sin realizar comprobación alguna. Ante semejante circunstancia,
Pedro Sánchez se creció y dio por hecho
que su actuación, con respecto al virus Covid-19, quedaba debidamente avalada. Y
aunque España seguía fatalmente colocada en el ‘top ten’ de los peores
indicadores, se desbababa cacareando que, en lo referente al tratamiento del
coronavirus, éramos un claro ejemplo
para el resto del mundo.
De
momento, la postura del periódico Financial Times y de la OCDE llenó
de satisfacción al presidente Sánchez porque, aparentemente al menos, quedaban
validadas sus afirmaciones. Y sin perder tiempo, escribió entusiasmado en su
cuenta de twitter que “España está entre
los 10 primeros países de la @OECD
que más pruebas de #COVID19
realiza”.
Está
visto que Pedro Sánchez tiene mucho morro y, además, vive permanentemente
instalado en la mentira. No es de extrañar que intentara mejorar aún más
nuestra situación. Esto le llevó a afirmar sin más preámbulos, que éramos el
quinto país del mundo en número de test realizados. Y señaló que, para esa
fecha, habíamos hecho ya más de 1,9 millones de pruebas. Para probar tan
sorprendente y arriesgada afirmación, aportó un más que dudoso informe de la
estadounidense Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Maryland.
Pero
por desgracia para el Pinocho este, las fuentes aducidas para justificar sus
eufóricas afirmaciones, no tardaron mucho en darse cuenta del engaño. La OCDE, por ejemplo, revisó
cuidadosamente esos datos y terminó relegándonos a la posición 17. En cuanto a
la Universidad Johns Hopkins, hay que aclarar que es verdad que venía contabilizando
cotidianamente tanto los casos que se diagnostican, como los fallecimientos y
las curaciones que se producían en todo
el mundo. Pero solamente registraba los datos de test que se realizaban en
Estados Unidos. Fue la propia Universidad Johns Hopkins la que se encargó de
aclarar estos extremos.
Ni
que decir tiene que no podemos fiarnos de las estadísticas españolas sobre el
coronavirus. Todos esos datos han sido manipulados por el Gobierno y carecen hasta
de la más mínima credibilidad. Hay que desconfiar obviamente del número de test
realizados a la población española porque, como ya hemos visto, hay muchos intereses espurios
por medio.
También
es falso el número oficial de contagiados, porque excluyen de esa lista a todos
los que no han sido confirmados por un
test PCR. Pasa exactamente lo mismo con la cantidad de fallecidos por culpa del
coronavirus, ya que únicamente se
contabiliza a los que mueren tras haber dado positivo en un test de PCR o porque se corroboró con la
autopsia. Y hasta el momento, hay al menos unas 10.000 víctimas mortales, que
se han excluido de ese registro porque
no suele practicarse la autopsia en estos casos, y porque se conoció su
situación con pruebas serológicas o de anticuerpo que, al parecer, son menos
fiables que las PCR.
Gijón,
14 de mayo de 2020
José
Luis Valladares Fernández
No sé cómo habría gestionado esto la derecha, seguramente mal, pero repito que no lo sé. Lo que sí sabemos es cómo la ha hecho el gobierno que padecemos: Fatal.
ResponderEliminarHacerlo peor que este par de 'MADUROS' que se regodean haciendonos la pascua, es imposible. La derecha, como actúa siempre condicionada por el miedo al que dirán, no habría habido ni la mitad de víctimas
EliminarCAda día este gobierno comete una nueva fechoría.EL Asunto de la purga dentro de la guardia civil,es muy peligroso y al final tendrá que venir,un nuevo Tejero,para pararles los pies,saludos .
ResponderEliminarEste Gobierno que tenemos, se parece mucho al de la señorita Pepis. Han terminado institucionalizando hasta la mentira y el chanchullo. Saludos
EliminarA este sicópata, le pregunta el nombre y DICE QUE SE LLAMA RENATO.
ResponderEliminarNo sabe nada más que presumir de su planta. Y para acabar de aguarnos la fiesta, es más caprichoso que un chaval maleducado.
EliminarEn menudas manos estamos, el peor Gobierno posible en la peor situación...
ResponderEliminarSaludos JL
Estamos gobernados por alguien que no vale ni para concejal de pueblo. Y así nos va, tanto sanitaria como económicamente. Un saludo M.
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