La huelga del pasado día 29 de septiembre nos demuestra fehacientemente que la izquierda española, y todos los progresistas de boquilla que pululan por ahí, han perdido el norte y se han reinstalado en el marxismo más arcaico y terrible de la égida bolchevique y estalinista. Como nuevos chequistas o talibanes trasplantados a España, se dedican nuevamente a ejercer la violencia y a estigmatizar a todos aquellos que se atreven a disentir, de manera atrevida, de lo que opinan las trasnochadas cúpulas sindicales y el Gobierno socialista. Quieren cerrar el paso a cuantos decididamente se empeñan en caminar por libre y no hacer caso a las recomendaciones emanadas de los aledaños del poder.
No se muy bien si pretenden devolvernos a los gloriosos umbrales de la filosofía griega, donde predominaba el mito que, en realidad, no es otra cosa que la fe del vulgo, época en la que prevalecía la credibilidad simplona y se aceptaba ciega e irreflexivamente todo lo que viniera del divino oráculo. Pues muchos de los acólitos de Zapatero parecen estar sumidos frecuentemente en estado de éxtasis frenético, como la pitia o la pitonisa de turno. O puede ser que quieran retrotraernos a tiempos más cercanos, aunque más aciagos y convulsos, como los de La Segunda República Española. En tiempos de esta República, sus homónimos políticos gozaban de patente de corso y, como buenos estalinistas, practicaban sin trabas el terror y la violencia más extrema e irracional.
Nos espera un futuro económico muy gris. Es más, con Zapatero en La Moncloa, apoyado por Cándido Méndez y Fernández Toxo, no hay futuro posible para los españoles. Llevamos ya siete años que, en vez de acercarnos, nos alejamos cada vez más del nivel de vida de los países más ricos de nuestro entorno. Ahora ya no competimos más que con aquellos países que, por su estilo de vida, se parecen mucho a los pueblos que llamamos tercermundistas. Y menos mal que ya hay muchos españoles que están abriendo los ojos y cerrando sus oídos a los cantos de sirena del neo socialismo que nos invade. La prueba la tenemos en la última manifestación en Madrid del 1 de mayo, a la que no asistieron ni todos los liberados sindicales de la capital, y en el resultado de la pasada huelga general del 29 de setiembre. Eran muchas las personas que, a pie de calle, renegaban de la huelga y de los piquetes que, con inusitada violencia, impedían a mucha gente desarrollar normalmente su actividad laboral.
Es evidente que la huelga general fue un tremendo fracaso para los sindicatos y para el Gobierno. Como era de esperar, todo quedó en un lamentable y deprimente espectáculo. Organizan esta mascarada prácticamente por entregas y de común acuerdo entre los sindicatos mayoritarios y el Gobierno. Tanto UGT como CC.OO., que han perdido totalmente su credibilidad por su apoyo irracional al Gobierno, pretenden recobrarla ahora paralizando al país con ese acto de fuerza. Con la huelga general, que financia el propio Gobierno, buscan desesperada, pero inútilmente lavar su cara ante esos trabajadores que cada vez les dan más la espalda. José Luis Rodríguez Zapatero quiere también aprovechar la circunstancia para simular ante los demás miembros de la Comunidad Europea que tiene graves problemas con los sindicatos por culpa de la Ley de Reforma Laboral aprobada.
Queda muy claro que, en esta aparente refriega, los sindicatos y el Gobierno han buscado siempre el empate, huyendo ambos de todo intento de hacerse sangre mutuamente. También es patente que, ni Cándido Méndez, ni Ignacio Fernández Toxo, han sido capaces de restañar sus heridas con los trabajadores, ya que en ningún momento han puesto fin a esa ya larga y absurda complicidad con la política económica del Gobierno, tan desastrosa para el mundo del trabajo. Las declaraciones de Rodríguez Zapatero, anunciando la continuidad del diálogo con los sindicatos y el beso que se dan después de la huelga María Teresa Fernández de la Vega y Cándido Méndez, lo confirman ampliamente. Hasta la posterior guerra de porcentajes entre Gobierno y Sindicatos se ha hecho con desgana y ha resultado totalmente irrelevante.
Conscientes los líderes sindicales de UGT y CC.OO. de su escaso predicamento ante el mundo laboral, y para no quedar con todas sus vergüenzas al aire, recurren al uso de la violencia. Se dejan llevar por su inveterado sectarismo ideológico y acuden sin remordimiento alguno al juego sucio sindical. Necesitaban apremiantemente paralizar Madrid y conseguir un seguimiento aceptable de la huelga. De ahí la utilización profusa de piquetes, llamados informativos, que no son más que un despreciable ejército de mastuerzos armados con toda clase de objetos contundentes, dispuestos a doblegar como sea la voluntad de los que querían trabajar. En todas las huelgas generales aparece ese vandalismo coactivo, que yo no sé por qué, pero forma parte de la idiosincrasia de los sindicatos de clase. Lo que sí es cierto que en ninguna otra huelga alcanzó un protagonismo tan alto y una extensión tan desmesurada como en esta.
Esta huelga pasará a la historia como la más violenta de todas. Con la ausencia de policía de todos los centros neurálgicos de transporte, se facilito considerablemente la labor coactiva de los piquetes. A pesar de la inusitada violencia desplegada por estos grupos vandálicos, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se mantuvo constantemente al margen de la misma. Renunció voluntariamente al cumplimiento de su deber como ministro, dejando que se conculcara el derecho a trabajar de muchos ciudadanos, para no desagradar a los sindicatos. No quiso limitar la capacidad saboteadora de estos cafres violentos, para no desperdiciar futuros apoyos y mantener así intactas todas sus posibilidades de suceder al ya quemado presidente del Gobierno. Es la meta que, al parecer, se ha fijado últimamente. Le falta honestidad y le sobra ambición política.
Gijón, 3 de octubre de 2010
José Luis Valladares Fernández
No se muy bien si pretenden devolvernos a los gloriosos umbrales de la filosofía griega, donde predominaba el mito que, en realidad, no es otra cosa que la fe del vulgo, época en la que prevalecía la credibilidad simplona y se aceptaba ciega e irreflexivamente todo lo que viniera del divino oráculo. Pues muchos de los acólitos de Zapatero parecen estar sumidos frecuentemente en estado de éxtasis frenético, como la pitia o la pitonisa de turno. O puede ser que quieran retrotraernos a tiempos más cercanos, aunque más aciagos y convulsos, como los de La Segunda República Española. En tiempos de esta República, sus homónimos políticos gozaban de patente de corso y, como buenos estalinistas, practicaban sin trabas el terror y la violencia más extrema e irracional.
Nos espera un futuro económico muy gris. Es más, con Zapatero en La Moncloa, apoyado por Cándido Méndez y Fernández Toxo, no hay futuro posible para los españoles. Llevamos ya siete años que, en vez de acercarnos, nos alejamos cada vez más del nivel de vida de los países más ricos de nuestro entorno. Ahora ya no competimos más que con aquellos países que, por su estilo de vida, se parecen mucho a los pueblos que llamamos tercermundistas. Y menos mal que ya hay muchos españoles que están abriendo los ojos y cerrando sus oídos a los cantos de sirena del neo socialismo que nos invade. La prueba la tenemos en la última manifestación en Madrid del 1 de mayo, a la que no asistieron ni todos los liberados sindicales de la capital, y en el resultado de la pasada huelga general del 29 de setiembre. Eran muchas las personas que, a pie de calle, renegaban de la huelga y de los piquetes que, con inusitada violencia, impedían a mucha gente desarrollar normalmente su actividad laboral.
Es evidente que la huelga general fue un tremendo fracaso para los sindicatos y para el Gobierno. Como era de esperar, todo quedó en un lamentable y deprimente espectáculo. Organizan esta mascarada prácticamente por entregas y de común acuerdo entre los sindicatos mayoritarios y el Gobierno. Tanto UGT como CC.OO., que han perdido totalmente su credibilidad por su apoyo irracional al Gobierno, pretenden recobrarla ahora paralizando al país con ese acto de fuerza. Con la huelga general, que financia el propio Gobierno, buscan desesperada, pero inútilmente lavar su cara ante esos trabajadores que cada vez les dan más la espalda. José Luis Rodríguez Zapatero quiere también aprovechar la circunstancia para simular ante los demás miembros de la Comunidad Europea que tiene graves problemas con los sindicatos por culpa de la Ley de Reforma Laboral aprobada.
Queda muy claro que, en esta aparente refriega, los sindicatos y el Gobierno han buscado siempre el empate, huyendo ambos de todo intento de hacerse sangre mutuamente. También es patente que, ni Cándido Méndez, ni Ignacio Fernández Toxo, han sido capaces de restañar sus heridas con los trabajadores, ya que en ningún momento han puesto fin a esa ya larga y absurda complicidad con la política económica del Gobierno, tan desastrosa para el mundo del trabajo. Las declaraciones de Rodríguez Zapatero, anunciando la continuidad del diálogo con los sindicatos y el beso que se dan después de la huelga María Teresa Fernández de la Vega y Cándido Méndez, lo confirman ampliamente. Hasta la posterior guerra de porcentajes entre Gobierno y Sindicatos se ha hecho con desgana y ha resultado totalmente irrelevante.
Conscientes los líderes sindicales de UGT y CC.OO. de su escaso predicamento ante el mundo laboral, y para no quedar con todas sus vergüenzas al aire, recurren al uso de la violencia. Se dejan llevar por su inveterado sectarismo ideológico y acuden sin remordimiento alguno al juego sucio sindical. Necesitaban apremiantemente paralizar Madrid y conseguir un seguimiento aceptable de la huelga. De ahí la utilización profusa de piquetes, llamados informativos, que no son más que un despreciable ejército de mastuerzos armados con toda clase de objetos contundentes, dispuestos a doblegar como sea la voluntad de los que querían trabajar. En todas las huelgas generales aparece ese vandalismo coactivo, que yo no sé por qué, pero forma parte de la idiosincrasia de los sindicatos de clase. Lo que sí es cierto que en ninguna otra huelga alcanzó un protagonismo tan alto y una extensión tan desmesurada como en esta.
Esta huelga pasará a la historia como la más violenta de todas. Con la ausencia de policía de todos los centros neurálgicos de transporte, se facilito considerablemente la labor coactiva de los piquetes. A pesar de la inusitada violencia desplegada por estos grupos vandálicos, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, se mantuvo constantemente al margen de la misma. Renunció voluntariamente al cumplimiento de su deber como ministro, dejando que se conculcara el derecho a trabajar de muchos ciudadanos, para no desagradar a los sindicatos. No quiso limitar la capacidad saboteadora de estos cafres violentos, para no desperdiciar futuros apoyos y mantener así intactas todas sus posibilidades de suceder al ya quemado presidente del Gobierno. Es la meta que, al parecer, se ha fijado últimamente. Le falta honestidad y le sobra ambición política.
Gijón, 3 de octubre de 2010
José Luis Valladares Fernández
No les quedaba otra que intentar justificarse ante sus bases que están pasando las de Caín mientras ellos pastan en las prebendas y la subvención y comen en sitios pijos o se van de crucero...un paripé a pachas entre ellos y el Jodierno, puro teatro...casilla en Hacienda pero ya, saludos Jose Luis.
ResponderEliminar"En todas las huelgas generales aparece ese vandalismo coactivo, que yo no sé por qué, pero forma parte de la idiosincrasia de los sindicatos de clase."
ResponderEliminarComo buenos marxistas intentan imponer su dictadura.
Y saben que sólo lo conseguirán empleando la violencia.
Lo malo para estos líderes del buen comer y buen vivir, amiga Maribeluca, es que ahora las bases ya no comulgan con ruedas de molino. Les quedan como acólitos unicamente los liberados, esos que, imitando a los líderes, viven del cuento y la buena pipa. Y así y todo, muchos de estos, ya se rebelan.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Rubalcaba es uno de los políticos más funestos del reciente periodo democrático (impulsor de la LOGSE, Portavoz de los gobiernos del GAL, Manipulación del 11-M, Negociación política con ETA). Es una pesadilla que no quiero ni imaginar, José Luis.
ResponderEliminarUn abrazo.
La pasada huelga general es un fracaso rotundo de los dos- Gobierno y sindicatos- y de la izquierda en general.
ResponderEliminarUn fracaso de Zapatero que se cada día que pasa más solo,acorralado y bunkerizado, y un fiasco de los sindicatos que han visto como la sociedada en general los repudia por su papel de mamporreros y cómplices del hundimiento económico de España y de los cinco millones de parados.
Hola amigo Don José Luis. Creo que es conveniente acabar con los sindicatos, sólo dan problemas y viven del cuento. Éstos sindicatos que están hecho sólo para rojos deberían desaparecer.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso
Eso es lo lamentable, amigo Aspirante, que quieran dar lecciones de democracia y al final basen toda su actuación en el palo y tente tieso, Esa es la democracia de Stalin.
ResponderEliminarUn saludo
Rubalcaba, amigo José Miguel. es el paradigma de la desfachatez y la desvergüenza. Además es un cínico, ya que con las que ha armado desde instancias oficiales, y todavía se atreve a aspirar a metas más altas. En otro país, daría con sus huesos en la carcel
ResponderEliminarUn saludo cordial
Pero está visto, querida Natalia, que Zapatero espera todavía un milagro. Aún espera encontrar una jugada maestra que le permita repetir legislatura: o que levanten cabeza los demás países de nuestro entorno y nos arrastren con ellos a la senda del crecimiento, o la desaparición de ETA. No cree en Dios, pero en esa clase de milagros laicos, ya lo creo que sí.
ResponderEliminarSaludos cordiales
La izquierda española, amigo Angel, no se ha ahorrado calificativos cuando habla del Sindicato de Franco. Y resulta que esos sindicatos llamados de clase -de clase alta creo yo- son, sin comparación, mucho más verticales que aquellos. Si aquellos colaboraban con el Gobierno, sabían al menos disimularlo. Estos no solamente colaboran, forman practicamente parte del Gobierno, interviniendo directamente en las decisiones gubernamentales, y así va a los trabajadores.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola José Luis! No me cansaré nunca de decir que el PSOE ni es izquierda, ni socialista ni obrero ni nada de nada.
ResponderEliminarYo soy del club de los que creen que Bob Esponja lo haría mejor, jamás volveré a votar a Zapatero, un abrazo feliz semana :)
Ya lo creo, querida Vir, que Bob Esponja lo haria bastante mejor. Seguro que hata yo lo haría mucho mejor que él. A Zapatero le quitas jos gestos, y es hombre al agua, no queda nada.
ResponderEliminarUn abrazo
Yo más que la izquierda creo que es más el individuo y su equipo de lo más deprimente.
ResponderEliminarCon una derecha arcaica igual que la izquierda solo cabe pensar que el cejas no es el único hipocrita de la politica, me da a mi que si se fueran todos a paseo y dejaran savia nueva seria mejor ya que lo que hay seria mejor todos a la carcel y sin un solo euro nuestro en sus bolsillo. No creo ni en la izquierda y menos en la derecha, si creo en el buen trabajo y en la honestidad que parece que para estos politicos en general se la comio una vaca por que era verde (la honestidad)..
Saludos cordiales amigo José Luis.
Yo no se, amigo E..P.. que hará la derecha hoy día si llega a gobernar. No soy adivino. Pero los datos históricos, hasta ahora, son apabullantes. La izquierda no ha dado nunca más que pobreza y con ella en el Poder los sindicatos, como son tambien de izquierdas, tragan con la mayoría de los desaguisados del Gobierno. Con la derecha son mucho más críticos y están más prestos a defender a los trabajadores.
ResponderEliminarLos datos nuestros hablan muy claro. Con Felipe Gonzalez, se perdian constantemente puestos de trabajo y la deuda pública subió a las nubes y las pensiones llegaron a estar en la picota. Con Aznar se redujo la deuda pública; se creaban aquí en España más del 50% de puestos de trabajo que en toda Europa. Desapareció el riesgo de las pensiones.
Llegó Zapatero y volvimos a lo de Felipe Gonzalez, pero con tintes mucho más dramáticos. Doblamos en parados a toda Europa. Eso sí, cada uno es libre de pensar como quiera
Un abrazo amigo E..P..
Amigo José Luis no te quito razones a pesar de que no me veo de derechas. Te pondré un ejemplo de como puedo ver las cosas: A mi el cantante Rafael no me gusta como canta, por su estilo y demás, sin embargo considero que es una gran voz la que tiene cantando, con la política me pasa parecido, yo no veo si es de izquierdas o derechas veo el trabajo, que es lo que nos tiene que interesar, si es cierto que cada vez que entra la izquierda como en el caso del PSOE lo fastidian todo, pero es que no saben trabajar, solo saben actuar, creo que se han equivocado de oficio y tendrían que ser actores porque algunos son muy buenos, pero es para lo único que pueden valer por el poder y el dinero. La derecha del Asnarin el supo aprovechar la cortina de humo que había con el boom del ladrillo, es un tío que de tonto tiene lo que yo de monja. Pero también tubo sus grandes errores.
ResponderEliminarSi de algo estoy seguro es que aquí se tienen que crear unas leyes para los políticos que andan en el mundo de Yupi que pagasen sus engaños manipuladores. Mejor no votar a ninguno de estos que llevan desde los principios hasta los de ahora. El mejor puede ser hasta la Belen Esteban ya que como va y está el país me parece que llevamos siglos que ya no nos arreglan ni a palos. Tenemos fuga de capitales y también la fugas de cerebros, dos pilares necesarios para el progreso de este país. Siempre he considerado
que estoy en mi casa en este caso mi casa es España y que en mi casa no pueda ir bien cuando hay posibilidades de que puede ir superior positivamente esto me cabrea, que en mi casa sea una recogida de inútiles parasitarios tanto de derechas como de izquierdas. Las cuentas están para todos pero parece que las cuentas solo es para nosotros los ciudadanos, que se puede esperar en un país que la factura del agua esté casi tan cara como el de la luz, donde nos invaden el egoísmo y el ansia de ser más que nadie. Por supuesto que cada uno es libre de pensar en lo que quiera, esa y que se respete, esa es la mejor de la convivencia entre personas ante todo. Ya se encargan políticos y religiosos que nos demos de ostias los unos a los otros mientras ellos salvan sus culos con nuestro dinero. A Veces lo que esta pasando en España me recuerda a corralito de Argentina hace unos años.
Saludos cordiales José Luis
Si estoy de acuerdo contigo, amigo E..P..Yo de lo que protesto es que con los socialistas hemos ido siempre de craneo. En teoría no debiera ser así, pero lo es. Desde la toma de La Bastilla, los socialistas no han hecho más que empobrecer a ,los ricos y estos se resisten y por eso largan sus capitales fuera. Y no solamente eso. También mata de hambre a los pobres, a los que dice representar. Estos son hasta ahora las cartas credenciales del socialismo. Claro que Aznar metió la pata en algunas cosas y lo hara cualquiera que llegue a ejercer de presidente. Pero almenos la gente vivía, se creaban puestos de trabajo. Con estos nada de nada.
ResponderEliminarUn abrazo