sábado, 10 de enero de 2015

LOS PAGANOS DE LA CRISIS

La Revolución Industrial, que se inició a mediados del siglo XVIII en Gran Bretaña y que se extendió unas décadas más tarde al resto de Europa y a Estados Unidos, cambió radicalmente los métodos de producción. Hasta entonces, la economía se  basaba exclusivamente en el trabajo manual, y no tenía más fuentes de ingreso que la agricultura y el pequeño comercio. Se trataba, ni más ni menos, de una economía eminentemente rural y proco productiva. Pero con la revolución industrial, esa economía rural, familiar y rudimentaria da paso a otra economía urbana, manufacturera y mucho más pujante y productiva que la anterior.

Esta innovación industrial produjo un gran impacto económico y dio lugar a enormes transformaciones tecnológicas y sociales generadoras, eso sí, de una mayor riqueza y de muchos puestos de trabajo. Los modestos talleres fueron convirtiéndose, poco a poco, en rentables fábricas que ocupaban cada vez a un mayor número de trabajadores. En este extraordinario desarrollo industrial influyó mucho la aparición de las locomotoras de vapor, que hicieron posible el transporte por ferrocarril de distintas materias primas, como el carbón y el mineral de hierro.

Al contar con ese medio de transporte, los dueños de las fundiciones, por ejemplo, que utilizaban  la madera y el carbón vegetal como combustible, comenzaron a usar el carbón mineral que, además de tener un poder calorífico notablemente más alto, era mucho más abundante y, en consecuencia, bastante más barato. Y así fue como la industria siderúrgica  comenzó a ser verdaderamente rentable y a producir más beneficios que nunca. Y pasó lo mismo con las demás industrias que, al disponer  de un medio de transporte tan rápido y barato como el ferrocarril, podían proveerse fácilmente de materias primas, y distribuir después toda su producción sin dificultad alguna.

El resultado no se hizo esperar. Para aprovechar plenamente el ritmo de crecimiento y la productividad de las empresas en expansión, se necesitaba mucha mano de obra. La naciente clase trabajadora comenzó a contar con un salario fijo, desconocido hasta entonces, que cubría con creces sus propias necesidades. Con esta nueva situación, el nivel de vida de los trabajadores fue creciendo, poco a poco, de manera continuada. Con el tiempo, alcanzaron una posición económica bastante desahogada, que les permitía competir con la vieja burguesía y con los terratenientes. Fue entonces cuando pasaron a formar parte de la clase media.

Aunque con esta industrialización mejoraron considerablemente los resultados para empresarios y trabajadores, no fue posible erradicar las crisis económicas que aparecen de manera inopinada cuando menos lo esperas. Antes de la Revolución Industrial, primaba la actividad de la agricultura y las crisis económicas eran producidas, como es lógico, por las condiciones climáticas adversas y también, cómo no, por la aparición de la peste o por las posibles guerras. Esto se traduce inevitablemente en un descenso de la producción de alimentos, ocasionando a veces situaciones gravísimas de miseria y de hambre.


Con la llegada de la Revolución Industrial, la actividad agraria cede la mayor parte de su anterior  protagonismo a la industria. Y desde ese momento, las crisis económicas, que siguen golpeando salvajemente a millones de personas y sobre todo a la clase media, ya no las provocan las situaciones climáticas adversas, ni tampoco la peste, ni la guerra. Ahora tienen otras causas muy distintas y otros efectos igualmente de adversos y de negativos, y aparecen siempre de manera cíclica. Después de una fase clara de expansión, viene invariablemente otra de  auténtica contracción y viceversa. Y son múltiples las causas que nos llevan inesperadamente a esos períodos de contracción

Por ejemplo, la gran depresión o famosa crisis de 1929 fue debida, por falta de una planificación adecuada, a un exceso de producción. Y al manufacturar más productos de los demandados por el mercado, se produjo un manifiesto desequilibrio entre la oferta y la demanda. El excesivo stock de mercancías produjo una caída considerable en los precios y, por consiguiente, en los beneficios de las empresas. Esto llevó necesariamente a muchas de ellas a cerrar sus puertas y despedir a sus obreros.

A comienzos de 1970, se desató otra importante crisis que dejó igualmente una profunda  huella en las economías occidentales. Pero ni había grandes stocks de los productos fabricados, ni estaba colapsada o paralizada su venta. Esta crisis económica se produjo simplemente por el encarecimiento súbito de la energía y de alguna de las materias primas utilizadas en la fabricación de los artículos producidos. Y fueron muchas las empresas que no aguantaron esa inesperada subida de los costes de producción y terminaron quebrando y dejando a sus trabajadores en la calle.

Otra crisis mundial, a la que se ha dado el nombre de Gran Recesión comenzó en el año 2008 y en España aún seguimos sufriendo sus terribles coletazos, y eso que estamos finalizando ya el año 2014. Esta crisis nace en Estados Unidos y se extiende rápidamente por todos los países desarrollados. Se inició con la quiebra de instituciones financieras tan importantes y gigantescas como Lehman Brothers, Bear Stern, Northern Rock y algunas otras. Comenzó siendo una crisis estrictamente financiera. Y como el Estado, al menos en España, estuvo gastando irresponsablemente mucho más de lo que ingresaba, la crisis financiera se convirtió muy pronto en una crisis fiscal y, más tarde, en una crisis de deuda soberana.

Y como era previsible, los verdaderos paganos de esta crisis están siendo, una vez más, los integrantes de la clase media, correspondiendo la peor parte, claro está, a los trabajadores y a todo el colectivo de jubilados y pensionistas. Los políticos, de momento, se han ido de rositas, ya que no han sido capaces de renunciar a ninguno de sus numerosos privilegios, que están vetados evidentemente a los demás mortales. Tampoco pueden quejarse los grandes capitales, ya que estos, cuando llega una crisis, se retiran  a sus cuarteles de invierno y esperan cautelosamente a que cambie la situación económica.

El Gobierno de Mariano Rajoy, es verdad, se muestra muy optimista con los últimos datos de nuestra economía, y da a entender que hemos cruzado ya con gran éxito el cabo de Hornos. Para todos sus miembros sin excepción, la recuperación y la salida de la crisis es un hecho francamente incontrovertible. Pero exageran demasiado. Como mucho estaremos en la antesala de la recuperación, pero nada más. No podemos negar, claro está, que ya hay datos esperanzadores, con crecimiento positivo consolidado, y no meros y quiméricos brotes verdes como en tiempos de Elena Salgado.

La  recesión, es cierto, ya ha pasado, pero la crisis económica sigue golpeando con toda dureza a los trabajadores,  a las familias españolas y, por supuesto, a los que viven exclusivamente de su pensión. Es innegable, y ya era hora, que empezamos a crecer positivamente y que ya hemos dejado de destruir actividad económica. Pero eso no es suficiente para decir que estamos en plena recuperación económica. Tendremos recuperación económica y habremos salido definitivamente de la crisis, cuando ese crecimiento se deje sentir en la vida diaria de los hogares, cuando comencemos a crear puestos de trabajo de manera relevante, para que puedan participar  todos los estamentos sociales de la riqueza y de la prosperidad generada con la actividad económica.

Pero de momento, aunque los cantos de sirena del Gobierno indiquen otra cosa, los trabajadores y los pensionistas siguen lamentablemente  perdiendo poder adquisitivo de manera indecorosa y preocupante. Los recortes brutales y las subidas desmesuradas de impuestos dejaron a unos y otros terriblemente empobrecidos, y sin poder de reacción.  Y son ellos, y no el Gobierno, los que con sus enormes sacrificios y renuncias, han hecho posible ese tenue repunte macroeconómico, que no es precisamente lo que les prometieron. Y lo que es aún peor, una buena parte de ese esfuerzo extraordinario que se les ha pedido, en alguna que otra ocasión, ha servido desgraciadamente de pasto para los amigos de lo ajeno.

Gijón, 30 de diciembre de 2014


José Luis Valladares Fernández

8 comentarios:

  1. El triste trabajador de a pie se llevo todos los palos.Algo muy normal en estos sainetes,saludos,

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    1. Los trabajadores y los jubilados son los únicos que han puesto algo para remediar los males de esta crisis tan prolongada y que prácticamente ha acabado con la clase media.

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  2. Cuando nuestros hijos se hagan preguntas, se preguntarán ¿Qué es la clase media de la que hablan nuestros padres? ¿Qué hay que hacer para pertenecer a "la clase media"? Hijos míos, no podréis hacer nada porque España es la República Bananera parida por los políticos y los sindicaleros, que son la clase alta, la beneficiada por el robo y la mendacidad ampararada por Europa, que os reclutará con contratos de MIERDA aunque vuestra formación académica sea impecable y nublaría cualquier NO-formación de los que gobiernan, de los que medran de la manera más indecente para que los escuchen los imbéciles de idea política insertada en sus genes.
    Cuando mi pensión (que tú no pagarás por no haber podido cotizar a la INSeguridad Social Española) sea paupérrima, no deberás preocuparte: tu madre y yo (si vivimos) nos apañaremos para sobrevivir con lo que hemos ido ahorrando y con lo poco que hemos apañado en nuestra austeridad de "clase media", ya sabes: el piso y la casina del monte; no más. Eso sí, escríbenos o, mejor, mándanos un "lo que sea" para saber cómo estás...Y no te olvides de venir, cuando puedas, a tu tierra.
    Un saludo, José Luis.

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    1. Es realmente lamentable que quienes generan riqueza, los que trabajan, encuentren tantas dificultades para mejorar su situación económica, cuando hay otros, que malgastan nuestros recursos, se enriquecen con el sudor del de enfrente y se procuran toda clase de ventajas sobre los demás..Son los únicos que no tienen problemas para cobrar la jubilación máxima. Y si llega el caso, pueden cobrar más de una jubilación. Al que trabaja y al pensionista, le piden cuentas hasta por el último centavo.
      Saludos, jano

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  3. En efecto, José Luis, aunque el gobierno saca pecho, yo también pienso que aún queda un largo trecho para que el ciudadano medio note que estamos saliendo del pozo.

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    1. Aquí cada uno trata de llevar el agua a su molino, Pero los trabajadores y los jubilados van a tardar mucho en notar esa mejoría que pregonan. Toda la clase media se ha empobrecido demasiado y tardará años en recuperarse

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  4. Esta ha sido la peor crisis desde el 29 porque además de económica es de modelo y patrón del sistema, las cosas aunque mejoran lo hacen muy lentamente y ya no serán igual, siempre cuesta más construir que derribar algo y los eslabones más débiles padecen mucho más los efectos

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    1. No es que esta crisis haya sido peor que otras. Fue la incompetencia y la falta de responsabilidad del Gobierno de entonces, los que hicieron que fuese la peor de todas las que nos han afectado.

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