Decía el poeta bengalí, Rabindranath
Tagore, que “no hay cosa más difícil de soportar que la fe ciega del estúpido”.
No sé si Pablo Iglesias, el líder de Podemos, cree ciegamente en su
proyecto político, o se está dejando llevar por una maldad extrema para imponer
un sistema siniestro para colmar su desmedida ambición de poder. Y esto, por
supuesto, sería mucho más intolerable que la simple fe ciega. De todos modos,
como suele ocurrir frecuentemente, cuanto más perversos son los deseos de los
políticos, más ágil es su lenguaje y más grandilocuente y pomposa su labia.
Para empezar, hoy día en política hay poco que inventar. Prácticamente
está ya todo inventado. En consecuencia, los ciudadanos de a pie no tenemos
nada más que abrir los ojos y recapacitar un poco para descubrir a tiempo el
tipo de mercancía que se nos quiere vender. Cuando aparezca un personaje
iluminado, como el mediático líder de Podemos, si te dejas llevar,
terminarán imponiéndote sus objetivos. No olvidemos que estas personas son muy falsarias
y aparentan saberlo todo y, por supuesto, no admiten más maneras de pensar que
la suya. Son tan frívolas que, si no pueden camelarte por las buenas, te
acosarán con toda crudeza para imponerte su exclusiva forma de pensar.
La historia europea es muy elocuente a este respecto. Los iluminados, que
idolatran el pensamiento único, si se les da cancha, además de acabar con la
libertad de los pueblos, terminan inevitablemente provocando una auténtica
tragedia a toda la humanidad. Es el caso, por ejemplo, de personajes tan totalitarios
y tan autócratas como Adolf Hitler y Iósif Stalin, con millones de muertos
sobre la conciencia de ambos.
Es muy llamativo para nosotros el caso de Hitler, líder del Partido
Obrero Alemán desde 1921. Si exceptuamos su fallido golpe de estado de 1923
y su consiguiente encarcelamiento en Landsberg, la escalada política del futuro
Führer alemán tuvo un desarrollo muy similar a la que está teniendo ahora Pablo
Iglesias, el mandamás actual de Podemos. Una vez liberado, Hitler
aprovechó a fondo sus dotes oratorias y, con su discurso plenamente populista y
demagógico, encandiló a las muchedumbres de entonces, que terminaron apoyándole
masivamente.
Hitler cautivó y movilizó a todo el pueblo alemán, al enfocar sus
problemas más acuciantes, recalcando mucho más los aspectos emocionales que los
meramente racionales. Supo aprovecharse de la humillante derrota de Alemania en
la Primera Guerra Mundial para granjearse el apoyo del ejército. Pasó lo mismo
con los industriales, con las clases medias y con los trabajadores que estaban
siendo golpeados cruelmente por una terrible crisis económica sin precedentes,
agravada aún más por la actuación desconsiderada y egoísta de unos sindicatos
desvergonzados.
Y Hitler supo seducir y embelesar a unos y a otros, cantando las
excelencias de la raza aria o indoeuropea, que era la única raza superior. Y se
arrobaban cuando en sus prédicas llamaba a luchar implacablemente contra el
sionismo y satanizaba al comunismo, para
depurar la sangre aria de cualquier contaminación racial. Y completaba el
cuadro, faltaría más, comprometiéndose a mejorar su situación económica y a
crear una Alemania nueva y mucho más
gloriosa. No es de extrañar que una inmensa mayoría de alemanes que deseaban un
cambio substancial para su pueblo, creyeran
que Hitler era el salvador que estaban buscando y le auparon al poder, siendo
nombrado canciller imperial en enero de 1933.
El líder de Podemos está siguiendo, casi al pie de la letra, los
mismos pasos que Adolf Hitler para hacerse con el Poder lo más rápidamente
posible. Como Hitler, domina a la perfección la técnica del enredo y la confusión, tiene un discurso
ágil y es un comunicador muy bueno. Después de hacer tablas con otros
compañeros al lado de Hugo Chávez, tutelando la guerra sucia contra la
oposición venezolana, Pablo Iglesias quiere convertirse ahora en el salvador de
los españoles, para solucionarles a su modo los graves problemas que les
aquejan. Y busca los apoyos necesarios para satisfacer su ego, utilizando la
escandalosa y agobiante cifra de parados, la persistente crisis económica y,
sobre todo, el enorme descontento de los españoles, provocado por los
desconcertantes incumplimientos de Mariano Rajoy.
Con sus soflamas sobre la redistribución de la riqueza, este exótico
mesías busca desesperadamente tocar la fibra de los desempleados, de los
trabajadores y de la empobrecida clase media, para quemar etapas y acelerar su
llegada al Poder. Piensa que, si se demora su ansiado desembarco en la
Presidencia del Gobierno, puede dar lugar a que la crisis económica pase a ser
simplemente historia, y también, por qué no, a que se recupere el PSOE. Y
entonces, experimentaría en sí mismo el cuento de la lechera.
Está visto que a Pablo Iglesias no le interesa en absoluto que se
solucione la situación económica que ha empobrecido a tantos españoles. Critica
muy duramente, es verdad, la situación de los parados que se van quedado sin
prestación económica alguna, está aparentemente a favor de una pensión decorosa
para todos los jubilados y justifica el derecho que tienen todos los ciudadanos
a una renta básica, pero ni es sincero, ni tiene credibilidad alguna. No
interesa a nadie de Podemos, y menos aún a su atípico líder, que se
solucione el problema laboral y comiencen a crearse suficientes puestos de trabajo. No quieren que se arregle
nada, ya que el descontento de los ciudadanos es su mejor salvoconducto para
poder llegar a gobernar algún día.
Y quien no esté viviendo habitualmente en el limbo ideológico de la
despreocupación más irresponsable, sabe perfectamente que, si triunfa el
régimen de Gobierno programado en el Campus universitario de Somosaguas, además
de certificar la defunción de nuestro deficiente Estado de bienestar, se lleva
por delante todo lo que huela a libertad y a democracia. No olvidemos que los
personajes de Podemos, que parece
que han salido del Lazarillo de Tormes, tienen un concepto del Poder
completamente leninista y totalitarios. Y por lo tanto, no tienen por qué dar
explicaciones a nadie de ninguno de sus actos.
Ni Pablo Iglesias, ni sus acólitos admiten la crítica y, menos aún que se
les haga preguntas comprometidas que, por supuesto, quedan siempre sin
respuesta. En vez de contestar, se limitan exclusivamente a soltar el mismo
rosario de insensateces contra lo que ellos denominan casta política y contra
los periodistas que tratan de hacer averiguaciones. Unos y otros, los políticos
tradicionales y los inquisidores de la prensa, son en realidad los auténticos culpables
de la “degradación y descomposición al
que se asiste en las instituciones y en los medios de comunicación”. En cambio,
los de Podemos defienden, según dicen, “otras formas de debate público”,
en busca de "un espacio de discusión de la sociedad civil” que “no
crispado por la difamación y la mentira".
Cuando algún informador se excede, y les pide que revelen sus intenciones
políticas, o que aclaren su sospechosa forma de financiarse, montan en cólera, lo ponen a caldo y hasta
tienen el atrevimiento de exigir al medio de comunicación la rescisión inmediata de su contrato. Y es que la tribu de Pablo Iglesias, emanada de
la endogámica Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, trata inútilmente
de dulcificar su ideología. Toda esa tropa de aparentes socialdemócratas
presume de actuar siempre con limpieza, de ser honestos, y transparentes y dedican la mayor parte de
su tiempo a dar lecciones de ética.
Los dirigentes de Podemos, y Pablo Iglesias entre ellos, dan
efectivamente lecciones de ética, sin
que nadie se las pida, y se niegan a dar explicaciones. Comienzan por no
cumplir ninguno de sus consejos y, cuando pueden, se lucran ilegalmente, como
otros muchos, camuflando negocios para evadir impuestos, con becas irregulares
si llega el caso y, faltaría más, financiándose interesadamente con dinero de
regímenes tan democráticos como el de Irán y de Venezuela. El líder de Podemos, claro está,
justifica esto con estas o parecidas palabras: “No vamos a ser los únicos
imbéciles que desaprovechemos esas circunstancias”
A pesar de las cuidadosas precauciones que toman continuamente, a las
gentes de Podemos les delatan sus temibles fobias y sus conocidas filias.
Todos sabemos cómo montaron su reino totalitario en la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Y lo hicieron a
cuenta, cómo no, del erario público y de otras gangas, que no han podido
justificar debidamente porque se les olvidó algún papelito. Y como ese reino ya
les queda muy pequeño, tratan ahora de hacerse con el Gobierno de España y
convertirse así en la punta de lanza del chavismo en Europa.
Si Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón logran su
propósito, que Dios nos coja confesados. Sin darles tiempo a que se apercharan de
la boina y la camisa roja utilizadas por el movimiento chavista, desaparecerían
los inversores extranjeros, perderíamos la confianza de nuestros socios
europeos y, en el mejor de los casos, terminaríamos en la más absoluta
indigencia, como Venezuela. Tendríamos que olvidarnos hasta de la sombra del
Estado de bienestar, de la libertad más elemental y de toda sombra de democracia.
Y comenzaría a hacerse realidad el famoso poema atribuido a Bertol Brecht: se
llevarían por delante a unos y a otros, porque como yo no era de ellos, ni
protestaba ni decía nada. Y después, como ya no quedaba nadie que dijera nada,
vendrían también por mí. Es la ley del totalitarismo. La sociedad española
tiene la última palabra.
Gijón, 17 de diciembre de 2014
José Luis Valladares Fernández
Por una parte me gustaria que Podemos ganara las Elecciones Generales,esto seria como una catarsis.Pero tambien podria ser algo tenebroso si esto ocurriera.Los ciudadanos tienen la palabra,saludos,
ResponderEliminarNo estaría mal, si ese vuelco electoral sirviera para que nuestros políticos se pusieran las pilas. Pero no es esa la intención de Podemos, porque lo que tratan es de romper el sistema y volver a políticas trasnochadas, que impondrían sin contemplaciones. Aplicarían sin más lo que aconsejan a Maduro que haga con la oposición.
EliminarSaludos
Espero que no tengas razón en tu exposición, pero la verdad es que buena parte de la culpa de todo esto, la tienen los dos partidos de la alternancia, con sus disparatadas, egocéntricas y corruptas maneras de gobernar.
ResponderEliminarMe gustaría estar equivocado, ya lo creo, pero la amenaza es lo suficientemente sería para que nos preocupe. Y tienes razón: Podemos ha crecido tanto en tan poco tiempo por la actuación. nefasta de los dos grandes partidos.
EliminarPues la cosa, no está muy clara.
ResponderEliminarYo diría que está más bien altamente preocupante
EliminarEl suicidio por venganza es una opción de imbéciles y más aún cuando hay síntomas de que el enfermo mejora...en fin, no tardaremos mucho en conocer la encuesta real de madurez ibérica porque las otras tienen de credibilidad lo justo.
ResponderEliminarFeliz año.
Así es. Pero se da la circunstancia de que hay mucho imbécil y se van a llevar por delante a los que no queremos suicidarnos.
EliminarFeliz año
¡FELIZ AÑO ENTRADO, JOSÉ LUIS!
ResponderEliminar¿PODEMOS? ¿podemos soportar la roña que nos amenaza? Más de lo mismo.
España está en una confusión mortal; en el dilema de seguir o de romper, en la dicotomía mental de padecer y sufrir más cadáveres, sin más fosas horrendas que habrán de desenterrar las futuras generaciones, aunque algunos se empeñen en tal empresa. El "liberticio" está servido y nos tenemos que amoldar a lo que se nos viene encima (desde nuestro país y desde Europa) porque no hay más opción, con el punto de vista de una racionalidad adquirida, tratando de imponer una cordura (que no PODEMOS imponer ni queremos) , esperando con decisión que sirva para algo nuestro voto: No sirve para nada; es el papel higiénico de nuestros políticos, que se ciscan en nuestras caras con su mierda, y así hemos llegado a la situación actual: A un PODEMOS que nos ofrece el "oro y el moro" para los desesperados, (que hay muchos y con razón) y para los imbéciles que piensan en una nueva renovación al estilo de Cuba, al estilo Venezuela, sin esperar nada a cambio, les salvará de sus males en una renovación de la política rastrera que padecemos todos los españoles, con la ANUENCIA DE LA JUSTICIA. ¡QUÉ PAÍS!
Saludos, José Luis.
La cordura, aquí en España, brilla por su ausencia. Se nota que son muchos los que se han olvidado de las cartillas de racionamiento que tuvimos aquí en España y piensan que esa es una buena opción y aspiran a traer un sistema político que lleva consigo la escasez y el racionamiento. En Venezuela hoy día no pueden comprar ni un pollo, ni un litro de leche libremente. ¡¡Dios nos coja confesados!!
EliminarFELIZ AÑO NUEVO y un abrazo