El
festival de las dionisiacas fue ampliamente promocionado en Grecia por un
afamado tirano, llamado Pisístrato (Πεισίστρατος).
Para engrandecer estas fiestas y hacerlas más atractivas, Pisístrato organiza
el Primer Concurso Trágico en el año 536 a. C., al que acuden varios dramaturgos. Y según la tradición, se
alzó con el triunfo el comediante Tespis, uno de los afamados padres griegos
del teatro, dando así origen a la Tragedia
Griega
En
esta primera composición trágica o tragedia, ganadora del Concurso, Tespis
introduce una modificación muy importante. El coro seguía estando formado por
los habituales sátiros, pero, en vez de pintarrajearse, comienzan a salir a
escena con toscas máscaras de corteza de árbol. Más tarde, Esquilo mejorará
significativamente la tragedia griega al introducir un segundo actor y limitar
notablemente la intervención de los coros, posibilitando así el diálogo. Y utilizando
el diálogo, y aprovechando mejor los distintos efectos escénicos, exagera aún
más los supuestos conflictos. De este modo, cómo no, se incrementa substancialmente
la acción dramática.
Pero
a Esquilo le sale un duro competidor, llamado Sófocles. Este joven dramaturgo complica
intencionadamente la trama e introduce en la escena a un tercer actor. Procura
ante todo humanizar a los personajes
para que los espectadores puedan sentirse identificados con ellos. No olvidemos que, en los dramas de
Sófocles, los que padecen no son ni dioses, y ni siquiera héroes; son simplemente
hombres. El sufrimiento está siempre ligado a la propia condición humana.
Eurípides
es otro de los grandes poetas trágicos de la antigua Grecia. Aunque era
coetáneo de Sófocles, las obras de Eurípides describen ambientes mucho más
realistas y cotidianos. Comienza, claro está, modificando la estructura misma
de la tragedia tradicional, dando cabida en la escena, por primera vez, a
mujeres y a esclavos. Se dedica preferentemente a describir las emociones, la vida interna y las emociones de los
personajes que, ante todo, son siempre seres humanos que tienen que enfrentarse frecuentemente a la adversidad
más variada, a la perfidia e incluso a
la venganza.
Pero
no nos engañemos. La tragedia en la
antigua Grecia era algo más que un simple espectáculo. Las tragedias de estos
dramaturgos griegos describen magistralmente, es verdad, mitos pasados, pero reflejaban
siempre, aunque de manera simbólica, escenas de la vida política y cultural de
aquella sociedad ateniense. No olvidaban nunca las diversas complicaciones a
las que tenían que enfrentarse diariamente los griegos de aquella época.
Con
el triunfo actual de SYRIZA, la Coalición de la Izquierda Radical que
dirige Alexis Tsipras, vuelve a vivirse en Grecia, veintiséis siglos más tarde,
una nueva tragedia, más real y dramática incluso que las de la antigüedad
clásica. Si los griegos siguen adelante con el proyecto electoral pregonado por
Tsipras, tendremos plenamente garantizado el desastre más absoluto. Cualquiera
de los antiguos dramaturgos helenos, sobre todo Sófocles y Eurípides,
plasmarían en una nueva Tragedia la complicada situación económica que amenaza
a Grecia.
Los
responsables de la organización política SYRIZA,
desafiando a la Unión Europea, se comprometieron solemnemente con su pueblo a
pasar página y poner fin a la odiosa
austeridad que les han impuesto. De
momento, ya han aumentado el salario mínimo hasta los 751 euros
mensuales, han restaurado el acceso universal
a la sanidad pública y paralizaron
las privatizaciones de empresas que ya estaban en marcha y nacionalizarán de
nuevo las que ya habían sido privatizadas. Anuncian también que unas 300.000
familias pobres tendrán ayuda
alimentaria y luz y calefacción gratis.
Y
por si todo esto fuera poco, el nuevo Gobierno griego tiene previsto readmitir
nuevamente a los funcionarios que habían sido despedidos, además de crear otros
muchos puestos de trabajo en el sector público. Pretende también, cómo no,
aumentar las pensiones mínimas de jubilación y crear una nueva paga
extraordinaria al año. Y como los milagros no están al alcance del hombre, las
consecuencias graves ya se han empezado a notar con la fuga precipitada de
capitales, la retirada de fondos de los
principales bancos de Grecia y la caída espectacular de la bolsa helena. Y en
estos momentos, la prima de riesgo sobrepasa con creces los 1.000 euros.
El
Gobierno izquierdista de Tsipras sigue fielmente
los postulados electorales contra la austeridad y “rechaza el actual programa
de rescate y el pago de la deuda actual”, tal como ha indicado Yanis Varufakis,
el nuevo ministro de Finanzas heleno. La formación política SYRIZA se niega en redondo a reconocer
a la troica de sus principales acreedores, que está formada por el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco
Central Europeo (BCE) y la propia
Comisión Europea. Yanis Varufakis, ha sido muy explícito al respecto: “No
estamos dispuestos a trabajar con una delegación tripartita antieuropea que no
tiene razón de ser, incluso desde la perspectiva del Parlamento Europeo”.
En
estos momentos, la situación en Grecia es
extremadamente grave. Empiezan el año 2015 con una deuda pública que sobrepasa con
creces los 315.000 millones de euros, el 176,00% del PIB griego. Y a pesar de
tener una deuda tan gigantesca, el nuevo Gobierno saca pecho y se atreve a
poner condiciones y a lanzar órdagos endemoniados a los que pueden paliar en
parte su ruina económica y financiera. Las gentes de SYRIZA dan a entender que, o creen en los Reyes Magos, o piensan
que el dinero cae del cielo, como el maná que alimentó a los israelitas en su
paso por el desierto de Sin, camino de la Tierra prometida.
La
imperdonable altanería del primer ministro griego, Alexis Tsipras, alienta la desconfianza de
los posibles inversores y resta posibilidades de acuerdo con sus socios
comunitarios. Para que nadie lo olvide el ministro de Finanzas Varufakis nos
recuerda continuamente que el Gobierno griego “fue elegido con un programa que
no admite el actual diseño de rescate, ni tampoco que la deuda puede ser pagada” y que, por lo tanto, no
están dispuestos a aceptar el segundo plan de rescate acordado por el anterior
primer ministro Antonis Samarás.
Para
desarrollar satisfactoriamente su programa, el nuevo Gobierno heleno tiene
previsto gastar, durante todo este año, nada menos que unos 11.300 millones de
euros. Necesitan urgentemente que alguien les preste ese dinero. Y si antes del
28 de febrero no hay un acuerdo con la troica para renovar el programa de
rescate, el BCE cerrará el grifo y
dejará de financiar a los bancos griegos. Al perder estos la financiación de la
Unión Europea, como es lógico, se quedarán sin liquidez y no tendrán más
remedio que cerrar.
Si
llegara ese colapso financiero, que es muy posible, no habría modo de evitar el
corralito a la griega. En ese caso, los bancos se declararían insolventes y el
Gobierno griego se vería obligado a nacionalizarlos y a prohibir la retirada de
depósitos. No habría dinero para pagar el sueldo a los funcionarios, ni las
pensiones a los jubilados, ni sería posible sufragar convenientemente los
gastos de la Sanidad helena y, por supuesto, tendrían que despedirse del actual
estado de bienestar. Si los responsables de
SYRIZA siguen adelante con sus promesas electorales y rompen unilateralmente
sus compromisos con la Unión Europea, la tragedia del pueblo griego está servida.
Gijón,
2 de febrero de 2015
José
Luis Valladares Fernández
La tragedia o la farsa.Pues con este Tsipra y su ministro de Finanza.Uno hace de bueno y el otro de villano.Al final nadie soltara la pasta que deben.Como se nota que aprendieron con gran solvencia de sus clasicos,jejeje,saludos,
ResponderEliminarTiene razón el Ministro de Finanzas de Alemania, los griegos han elegido a un Gobierno irresponsable. En la Grecia de los clásicos eran bastante más razonables.
EliminarSaludos
Si quieren quedarse con nosotros, no tendrán otra que plegarse a cumplir los compromisos adquiridos (léase pagar la deuda), otra cosa es cómo lo hagan o en qué condiciones.
ResponderEliminarLo contrario sería abrir una senda totalmente inviable, todos querríamos lo mismo.
Lo malo es que son tan culpables los griegos como el propio Tsipras. Este por prometer algo que no podía cumplir y el pueblo griego por creerle. Así que no van a tener a nadie a quien echar la culpa.
EliminarEs malo si les hacen caso por los imitadores patrios dispuestos a lo mismo y es malo también lo contrario por las repercusiones que pudiera tener, aunque dicen los expertos que ya se han puesto cortafuegos y serían mucho menores que hace un par de años...la verdad es que vista la chulería y modos que gastan para con sus benefactores el cuerpo me pide lo segundo porque barrunto que de todas formas no vamos a cobrar lo prestado.
ResponderEliminarEsperemos que el fracaso de Syriza en Grecia, sirva de aviso a navegantes aquí en España. porque los de Podemos son tan chulos e irresponsables como Tsipras.
EliminarSaludos
Hola, José Luís:
ResponderEliminarTus conocimientos de la mitología griega te ayudan a presentar el problema griego de forma muy didáctica. Eectivamente, como dices, el drama está servido. Pobres gentes, porque en el país hay mucho pobre. Yo los he visto en mi viaje del 2012, la pobreza marcando toda su falaca figura, el dolor visible en su mirada resignada y claudicante.
Un abrazo
Los griegos, llevan muchos años con Gobiernos desastrosos. Y con el que han elegido últimamente acabaron de coronar la fiesta. Es lo que nos pasaría a los españoles si el seudo Pablo Iglesias llegara a La Moncloa.
Eliminar¿Que ha sido del billetero? Hace tiempo que no le veo chupando cámara. ¿Se ha escondido por su sociedad pantalla para evadir impuestos? ¿O está de vacaciones en el palacio presidencial en Venezuela?
ResponderEliminarEste partido resulta de lo más cómico y patético: Meses y meses este tipo, el coletas y el gafitas y otros de su cuerda día sí y día también en los mass-media dando lecciones de moralidad y poniendo el listón de la ética muy muy muy alto. Y mira tu por donde, están llenos de mierda... ¡Antes de haber alcanzado el poder político (el universitario ya lo tienen, son casta univesitaria)!
Y otra por Andalucia declarando que de este asunto solamente le preocupa que le haga perder votos.