La crisis económica que padecimos, agravada
considerablemente por el endiosamiento absurdo
de José Luis Rodríguez Zapatero, ha multiplicado en España los chanchullos y
los casos escandalosos de corrupción política. Los distintos medios de
comunicación nos siguen sorprendiendo aún con continuas noticias deprimentes que nos hacen dudar de la honorabilidad de
nuestra clase política. Y los
responsables de los partidos políticos tradicionales no han sabido cortar a tiempo
y con contundencia las distintas prácticas abusivas que, de vez en cuando, protagonizan
algunos militantes desaprensivos suyos.
Y ante el continuo incremento de los escándalos de
corrupción, los dos grandes partidos han reaccionado siempre con excesiva
timidez y pasividad. Y esto ha dado alas al populismo ultra que padecemos. Podemos
ha sabido utilizar adecuadamente el descontento popular provocado por la crisis
económica, los recortes indiscriminados y los interminables casos de corrupción
para hacerse con unos apoyos impensables en cualquier otra circunstancia. Son
muchos los españoles embaucados por Pablo Iglesias Turrión. Los sedujo, claro
está, a base de demagogia y de caradura,
y esperaban vanamente que Podemos acometiera, por fin, el deseado proceso de
regeneración.
Para empezar, ni Podemos, ni ninguna de sus otras
marcas blancas, pueden presumir de una honestidad que no tienen. Casi nada más
inscribirse como partido político, apareció en la prensa el primer escándalo,
protagonizado por Ïñigo Errejón, número dos de Podemos. Errejón, que se
desgañitaba acusando públicamente a “la casta” de haberse atrincherado en la
instituciones culturales españolas, firmó un contrato con la Universidad de
Málaga que le reportaba 1.825 euros mensuales y que le obligaba a permanecer 40
horas semanales en la Universidad. Cobraba, eso sí, el dinero pactado, pero sin
cumplir el horario previsto en el contrato. Y como tenía otros ingresos,
incumplía también la ley de incompatibilidades.
El mismo Pablo Iglesias, que se arroga la misión
adecentar el sistema político español, tendría que comenzar explicando, entre
otras cosas, cómo se financia Podemos. De momento sabemos que la productora de
Pablo Iglesias, Con Mano Izquierda,
se registró como una simple entidad sin ánimo de lucro. Pero, como era
previsible, Con Mano Izquierda, realizaba
operaciones comerciales que proporcionaban pingües beneficios. Más aún, Pablo
Iglesias es acusado formalmente por
Enrique Ribóo de cobrar dinero en negro.
Según declaraciones del propio Ribóo, fundador y
máximo accionista de Canal 33, hizo varios abonos mensuales
de 2.000 euros a la productora Con Mano Izquierda,
por la emisión de La Tuerca. Y de
ese dinero, solamente aparecen 500 euros mensuales en la factura
correspondiente. Los otros 1.500 euros restantes, por petición expresa del
líder y factótum de Podemos, se abonaban en dinero negro. También ha contado
Enrique Ribóo que Pablo Iglesias quiso comprarle la emisora con 200.000 euros
procedentes del régimen venezolano.
No podemos esperar que personajes así, tan dados a
los chanchullos y a los pasteleos, protagonicen la esperada regeneración de la
vida pública y democrática. Ya hemos visto lo que han hecho las capitostes de
esos partidos asociados a Podemos, cuando han asumido responsabilidades
políticas. Manuela Carmena, por ejemplo, aupada a la Alcaldía de Madrid por la
irresponsabilidad inconmensurable de un
secretario general del PSOE torpe y sectario, obvió el Reglamento de
Personal del Ayuntamiento y colocó al frente de su Gabinete a Luis Cueto Álvarez
de Sotomayor, marido de su sobrina carnal Ana Noguerales Carmena.
Unas semanas más tarde, Carmena va aún más lejos y
pone a su sobrino al frente de la Junta rectora de Ifema, en sustitución del ex alcalde José María
Álvarez del Manzano. Y Manuela Carmena, para acallar el aluvión de críticas por
la designación irregular de su sobrino Luis Cueto, justifica esos nombramientos
porque, según dice, “se ajustan a los criterios de competencia profesional y
experiencia”.
Tampoco Ada Colau se queda atrás a la hora de
organizar embrollos. Cuando Colau abandona su etapa de activista callejera y
comienza su carrera política, prometió solemnemente erradicar el enchufismo o
cualquier otro tipo de arbitrariedad o de nepotismo. Pero ese loable propósito se esfumó cuando se hizo con la
Alcaldía de Barcelona. A los pocos días de su investidura, contrata a su
pareja, Adrià Alemany, como responsable de Relaciones Políticas e
Institucionales de su partido Barcelona
en Comú. Dicho de otra manera, Colau oficializó las labores que Alemany ya venía
realizando voluntaria y gratuitamente para que, a partir de ese momento, comenzara
a cobrar ese trabajo, abonado, claro está, por Barcelona
en Comú, pero con dinero público.
Antes de dedicarse exclusivamente a la política, Ada
Colau trabajaba en el Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales, una ONG que dirigía Vanesa Valiño. Tan pronto como accede a la
Alcaldía, no sé si para devolver favores pasados o por algún otro motivo
desconocido, Colau contrata a Vanesa
Valiño, su antigua jefa, como asesora del Ayuntamiento de Barcelona. Hay que
tener en cuenta que Valiño es la pareja de Gerardo Pisarello, primer teniente
de alcalde del Consistorio barcelonés y también, cómo no, antiguo empleado del
Observatorio de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Y para que todo
quede en casa, también colaboraba con esa ONG Jaume Asens, actual tercer
teniente de alcalde del Ayuntamiento.
Esta es la clase de gente que, con la connivencia
incomprensible de Pedro Sánchez y sus acólitos, gestiona los Ayuntamientos más
importantes de España. Y aunque los militantes de Podemos o de cualquiera de
sus otras marcas blancas cometan cualquier clase de atropello o desaguisado,
las huestes socialistas no pueden pedirles responsabilidades, ni exigirles
comportamientos que estén completamente de acuerdo con la ética que predican. Y
no pueden reprocharles nada, en primer lugar, porque esa extrema izquierda está
ahí por decisión expresa del PSOE, a cambio, claro está, de unas
simples migajas de poder. Pero se da, además, la siguiente circunstancia que
obliga a los socialistas a mantener un prudente silencio: que sus líderes son
también muy dados a designar a dedo al amigo o al pariente más cercano.
Tenemos un caso muy significativo en Baleares, donde
gobierna una coalición del PSIB-PSOE y Més per Mallorca y el apoyo externo de
Podemos. Al igual que hizo Ada Colau en Barcelona con su pareja y Manuela
Carmena en Madrid con el marido de su sobrina, Patricia Gómez, nada más tomar
posesión de la Consejería de Salud, nombró a su pareja, Julio Miguel Fuster, nuevo director gerente del Servicio de Salud del archipiélago balear. Y
como ya hicieran Carmena y Colau, también Patricia Gómez dice que eligió a su pareja para ese puesto
directivo, basándose de manera exclusiva en criterios estrictamente
profesionales.
Todo indica que el Gobierno de Baleares se ha
convertido últimamente en una agencia de colocación de familiares y
conmilitones. Además de otros varios casos, francamente escandalosos, que
desacreditan a todo el Ejecutivo balear, tenemos también el polémico
nombramiento oficial de asesor de una de las Conserjerías a Pau Thomas, hijo de
Vicensç Vives, conocido dirigente socialista y vicepresidente primero del
Parlamento balear. Y también es sumamente indecoroso, cómo no, nombrar al veterano militante del PSOE,
Francisco Fernández Terrés, gerente de
Servicios de Información Territorial de las Islas Baleares, a pesar de haber
estado implicado en varios escándalos urbanísticos en su etapa como concejal de
Urbanismo en Mahón.
Y todo esto no es más que una pequeña muestra del
comportamiento desleal de un buen número de prebostes del socialismo balear. En Andalucía, por ejemplo, el enchufismo y las
componendas de las gentes del PSOE rompen
cualquier molde preestablecido. Quien no recuerda el sangrante caso de
Pilar Sánchez, ex alcaldesa de Jerez de la Frontera, que no dudó en utilizar el
decreto para ascender a su pareja sentimental Juan Carlos Jiménez y convertirlo,
faltaría más, en su jefe de gabinete.
Y si seguimos buceando en el socialismo andaluz
encontramos casos como el de Rosa Isabel Ríos Martínez, pareja del portavoz del PSOE en el Parlamento, que
terminó de directora general de Desarrollo Sostenible del Medio Rural. Y hace
muy poco, ocurrió algo parecido con Inmaculada Durán Sánchez que, sin otro
mérito que ser hermana del actual presidente de la Cámara autonómica y
secretario general del PSOE de Córdoba, fue nombrada directora general de
Consumo en la Junta de Andalucía.
Y entre tanto, Pedro Sánchez, el máximo dirigente
del PSOE, dedicado exclusivamente a criticar muy duramente las evidentes
miserias morales que arrastra el Partido Popular. Actúa como si su formación
política estuviera libre de cualquier sombra de pecado. Y antes de dedicarse a
zaherir y a apostrofar a los demás, debe barrer
cuidadosamente su casa y, en vez de guerrear después con los demás
partidos políticos, colaborar con todos ellos para adecentar y regenerar de una
vez la vida pública.
José Luis Valladares Fernández
Pronto han aprendido.
ResponderEliminarHan sido más rápidos que Billy el niño
EliminarEl enchufismo y la mordida eso son los males que corrompen a los politicos,saludos.
ResponderEliminarPara evitar ese problema no hay más remedio que limitar el tiempo en los cargos. Una legislatura, dos como mucho, y después a escarbar por ahí. Saludos
EliminarEs la historia de siempre pero con coletas y pulgas
ResponderEliminarY son estos los que querían regenerar la vida pública española. Vaya tropa.
EliminarBah, en su caso, como ellos "son el pueblo" da igual ¿no?
ResponderEliminarEsperemos que, como han llegado tan de sopetón y con tanta fuerza, se extingan de la misma manera lo más rápidamente posible y sin dejar huella
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