Un antiguo mercader inglés, sir Thomas Gresham, que
trabajó en su momento para el rey
Eduardo VI de Inglaterra, había observado que, en todas sus transacciones
comerciales, la gente prefería utilizar siempre la moneda más débil como medio
de pago y guardarse la que fuera de un metal más valioso, o tuviera mayor valor
como divisa. Pero no fue hasta finales del siglo XIX, con el uso simultáneo del
oro y la plata, cuando se formuló ese hecho como ley de Gresham. Pues es evidente
que, siempre que coexisten dos tipos de moneda de curso legal y para el público
una es “mala” y la otra “buena”, la mala desplaza siempre a la buena del
mercado.
Y eso es, más o menos, lo que está ocurriendo
actualmente en el PSOE por la manera de elegir a sus líderes. Han terminado
implantando un sistema demasiado estrambótico para seleccionar a sus élites
políticas que, como las monedas en la ley de Gresham, el político malo es
normal que desplace al político bueno. Es cierto que los militantes de base
tienen cada vez más peso, pero las federaciones o agrupaciones regionales
siguen teniendo demasiado poder e influyen decisivamente a la hora de optar por
unos cuadros dirigentes u otros. Y esto, claro está, condiciona después la
actuación política del partido.
Es verdad que los socialistas nunca han dado
muestras concluyentes de una sensatez política intachable. Pero ahora, con los
nuevos líderes que dirigen los destinos del partido, han perdido totalmente la
cordura y hasta el oremus. Los nuevos cuadros dirigentes actúan con tanta
incoherencia, que hoy dicen una cosa y mañana hacen justamente la contraria. Es
lo que ha hecho Pedro Sánchez, por ejemplo, con Podemos y con sus marcas
blancas y, por supuesto, con los independentistas de cualquier jaez.
Al nuevo secretario general del PSOE y a los demás
miembros de la actual directiva les puede el sectarismo y, para aislar al
Partido Popular, son capaces de echarse en manos de sus enemigos políticos más
viscerales, pactando gobiernos con los populistas más extremos y radicales
y con los separatistas. Y perjudicando
gravemente los intereses vitales de la democracia y hasta de su propio partido,
aspiran a encabezar una posible coalición del PSOE con cualquier activista y
con todas esas otras formaciones políticas ultras y anti sistema, de la extrema
izquierda española que padecemos. Y esto, aunque a corto plazo pueda colmar la
ambición desmedida de Pedro Sánchez, terminará siendo catastrófico para el PSOE
a medio plazo. Si no corrigen el rumbo, les ocurrirá lo mismo que a los
socialistas catalanes con el tripartito y con la firma del Pacto del Tinell.
Y como reza un dicho popular, la nueva ejecutiva
federal del PSOE presume de lo que carece. Sus miembros, capitaneados por el
secretario general, alardea ostensiblemente de unas virtudes que no tienen, como es la honradez y la
integridad moral y que, por lo tanto, están muy lejos de practicar. Y hablan,
claro está, como si su casa estuviera completamente limpia. Por consiguiente,
no es de extrañar que, obviando sus propios problemas, se dediquen con
desparpajo y acritud a soltar bilis contra el Partido Popular, censurando y
divulgando todos sus enormes pecados.
Es cierto que, dentro del Partido Popular, ha habido
desgraciadamente demasiados sinvergüenzas, que abusaron impúdicamente de la
confianza del partido, y utilizaron sus
cargos políticos para su enriquecimiento personal, malversando dinero público.
Y así es como han protagonizado la trama Gürtel y la Operación Púnica, que
son los dos casos más importantes de corrupción
y, por supuesto, los más aireados y que han utilizado los nuevos dirigentes
socialistas para escenificar sus frecuentes rasgados de vestiduras.
Aunque les duela, los socialistas no están
capacitados moralmente para denostar y pedir cuentas al Partido Popular por sus
evidentes casos de corrupción. Es verdad que los casos Púnica y Gürtel son
extremadamente graves, pero no tanto como el caso de los ERE, vinculados a la
Junta de Andalucía, o el caso EDU o fraude masivo de las ayudas para la
formación. Si nos atenemos a los importes en cada caso, lo defraudado en Púnica y Gürtel es pura calderilla si los
comparamos con los ERE y el caso EDU. El fraude de los ERE, según informe de
fiscalización de la Cámara de Cuentas, asciende a 1217 millones de euros, y el
caso EDU supera incluso los 2000 millones. Sin embargo, ese importe en Púnica
ronda los 500 millones y Gürtel no llega
a los 200 millones.
Y no es precisamente Pedro Sánchez, flamante
secretario General del PSOE, el personaje más indicado para afear
constantemente la conducta moral del Partido Popular. No pido que enmudezca o
se calle. Pero por pura higiene ética, ya que presume de “Don Limpio”, el líder
socialista, antes de hablar, debe esclarecer sus cuitas personales con esa
decencia que exige a sus adversarios políticos. Y aún no ha explicado a los
españoles por qué viajo varias veces a Canarias y a Baleares con cargo al
Congreso. Es verdad que Pedro Sánchez era diputado por Madrid cuando realizó
esos viajes, pero el motivo de los mismos era estrictamente personal: buscar
apoyos entre los afiliados de esas Comunidades Autónomas, para hacerse con la
Secretaría General del partido socialista.
Desde que Pedro Sánchez es el responsable máximo del
PSOE, sus incondicionales acólitos quieren hacernos ver que el socialismo en
España ha cambiado radicalmente y, según dicen ellos mismos, ha pasado a ser el
socialismo de la ética, de la regeneración y de la transparencia más absoluta.
Pero la realidad es mucho más prosaica que todo eso. Con Zapatero, el dinero
público no era de nadie, tal como sentenció aquella inefable ministra suya,
Carmen Calvo Poyato. Y con Pedro Sánchez, pasa lo mismo y siguen utilizando
dinero público de una manera absolutamente irregular y desvergonzada.
Precisamente porque estamos donde estábamos, los
responsables del PSOE en Ferraz pagan cargos de partido y algún que otro favor
político con dinero público. Es el caso del secretario general de los
socialistas de Ceuta, José Antonio Carracao y de la secretaria de Organización
de Galicia, Pilar Cancela. Ni José Antonio Carracao, ni Pilar Cancela son
diputados. Tampoco tienen vinculación laboral alguna ni con el Congreso, ni con
el Grupo Parlamentario Socialista. Y sin embargo, los 3.000 euros del sueldo de
ambos se financian con fondos públicos de la Cámara Baja. También pagan con
fondos del Congreso la nómina de Verónica Fumanal, directora de comunicación de
Pedro Sánchez.
Está visto que, tanto Pedro Sánchez, como sus
adláteres más cercanos, tratan de amedrentar y abochornar al Partido Popular
para que los ciudadanos no reparen en ellos y así poder disimular más
fácilmente sus propios pecados.
José Luis Valladares Fernández
Qué castigo tenemos con estos mendas.
ResponderEliminarY lo peor de todo, que no abren los ojos
EliminarAlgo me dice que no es usted socialista, pero al PSOE le haría mucho bien leer esta interesante reflexión suya y tomar nota. Un saludo.
ResponderEliminarNo, no lo soy, pero hecho de menos un PSOE de centro izquierda, homologable al socialismo europeo. En ese caso, yo estaría mucho más cerca. Saludos
EliminarLos Socialista siempre han sabido sacar tajada en cualquier situacion.Por ejemplo Indalecio Prieto y el barco el Vita con sus joyas,menuda banda de chorizos,un abrazo,
ResponderEliminarPero beneficios partidarios, nada que beneficie directamente a los españoles, aunque se les llene la boca diciendo que se inventaros ellos el Estado de Bienestar. Un abrazo
ResponderEliminarES MÁS DE LO MISMO.
ResponderEliminarDesgraciadamente, así es
Eliminar