martes, 8 de septiembre de 2015

ESTAMOS DONDE ESTÁBAMOS

Un antiguo mercader inglés, sir Thomas Gresham, que trabajó  en su momento para el rey Eduardo VI de Inglaterra, había observado que, en todas sus transacciones comerciales, la gente prefería utilizar siempre la moneda más débil como medio de pago y guardarse la que fuera de un metal más valioso, o tuviera mayor valor como divisa. Pero no fue hasta finales del siglo XIX, con el uso simultáneo del oro y la plata, cuando se formuló ese hecho como ley de Gresham. Pues es evidente que, siempre que coexisten dos tipos de moneda de curso legal y para el público una es “mala” y la otra “buena”, la mala desplaza siempre a la buena del mercado.

Y eso es, más o menos, lo que está ocurriendo actualmente en el PSOE por la manera de elegir a sus líderes. Han terminado implantando un sistema demasiado estrambótico para seleccionar a sus élites políticas que, como las monedas en la ley de Gresham, el político malo es normal que desplace al político bueno. Es cierto que los militantes de base tienen cada vez más peso, pero las federaciones o agrupaciones regionales siguen teniendo demasiado poder e influyen decisivamente a la hora de optar por unos cuadros dirigentes u otros. Y esto, claro está, condiciona después la actuación política del partido.

Es verdad que los socialistas nunca han dado muestras concluyentes de una sensatez política intachable. Pero ahora, con los nuevos líderes que dirigen los destinos del partido, han perdido totalmente la cordura y hasta el oremus. Los nuevos cuadros dirigentes actúan con tanta incoherencia, que hoy dicen una cosa y mañana hacen justamente la contraria. Es lo que ha hecho Pedro Sánchez, por ejemplo, con Podemos y con sus marcas blancas y, por supuesto, con los independentistas de cualquier jaez.

Al nuevo secretario general del PSOE y a los demás miembros de la actual directiva les puede el sectarismo y, para aislar al Partido Popular, son capaces de echarse en manos de sus enemigos políticos más viscerales, pactando gobiernos con los populistas más extremos y radicales y  con los separatistas. Y perjudicando gravemente los intereses vitales de la democracia y hasta de su propio partido, aspiran a encabezar una posible coalición del PSOE con cualquier activista y con todas esas otras formaciones políticas ultras y anti sistema, de la extrema izquierda española que padecemos. Y esto, aunque a corto plazo pueda colmar la ambición desmedida de Pedro Sánchez, terminará siendo catastrófico para el PSOE a medio plazo. Si no corrigen el rumbo, les ocurrirá lo mismo que a los socialistas catalanes con el tripartito y con la firma del Pacto del Tinell.


Y como reza un dicho popular, la nueva ejecutiva federal del PSOE presume de lo que carece. Sus miembros, capitaneados por el secretario general, alardea ostensiblemente de unas virtudes que  no tienen, como es la honradez y la integridad moral y que, por lo tanto, están muy lejos de practicar. Y hablan, claro está, como si su casa estuviera completamente limpia. Por consiguiente, no es de extrañar que, obviando sus propios problemas, se dediquen con desparpajo y acritud a soltar bilis contra el Partido Popular, censurando y divulgando todos sus enormes pecados.

Es cierto que, dentro del Partido Popular, ha habido desgraciadamente demasiados sinvergüenzas, que abusaron impúdicamente de la confianza del partido, y utilizaron  sus cargos políticos para su enriquecimiento personal, malversando dinero público. Y así es como han protagonizado la trama Gürtel y la Operación Púnica, que son  los dos casos más importantes de corrupción y, por supuesto, los más aireados y que han utilizado los nuevos dirigentes socialistas para escenificar sus frecuentes rasgados de vestiduras.

Aunque les duela, los socialistas no están capacitados moralmente para denostar y pedir cuentas al Partido Popular por sus evidentes casos de corrupción. Es verdad que los casos Púnica y Gürtel son extremadamente graves, pero no tanto como el caso de los ERE, vinculados a la Junta de Andalucía, o el caso EDU o fraude masivo de las ayudas para la formación. Si nos atenemos a los importes en cada caso, lo defraudado en  Púnica y Gürtel es pura calderilla si los comparamos con los ERE y el caso EDU. El fraude de los ERE, según informe de fiscalización de la Cámara de Cuentas, asciende a 1217 millones de euros, y el caso EDU supera incluso los 2000 millones. Sin embargo, ese importe en Púnica ronda los 500 millones  y Gürtel no llega a los 200 millones.

Y no es precisamente Pedro Sánchez, flamante secretario General del PSOE, el personaje más indicado para afear constantemente la conducta moral del Partido Popular. No pido que enmudezca o se calle. Pero por pura higiene ética, ya que presume de “Don Limpio”, el líder socialista, antes de hablar, debe esclarecer sus cuitas personales con esa decencia que exige a sus adversarios políticos. Y aún no ha explicado a los españoles por qué viajo varias veces a Canarias y a Baleares con cargo al Congreso. Es verdad que Pedro Sánchez era diputado por Madrid cuando realizó esos viajes, pero el motivo de los mismos era estrictamente personal: buscar apoyos entre los afiliados de esas Comunidades Autónomas, para hacerse con la Secretaría General del partido socialista.

Desde que Pedro Sánchez es el responsable máximo del PSOE, sus incondicionales acólitos quieren hacernos ver que el socialismo en España ha cambiado radicalmente y, según dicen ellos mismos, ha pasado a ser el socialismo de la ética, de la regeneración y de la transparencia más absoluta. Pero la realidad es mucho más prosaica que todo eso. Con Zapatero, el dinero público no era de nadie, tal como sentenció aquella inefable ministra suya, Carmen Calvo Poyato. Y con Pedro Sánchez, pasa lo mismo y siguen utilizando dinero público de una manera absolutamente irregular y desvergonzada.

Precisamente porque estamos donde estábamos, los responsables del PSOE en Ferraz pagan cargos de partido y algún que otro favor político con dinero público. Es el caso del secretario general de los socialistas de Ceuta, José Antonio Carracao y de la secretaria de Organización de Galicia, Pilar Cancela. Ni José Antonio Carracao, ni Pilar Cancela son diputados. Tampoco tienen vinculación laboral alguna ni con el Congreso, ni con el Grupo Parlamentario Socialista. Y sin embargo, los 3.000 euros del sueldo de ambos se financian con fondos públicos de la Cámara Baja. También pagan con fondos del Congreso la nómina de Verónica Fumanal, directora de comunicación de Pedro Sánchez.

Está visto que, tanto Pedro Sánchez, como sus adláteres más cercanos, tratan de amedrentar y abochornar al Partido Popular para que los ciudadanos no reparen en ellos y así poder disimular más fácilmente sus propios pecados.
  

José Luis Valladares Fernández

8 comentarios:

  1. Qué castigo tenemos con estos mendas.

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  2. Algo me dice que no es usted socialista, pero al PSOE le haría mucho bien leer esta interesante reflexión suya y tomar nota. Un saludo.

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    1. No, no lo soy, pero hecho de menos un PSOE de centro izquierda, homologable al socialismo europeo. En ese caso, yo estaría mucho más cerca. Saludos

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  3. Los Socialista siempre han sabido sacar tajada en cualquier situacion.Por ejemplo Indalecio Prieto y el barco el Vita con sus joyas,menuda banda de chorizos,un abrazo,

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  4. Pero beneficios partidarios, nada que beneficie directamente a los españoles, aunque se les llene la boca diciendo que se inventaros ellos el Estado de Bienestar. Un abrazo

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