Roma, se dirigió Cuenta la
leyenda que Rómulo, nada más concluir con las labores de la fundación de confiadamente
a los pueblos vecinos, con la intención de reclutar gente que accediera a
instalarse en la ciudad que acababa de nacer. Pero esta iniciativa de Rómulo no
tuvo mucho éxito. Aunque garantizaba a unos y otros que la nueva ciudad era el
mejor sitio para vivir en libertad, tan solo respondieron a la llamada muchos
prófugos y refugiados y toda clase de personas proscritas y desarraigadas, que
arrostraban auténticos problemas de convivencia en las ciudades de donde
provenían.
En principio, con la llegada de
todo ese gentío, aunque en su inmensa mayoría no era muy recomendable, el
fundador y primer rey de Roma se sintió extraordinariamente satisfecho y, sin pérdida de tiempo, comenzó a poner en
marcha las instituciones que se necesitaban para mantener la seguridad y el
orden dentro de la nueva urbe. Entre esas instituciones, estaba el ejército y
también los primeros Patricios o Senadores de la historia romana, que recibirán
más tarde el honroso título de “Padres de la Patria”.
Pero la recién creada ciudad de
Roma continuaba teniendo un problema extremadamente grave. La colonia romana
estaba formada casi exclusivamente por varones y, si no encontraban mujeres
rápidamente, el futuro de la ciudad estaba abocado al fracaso más absoluto. Para
eludir semejante peligro y garantizar la viabilidad de la ciudad de Roma,
Rómulo, y sus colaboradores más directos, decidieron utilizar el engaño, y
hasta la fuerza, para conseguir mujeres. Con tal fin, organizaron una gran
fiesta con carreras de carros y
banquetes en honor al dios Neptuno e invitaron a todas las poblaciones vecinas.
En la fecha programada para los
festejos, los sabinos, que vivían en
la cercana colina del Quirinal, comenzaron a llegar en masa, dispuestos a
participar en los festejos programados. Tal como habían previsto los romanos,
traían consigo a sus mujeres y a todos sus hijos. Y cuando muchos de los sabinos habían bebido ya más de la
cuenta y otros estaban entretenidos compitiendo en los juegos, los hombres de
Rómulo raptaron a todas sus hijas y, después, expulsaron de la ciudad a sus
padres. Y esto es, ni más ni menos, lo
que pretende hacer Pablo Iglesias con los confiados españoles, dejando incluso
muy pequeño al mismo Rómulo. El fundador de Roma cameló a los sabinos, para que disfrutaran de aquellas
fastuosas fiestas, con toda su familia. Sus falsas promesas de amistad y
buena vecindad ocultaban deliberadamente su verdadera intención de raptar a sus
hijas.
No olvidemos que Pablo Iglesias
comenzó su andadura política, escenificando ante el congreso fundacional de
Podemos lo que escribió Marx a su amigo Kugelmann, cuando la Comuna tomó fugazmente
el poder en Paris, entre el 18 de marzo
y el 28 de mayo de 1871. En dicho escrito, Karl Marx aseveraba que los parisienses
estaban “prestos a asaltar el cielo” y Pablo Iglesias completó la frase diciendo que:
“El cielo no se toma por consenso, sino por asalto”.
Ya en la campaña para las
elecciones europeas, celebradas el 25 de mayo de 2014, tanto Pablo Iglesias,
como Juan Carlos Monedero, utilizaron un discurso excesivamente bronco e
insolente. Según ellos, los políticos tradicionales de España son todos unos carcas,
están llenos de corrupción y forman parte de una casta, que no piensa nada
más que en acaparar privilegios y
acumular riquezas. Siguiendo ciegamente las indicaciones del capital, en vez de
trabajar para el pueblo, están siempre
al servicio exclusivo de las eléctricas y de la banca. Los de Podemos aplican a
la clase política española los mismos epítetos que utilizó Marx para criticar a
los que reventaron el efímero triunfo de la Comuna de París: dicen que huele a
cuartel y a Iglesia y que, sin lugar a dudas, rezuma filisteismo por todas
partes.
El recurso a esa agresividad insultante
y populista, desconocida hasta entonces, caló principalmente en el electorado joven
y Podemos obtuvo así un resultado magnífico, logrando un número de
eurodiputados, que ni ellos mismos esperaban. Al conseguir un resultado tan
positivo en las elecciones europeas, las huestes de Podemos, con Pablo Iglesias
al frente, deciden mantener esa manera tan beligerante y provocativa de hacer
política.
Pero llegan las elecciones
andaluzas del pasado 22 de marzo y las elecciones municipales y autonómicas del
24 de mayo, y aunque el resultado logrado por Podemos fue francamente
aceptable, se quedó muy por debajo de las expectativas previstas. Entonces
Pablo Iglesias, para afianzar y mejorar sus posibilidades en las próximas
elecciones generales, decide moderar su discurso y adoptar definitivamente una
actitud menos agresiva y virulenta para no molestar a nadie. Quiere comenzar a
dar una imagen más cercana a Mahatma Gandhi que al adorado Hugo Chávez, y
ocultar su radicalismo para poder disputar a los socialistas de Pedro Sánchez
la hegemonía de la izquierda en España.
Así fue como Pablo Iglesias
comenzó a esconder su faceta más radical y leninista y a simular finalmente un
alejamiento ficticio de sus referentes bolivarianos. Comprendió que, para robar
protagonismo al PSOE y arrebatarle una buena parte de sus feudos, tenía que
abandonar su particular “caza de brujas” y mostrar un rostro más amable. Y
empezamos a ver en los medios de comunicación a un secretario general de
Podemos sonriendo seráficamente, pidiendo calma, tolerancia y camaradería y
mostrándose partidario de una socialdemocracia, similar a la que encontramos en
los países nórdicos.
Ya metidos en la campaña para las
elecciones generales del 20 de diciembre, el líder de Podemos no perdió la
compostura, ni dejó de sonreír. Enfervorizaba e ilusionaba a su público,
apelando a las emociones, y muchos de sus simpatizantes interrumpían sus
mítines, gritando desaforadamente “sí,
se puede”. Pero llegó la noche del 20D
y, como era de esperar, reapareció otra vez el incorregible bolivariano de
siempre, el auténtico Pablo Iglesias, dispuesto, cómo no, a materializar, lo más
rápidamente posible, el asalto a los cielos con la inestimable ayuda de las
distintas plataformas de la izquierda nacionalista que le apoyan.
Nada más conocer los primeros resultados
electorales, Pablo Iglesias dejó de representar el papel de supuesto carismático
Rey Mago, que cuidaba desinteresadamente de los más pobres y desamparados, y se
convierte otra vez en el revolucionario que siempre fue. Su comparecencia era
esperada por un numeroso grupo de incondicionales, muchos de ellos hijos de papá, que celebraba aquel
acontecimiento con aplausos y con gritos desaforados de ”Presidente”, Presidente”, “Presidente” y algún que otro “Sí se puede”.
Alentado con semejante
recibimiento, el líder de Podemos compareció en la provisional sala de prensa,
arropado por toda su Ejecutiva, y comenzó su perorata con estas palabras:
"Hoy ha nacido una nueva España que pone fin al turnismo e inaugura
una nueva etapa política en nuestro país”. Y para cumplir con las distintas plataformas
de la izquierda nacionalista que le apoyaron, se ofreció abiertamente a los
independentistas para dar una solución satisfactoria a las tensiones
territoriales que padece nuestro país. Y recalcó reiteradamente, cómo no, que
quedaba expedito el camino para “una segunda Transición”.
Una vez confirmado el resultado
electoral, el líder de la formación morada comenzó a comportarse como si
realmente hubiera ganado aquellas elecciones. Con su defensa a ultranza del
“derecho a decidir” y su continua reivindicación del “Estado plurinacional”,
logró, es verdad, 69 escaños en el Congreso de los Diputados. Pero hay que
tener en cuenta que 27 de esos escaños son prestados por las plataformas
nacionalistas con las que pactó Podemos en Cataluña, Valencia y en Galicia. Y
esto, como es lógico, limita considerablemente los márgenes de maniobra a Pablo
Iglesias, al tener que cumplir los compromisos suscritos con esas formaciones
separatistas.
Gijón, 1 de enero de 2016
José Luis Valladares Fernández
Unas nuevas Elecciones estan a la vuelta de la esquina.Ahi se vera de verdad,si Podemos se desinfla o pasa por encima del PSOE.La verdad todo esta pata arriba,un saludo,
ResponderEliminarLas perspectivas no son nada buenas aunque lleguen a realizarse otras elecciones. El Parlamento seguiría estando muy dividido y sin posibilidad de lograr un Gobierno responsable y estable, para mantener la incipiente recuperación económica.
EliminarSaludos cordiales
Sólo en lugares con gran número de resentidos viscerales y analfabetos funcionales pueden prosperar personajes como este vendedor de crecepelos...pobre España.
ResponderEliminarEso es lo malo: que hay mucho resentido y mucho analfabeto que piensa que lo que sucede en Venezuela, no llega aquí jamás.
ResponderEliminarPor desgracia sigo teniendo familia en Venezula!!
ResponderEliminarGracias por compartir este maravilloso blog
Con cariño Victoria