Debemos reconocer, una vez más, que el sabio refranero español acierta
por completo cuando dice que “Dios los
cría, y ellos se juntan”. Es evidente que las personas que comparten
genio y temperamento, tienden a unirse y a colaborar estrechamente entre sí. Y
esa asociación es bastante más fuerte aún si, además, mantienen comportamientos
censurables. No debe extrañarnos, por lo tanto, que se haya realizado ese tipo de
asociación entre el pretencioso Pedro Sánchez y el esbirro Pablo Iglesias.
En este caso concreto, desconocemos quién es muñeco de quien. No sabemos si
Iglesias es el monaguillo de Sánchez, o Sánchez el costalero de Iglesias, o si
ambos mantienen el rol de dueños y señores que suelen aparentar. Sí sabemos,
sin embargo, que estos dos personajes son tan extremadamente egoístas y
presuntuosos, que es normal que no haya ni camaradería, ni sinceridad entre
ellos. Y esto les lleva, cómo no, a engañarse y a odiarse el uno al otro de
manera irrefutable. Y a pesar de esa enemistad y animadversión tan profunda,
procuran ayudarse mutuamente, porque se necesitan para mantener, al menos, su posición política actual.
De todos modos, las ayudas que se vienen prestando los líderes del PSOE y
de Unidas Podemos, tienen un carácter meramente provisional y transitorio. La
comedia, que vienen representando diariamente estos dos pájaros falaces de la
izquierda política, acabará tan pronto como uno de ellos encuentre la ocasión
propicia para liquidar definitivamente al otro. Y vete tú a saber cuál de ellos
será el vencedor, porque los dos tienen el hacha de guerra preparada, para
entrar a saco y sin contemplaciones, en ese duelo final.
Se da la circunstancia, que los 120 escaños parlamentarios, con que
cuenta actualmente el pseudo-doctor Pedro
Sánchez, no garantizan un éxito indiscutible, en este tipo de contiendas
políticas. De todos modos, estaría algo peor
el desvergonzado Pablo Iglesias, porque solamente cuenta con 35
diputados. Esto quiere decir, que ninguno de los dos contendientes dispone de recursos suficientes para fagocitar al
otro. El desenlace final vendrá determinado, creo yo, por las ayudas externas
que cada uno de ellos pueda conseguir.
Con vistas a ese próximo enfrentamiento, que acabará con uno de ellos en
la picota, hay que reconocer que mantienen el empate en arrogancia, en soberbia
y hasta en maldad. Y en cuanto a apoyos
externos, quizás este mejor situado Pablo Iglesias, ya que tiene
claramente de su lado a los filoetarras de Bildu y a toda la Esquerra
Republicana de Cataluña, mientras que Sánchez, por ahora, solo tiene asegurado
el respaldo del Partido Nacionalista Vasco.
Pero hay además otros factores que influyen decisivamente en el resultado
de esa guerra a largo plazo, entre los dos líderes de este Gobierno de
coalición. No olvidemos que Pedro Sánchez es capaz de cometer cualquier
barbaridad para mantenerse en el poder. Y que, por el mero hecho de ser el
presidente, ya tiene a su alcance, ahí es nada,
la posibilidad de nombrar y de cesar ministros. Y aún hay algo más, ya
que suele presumir de tener asegurado nada menos que el control de la Fiscalía
General del Estado. Y así es, mientras Dolores Delgado, su antigua ministra de
Justicia, presida esa institución.
Es verdad que Pablo Iglesias es mejor estratega político que el
presidente Sánchez. Y utilizando discretamente esta baza ha logrado ningunear a
los demás ministros, para que el Gobierno sea algo exclusivo de los dos líderes
de la coalición social-comunista. Y mientras dure esa situación anómala, Pedro
Sánchez seguirá comulgando con ruedas de
molino y los demás ministros tendrán que conformarse con el papel de meros
convidados de piedra.
Por supuesto que los miembros del Ejecutivo adscritos al PSOE vienen
protestando regularmente contra el vicepresidente segundo, al que acusan de deslealtad
por condicionar la gobernabilidad de España. Pero el presidente Sánchez sorprendentemente
hace caso omiso de esas protestas y al final se hace, no sé si de buena o mala
gana, lo que dice su principal pesadilla, que no es otro que Pablo Iglesias.
Para demostrar que esto es así, no tenemos nada más que acudir al
borrador del decreto que creaba una comisión de 11 ministros para administrar
los 140.000 millones de euros prometidos por Bruselas para paliar el desastre
que ha causado la pandemia. Y como su nombre no aparecía en esa agrupación, el
inquisidor Pablo Iglesias se quejó exasperadamente ante los medios de
comunicación. Y en cuestión de muy pocos minutos, ¡qué casualidad!, se modificó
ese borrador, para sustituir esa comisión interministerial por todo el Consejo
de Ministros.
Tenemos que admitir que el dirigente bolivariano Pablo Iglesias ha tenido
un influjo determinante sobre un
presidente de Gobierno tan desconcertante como Pedro Sánchez. Primero, le
obligó a prescindir del apoyo de Ciudadanos y terminó imponiendo su particular punto
de vista, en asuntos tan sumamente trascendentales como el llamado ingreso
mínimo vital, los desahucios y el precio de los alquileres.
Y aunque alguno de sus ministros mostrara su indignación, el presidente
Sánchez se vio obligado a aceptar, como
si fuera algo normal, el blanqueamiento de Bildu. Y sin más complicaciones, por decisión de
Pablo Iglesias, los proetarras de Bildu, juntamente con los de ERC, terminaron consolidándose
como “un bloque de legislatura y de
dirección de Estado”.
Es de suponer que, si llega una oportunidad propicia, el presidente del
Gobierno tratará de deshacerse de tan molesto e impertinente compañero de viaje.
Y eso puede suceder precisamente, cuando estén operativos los Presupuestos
Generales del Estado, o al final de la presente legislatura. Y eso sería, claro
está, catastrófico para Podemos y para su líder. Para evitar semejante
desastre, Iglesias tratará de podemizar al PSOE, empujándole más y más hacia la
extrema izquierda.
Ni que decir tiene, que el diabólico Pablo Iglesias ya está haciendo todo
lo que puede, para que a Podemos no le pase lo que al Partido de la Refundación
Comunista de Italia que, por integrarse en el Gobierno del Partido Democrático
de Romano Prodi, acabó siendo una fuerza política extraparlamentaria. Y no
olvida, que algo parecido acaba de ocurrir recientemente en el Portugal con los
comunistas y con el devaluado Bloco de Esquerda, por haber formado parte del
Gobierno de Antonio Costa.
Y para sobrevivir personalmente y que su proyecto político no se
desmorone como un castillo de naipes, el vicepresidente segundo está intentando
sacar provecho de las carencias del presidente Sánchez. Tensará la cuerda todo lo
que pueda, porque quiere debilitarle aún más, para que siga necesitándole para
tener asegurada su continuidad en La Moncloa.
Es cierto que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se odian profundamente, pero
se necesitan. Lo malo es que, mientras chocan entre sí y se dan codazos, España
empeora a ojos vista, tanto en el plano sanitario, como en el político y, sobre
todo, en el plano económico. Y como quien no quiere la cosa, se han cargado
todas las instituciones públicas, llegando incluso a conculcar las leyes y
hasta la misma Constitución, para atacar a sus adversarios políticos.
Es lamentable, pero estamos desgraciadamente en manos de unos personajes tan
fatídicos y tan irresponsables como el presidente Sánchez y el insolente Pablo
Iglesias. Actúan como si estuvieran por encima del bien y del mal y, sin
embargo, no son nada más que unos impresentables y unos sinvergüenzas
redomados, que están ocasionando un daño irreparable a España y a los españoles.
Teniendo al frente del Gobierno a una persona tan endiosada como Pedro
Sánchez, es perfectamente normal que nos acordemos de los consejos magistrales que
Don Quijote dio a Sancho antes de hacerse cargo del Gobierno de la ínsula
Barataria. Éste fue el más importante y decisivo: “Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle
está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Y agregó: “Lo segundo, has de poner los ojos en quién
eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que
puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso
igualarse con el buey...”.
Sin la menor duda, los prohombres del PSOE conocían sobradamente al endiosado Pedro Sánchez. Sabían que era
muy orgulloso y que estaba tan pagado de sí mismo, que no iba a escuchar a
nadie. Y sin embargo, ¡qué le vamos a hacer!, le dejaron que iniciara
libremente el asalto a La Moncloa, con lo que eso podía llegar a significar. Y
ni siquiera se ocuparon en hacerle reflexionar, dándole estos u otros consejos similares.
Y aunque lamentablemente no impidieron entonces que semejante elemento
pusiera en peligro la estabilidad de España, esperamos, que recuperen ahora la
cordura y dejen de una puñetera vez de hacerle la ola, para que tenga que irse
a su casa y deje en paz a los españoles.
El ansia de poder de Sánchez, le ha llevado a pactar con el diablo.
ResponderEliminarSánchez no vale ni para concejal de pueblo, pero es capaz de cualquier cosa, para seguir disfrutando de la poltrona. Saludos
EliminarDos escorias que es necesario mandar a prisión por traición a la patria,y por corrupción y robo.Pero la culpa es de los que les votaron, saludos,
ResponderEliminarLo malo es que terminaran contaminando a la Justicia para quedar libres de polvo y paja. Está visto que quieren entrar a saco, eligiendo ellos a los miembros de Poder Judicial. Saludos
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