En el siglo V
a. C. apareció en la Grecia Antigua una corriente filosófica, los sofistas
que, como buenos maestros, iban de ciudad en ciudad, enseñando a la gente a
desenvolverse correctamente en los asuntos públicos. Entre los sofistas
más destacados o más conocidos, tenemos a Protágoras
y a Gorgias, que pasaron a la
historia como los padres del relativismo y del escepticismo.
Para Protágoras,
todo es relativo, porque “el hombre es la
medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son
en cuanto que no son”. Y Gorgias
fue un defensor firme del escepticismo, ya que al referirse a la naturaleza o
al no
ser, afirmó claramente que “nada
existe” y “si existiese no se podría
conocer” y “si se pudiese conocer no
se podría comunicar”. Lo que quiere decir, sin entrar en más detalles, que
la verdad objetiva no existe y tampoco la moral. No son nada más que mera
materia opinable.
Sin duda alguna, los sofistas eran auténticos especialistas
en el manejo del lenguaje y la elocuencia. Y esto les proporcionaba una
eficacia persuasiva verdaderamente extraordinaria, que les servía para salir
airosos en sus frecuentes enfrentamientos con sus adversarios políticos. Y los
acallaban, rebatiendo simplemente sus argumentos, sin preocuparse por la
verdad.
Y aunque no se comportaran como auténticos
filántropos, tampoco es que fueran demasiado cicateros o mezquinos con los
ciudadanos que pensaban dedicarse a la política. Pues es sabido que, a cambio
de un dinero, los instruían convenientemente, para que pudieran desenvolverse de
manera sagaz e inteligente en los diversos asuntos públicos. Y les enseñaban,
cómo no, la manera de elaborar discursos, aparentemente justos, aunque estén
completamente llenos de engaños y falsedades.
Es verdad que Pedro Sánchez no contó con el adiestramiento de aquellos
ilustres helenos, pero procura imitarlos
en todas sus apariciones públicas, para hacernos ver que se desvive por España
y por todos los españoles. Lo malo es que, hasta para simular eficientemente
una postura hace falta inteligencia. Y si no es así, tus argucias y tus
abundantes y llamativos sofismas te
harán quedar siempre en entredicho.
Y es precisamente su limitación dialéctica, la
que le lleva a restringir sus comparecencias públicas, porque sabe que así se
ahorra posibles abucheos y cantidad de críticas molestas. Y si necesita
aparecer en público para airear supuestos logros del Gobierno, una de dos: o busca
un auditorio apropiado, cosa que suele hacer frecuentemente; o, como pasó el
pasado 29 de diciembre en La Moncloa, impidiendo que los periodistas y los medios de comunicación que no son
afines puedan realizar preguntas.
En todo caso, debemos admitir que, con la posibilidad
de sacar adelante los Presupuestos para el año 2022, el endiosamiento del presidente Sánchez llegó a límites francamente inalcanzables. Y como piensa
que “sumar es la clave”, se sintió
tremendamente orgulloso de su capacidad para suscitar el consenso, ahí es nada,
entre “once fuerzas políticas que
representan las distintas sensibilidades” que hay en España.
Así que, sin esperar a más, aprovechó la
inauguración de la 143 Asamblea de las Mujeres de la Unión Internacional
Parlamentaria, que se celebraba en Madrid, para comunicar oficialmente
el consenso alcanzado con los Presupuestos Generales del Estado, sin
especificar, claro está, quienes eran sus socios. Y acto seguido, con la
intención de presumir y darse autobombo, sacó a relucir el “esfuerzo constante” y la “búsqueda
del diálogo y el consenso” que había realizado su Gobierno, “para hacer mejores políticas y mejorar la
vida de las personas y de nuestro país".
Para no desperdiciar los halagos de aquellas mujeres
y disfrutar de sus ferverosos aplausos, Pinocho Sánchez sacó rápidamente a colación, que su Ejecutivo siempre había
luchado contra la violencia machista, algo que es sumamente necesario, si
queremos acabar con la desigualdad entre géneros. Y añadió seguidamente: “la igualdad de género está en el ADN de
nuestro Gobierno y es un eje transversal de todas nuestras políticas".
Para dar mayor efectividad a su discurso, hizo “un llamamiento al consenso”,
advirtiendo, como no podía ser menos, que los desacuerdos y con la “falta de diálogo no podrá responderse a
ninguno de los grandes retos" de la sociedad actual. Y completó su
discurso, con el ruego de evitar cuidadosamente
“la polarización”, ya que
lleva a “la desconfianza” y es un
riesgo serio para la democracia.
En todo caso, debemos señalar que el PSOE, por
indicación expresa de Pedro Sánchez,
defiende abiertamente ese tipo de pactos con ERC y también con Bildu porque,
según dicen, “ETA ya no existe”. Y
aunque hay barones históricos que protestan por los acuerdos amañados con
Bildu, el PSOE en general está plenamente satisfecho con ese tipo de alianzas y
piensan mantenerlas indefinidamente, más
que nada, faltaría más, “por el bien de España”.
Está visto que el doctor de vía estrecha que
rige nuestros destinos recurre interesadamente a las argucias y a las falacias
de los antiguos sofistas griegos. Quiere hacernos ver que todos esos acuerdos
no buscan nada más que el interés de España y de los españoles. Comienza
afirmando que “sumar es la clave”. Y
por lo tanto, hay que “trabajar por
alcanzar mayorías que representen las distintas sensibilidades de un país no
para ser más, sino para hacer mejores políticas y mejorar la vida de las
personas y de nuestro país”.
Para mantenerse en el poder, Pedro Sánchez se ha aliado con el mejor
de cada casa. Ni con la famosa lámpara del cínico Diógenes, encontramos a un solo socio que sea medianamente honesto.
Son todos ultraizquierdistas, independentistas extremos o filoetarras, que
buscan incesantemente la desintegración de España y la desaparición de las
instituciones españolas más tradicionales, empezando por la monarquía.
Y aunque confiesan explícitamente que están en
contra de la unidad de España y quieren dar carpetazo a la dichosa Transición
democrática española, el presidente Sánchez
sigue en sus trece y dice que hay que dialogar con esas fuerzas díscolas. Y
para que ese diálogo sea efectivo y podamos recuperar nuevamente la convivencia, es preciso hacer ciertas
concesiones, porque ahora más que nunca, “todos
los apoyos son precisos en un momento en el que debemos unirnos para proteger
vidas y empleos y para recuperar nuestra economía".
Todos sabemos que Pedro Sánchez es un egoísta empedernido
y que, por lo tanto, solo busca permanecer el mayor tiempo posible al frente
del Gobierno. Hará verdaderas cabriolas para hacernos creer que se preocupa
constantemente por nuestros problemas, cuando sabemos que le importa un bledo
la economía española y que pasa olímpicamente de España.
Es más que sabido que a Pedro Sánchez solo le interesa Pedro
Sánchez. Y justamente por eso, seguirá compadreando con toda esa serie
extraña de extremistas, haciéndoles concesiones para poder disfrutar incondicionalmente de la bicoca del poder.
Cualquier cosa antes que contrariar a sus socios de ERC, llegando incluso a dar
la espalda al español en Cataluña. Y pasa algo muy similar con los filoetarras
de Bildu.
Para normalizar la convivencia en el País Vasco
y contar con el apoyo de Arnaldo Otegi
y de sus huestes, se olvida de las sufridas víctimas de ETA y centra toda su
atención en mejorar la situación de los presos etarras, trasladándoles a
cárceles vascas para beneficiar considerablemente su situación penitenciaria. Y
todo, digámoslo alto y claro de una vez, para
prolongar su permanencia al frente del poder.
No obstante, el desvergonzado presidente procurará
utilizar indiscriminadamente su palabrería hueca para hacernos comprender que,
gracias a sus desvelos, estamos saliendo airosos de la crisis originada por la
pandemia. De momento, qué le vamos a hacer, tenemos que contentarnos con
empezar el año 2022, ocupando la cola de
la recuperación económica, porque este Gobierno no da para más, ya que no
cumple ni hace cumplir lo que prometió con toda solemnidad, cuando llegó a La Moncloa.
Gijón, 6 de enero de 2022
Cultiva muy bien la fachada, pero todos sabemos lo que hay detrás.
ResponderEliminarEs lo único que le queda, el plumaje del pavo real. Lo demás lo perdió todo, hasta la dignidad.
EliminarYo a Pedro Sánchez.lo catalogaria como un verdadero cínico,lo de sofista le viene grande a este aprendiz de Maquiavelo.saludos.
ResponderEliminarHasta para ser cínico hace falta bastante más inteligencia de la que goza este miserable. Saludos
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