Tenemos que
aceptar que, entre los miembros de ese conclave de jerarcas insaciables que
siempre quieren más y aspiran a dominar el mundo, está el multimillonario George Soros. Quizás no sea tan conocido,
ni tan popular como el financiero Bill
Gates. Pero eso sí, cuando se proponen elaborar el tablero geopolítico
global, comparten las mismas teorías conspirativas, que son prácticamente
iguales a las del resto de este tipo de mandatarios figurones.
Aunque el
magnate húngaro-estadounidense Soros
está conspirando en más de medio mundo, tenemos que reconocer que España es
precisamente uno de sus objetivos preferentes. Y se le acusa, entre otras
cosas, de estar detrás de todas las
iniciativas que guardan relación con el ‘gran reseteo’ del globalismo. Y
para garantizar el ‘gran reinicio’, busca la manera de fragmentar la sociedad, ahondando las
diferencias que hay entre los hombres y las mujeres, con la trasnochada
ideología de género.
Cuando no hay confianza entre la pareja, se
desestabiliza la familia, que es uno de los objetivos básicos del magnate
húngaro-estadounidense George Soros.
Y eso le lleva, cómo no, a romper la institución familiar, a incrementar lo más
posible el número de abortos y, para que no falte nada, a fomentar
descaradamente la inmigración irregular, haciendo creer a los que llegan de
otros países que, sin necesidad de trabajar, van a vivir en España mejor que
Alicia en el País de las Maravillas.
Para manejar
más fácilmente a los ciudadanos y conseguir un mundo más igualitario y
saludable, el gerifalte Soros, se ha
propuesto acabar con la familia, borrando para siempre los conceptos de Dios y
de patria y haciendo partícipes a los niños de la nueva ciencia LGTB. Y para
alcanzar los Objetivos de Desarrollo
Sostenible de la Agenda 2030, pretende debilitar al máximo el Estado, convirtiéndolo
en un simple satélite de esa élite mundial.
Para
conquistar semejantes retos, George
Soros y sus compinches tratan de
distraer a la opinión pública. Y en esta ocasión, tal como refleja el informe
Davos 21, contaron con la imprevista ayuda del coronavirus. El miedo
provocado por esa tragedia sanitaria, ha doblegado a la población, obligándola a
aceptar diversos cambios sin rechistar. A partir de ahora, todos esos magnates
multimillonarios aprovecharán intencionadamente esa circunstancia, para
aumentar su poder y sus beneficios y para imponer por las bravas un sistema
totalitario a nivel global.
Y no cabe la
menor duda que el plan del mandatario Soros
ha triunfado plenamente en España, y tenemos muchas personas que trabajan por
esa causa, algunas hasta sin saberlo. Tal es así que, en España, la Agenda 2030 tiene un Ministerio
propio, que estuvo en manos del vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo
Iglesias, y que ahora está regentado por Ione
Belarra Urteaga. Y querámoslo o no, creen ciegamente en las predicciones
del Foro Económico y Mundial de Davos,
dando por buena, incluso, a esta expresión: “En 2030 no tendrás nada y serás
feliz”.
Y como no podía ser menos, Pedro Sánchez, aguijoneado
por su obsesión patológica por el poder, pasó inmediatamente a desempeñar el
papel de leal siervo del preboste George
Soros. A partir de ese momento político,
el ‘ocupa’ de La Moncloa asumió con entusiasmo la tarea de construir una
sociedad española nueva, adaptada a las pretensiones de ese impertérrito cenáculo
de multimillonarios que defienden interesadamente el globalismo. Y como, al
parecer, los españoles somos todos tontos de remate, aprovechó esa coyuntura, para
hacer de España su finca particular y colmar así su desmedida ambición de
poder.
Para lograr ese
objetivo, el avaricioso presidente del Gobierno necesitaba, por supuesto,
anestesiar a toda la sociedad para evitar sus protestas. Y tenía que rematar su
actuación, silenciando al Parlamento y sometiendo al Poder Judicial y a las
fuerzas de seguridad. Para conseguir esos retos y no dejar ningún cabo suelto, contaba
con el apoyo de Unidas Podemos y de los que buscan desesperadamente romper la
unidad de España, como es el caso de los golpistas y secesionistas, y de los
filoetarras o herederos de ETA.
Claro que,
para transformar la sociedad y conservar indefinidamente esa situación y
mantenerse en el Poder, el malabarista Pedro
Sánchez precisa algo más que su habitual palabrería hueca. Necesita ante
todo, aparentar que lucha contra la pobreza y que busca la manera de reducir las
desigualdades. Es igualmente necesario que todos los ciudadanos disfruten de
las mismas oportunidades, sin tener en cuenta, claro está, ni su origen, ni su
orientación sexual o identidad de género. Y por descontado, también hay que
alcanzar una igualdad plena entre hombres y mujeres.
Para no
fallar y lograr semejante propósito, el presidente Sánchez defiende con verdadero entusiasmo el Nuevo Orden Mundial,
impulsado por esa camarilla de insolentes multimillonarios, que pretenden
romper la cohesión social e imponer el pensamiento obligatorio. Y eso le lleva
realmente, como ya hemos visto, a utilizar la pandemia con la malévola
intención de fraccionar nuestra sociedad para controlarla mejor. Sin ir más
lejos, se aprovechó del confinamiento ilegal del estado de alarma, para
aislarnos en casa y para promulgar, a base de decretazo limpio, nada menos que
treinta y cuatro leyes diferentes.
Y revestido
con los ropajes del progresismo más barato e insolidario, el presidente actual
del Gobierno, comenzó sin más a cumplir
las consignas del chantajista George
Soros. Y todos sabemos que una de las prioridades de este desvergonzado
magnate es construir sociedades extremadamente débiles, cuyos individuos vivan
aislados y enfrentados unos contra otros. Los seres humanos desenraizados de la
familia y de la sociedad en la que viven, pierden la capacidad de pensar y hasta
son incapaces de protestar y, por lo tanto, son mucho más obedientes y mucho
más fáciles de controlar y de camelar.
Pero Pedro Sánchez no se queda ahí y
aprovecha también la ideología de género para corromper también a la pareja. Es
evidente que, si dinamitamos el entendimiento entre los hombres y las mujeres, desaparecerá
la confianza mutua y habremos asegurado la limitación de nacimientos. Y eso es
justamente lo que busca esa partida de avaros magnates, mantener el aborto e
instaurar la eutanasia, que son auténticos asesinatos. En todo caso, como no
quieren asustar, procuran dulcificar las palabras y hablan de ‘salud
reproductiva’ y de ‘muerte digna’.
Y para que no
le tilden de pacato, el ambicioso presidente Sánchez va mucho más lejos y, además de cercenar el derecho
inalienable de los padres a elegir la educación de sus hijos, transfiere la
ideología de género sobre la infancia y sus juegos, y afirma tranquilamente,
ahí es nada, que tu no naces ni hombre ni mujer y que puedes ir cambiando a
merced de tus deseos. Y por si esto fuera poco, atribuye al aborto, a la agenda
LGTB y a la sexualización de los niños, nada menos que efectos benéficos sobre
el cambio climático. Y remata la faena, intentando incluir la perspectiva de
género y el sentido emocional, en la
asignatura de Matemáticas.
Es
verdaderamente lamentable que, en un momento político, social y económico tan
complicado como éste, tengamos en la Presidencia del Gobierno a un personaje
tan inútil e irresponsable como Pedro
Sánchez, que está más atento a conservar el poder que a servir a España. Y
claro, así nos va. Si nos hacemos caso del Fondo Monetario Internacional, que
creo que no es nada sospechoso, debemos admitir que, en toda la Unión Europea
no hay ninguna economía que haya tenido tantas pérdidas de PIB como la
española. Y para mayor desgracia, ocupamos la cabeza en inflación y la cola en
recuperación.
De todos
modos, hay que señalar que los psicópatas, como es el caso del presidente Sánchez, nunca tienen la culpa de nada.
Su narcisismo patológico le mantiene siempre muy por encima de los
acontecimientos reales. Así que perdemos desgraciadamente el tiempo, si
esperamos que asuma algún tipo de responsabilidad por los pésimos resultados económicos
que padecemos, gracias a su desafortunada gestión.
Antes de la
invasión de Ucrania por Rusia, echaba la culpa de la desastrosa evolución de
nuestra economía a la pandemia. Ahora, sin embargo, ante los ataques brutales
que sufren injustamente los ucranianos,
el inmarcesible y sempiterno Pedro
Sánchez tiene la desfachatez de culpar a Putin de la subida excesiva de la inflación, y de los precios
astronómicos de la energía y de los carburantes.
A pesar de
todo, es completamente absurdo, achacar al coronavirus el deterioro fulminante
que sufrió nuestra economía. Para empezar, la funesta epidemia, provocada por
el coronavirus, afectó por igual a todos los países de Europa y, sin embargo, en
ninguno de ellos se produjo una contracción tan drástica de la economía como en
España. Y pasa tres cuartos de lo mismo con la guerra ucraniana. Cuando Vladimir Putin comenzó a bombardear
Ucrania, ya llevábamos meses estando en máximos históricos tanto en inflación
como en los precios de la luz y de los
distintos combustibles. Tendrá que buscar otra disculpa más creíble.
Una de dos, o
el presidente del Gobierno socialcomunista y sus ministros son incapaces de
aportar una solución viable al problema económico que soportamos, o buscan
expresamente el empobrecimiento de los sufridos ciudadanos. También puede darse
el caso, por qué no, que sean ambas
causas a la vez. En cualquier caso, es evidente que a los socialistas, qué le
vamos a hacer, les gusta elevar el nivel de pobreza lo más posible, porque los
pobres son mucho más dóciles y manejables, si se les proporciona lo
indispensable para subsistir. Como dijo Winston
Churchill, “la virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto
de la miseria”.
Es público y
notorio que el impresentable Sánchez
está al cabo de la calle que, la subida desproporcionada de los impuestos, lleva
consigo inevitablemente un aumento progresivo e imparable de la pobreza. De
modo que trata de justificar esa desbocada
escalada de esas cargas impositivas sin asustar a los ciudadanos,
gastando sin control alguno y endeudándonos hasta límites insostenibles.
Y no contento
con esto, el aprendiz de brujo que nos gobierna, resucita nuevamente la vieja ‘lucha de clases’ para dividir a
las personas entre ricos y pobres. Y completa la faena, digámoslo claramente,
acabando con la molesta e indisciplinada clase media. Es verdad que, una vez
que desaparezca la clase social que cuenta con un nivel socioeconómico medio,
crecerá aún más el número de descontentos. Pero le da igual, porque sabe que
así cuenta con el apoyo de los pobres para expoliar sin miramiento alguno a los ricos. Y así
fue como Pedro Sánchez llegó a los Mundos de Yupi de la mano de Soros.
Vamos de mal en peor.
ResponderEliminarO mucho cambian las cosas, o Sánchez nos lleva directamente al precipicio
EliminarEsta basura moral que gobierna nuestra patria,se aliaria con el mismísimo Satanás para retener el poder.Una prueba es su bajada de pantalones ante Marueco,por el tema del Sáhara,saludos.
ResponderEliminarLo malo es que no tenemos remedio posible, porque el farsante Sánchez cuanta con el apoyo de todos los anti España que viven a costa de los españoles. Saludos
ResponderEliminar