Valiéndose de un supuesto ermitaño persa, llamado Zaratustra
(Zoroastro para los griegos), Friedrich Nietzsche crea un nuevo
personaje, al que llama superhombre,
porque es capaz de superarse a sí mismo y de establecer su propio sistema de
valores. Y se dedicó sin más, tal como se indica en Así habló Zaratustra, que es el libro más importante del
filósofo alemán, a buscar la manera de acabar con ese estado suicida de
conformismo y resignación en que han caído los hombres, por los sucesos que
ocurren constantemente a su alrededor.
Para conseguir semejante
propósito, esta insólita celebridad intentaría en primer lugar sacar a las
personas más débiles de esa especie de gregarismo y de moral de siervos que las
esclaviza. Precisamente por eso, procura hacer ver a los hombres que, si de
verdad quieren alcanzar la libertad plena y ofrecer a la humanidad un insólito
y glorioso ideal, deben destruir previamente los valores tradicionales que
ha impuesto la cultura occidental. Y les advierte que, mientras estén
condicionados por los conceptos del Bien y del Mal, estarán incapacitados para determinar
lo que es bueno o malo, según su propia percepción.
Es evidente que el superhombre creado por Nietzsche
no se limita simplemente a dar consejos a los hombres. Desea además que todos ellos,
sin excepción, le imiten y se conviertan también en auténticos Superhombres. Pero es muy exigente y
les pide, cómo no, que abandonen con valentía las teorías caducas e injustas
que los encadenan y que les impide transformarse en amos de sí mismos.
Y no terminan aquí las
pretensiones intransigentes de este superhombre,
que actúa desde las páginas de Así
habló Zaratustra. El que esté plenamente decidido a ser él mismo y contar
con algo más que un pasado inane detrás de sí y un futuro indeciso y oscuro por
delante, tiene que dar la vuelta a la moral de esclavos, ser artífice de su
propio sistema de valores y aceptar con entereza la supuesta muerte de Dios. Es
más, está obligado a asumir riesgos, llegando incluso a despreciar su propia
muerte y a no confiar nada más que en sí mismo.
Es indudable, que el superhombre que llena las páginas de Así
habló Zaratustra no es nada más que un personaje ficticio, creado por
la mente un tanto exaltada y calenturienta de un psicópata de libro, como Friedrich
Nietzsche. Lo que quiere decir, que estamos ante un superhombre totalmente imaginario que no guarda relación alguna
con ese fracasado gurú que nos gobierna, que trata de sorprendernos, afirmando
que es todo un superdotado.
Desde que aterrizó en La
Moncloa, Pedro Sánchez no ha hecho más que presumir de su estampa y de
ser todo un dechado de virtudes. Y como piensa que no hay nadie que le iguala en capacidad,
inteligencia y sabiduría, tiene la tremenda desfachatez de asegurar que los
españoles tenemos la inmensa fortuna de tener por líder y guía nada menos que
al mejor de los superhombres
posibles. Y pretende, quién lo iba a decir, que agradezcamos sinceramente su
desinteresada gestión y sus desvelos.
Es lógico, por lo tanto, que
un orgulloso como Pedro Sánchez, dejándose llevar por su insaciable
deseo de aparentar, pretenda idealizar y magnificar su faceta ‘institucional y humana’, en una serie
documental propagandista, similar a la ofrecida en su día por el futbolista Sergio
Ramos. Y esta comunicación política especial, será emitida próximamente por
televisión española, para mayor honra y gloria de nuestro presunto líder
carismático. Será una imitación, más o menos oportuna, del antiguo NO-DO que,
de manera invariable, precedía a la proyección de los distintos largometrajes.
Después de todo, resulta
verdaderamente lamentable y dramático, que un personaje tan engreído y
endiosado como el presidente Sánchez, no se haya enterado aún, que
está en manos de unos chiquilicuatres cualesquiera, que lo están llevando directamente
al suicidio político. Y todo, por dejarse arrastrar por la tropa de Esquerra,
por la banda de Arnaldo Otegui y por los comunistas de Podemos. Ahora ya
no puede ni salir a la calle sin que le increpen ruidosamente y le silben. Y esto
tiene que ser, creo yo, todo un auténtico martirio para el inquilino de La
Moncloa, porque es incapaz de soportar cualquier tipo de crítica adversa.
Y como a Pedro Sánchez
todo le resbala y no piensa nada más que en sí mismo, está siendo un nefasto
dirigente. Y para rematar la faena, actúa invariablemente dejándose llevar por su desmedido orgullo y por su colosal perfidia.
Es muy posible que le sobre talento, pero hasta ahora, qué le vamos a hacer, no
lo ha utilizado nada más que para mentir y para embaucar a la masa borreguil
que, a pesar de todo, sigue ciegamente sus maliciosas consignas.
No
obstante es muy sorprendente que el inquilino actual de La Moncloa, que es tan
egoísta y que vive por y para llamar la atención de los demás, haya tenido que
recurrir al plagio para escribir su tesis doctoral. Y también es muy sospechoso
que haya tenido que servirse de la escritora Irene Lozano, para dar “forma
literaria” al libro Manual de resistencia que lleva su
firma. Claro que siempre hay cosas incomprensibles, y ésta es una de ellas.
Es
preciso reconocer que Pedro Sánchez no reúne las condiciones personales
que se precisan, para ser un buen presidente del Gobierno, y menos, en un
momento tan complicado como éste. Y de hecho, está resultando ser un pésimo jefe
del Ejecutivo. Podría haber desempeñado correctamente, por qué no, otra
ocupación cualquiera. Por su manera de gesticular y de andar, sabemos que su
envanecimiento no tiene límites. Y como además tiene un carácter frio y manipulador, podemos decir,
sin miedo a equivocarnos, que podía haber llegado a ser todo un magnífico
portero de discoteca.
De
todos modos, tenemos que destacar, que hay una enorme diferencia entre el superhombre
creado por Nietzsche
y el que representa Pedro Sánchez. El superhombre
que encontramos en Así habló Zaratustra, en vez de ser mezquino y cicatero, es extremadamente
generoso, y busca la manera de encandilar a los demás hombres para que le imiten,
se liberen y se transformen seguidamente en indiscutibles amos de sí mismos.
El pretendido superhombre que ocupa la Presidencia
del Gobierno, en cambio, es tremendamente egoísta y no quiere en absoluto
ninguna clase de competencia. Y como solo se preocupa por su interés personal, procura
evitar que los ciudadanos prosperen y sientan la tentación de abandonar el
gregarismo y la esclavitud. Y esto le lleva a utilizar maliciosamente, tanto la
desinformación, como las instituciones públicas, para imponer los nuevos dogmas
de la igualdad, del feminismo radical, del globalismo y hasta del cambio
climático y del impresentable movimiento de liberación LGBT.
Y para evitar cualquier sorpresa
desagradable, el presidente Sánchez permite que afloren sus conocidos
instintos tiránicos, arrogándose el derecho a intervenir, para filtrar la
información que reciben los ciudadanos y, faltaría más, establecer qué es lo
que se puede decir y qué no. Y si fuese preciso, también retorcería la ley,
para adoptar las medidas precisas que cautiven a la sociedad y la conviertan
sin más en un rebaño dócil y servil, que acepte sumisamente y sin reserva alguna el pensamiento único,
marcado por el Gobierno.
No cabe la menor duda que el
ambicioso y desquiciado Pedro Sánchez anhela hacerse con un amplio redil
y llenarlo lo antes posible de resignados y obedientes borregos, a los que hay
que formar y adoctrinar para que se sientan bien en su rol de esclavos y acepten
sin rechistar la voz de su amo. Y para eso, hay que ser diligentes y comenzar a
educar a la sociedad desde su más tierna infancia.
Pero se da la circunstancia,
que el presidente Sánchez no es capaz de tomar decisiones propias, aunque no sabemos si es por mera comodidad o
vagancia, o porque su inteligencia no da para más. En cualquier caso, recurre
infaliblemente al consabido plagio. Y la reforma de la educación, por supuesto,
no podía ser una excepción. Así que, para alumbrar una nueva Ley de Educación,
entró a saco sin miramiento alguno, en el conocido modelo de las “escuelas bolivarianas”, implantado por
Hugo Chávez en Venezuela.
Y el resultado de esa Ley
Orgánica de Educación, la LOMLOE, también conocida como Ley Celaá, será aún más catastrófico
para nuestro ya deficiente sistema educativo, entre otras cosas, por la obsesión
del Gobierno por imponer la perspectiva
de género ya en primaria. Si a la rebaja sustancial de los contenidos
académicos, agregamos la ideologización de la enseñanza y la eliminación del
esfuerzo personal, tiene que aumentar necesariamente la mediocridad en las
aulas. Y el desastre estará garantizado, al poder conseguir los títulos de la
ESO y Bachillerato, sin tener aprobadas todas las asignaturas.
Desde el punto de vista de
la nueva izquierda, importa realmente muy poco la supresión de la asignatura de
Filosofía, que enseña a reflexionar. Pasa exactamente lo mismo con la
devaluación del latín y la supresión de una buena parte de la Historia en
Bachillerato. Tampoco hay que preocuparse por la desaparición de los números
romanos, el redondeo y la regla de tres. Y no pasa nada si nos olvidamos de los
prefijos y los sufijos y prescindimos de los dictados, aunque sean importantes
para el conocimiento de la ortografía. El socialcomunismo está obsesionado, eso
sí, por conseguir el sometimiento moral de los alumnos.
Lo del presidente Sánchez
y su Gobierno de aficionados es todo así. Le falta naturalidad y finge
perennemente estar muy por encima de los demás. De ahí ese pavoneo artificial
cuando le vemos caminar por cualquier alfombra palaciega. Pero tiene la mala
suerte que todo le sale al revés y
estropea todo lo que toca.
Al daño inconmensurable que
ha hecho a la educación, tenemos que agregar los destrozos causados a la economía española, colocándonos
irremediablemente a la cola delos países de
nuestro entorno. Como consecuencia de su gestión, hemos destruido más
empresas que nadie y sobrepasamos a todos en parados. Y ya de puestos, también
encabezamos la lista en deuda pública, en inflación y, para que no falte nada, tampoco
hay quien nos gane en pobreza.
Y nos encontramos hoy día
con todos esos desaguisados, que tienen difícil solución, porque a Pedro
Sánchez se le antojó hacer algo que le quedaba demasiado grande para su
capacidad. Creía ser más listo e inteligente que nadie y todo un auténtico superhombre, y resulta que no es
nada más que un pelanas normal, como otro cualquiera.
Gijón, 29 de mayo de 2022
José Luis Valladares
Fernández
Lo de quita la asignatura de filosofía es una total aberración,pero que se puede esperar de esta banda de trileros que gobierna la nación,que dio al mundo un filósofo llamado Séneca.un saludo,
ResponderEliminarComo este mastuerzo siga mucho tiempo al frente del Gobierno, los españoles terminamos otra vez en la edad de piedra. Saludos
EliminarEfectivamente parece un elefante en una cacharrería.
ResponderEliminarEstá visto que, para semejante merluzo, todos los españoles somos tontos y nos trata como a tales
EliminarMe gusta leerte Aunque poco se de lo que pasa. El verano se mete en la mente y los problemas si los hay no los entiendo
EliminarMe encanta leerte
Muchas gracias
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