La división clásica de los poderes del Estado fue articulada por Carlos de Secondat, el famoso Barón de Montesquieu, para defender a los nobles franceses del absolutismo ilustrado de Luis XIV. División de poderes que, con el tiempo, se extendió al resto de países auténticamente democráticos. Aquí en España, con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que el PSOE realizó en 1985, se puso fin a esa división de poderes, dando pie a aquella famosa y gráfica frase de Alfonso Guerra: “Montesquieu ha muerto”.
Con esta reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se degrada nuestra democracia lo suficiente, para que alguno de los derechos fundamentales de las personas dependa del capricho voluble del gobernante de turno. Y, por lo que parece, con Zapatero en la cúpula del poder, el Estado de derecho es algo meramente fantasmagórico, reducido casi siempre a una pura farsa kafkiana, que arrastra a la justicia española al desprestigio más absoluto.
No es verdad la afirmación que hace Zapatero desde Lanzarote, refiriéndose al Partido popular. “Saben, -dice- que, afortunadamente, tenemos una justicia que funciona conforme a los criterios del Estado de Derecho”. Así debiera ser, pero se da el caso de que, de una manera u otra, es poco menos que imposible que un juez pueda sustraerse a la influencia de quien le ha ascendido o pueda ascenderle próximamente. Todos sabemos que la condición humana es muy débil y se deja llevar muy fácilmente por cualquier interés inmediato. Y, por otro lado, el Gobierno actual ha demostrado fehacientemente que carece de cualquier clase de escrúpulos a la hora de tomar decisiones interesadas.
Sin estas premisas, es imposible entender el ensañamiento contra unos miembros del Partido Popular balear, relacionadas con un velódromo de Mallorca, a los que han exhibido esposados, con verdadera fruición y de una manera totalmente bochornosa. Estos modos, según la propia policía, solamente se utilizan con criminales muy peligrosos y con riesgo de huida.. Y nadie puede creer que, por pura casualidad, pasaran por allí las cámaras de televisión, cuando estas personas eran conducidas de esa guisa ante el juez. Y si, como dijo Rubalcaba de una manera airada contestando a las acusaciones de Rajoy, hubo personas que se excedieron y que no respetaron las normas de prudencia dictadas, ya tardan en dar el mismo trato a los responsables de tan lamentable desaguisado. Solamente así serían creíbles las palabras de Rubalcaba y plausible la inocencia del Gobierno.
Desde el PSOE, siguiendo quizás consignas emanadas de la Moncloa, se buscan desesperadamente casos de corrupción en miembros del PP. Y, a ser posible, entre dirigentes, cuanto de mayor rango mejor. Los necesitan como el comer para, así, disimular sus propias miserias y evitar que, en un futuro muy próximo, puedan desplazarlos del poder. Y, sobre todo, necesitan que haya mucho ruido y muchas alharacas, para que los españoles olvidemos momentáneamente nuestra delicada situación económica.
Seguro que, dentro del Partido Popular, puede haber algún desaprensivo, como en el PSOE y en cualquier otro partido, que, en el ejercicio de sus responsabilidades políticas, se olvide de las buenas maneras y se aproveche ilegalmente de las circunstancias. Y es normal que, a quien haga esto, se le aparte definitivamente de la vida política, y se le sancione de acuerdo con nuestras leyes. Pero sin discriminar a nadie de un modo tan abusivo como ha ocurrido con estos políticos de Baleares por el simple hecho de ser afiliados del PP.
De todos modos, los casos de corrupción que se puedan achacar a miembros irresponsables del PP, con seguridad, serán siempre menos numerosos y de menor entidad que los cometidos por el PSOE desde la transición. Hasta ahora, y que se sepa, el PP no se ha financiado nunca cobrando ilegalmente prebendas y pagos a cuenta. Y esto no lo pueden decir otros. A todo esto hay que agregar que los casos denunciados e investigados por corrupción en el Partido Popular hasta hoy, los más sonados, han quedado en nada, en mucho ruido y muy pocas nueces.
Uno de los casos más llamativos fue, hace ya años, el asunto del lino. Se trató de involucrar a gente muy importante del PP, entre ellas a la comisaria europea Loyola de Palacio. Y Loyola desgraciadamente murió antes de que los jueces dictaminaran que aquí había solamente ruido, sin ninguna nuez.
Andando el tiempo, apareció el caso Gürtel. Veremos a ver en que queda la versión madrileña. Por de pronto, la versión valenciana terminó en nada. El archivo de esta causa olió a cuerno quemado en el PSOE y supuso un fuerte dolor de hígado para la vicepresidenta Fernández de la Vega, que anunció, desde el extranjero, un recurso inmediato de la Fiscalía. Como necesitan del escándalo permanente, por si no prospera este recurso, arrecian sus ataques contra Rita Barberá.
A la vez que suben de tono las acusaciones contra la alcaldesa de Valencia, nos llegan las imágenes de televisión mostrando la conducción de unos miembros del PP balear, incomprensiblemente esposados. Alguien permitió que se les esposara y alguien pasó aviso para que las cámaras inmortalizaran tan miserable humillación. Contrasta el trato vejatorio dispensado a estos afiliados del Partido popular con el que, en su día, se dio a las personas de Unión Mallorquina, imputadas por importes muy superiores a los que se atribuyen a los detenidos en la operación Espada.
Posiblemente, como pasó con el caso del lino y las falsas denuncias de Canarias, tampoco haya nueces en el caso Gúrtel, ni en lo de Baleares. Y, si las hay, serán muy pocas. Donde sí hay bastantes más nueces que ruido es en el PSOE. Después de los cien años de honradez, vino el lio de las basuras denunciado por Alonso Puerta; vino la Cruz Roja, el Boletín Oficial del Estado, la Expo de Sevilla, los fondos reservados y también, y sobre todo, apareció Filesa. ¿Hay quién dé más? ¡Qué razón tiene el dicho popular de que donde hay brasas, siempre queda un rescoldo!
Aún cabe otra pregunta más: las condonaciones bancarias a partidos políticos ¿pueden considerarse como regalos? Porque ha habido condonaciones de deudas bancarias o descubiertos, alguna por cierto muy famosa. Los trajes y bolsos valencianos es pura nadería si lo comparamos con los importes perdonados a determinadas federaciones del PSOE por alguna Caja de Ahorros.
Barrillos de las Arrimadas, 12 de agosto de 2009
José Luis Valladares Fernández
Con esta reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se degrada nuestra democracia lo suficiente, para que alguno de los derechos fundamentales de las personas dependa del capricho voluble del gobernante de turno. Y, por lo que parece, con Zapatero en la cúpula del poder, el Estado de derecho es algo meramente fantasmagórico, reducido casi siempre a una pura farsa kafkiana, que arrastra a la justicia española al desprestigio más absoluto.
No es verdad la afirmación que hace Zapatero desde Lanzarote, refiriéndose al Partido popular. “Saben, -dice- que, afortunadamente, tenemos una justicia que funciona conforme a los criterios del Estado de Derecho”. Así debiera ser, pero se da el caso de que, de una manera u otra, es poco menos que imposible que un juez pueda sustraerse a la influencia de quien le ha ascendido o pueda ascenderle próximamente. Todos sabemos que la condición humana es muy débil y se deja llevar muy fácilmente por cualquier interés inmediato. Y, por otro lado, el Gobierno actual ha demostrado fehacientemente que carece de cualquier clase de escrúpulos a la hora de tomar decisiones interesadas.
Sin estas premisas, es imposible entender el ensañamiento contra unos miembros del Partido Popular balear, relacionadas con un velódromo de Mallorca, a los que han exhibido esposados, con verdadera fruición y de una manera totalmente bochornosa. Estos modos, según la propia policía, solamente se utilizan con criminales muy peligrosos y con riesgo de huida.. Y nadie puede creer que, por pura casualidad, pasaran por allí las cámaras de televisión, cuando estas personas eran conducidas de esa guisa ante el juez. Y si, como dijo Rubalcaba de una manera airada contestando a las acusaciones de Rajoy, hubo personas que se excedieron y que no respetaron las normas de prudencia dictadas, ya tardan en dar el mismo trato a los responsables de tan lamentable desaguisado. Solamente así serían creíbles las palabras de Rubalcaba y plausible la inocencia del Gobierno.
Desde el PSOE, siguiendo quizás consignas emanadas de la Moncloa, se buscan desesperadamente casos de corrupción en miembros del PP. Y, a ser posible, entre dirigentes, cuanto de mayor rango mejor. Los necesitan como el comer para, así, disimular sus propias miserias y evitar que, en un futuro muy próximo, puedan desplazarlos del poder. Y, sobre todo, necesitan que haya mucho ruido y muchas alharacas, para que los españoles olvidemos momentáneamente nuestra delicada situación económica.
Seguro que, dentro del Partido Popular, puede haber algún desaprensivo, como en el PSOE y en cualquier otro partido, que, en el ejercicio de sus responsabilidades políticas, se olvide de las buenas maneras y se aproveche ilegalmente de las circunstancias. Y es normal que, a quien haga esto, se le aparte definitivamente de la vida política, y se le sancione de acuerdo con nuestras leyes. Pero sin discriminar a nadie de un modo tan abusivo como ha ocurrido con estos políticos de Baleares por el simple hecho de ser afiliados del PP.
De todos modos, los casos de corrupción que se puedan achacar a miembros irresponsables del PP, con seguridad, serán siempre menos numerosos y de menor entidad que los cometidos por el PSOE desde la transición. Hasta ahora, y que se sepa, el PP no se ha financiado nunca cobrando ilegalmente prebendas y pagos a cuenta. Y esto no lo pueden decir otros. A todo esto hay que agregar que los casos denunciados e investigados por corrupción en el Partido Popular hasta hoy, los más sonados, han quedado en nada, en mucho ruido y muy pocas nueces.
Uno de los casos más llamativos fue, hace ya años, el asunto del lino. Se trató de involucrar a gente muy importante del PP, entre ellas a la comisaria europea Loyola de Palacio. Y Loyola desgraciadamente murió antes de que los jueces dictaminaran que aquí había solamente ruido, sin ninguna nuez.
Andando el tiempo, apareció el caso Gürtel. Veremos a ver en que queda la versión madrileña. Por de pronto, la versión valenciana terminó en nada. El archivo de esta causa olió a cuerno quemado en el PSOE y supuso un fuerte dolor de hígado para la vicepresidenta Fernández de la Vega, que anunció, desde el extranjero, un recurso inmediato de la Fiscalía. Como necesitan del escándalo permanente, por si no prospera este recurso, arrecian sus ataques contra Rita Barberá.
A la vez que suben de tono las acusaciones contra la alcaldesa de Valencia, nos llegan las imágenes de televisión mostrando la conducción de unos miembros del PP balear, incomprensiblemente esposados. Alguien permitió que se les esposara y alguien pasó aviso para que las cámaras inmortalizaran tan miserable humillación. Contrasta el trato vejatorio dispensado a estos afiliados del Partido popular con el que, en su día, se dio a las personas de Unión Mallorquina, imputadas por importes muy superiores a los que se atribuyen a los detenidos en la operación Espada.
Posiblemente, como pasó con el caso del lino y las falsas denuncias de Canarias, tampoco haya nueces en el caso Gúrtel, ni en lo de Baleares. Y, si las hay, serán muy pocas. Donde sí hay bastantes más nueces que ruido es en el PSOE. Después de los cien años de honradez, vino el lio de las basuras denunciado por Alonso Puerta; vino la Cruz Roja, el Boletín Oficial del Estado, la Expo de Sevilla, los fondos reservados y también, y sobre todo, apareció Filesa. ¿Hay quién dé más? ¡Qué razón tiene el dicho popular de que donde hay brasas, siempre queda un rescoldo!
Aún cabe otra pregunta más: las condonaciones bancarias a partidos políticos ¿pueden considerarse como regalos? Porque ha habido condonaciones de deudas bancarias o descubiertos, alguna por cierto muy famosa. Los trajes y bolsos valencianos es pura nadería si lo comparamos con los importes perdonados a determinadas federaciones del PSOE por alguna Caja de Ahorros.
Barrillos de las Arrimadas, 12 de agosto de 2009
José Luis Valladares Fernández
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