Siempre
ha habido algún grupo de locos, adscritos normalmente a una ideología
izquierdista, que lucha por una independencia
absurda y poco menos que imposible. Se trata de grupos más bien pequeños,
que actúan aisladamente y sin el menor apoyo popular. Van por libre, y ni siquiera
les prestan cobertura los colectivos nacionalistas. Estos dicen que aspiran a
un mayor autogobierno y a una autonomía más completa, cuando lo que en realidad
les mueve es la posibilidad de hacer pingües negocios. Los independentistas en
cambio se dejan llevar por un idealismo absurdo y dan continuamente la espalda
a la realidad.
Hay
veces que estos grupos minoritarios de separatistas, que persiguen una
quimérica liberación nacional, reaccionan violentamente y no dudan en practicar
el terrorismo para imponer su estúpido ideario. Es lo que ha hecho en Cataluña
el antiguo grupo terrorista que, con el tiempo,
pasaría a llamarse Terra Lliure.
Reivindicaban, como no, la disgregación de varios territorios pertenecientes
a España y a Francia para formar la
famosa “nación catalana”, libre y
plenamente independiente de las ataduras francesas y españolas. Fundamentaban
semejante exigencia en el falso dato de que, hasta 1714, Cataluña había sido
siempre una gran nación, aduciendo a la vez motivos lingüísticos y culturales.
El
independentismo como fenómeno de masas, al menos en Cataluña, es relativamente
moderno. Este grupo separatista catalán comenzó a crecer después de la muerte
de Franco, a la sombra de una transición democrática y una Constitución
española, quizás demasiado contemporizadoras. Los responsables políticos del
momento pensaron erróneamente que, haciendo concesiones a los nacionalismos
periféricos, estos depondrían sus continuas exigencias y hasta acallarían, para
siempre, las voces de los que se
atrevían a ir mucho más lejos y pedían la secesión de alguna región española.
En
lo que a Cataluña se refiere, una vez celebradas las primeras elecciones
generales, se restaura provisionalmente la Generalidad en 1977. La iniciativa partió de Adolfo
Suarez, presidente del Gobierno, apoyado
efectivamente por el rey y por las altas instancias del Estado. Fue entonces
cuando Josep Tarradellas regresa del exilio y, tras declarar su adhesión al rey
y al proceso de reforma política, asume la presidencia de la Generalidad restaurada,
y constituye el primer Gobierno autónomo de la democracia. Entraron a formar
parte de este Gobierno provisional representantes destacados de todas las
fuerzas políticas catalanas.
Constituida
la nueva Generalidad, los diputados y senadores catalanes comienzan a elaborar
el proyecto del nuevo Estatuto de Autonomía. Tuvieron un protagonismo muy
especial, en la redacción definitiva del mismo, los diputados Miguel Roca,
Jordi Solé Tura, Eduardo Martín Toval y Laureano López Rodó. El proyecto de
Estatuto fue finalmente aprobado por todos los diputados y senadores elegidos
por las diferentes circunscripciones electorales de Cataluña en diciembre de
1978. Después de pasar los oportunos filtros de una Comisión Constitucional, se
procede a la formulación definitiva del mismo. Más tarde, el 25 de octubre de
1979, es aprobado en referéndum por el pueblo catalán.
Tras
la promulgación del Estatuto de Cataluña, se celebran las primeras elecciones
catalanas de la democracia. Tras la formación del Parlamento autonómico, fue
investido presidente Jordi Pujol, candidato de Convergencia i Unió, gracias a
los votos de UCD y, los más llamativos,
los de los 14 parlamentarios conseguidos por Esquerra Republicana de Cataluña.
Y se mantuvo ininterrumpidamente al frente del Gobierno catalán hasta el año
2003 que tuvo que ceder el testigo a Pascual Maragall.
La
Comisión Constitucional encargada de revisar el Estatuto pasó por alto inexplicablemente
dos fallos garrafales: va bastante más allá que el de 1932, sobre todo en lo
que afecta a enseñanza y cultura, y define a Cataluña como “nacionalidad”.
Muchos catalanes de izquierda y, por supuesto, todos los nacionalistas, vieron en estas concesiones una debilidad extrema de
las instituciones del Estado, sobre todo del Gobierno central. Semejante
percepción se afianzó aún más, porque todos los partidos han acudido, en alguna ocasión, a Convergencia i Unió para
poder formar Gobierno. Y esto lo supo aprovechar
inteligentemente Jordi Pujol para obtener un sinfín
de prebendas.
Y
esa misma sensación de debilidad ha sido utilizada por los separatistas para
ganar adeptos. La misma Esquerra Republicana de Cataluña, cuyos orígenes eran
totalmente federalistas, apuesta ahora de manera decidida por la independencia
de todos los territorios españoles y franceses que hablan la lengua catalana. Aunque
rechazan por principio, la violencia física, participan activamente en las
distintas instituciones políticas, para acelerar desde dentro la liberación
definitiva de los llamados “Países Catalanes”. Terra Lliure abandona la lucha armada, se auto disuelve y se
integra en Esquerra Republicana para luchar pacíficamente por el derecho a la autodeterminación.
Es
entonces cuando Esquerra Republicana de Cataluña intensifica su interesada
colaboración con Convergencia i Unió para crear una falsa nación catalana
multisecular, totalmente utópica y, claro está, con un pasado glorioso, lo que
les lleva a falsificar conscientemente la historia. Se trata de una
Cataluña inventada que, según dicen,
sufre las consecuencias de un largo sometimiento a los caprichos intolerables
de España. Y no se cansan de proclamar continuamente que, para recuperar todo
su esplendor pasado, Cataluña necesita romper amarras con España de manera
inmediata.
Así
las cosas, y con toda la izquierda radical involucrada ya en conseguir la
secesión de España, hay un cambio en el Gobierno central. Como consecuencia del
brutal y sospechoso atentado del 11-M, José Luis Rodríguez Zapatero gana
inesperadamente las elecciones generales de marzo de 2004. Una vez investido
Presidente, comienza a gobernar fiándolo todo a la improvisación y a las ocurrencias más
variadas. Pero con menos suerte que El
burro flautista de Tomás de Iriarte,
ya que no acierta una ni por casualidad. Sus malvadas intenciones y su tremenda
incompetencia no dan para más.
Aun
antes de llegar a La Moncloa ya impulsó el famoso Pacto del Tinell, firmado posteriormente por el nefasto tripartito
catalán en diciembre de 2003, con el que se comprometían solemnemente a no
establecer acuerdo alguno de gobernabilidad con el Partido Popular en Cataluña.
Los firmantes de esta especie de cordón sanitario renunciaban igualmente a
establecer pactos de Gobierno y pactos parlamentarios con dicho partido. Y
aunque Zapatero lo negó posteriormente, el Pacto
del Tinell formaba parte de su agenda a la hora de aprobar el nuevo
Estatuto de 2006 y hasta para configurar el modelo de financiación aplicado a
todas las comunidades autónomas.
Con
Zapatero nunca sabías qué camino iba a tomar, ni como líder de la oposición y
mucho menos después como presidente del Gobierno. Se afanaba inútilmente por
deslumbrar a su audiencia con actuaciones insólitas y con frases enfáticas,
consiguiendo con ello agrandar la evidencia de su ineficacia política. Por eso,
siendo aún un simple aspirante a la Presidencia del Gobierno de España,
aprovechó un mitin de la campaña electoral de 2003 para comprometerse solemnemente a apoyar la
reforma del Estatuto catalán que aprobase el Parlamento de Cataluña. Lo de
menos era el contenido del mismo, siempre que resultara fortalecido el cordón
sanitario contra el Partido popular.
El
acuerdo entre el tripartido del Gobierno de Cataluña y Convergencia i Unió fue
inmediato, aunque al final discrepara Esquerra Republicana por considerar el
texto demasiado descafeinado. En la redacción de dicho Estatuto, se define a
Cataluña como nación, se aumentan las competencias y se ignoran voluntariamente
muchos de los límites impuestos por la Constitución española. Aunque el
Estatuto catalán es todo un monumento a la desigualdad entre los españoles,
Rodríguez Zapatero forzó su aprobación.
Fue
en enero de 2006, cuando el presidente Zapatero y Artur Mas, entonces jefe de
la oposición en el Parlamento Catalán, consensuan la definición de Cataluña y
llegan a un acuerdo particular sobre el modelo de financiación, bastante más
beneficioso que el de las demás comunidades autónomas. En vez del 35% de la
recaudación del IVA, cede el 100% a Cataluña. Lo que quiere decir, que
cualquier producto manufacturado por empresas con sede en Cataluña, tanto si se
vende en Zamora, Jaén o Salamanca, el 100% de lo recaudado por IVA será para
los catalanes. Otro tanto ocurre con el IRPF que, en vez del 33%, el 50% es
para la Generalidad Catalana. Y en cuanto a los impuestos especiales, se quedan
con el 58% en vez del 40% que es lo que toca a los demás.
Con
estas concesiones de Zapatero, los políticos catalanes se crecieron e
intensificaron sus pretensiones. El Tribunal Constitucional declaró
inconstitucionales varios artículos del nuevo Estatuto. La respuesta de las
fuerzas políticas catalanas, con la exclusiva excepción del Partido Popular y
de Ciutadans, no se hizo esperar, y organizaron una manifestación en Barcelona
para protestar públicamente contra la decisión del alto Tribunal. El lema de
dicha manifestación es muy claro: “Som
una nació, nosaltres decidim” y fue encabezada por los presidentes y ex
presidentes de la Generalidad y del Parlamento de Cataluña.
Detrás
vendría el Tribunal Supremo y hasta el Tribunal Superior de Justicia de
Cataluña, y siguiendo la pauta marcada por el Constitucional, sentenciaran que
la lengua española está exactamente al mismo nivel que la catalana. Pero la
Generalidad ignorará sistemáticamente las resoluciones judiciales que reconocen
el carácter vehicular del español. Hasta los españoles que, procediendo de otras comunidades autónomas,
han fijado su residencia en Cataluña, son considerados como “extranjeros” a los
que hay que asimilar.
Como
el ambiente estaba ya preparado a base de inmersión lingüística y de una oportuna
falsificación de la historia, la torpeza de Zapatero hizo el resto. Con sus
interesadas concesiones, se produce una
emigración masiva de posturas claramente
nacionalistas o autonomistas hacia posiciones abiertamente separatistas. Resulta
esperpéntico que sea precisamente Artur Mas el que encabece ahora este
movimiento secesionista. No hace mucho, en 2002, trataba de irresponsables y
anticuados a los que se empeñaban en llevar a Cataluña por ese camino,
advirtiendo que semejante viaje comportaría irremediablemente una enorme
frustración colectiva. Y las
manifestaciones que hacen para exigir la independencia resultan totalmente
estrafalarias, como la del pasado 11 de septiembre con un grupo de sijs, portando una pancarta en la que
se podía leer: “Tot som catalans y volem la independència”.
Gijón,
23 de diciembre de 2012
José
Luis Valladares Fernández
Querido José Luis:
ResponderEliminarEn la Cataluña actual, totalmente desquiciada y viciada por la estupidez de muchos y los intereses espurios de algunos,"tots som catalans menos los españoles, que somos charnegos o extranjeros. Como ocurre con los padres cuyos hijos viven de la "sopa boba" y no se van de casa ni "pa dios", quizás los españoles "volem la independència dels catalans" y que se busquen la vida sin nosaltres o se sienten a negociar una reconciliación para arreglar el carajal montado entre los Gobiernos de España y los de la Generalitat.
Un saludo, José Luis.
Efectivamente, amigo jano: los únicos que no somos catalanes somos los españoles. Yo les conozco muy bien, porque trabajé en Barcelona y, posteriormente seguí con mi trabajo muy ligado a los catalanes. Tu tienes un negocio allí y puedes titularlo hasta en chino o japones y nadie te dirá nada. Pero no se te ocurra ponerlo en español, porque se echan encima de ti inmediatamente. Creo que ha sido una enorme torpeza de nuestros Gobiernos, al andar con ellos con tanta contemplación. Como saben perfectamente que viven del resto de España, no hubiera estado mal algún que otro desplante, simplemente para que no se crecieran.
EliminarUn abrazo, Jano
Hola, José Luís:
ResponderEliminarPero menuda se ha armado con la enorme evasión de capitales! Nacionalistas, sí, pero menos, utilizada la bandera como blindaje para que la sociedad catalana los arropase, como en aquel famoso caso de Banca Catalana. ¿Nacionalistas? Quedan dudas cuando ha quedado demostrado que no tienen otra patria que el dinero.
Las facilidades de A. Suárez como las que siguieron y siguen, un error, un balón de oxígeno para el delirio secesionista de algunos.
Un abrazo
Ya sabes el dicho "Barcelona es bona si la bolsa sona". Y cuando yo anduve por allí decían mucho "la pela es la pela".
EliminarY están pagando esa política secesionista que están haciendo. Son muchas las empresas que se han deslocalizado y se han instalado en Madrid. Hasta la Coca Cola. Y de ser los primeros en renta per capita, ya están los terceros y casi empatados con el cuarto. Pero se lo están buscando ellos.
Un abrazo
Pero que coño hacian esos Sijs en la manifestacion,cuando su lugar esta en el rio Ganges lavandose digo yo,Un abrazo y perdon por mi exabrupto,
ResponderEliminarEs el resultado de la inmersión lingüística. Y los Gobiernos centrales, para corregir esto, no les obligan a cumplir las sentencias dadas por el Supremo y por el Constitucional, así que ancha es castilla.
EliminarInteresante articulo, no sabia esto de los impuestos e IVA. Qué concesiones más ilogicas!
ResponderEliminarLa foto lo dice todo, la situacion ya es de manicomio.
Un saludazo de Auckland
Edwin
Esa es otra de las torpezas de los Gobiernos de España que no se han dado cuenta que la Generalidad les está tomando el pelo y así resulta n beneficiados sobre el resto de españoles.
EliminarSaludos cordiales
El independentismo ha sido incentivado por aquellos que lo utilizan como coartada para tapar la corrupción y la existencia de un régimen nacionalista que garantice la impunidad.
ResponderEliminarSi vemos la evolución desde el escándalo de Banca Catalana con Jordi Pujol, todo el auge independentista jalonado de transferencias,ha sido en pos de blindarse ante la exigencia de responsabilidades penales por el latrocinio.
Así es y los Gobiernos de todos los españoles, el actual y los que le han precedido, no se han enterado del juego de esos aprovechados. Y por si fueran pocas las concesiones que les han hecho, les han dejado plena libertad para aplicar la injusta inmersión lingüística, que les ha valido para sembrar el soberanismo entre la juventud.
EliminarNo te apures, antes que nada lo que van a conseguir es ser un califato sin Coca-Cola y con Meca Cola...he visto tontos útiles de todos los colores pero puede que a su vez no lo sean tanto, ya me entiendes.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso no lo dudes. Las empresas juegan a ganar dinero y si lo ven mal en Cataluña se van a otra parte.
EliminarBueno, hasta alguno de los que aspiran a esa independencia, se empadrona en Madrid, porque así paga menos impuestos. Es el caso del vástago del todopoderoso Jordi Pujol.
Un abrazo