Los países que forman parte de la Unión Europea, como consecuencia de la Directiva Comunitaria
2000/84/CE, están obligados a cambiar la hora dos veces al año, coincidiendo
exactamente con los últimos domingos de marzo y de octubre. Con la disculpa de
aprovechar mejor la luz solar y ahorrar energía eléctrica, el último domingo de
marzo se adelantan los relojes una hora y se retrasa nuevamente el último
domingo de octubre.
Este cambio de hora fue utilizado esporádicamente por algunos
países durante la primera Guerra Mundial para ahorrar carbón, pero no se
generalizó hasta que en 1974 se produjo la primera crisis del petróleo y
algunos Gobiernos decidieron adelantar la hora en verano para gastar menos
energía eléctrica en iluminación. Este cambio horario se lleva a cabo con
carácter indefinido desde el año 2001 en todos los países miembros de la Unión Europea.
Y de acuerdo con esa misma Directiva Comunitaria, el pasado
día 31 de marzo se nos ha impuesto a los españoles, una vez más, el llamado
horario de verano. La disculpa que nos dan los responsables, es sobradamente
conocida. Justifican la medida por los impactos positivos que ocasiona sobre el
transporte, sobre las comunicaciones y hasta sobre las condiciones de trabajo,
los modos de vida, el turismo y el ocio y, sobre todo, sobre el consumo
energético. Aventuran hasta las cifras concretas de ahorro, nada menos que un
5% del consumo eléctrico, aproximadamente unos 300 millones de euros.
Es muy posible que, desde un punto meramente teórico, se pueda pensar así. Pero
desde un punto de vista real, ese potencial de ahorro se queda en un simple
deseo. Y si se produce algún tipo de ahorro, seguro que es bastante más modesto
de lo que nos dicen. En primer lugar, no
se ha generalizado aún en España el uso de las lámparas de bajo consumo, ni las
demás tecnologías que encienden, regulan o apagan automáticamente la
iluminación artificial en función de la luz natural del ambiente.
Es francamente cuestionable que se produzca hoy día algún
tipo de ahorro energético moviendo simplemente las agujas del reloj en fechas determinadas.
Podía ahorrarse, eso sí, cuando se comenzaron a aplicar estos cambios de hora,
porque a las doce de la noche, fuera verano o fuera invierno, cesaban en España todas las actividades.
Cerraban, por supuesto, todos los
establecimientos de ocio y esparcimiento y hasta dejaba de emitir Televisión
Española. Al liberalizar los horarios de todos esos centros de entretenimiento
y solaz nocturno, ese ahorro de electricidad quedó reducido a ceros.
Lo que si está meridianamente claro es que, cuando pasamos
del horario de invierno al de verano, en España amanece una hora más tarde. Y
esto implica naturalmente que hay que utilizar en los domicilios particulares
más luz artificial para prepararse para salir al trabajo o los niños a los
colegios. La energía que ahorramos por la tarde, la consumimos ampliamente por las mañanas. Cuando
sucede lo contrario, y pasamos del horario de verano al de invierno, se hace de
noche una hora antes de lo habitual, y como la rutina horaria se mantiene,
gastaremos con creces por la tarde lo que hayamos podido ahorrar por la mañana.
Esta reflexión es aplicable exclusivamente a España ya que,
hasta en pleno invierno, vamos una hora por delante de la fijada por el sol y
en verano dos. Los demás países de la Unión Europea no tienen ese problema.
Aunque siguen la Directiva Comunitaria para los cambios de hora, tienen
adaptado su huso horario a la longitud geográfica de cada uno de ellos. En
España no, y llevamos ya 73 años
utilizando un horario que no nos corresponde por nuestra situación geográfica. La
longitud geográfica de España es muy similar a la de la Gran Bretaña, donde la
hora oficial es la del meridiano de Greenwich
y tiene ajustado su reloj al ciclo solar. En consecuencia, debiéramos compartir
hora con Gran Bretaña, Portugal e Irlanda y entonces si podíamos ahorrar
energía. Pero España va 60 minutos por delante.
Para agradecer a Adolf Hitler y a Benito Mussolini su
abundante ayuda durante la Guerra Civil Española, Franco decidió compartir horario con Alemania y con
Italia. Así que 7 de marzo de 1940, el Gobierno resuelve dejar de utilizar el
meridiano de Greenwich que es el que corresponde a España por su longitud
geográfica y adoptar el Meridiano 15º Este, lo que implica adelantar una hora
el horario oficial de España. Y fijó las 23 horas del día 16 de marzo para oficializar este
cambio. Desde entonces, España tiene la
misma hora oficial que Alemania, Italia,
Dinamarca, Noruega y todos aquellos
países que están situados 15º al este del meridiano de Greenwich y por
lo tanto pertenecientes a otro uso horario.
Desde entonces España ha estado viviendo con una hora de
adelanto en invierno y dos en verano. Y no es esta la mejor manera de
aprovechar al máximo las horas de luz disponibles. Somos el único país de
Europa en que la hora oficial no coincide con la hora solar. La hora solar
marca siempre la posición relativa del sol respecto de cada lugar, de modo que
a las 12 horas oficiales, el sol se halle en el punto más alto sobre el
horizonte sur.
Por dar la espalda al horario solar, en la última semana de diciembre y la primera de enero, que son
los días más cortos del año, amanece más tarde de la cuenta y hay zonas de
España donde no sale el sol hasta las nueve de la mañana. No es normal que
España, que se encuentra situada geográficamente en el extremo de Europa
occidental, comparta horario con los países de Europa central que está 15
grados al Este del meridiano que pasa por Greenwich. El problema en España se multiplica a medida que nos desplazamos
hacia el Oeste. En Galicia, por ejemplo, el desfase horario sería prácticamente
de dos horas en invierno y tres en verano.
Es totalmente incomprensible que, teniendo en cuenta el
resultado final de la Segunda Guerra Mundial,
Franco mantuviera este horario durante todo el tiempo que duró su
régimen. Pero es más sorprendente aún que mantengan este error histórico los sucesivos gobiernos
democráticos que han resultado elegidos. Y mucho más si tenemos en cuenta las
razones por las que Franco adoptó semejante determinación.
Solo hay una manera de que resulte moderadamente rentable el
establecimiento del horario de verano, al unísono con los demás países de la Unión Europea: adoptar nuevamente el
horario de Greenwich, ya que así la hora oficial sería la del Sol. Y compartir
horario con Inglaterra y con Portugal y, por qué no, con las Islas Canarias.
Gijón, 7 de abril de 2013
José Luis Valladares Fernández
Es cierto que en nuestro país es más que dudoso que ese cambio de horario suponga un ahorro. Como bien señalas, es probable que sea un gasto añadido, algo totalmente incomprensible.
ResponderEliminarHola, José Luís:
ResponderEliminarAunque argumenten sobre las ventajas del cambio horario, lo cierto es que con esa medida no vamos a ser más ricos.
También nos han prometido una energía más barata desde el 1.04, algo más de un 6 por cien, pero resulta que en realidad la suben en torno a un veinte que deberemos pagar por la vía impositiva.
Creo que, efectivamente, deberíamos ajustarnos al horario marcado por Greenwich.
Un abrazo
Como si no hubiera cosas mas importantes que decidir que el cambio horario.Un dia estos burocratas de Brucelas nos diran a que hora tenemos que ir al baño,jejeje,un abrazo,
ResponderEliminarLo del cambio horario es una absoluta milonga.Hay cientos de estudios que demuestran que el ahorro -si lo hay, que es discutible -es mínimo y los trastornos, inmensos.
ResponderEliminarYo creo que ya opinamos de todo lo que se "menee", si lo adelantan mal, sino lo adelantan también, la verdad que todo esto resulta "cansino"
ResponderEliminarMi parecer es que sí se consigue ahorros, pero si me empeño también podría decir lo contrario.
¿vaya Pais el nuestros antes llamado España, en el que todos tenemos opinión y asi nos va y sin embrago el debía de imponer su autoridad y su criterio que es Mariano Rajoy ni esta ni se le espera.
Es absolutamente ilógico mantener el desfase horario con el Meridiano de Greenwich en España porque pertenecemos al mismo huso y, el citado horario, no nos acerca a Centroeuropa y sí nos aleja de nuestros vecinos los portugueses y franceses y también a nuestra tierra más occidental canaria y la más oriental, Baleares, aunque compartamos el mismo horario con el archipiélago mediterráneo.
ResponderEliminarNuestros "politiprogres" en su incultura no se han enterado aún de que el desfase de una hora respecto a nuestro huso horario es una herencia franquista, como bien dices.
Un saludo.
Pues no conocía yo este tinglado horario de la UE, de la que -por otra parte- no se puede esperar nada bueno.
ResponderEliminarPero sí que he notado sus efectos en la factura de la luz :)))