El origen del “Estado del Bienestar” se
remonta a 1945 y es un intento loable de apartar definitivamente a los
ciudadanos de los terribles traumas que vivió como consecuencia de la “Gran
Depresión” de 1929, que desembocó en la Segunda Guerra Mundial. Fue en Estados
Unidos donde, por iniciativa de su
presidente Roosevelt, se pusieron las bases de un “Estado del Bienestar”
incipiente, creando campamentos de trabajo para ocupar a los desempleados,
principalmente en trabajos de conservación de parques naturales y de espacios
verdes.
Algo más tarde, el economista John
Keynes, ministro de Economía de Gran Bretaña, trata de emular a Estados Unidos
y pone en marcha este mismo proceso en el Reino Unido, desde donde se extendió
posteriormente a toda Europa. En primer lugar, prescindió del oro como patrón
del sistema financiero internacional, dejó que el valor de la moneda dependiera
prácticamente de la confianza de los
inversores. Propugnó la intervención del Estado en la economía y, como Roosevelt en Estados Unidos, procuró que
aumentara el consumo público y privado para acelerar la salida de la crisis
económica.
Según Keynes, la inversión privada es
fundamental para reactivar la economía. Y si esta no se produce, el Estado
tiene entonces que elevar el nivel de su inversión para incrementar
convenientemente el gasto público y recuperar así la demanda. Considera que los
empresarios cometen un grave error si, cuando llega una situación de desempleo
generalizado, reducen el sueldo de sus trabajadores. Con tan inoportuna medida,
se contraería aún más el poder adquisitivo de un buen número de ciudadanos.
Esto se traduciría inevitablemente en una merma considerable del consumo, que
afectaría negativamente a los propios empresarios y terminarían por verse
obligados a cerrar sus empresas o a despedir a parte de sus trabajadores.
Podemos decir, por lo tanto, que el
Estado del Bienestar nació a la sombra de una tremenda crisis económica
mundial, la llamada “Gran Depresión” y se está ahora deteriorando peligrosa y
rápidamente como consecuencia de otra crisis económica mundial, que está
haciendo verdaderos estragos en varios países europeos y que se está
prolongando bastante más de lo previsto. En la “Gran Depresión” dieron muy
buenos resultados la iniciativa de Roosevelt y las recomendaciones de John
Keynes. Hoy, en cambio, huimos del keynesianismo y optamos, no se si
acertadamente o no, por exigir sacrificios e imponer recortes a los trabajadores
y a los jubilados, que son los que menos culpa tienen de esta crisis tan profunda.
Y entre tanto, los responsables
económicos recuperan los famosos brotes verdes, y anuncian que hay indicios
evidentes de la recuperación de nuestra economía. Dicen que seguimos en crisis,
pero que ya hemos salido afortunadamente de la recesión y que comenzaremos a
crecer y a crear empleo en breve tiempo. Si se produce tan esperanzadora
circunstancia, el Gobierno y la casta política no tienen parte alguna en
semejante milagro, ya que, si han hecho algún esfuerzo económico para salir de
la crisis, este ha sido puramente testimonial. Han obligado, eso sí, a que
carguen con todo el peso de la recuperación a los trabajadores y a los
pensionistas, hundiendo así, a muchos de ellos en la indigencia y en la pobreza
de la que van a tardar en salir.
Los datos económicos, desde luego, son muy
poco halagüeños. Tenemos, para empezar, el consumo por los suelos y sin ánimos
de recuperación. Agreguemos además que, durante el primer semestre de 2013, el
Gobierno central, las Comunidades Autónomas y la Seguridad Social recaudaron
exclusivamente 160.199 millones de
euros, y gastaron, durante ese mismo período, 201.606 millones de euros. Esto supone un agujero fiscal de 41.407
millones de euros, lo que equivale nada menos que al 4,02% del PIB. Con semejante
desfase entre ingresos y gastos, tenemos ya un déficit del 8% sobre el PIB acumulado hasta el pasado mes de julio. El
Gobierno de Mariano Rajoy tendrá que hacer encaje de bolillos para cerrar el
año 2013 con un déficit del 6,5%, que es el objetivo marcado por Bruselas.
Y hay algo más: la deuda del conjunto de
las Administraciones Públicas, al finalizar el primer semestre del año, alcanzaba ya la astronómica cifra de 947.184
millones de euros. Esto quiere decir, que el peso del endeudamiento público, al
comenzar julio, llegaba exactamente al
92,6 % del PIB, un punto por encima de lo que había previsto el Gobierno para
todo el año de 2013. Y una de dos, o echamos el freno a tiempo, o nuestra deuda
llega al 100% del PIB a más tardar a finales de 2014. Y esto sería enormemente
catastrófico, y más teniendo a uno de cada cuatro españoles en el paro.
Los sufridos ciudadanos que integran las
clases medias, tanto si están aún en activo como si están ya jubilados, están dejando
demasiados pelos en la gatera. Se les exige bastante más de lo que pueden dar y
hasta se les acusa de ser ellos los que,
por sus continuados abusos, han hecho que el clásico Estado del Bienestar sea
hoy prácticamente insostenible. Y hasta se afirma erróneamente que el Estado
del Bienestar ha generado una nueva clase social, que se dedica a vivir
tranquilamente de las ayudas estatales. Puede haber, eso sí, algún abuso
aislado que el Estado tiene la obligación de detectar y corregir.
El problema es que no hay dinero, porque
un Gobierno, el de José Luis Rodríguez Zapatero, lo dilapidó miserablemente y,
lo poco que se recauda hoy día, se malgasta en mantener una estructura administrativa
gigantesca que consume todos los recursos habidos y por haber. A los
trabajadores, a los que producen riqueza, se les recortan los salarios o se los
congelan. A los jubilados se les limita al máximo las subidas de sus exiguas
pensiones. Se quiere incluso desvincular la oportuna actualización de sus
pensiones del consabido IPC, hundiendo precipitadamente a muchos de ellos en la
indigencia y en la miseria.
En consecuencia, los trabajadores y los
jubilados han perdido ya más del 30% de su poder adquisitivo, lo que les obliga,
de manera inmediata, a reducir drásticamente su consumo. Al perder estos
colectivos buena parte de su capacidad de compra, las empresas se ven obligadas,
en el mejor de los casos, a reducir su producción, y ajustarla a la demanda
real de cada momento. Habrá, cómo no, empresas afortunadas que solucionen los
problemas sobrevenidos por el estancamiento del consumo, mandando al paro a
parte de sus trabajadores. Pero otras, en cambio, tendrán que cerrar
necesariamente, pasando todos sus trabajadores a incrementar, aún más, las desbordadas listas
del paro.
Al desaparecer muchas empresas y
aumentar escandalosamente el desempleo, disminuye de manera notoria la
recaudación del Gobierno y, a la vez, se necesita más dinero para continuar
financiando el Estado del Bienestar. Y es entonces, cuando los responsables de la gestión de las
cuentas públicas tratan de solucionar el problema dando aplicando otra vuelta
de tuerca a los de siempre, a los que trabajan y a los pensionistas,
imponiéndoles más recortes o estableciendo algún nuevo tributo y, si llega el
caso, aumentando intempestivamente los impuestos ya existentes. Y si chirrea la
curva de Laffer, es igual.
Y como ya advirtió oportunamente John
Keynes, con motivo de la “Gran Depresión”, los nuevos recortes salariales
inducen necesariamente a restringir aún
más el consumo y, en consecuencia, las empresas venderán menos y volverá a
crecer el paro. Y como es muy posible que esta rueda siga, cada día habrá menos
dinero y será imposible mantener intacto el Estado del Bienestar, tal como lo
conocemos hoy día.
Dentro de Europa, solamente Bélgica, Dinamarca y Suecia tienen unos
impuestos más altos que los nuestros, aunque les superamos ampliamente en
presión fiscal. Pero en estos tres países, y en la mayoría de los que integran
la Unión Europea, el dinero de los impuestos se destina prioritariamente a
mantener y a mejorar el Estado del Bienestar de sus ciudadanos. En España, no
es así. El dinero de nuestros impuestos va a parar casi todo a mantener y a engordar una Administración excesivamente
sobredimensionada, donde vegetan muchos políticos, sus familiares y cantidad de
amigos y allegados.
Con la reforma de las pensiones que ha
puesto en marcha ahora el Gobierno, se pretende, según dice Fátima Báñez, “garantizar la confianza, la
tranquilidad y la certidumbre a los pensionistas de hoy y de mañana”. Con esta
reforma, las pensiones “no se congelarán
nunca” pero van a ir acumulando, año tras año, una pérdida tan brutal de poder
adquisitivo que, en pocos años, muchos de ellos, serán incapaces de cubrir sus
necesidades más básicas.
Pasa otro tanto con el sistema
sanitario. Para mantener operativo el tenderete de la Sanidad Pública con una
aportación mínima de dinero, los responsables políticos fueron reduciendo, poco
a poco, la lista de los medicamentos dispensados
gratuitamente por el seguro y, lo que es
peor aún, terminaron implantando el dichoso copago sanitario. Buscan, de esta
manera, arañar unos pocos euros más. Y lo hacen rascando impúdicamente el
bolsillo de los jubilados, prolongando así un poco más la agonía del sistema.
Las reducciones, en cambio, de los
gastos en las diferentes Administraciones son puramente testimoniales.. Y no es
cierto que los Presupuestos Generales del Estado para 2014 estén basados en la
austeridad y la restricción, como quiere hacernos creer desde el Ejecutivo. El
gasto público vuelve a crecer, una vez más, como ha ocurrido siempre. Los
Presupuestos Generales del Estado, aprobados por el Gobierno en Consejo de
Ministros el pasado día 27 de septiembre, fijan un gasto de 133.259 millones de
euros para 2014. Se incrementan, por lo tanto,
en un 3,5%, ya que los gastos para 2013 ascendían a 126.792 millones de
euros.
Se mantiene prácticamente toda la
estructura administrativa diseñada por los Padres de la Constitución en 1978. Como
las Comunidades Autónomas se han empeñado en replicar todos y cada uno de los
organismos estatales, resulta que ahora, además de las instituciones del Estado
Central, tenemos 17 Parlamentos o Asambleas Legislativas autonómicas, 17
Consejos de Gobierno, 17 Tribunales de Defensa de la Competencia y, por supuesto, 17 Defensores del Pueblo. Y
esto sin contar las televisiones propias, las embajadas y observatorios de toda
índole para ocuparse de las mismas cosas que viene desempeñando normalmente el
Estado Central.
Es aberrante que mantengamos todos estos
organismos e instituciones que, además de ser totalmente inútiles, son
extremadamente caras y, alguna de ellas, claramente contraproducentes. Los
Parlamentos Autonómicos, por ejemplo, además de romper la unidad de mercado,
lastran la industria española al introducir cantidad de trabas burocráticas. Y
¿qué me dicen del Senado? ¿Vale ese enorme cementerio de elefantes para algo
más que para gastar un dinero que no tenemos? Pero de todas estas cosas, la
casta política no quiere ni oír hablar
José Luis Valladares Fernández
España comenzó a morir con el invento de las Autonomías, 17 insaciables dragones que nos comen poco a poco, siguió con "Montesquieu a muerto" frase que pocos comprendieron, siguió muriendo con la entrega de la Enseñanza y la Sanidad Pública a los reinos de taifas y los matarifes, unos vulgares estafadores que se hacen llamar "nacionalistas" la rematarán mientras desde el gobierno de la nación observan la debacle unos acojonados...
ResponderEliminarLas dichosas Autonomías están acabando con España y con el bienestar social del que veníamos disfrutando todos los españoles. No hay dinero que aguante semejante despilfarro. Pero los responsables políticos no quieren ni oír hablar de adelgazar la Administración Pública, porque no quiere sus amigos pierdan semejante pesebre.
EliminarQuerido José Luis: genial como siempre.
ResponderEliminarLo que sobra en este país son políticos, centrales y autonómicos, que la mayoría son auténtica morralla casposa sin moral/ética y sin saber lo que tienen entre manos, salvo su propio interés; partidos políticos herméticos que premian a los lameculos aspirantes a vividores-porque no sirven para otra cosa- y sindicaleros sin clase que pretenden salir del tajo y convertirse en políticos para seguir la espiral del éxito personal por la puerta falsa.
Estos cabrones que he citado pretenden representar al ciudadano cuando, paradógicamente, pertenecen a una caspa rastrera que se ha ido forjando unos privilegios, de los que no goza ningún español más auténtico y con más preparación, y, aún no satisfechos por los logros, se dedican a robarnos millonariamente porque todo les parece poco. Han sabido atacar el Estado de Bienestar de manera sistemática y solapada, con la corrupción de los principios de ética más elementales, con la violación sistemática de la Justicia convirtiéndola en un carrusel de mamarrachos vestidos de estafermo y obedientes a la "voz de su amo", con la destrucción de la Enseñanza poniéndola al servicio de sus intereses-ellos, que en su mayoría, no saben ni escribir-y con la cantinela que siempre repiten: la ciudadanía es la culpable de todos los males y hay que dar un castigo ejemplar (véase la táctica de la DGT con los paneles de las autovías: acojonar al conductor pero no enmendar los miles de puntos negros que hay en nuestras carreteras, con un acoso incesante para recaudar a través de la Guardia Civil, que están todos de baja por depresión)...
Y ahora me toca a mí expresar mi sentido patriótico y defender la integridad del pueblo español:
"VOTAR A SEMEJANTE CHUSMA ES DEL TODO ANTIPATRIÓTICO"
¡Puufff! saludos José Luis y perdona por el calentón.
No hy nada que perdonar, porque has dicho verdades como templos. Tanto los políticos como los sindicaleros no se preocupan nada más que de mejorar sus mamandurrias aunque para ello tengan que mandar a la ruina a aquellos que dicen defender y representar.
EliminarUn abrazo amigo
Hola, José Luís:
ResponderEliminarEs todo un desgobierno y el país va en picado. Sin políticas honradas no se les ocurre otra cosa que decir que estamos saliendo de la crisis usando la dialéctica de los brotes verdes de Zapatero.
Los recortes que han impuesto, la mayor presión fiscal sobre los menos pudientes mantienen, sin embargo, todos los privilegios de la casta parasitaria en las 17autonomías, el principio del fin.
Un abrazo
Si, eso de los brotes verdes ya huele hasta mal. Y es que hasta en eso están empeñados en parecerse a Zapatero también en esto.
EliminarUn abrazo
Con los pequeños reinos que suponen las Autonomías, la Casta se asegura copar todos los tentáculos de Poder del Estado, manejándolo todo a su gusto y repartiéndose el pastel rodada de la tribu. Y este privilegio no lo van a soltar fácilmente.
ResponderEliminarEl Estado de Bienestar ha ido evolucionando con el tiempo, si no nació así... convirtiéndose en un verdadero Estado de Bienestar, pero para ellos, los gerifaltes, que cada día siguen con un elevado tren de vida a costa de los ciudadanos de a pie, que siguen pagando la fiesta mientras la soga aprieta cada vez más fuerte.
Con los reinos de taifas que nos han preparado para tener cantidad de pesebres y chiringuitos para ellos y para sus amigos, están llevando a la ruina a toda la clase media, sin darse cuenta que si desaparece la clase media, hasta ellos se les acababa el chollo. Y en cuanto al Estado de Bienestar, piensan que han sido ellos los que le han puesto en marcha y que solamente por eso, ya estamos obligados con semejante tropa.
EliminarSaludos
Personalmente creo que debe reducirse al mínimo indispensable porque se ha hecho uso y abuso y fomenta las malas costumbres sociales y la dependencia del Papá Estado.
ResponderEliminarEl abusar de las circunstancias es cosa muy habitual de los españoles. De todos modos se gasta demasiado en cosas accesorias y se recorta de otras cosas que son mucho más importantes. Mira los catalanes, que no pagan los medicamentos a las farmacias y gastan millones en promocionar el catalán
EliminarSaludos
Es imposible mantener 445.568 buitres chupando de nuestros bolsillos de por vida, un buitre por cada 100 ciudadano ( un político por cada 100 ciudadano) es abusivo, la democracia puede funcionar perfectamente sin senado, no podemos mantener a tantos mafiosos metidos en poderes, donde el engaño a la democracia como la tomadura de pelo es constante, la banca, el senado,diputados,monarquía, religiones e iglesia...etc...etc tenemos unos devastadores buitres que nos engañan nos manipulan, muchos ya estamos cansados de tanta mierda de la casta casposa que tenemos y no poder mantenernos para mantener a tantos hijos de puta.
ResponderEliminarVivimos en un país llamado YO TUBE ; yo tube casa, yo tube trabajo, yo tube coche....etc
Mientras vivamos en la puta miseria, mientras halla tanta injusticia, mientras no haya verdadera democracia, mientras nos sigan tomándonos el pelo, mientras la justicia no se separe de lo politico, mientras no haya lista abiertas, mientras las listas no vallan limpias, MI RESPETO NO LO TENDRÁN JAMAS ESOS HIJOS DE PUTAS.
Un cordial abrazo Jose Luis y perdona mi vocabulario pero me quedo corto con estos buitres.
Son muchos a vivir del cuento y encima quieren que les agradezcamos sus desvelos. Esto francamente se arreglaba con listas abiertas. Andarían todos mucho más rectos, porque sino saben que se les mandaría a su casa
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