La fiebre secesionista catalana ha
vuelto a reaparecer con toda su crudeza de la mano de los convergentes,
capitaneados por Artur Mas y fustigados insistentemente
por los miembros de Esquerra Republicana. Unos y otros se empeñan en
tergiversar la historia y quieren hacernos creer que fue Wifredo el Velloso el
auténtico creador de la nación catalana. Piensan erróneamente, que Wifredo fue el
último conde de Barcelona designado por la monarquía carolingia en el año 878
porque a partir de aquí se constituyó el estado catalán. Y, a partir de esa fecha, el cargo de conde pasó
a ser hereditario.
A partir de Wifredo el Velloso, es
verdad, accedían al cargo los herederos directos del anterior conde de
Barcelona. Pero hay algo importante en este hecho, que omiten intencionadamente
los independentistas catalanes: que los reyes francos tenían que sancionar
necesariamente esa transmisión hereditaria para validar así su nombramiento
oficial como nuevos condes de Barcelona.
Los separatistas catalanes, afiliados o
no a CIU o a ERC, no se cansan de repetir que la guerra de 1714 fue un
enfrentamiento interterritorial en toda regla, en el que Cataluña defendía su tradicional
status de nación frente a Castilla, empeñada siempre en ampliar los dominios de
su Corona. Quieren evidentemente transformar una simple guerra de sucesión en
otra de secesión. Se olvidan que
comarcas enteras del antiguo reino de Aragón, como Castellón, Alicante,
Valencia, Calatayud, el Valle de Arán e incluso zonas del interior de Barcelona,
optaron resueltamente por Felipe V, el
rey Borbón. Y tampoco quieren reconocer que Madrid, Alcalá y Toledo, por
ejemplo, se declararon a favor del aspirante austriaco, el archiduque Carlos.
Es cierto que, en el ejército de Felipe
V había soldados de varias regiones españolas, pero contaba igualmente con
varios miles de soldados catalanes. Pasaba algo parecido en el bando del
aspirante Carlos III, que fue ampliamente derrotado el 11 de septiembre de 1714
por las huestes de Felipe V. El general Antonio de Villarroel, que
capitaneaba las fuerzas del archiduque Carlos, deja en muy mal lugar a los
secesionistas actuales, ya que en su última arenga recordó a sus soldados que
luchaban por Cataluña “y por toda la
nación española”.
Seguro que Artur Mas y Oriol Junqueras
borrarían de buena gana la última frase de la arenga de Villarroel y, por
supuesto todo el manifiesto que el conseller en cap, Rafael Casanova, mandó
distribuir por todo Barcelona el mismo día 11 de septiembre de 1714. En dicho
manifiesto, Rafael Casanova se atrevió a escribir que “confía que todos, como
verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudan a los lugares
señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por
su honor, por la patria y por la
libertad de toda España”.
Los secesionistas catalanes homenajean
anualmente a Rafael Casanova y lo
presentan como si fuera el primer mártir de la patria catalana, y eso que de
aquella, nadie había osado considerar que
Cataluña era una nación. Fue el 12 de febrero de 1873, cuando la
Diputación de Barcelona proclamó, por primera vez, el “Estado catalán”,
aprovechando una circunstancia muy especial, la proclamación de la República en
Madrid. De aquella se desató la fiebre de la “rebelión cantonal”, que fue
aprovechada por Cataluña y otras muchas regiones o cantones para levantarse contra
el Gobierno central en defensa de sus tesis federalistas y declararse
independientes. El caso del Cantón de Cartagena es el más significativo, por tratarse
de una plaza militar sumamente importante.
El encargado de restablecer el orden fue
Francisco Pi y Margall, que era ministro de la Gobernación del Ejecutivo de la
I República, presidida entonces por Estanislao
Figueras. Pi y Margall, aunque era un federalista convencido, logró que los
miembros de la Diputación de Barcelona abandonaran su actitud insumisa y rebelde
y se restableciera nuevamente la normalidad.
Pero Casi un mes más tarde, el 8 de
marzo, los radicales, que en modo alguno querían una República de tipo federal,
protagonizaron un intento de golpe de Estado en Madrid. Esto fue determinante
para que la Diputación de Barcelona, dominada completamente por republicanos
federales intransigentes, declarara por segunda vez el “Estado catalán”. Y esta vez no bastaron las admoniciones de Pi
y Margall para que se retractaran y se recuperara la cordura y la sensatez. Fue preciso que viajara a Barcelona el
presidente del Poder Ejecutivo.
El Gobierno actual de la Generalitat de
Cataluña, espoleado continuamente por Oriol Junqueras y sus secuaces, sigue defendiendo
machaconamente el derecho a decidir de los catalanes sobre el tipo de
vinculación que quieren con España. De ahí que pretendan organizar, de manera
oficial, tan singular consulta con la aquiescencia, al menos tácita, del
Gobierno central. Saben perfectamente que esto no es posible, pero están
acostumbrados a que el Estado, al final, termina ofreciendo siempre algún otro
tipo de compensación interesante.
Piensan, además, que hoy día corren
vientos favorables a la autodeterminación, que es ahora el momento propicio
para aprovechar ese ambiente social y político que comenzó a cristalizar
paulatinamente con la llegada de Jordi Pujol a la presidencia de la
Generalitat. La inmersión lingüística, la cesión suicida e indiscriminada de
competencias y la incuria de los distintos Gobiernos centrales que no han
sabido, o no han querido imponerse, han
preparado esa lamentable y
preocupante situación política.
España ha desaparecido totalmente de la
cultura catalana y de sus colegios. Mientras que el castellano o español juega
un papel cada vez más residual, se refuerza la inmersión lingüística,
implantándola hasta en las guarderías. Y ¿qué hace el Gobierno central?
Prácticamente nada. Sigue sin exigir el cumplimiento estricto de la
Constitución, y consintiendo que no se cumplan ninguna de las sentencias del
Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y del Tribunal Constitucional que
obligan a dar un trato igual al castellano y al catalán. Ofrece,
eso sí, diálogo, “diálogo sin fecha de caducidad” y pide muy tímidamente
“lealtad institucional” y “respeto al marco jurídico”.
Y ¿qué contesta Artur Mas? Pasa
olímpicamente de la carta de Mariano Rajoy y de sus recomendaciones y presenta,
con toda su cara, el manifiesto del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir. En
dicho documento se afirma categóricamente que "Catalunya es una nación y toda nación tiene derecho a decidir
su futuro político". Simultáneamente, presta todo su apoyo "al
proceso democrático que expresa el Parlament de Catalunya para que el pueblo
catalán pueda ejercer su derecho a decidir". En dicho manifiesto se exige
perentoriamente la celebración de la consulta "con plenas garantías
legales y un resultado vinculante y reconocido por todas las
instituciones".
Es mucho lo que se está jugando el
presidente actual de la Generalitat apostándolo todo a una carta. Se muestra
tan ufano como el troyano Paris cuando llega a Esparta, a bordo de un bajel lujoso y desembarca con el mayor boato. El monarca
lacedemonio lo recibió suntuosamente en su corte, otorgándole todo tipo de honores
y agasajos. Pero Paris no se anda con remilgos y abusa descaradamente de la hospitalidad
ofrecida por Menelao. Cuando su anfitrión va a Creta a celebrar los funerales
por la muerte de su abuelo, Paris aprovecha esa ausencia para embaucar a
Helena, la mujer de Menelao, llevándosela a Troya.
Al regresar Menelao, monta en cólera y
sitia a Troya con millares de combatientes para rescatar a Helena. Es cierto que Paris, que había jurado a Helena
mostrarse tan valiente como amante, se pone al frente de los batallones frigios
y comienza a provocar a los más bravos capitanes griegos. Pero cuando es el
propio Menelao el que se presta a luchar contra él, huye como un cobarde y se
refugia en medio de sus falanges.
Es francamente lamentable que, durante
todos estos años, Artur Mas no se haya encontrado con un Menelao en La Moncloa,
dispuesto incluso a utilizar el artículo 155 de nuestra Constitución. Nos
hubiéramos ahorrado entonces todas sus
bravuconadas porque, al igual que hizo Paris, saldría corriendo a buscar
refugio entre los suyos, huyendo estrepitosamente de su amargo fracaso. Hoy día
no miraría de frente ni a sus propios conciudadanos por el monumental fracaso
de su gestión, que tanto daño a hecho al Estado del Bienestar de los catalanes.
El presidente de la Generalitat tiene,
además, otros problemas internos dentro de su propia Comunidad Autónoma., que,
de llevarse a cabo la secesión de Cataluña, se vería obligado a probar su
propia medicina. En ese caso, el Valle de Arán reclamaría su propia
independencia. La consulta soberanista, solicitada repetidamente por los actuales
miembros del Gobierno catalán, ha servido, cómo no, para reavivar aún más las evidentes
diferencias que mantienen los habitantes de este valle con Cataluña. Entienden
los araneses que el Valle de Arán es una comunidad con unas singularidades muy
definidas y, por lo tanto, con su cultura y su
lengua y sus instituciones propias.
El Consejo General de Arán, a la vista de
la deriva secesionista catalana, ha aprobado una moción en la que deja muy
claro que, si los catalanes deciden emprender un “nuevo camino nacional”
independizándose de España, ellos reclamaran inmediatamente el derecho
inalienable del pueblo aranés a decidir su futura relación con Cataluña. Francés
Xavier Boya, actual senador aranés de PSC, le ha dicho a Mas sin ambages que el
Valle de Arán es una “realidad diferente” a la catalana. Y “Si Cataluña inicia
un nuevo camino nacional, nosotros, los araneses, como una comunicad con
carácter nacional, con lengua, cultura e instituciones propias hemos de poder
abrir una nueva etapa a favor de nuestro estatus”.
El Valle de Arán ha sido siempre un
territorio que ha pactado su "vínculo libre con la Corona de Aragón, el
Principado de Cataluña y el Reino de España". Y pide insistentemente a las instituciones
catalanas que respeten su decisión soberana y que tengan siempre en cuenta “la
voz propia de Arán como pueblo diferenciado y territorio histórico”. Que si los
catalanes tienen una identidad propia distinta de España, los araneses tienen
exactamente los mismos motivos para considerarse distintos a los catalanes.
Y si Cataluña sigue adelante con sus
amenazas y trata de separarse de España, es muy posible que Artur Mas tenga
algún respondón más que el Valle de Arán. Tarragona puede seguir los pasos de
los araneses. Recordemos que en aquellas ilegales consultas organizadas por la
plataforma de entidades independentistas, en Tarragona no lograron movilizar nada
más que al 5% de los ciudadanos mayores de 16 años. Y eso que Esquerra
Republicana de Cataluña y los demás partidos independentistas se esforzaron al
máximo, buscando un resultado apabullante.
Gijón, 22 de septiembre de 2013
José Luis Valladares Fernández
Pues nada nada que se independicen de Catetonia a ver qué pasa...la cosa tendría guasa.
ResponderEliminarSaludos.
Al final, todo va a quedar en una guerra dialéctica y nada más.
EliminarSaludos
Yo creo que hay mucha gente inteligente en Cataluña que se da cuenta del lío que están montando estos tipos con la disculpa de la independencia, cuando todos sabemos que lo que desean es su propio reino de taifas. Lo que ocurre es que esa gente está tranquilita en su casa y no se les oye, mientras estos no dejan de dar la tabarra.
ResponderEliminarEs habitual en nuestra piel de toro, que las personas decentes, las que piensan correctamente, no se atrevan después a dar la cara. Y esto supone que los que en realidad son una minoría, parezca que son todos unos bocalanes.
EliminarEl estupido y mesianico de Artur, es a dia de hoy un cadaver politico.Aqui el que recojera los frutos de la cosecha sera Exquerra Republicana,un saludo,
ResponderEliminarFrancamente no comprendo como tienen ahí a un tuercebotas como Mas. Terminará ERC por comerse la tostada
EliminarMagnífico como siempre, con esa prosa impecable preñada de datos, amigo José Luis.
ResponderEliminarLo de Cataluña es una partida de póquer (que el Gobierno de España tiene miedo a jugar) con un tahúr fullero y farolero, llamado Artur Mas, que conoce la debilidad de su oponente en la mesa. Lo peor de todo es que el tahúr catalán juega con dinero ajeno y con la falta de "profesionalidad" del contrincante, y así es fácil apostar.
Un saludo y enhorabuena por el post.
Así es, amigo Jano. Artur Mas sabe que en La Moncloa no se atreven a aplicar la Constitución y que tratarán de solucionar el problema con paños calientes. Esto es: dando dinero para que calle. Y cuanto más duro se ponga, más dinero saca. Y así no se va a ninguna parte. Francamente no se para que juran o prometen cumplir la Ley y hacerla cumplir, si después no la cumplen porque no la hacen cumplir.
EliminarSaludos cordiales
Tengo mis dudas en lo referente a que Mariano quiera resolver este problema. Creo que, al igual que sucede con el asunto etarra, él está por "dejar hacer", confiado en que una hipotética recuperación económica arregle la situación.
ResponderEliminarPero esta dejadez y la apuesta a una recuperación económica que, bajo mi punto de vista no va a llegar, agranda el delirio pues muchos ciudadanos residentes en Cataluña ven que (como al resto de los españoles) nos están tomando el pelo... pero, por lo menos y a modo de clavo ardiente al que poderse agarrar, aquí los políticos nacionalistas tienen un proyecto común de futuro... la Independencia... que podrá ser buena o mala, pero es algo.
Mariano, en cambio, no ofrece nada... y lo que creíamos intrínseco a la política del PP, estamos comprobando que es más superficial que las abdominales de Aznar.
CiU se está suicidando políticamente a lo Kerenky, pero el poder que está entregando a ERC va a salirle muy caro tanto a ellos como al resto de los españoles, pues se corre el riesgo grande de balcanizar el país, más ante la degradación institucional, económica y social que padece, y padecerá, España.
Malos tiempos, José Luís.