En
un precioso cuento infantil de los hermanos Grimm, se narra que, en plena Edad
Media, allá por el año 1284, la ciudad alemana de Hamelín había sido invadida
por las ratas. Y aquellos pobres ciudadanos acabaron todos ellos terriblemente
desmoralizados, ya que no encontraban la manera de acabar con semejante plaga. Y
hasta resultaron tremendamente inútiles todos sus esfuerzos para frenar la
desmesurada proliferación de tan antipáticos y molestos roedores.
Cando
la desesperación de los aldeanos era ya máxima, llegó al pueblo un desconocido,
vestido de arlequín, comprometiéndose a librarles de las ratas a cambio de una
recompensa. Y los moradores de Hamelín aceptaron encantados aquella extraordinaria
oferta. Y sin más preámbulos, el desconocido se puso a tocar su flauta. Y todas
las ratas, atraídas por la música dulce de su flauta, empezaron a salir precipitadamente de sus
agujeros y a caminar hacia el sitio donde sonaba la música. Cuando tuvo a todas
esas ratas reunidas a su alrededor, el flautista empezó a caminar hacia el rio
Weser y las ratas, cautivadas por su música, iban todas tras él, y al llegar al
rio perecieron todas ahogadas.
Cumplida
su misión, el hombre vestido de colores volvió al pueblo para cobrar su
recompensa. Pero los aldeanos no quisieron saber nada del contrato adquirido y
se negaron a pagarle. El flautista, sumamente enfadado, abandonó el pueblo,
prometiendo que volvería muy pronto, pero, eso sí, con ánimo de revancha y en busca de la
correspondiente venganza. Y Pedro Sánchez que, como un consumado flautista de
Hamelín más, trata de castigar con todo cuidado
a sus adversarios políticos, no se pierde ningún detalle.
Antes
de las elecciones municipales y autonómicas del pasado mes de mayo, el
secretario general del PSOE procuró marcar distancias insalvables con Podemos. Llegó
a decir, no sin razón y a plena luz, que Pablo Iglesias miente más que hablaba,
y “que hace de la mentira su forma de hacer política”. Y se comprometió formalmente
ante los principales empresarios españoles a no pactar jamás con Podemos, ni antes, ni después de las
elecciones. Porque, según Pedro Sánchez, Podemos es una fuerza política
claramente “populista”. Y como dice muy bien el líder socialista, “El final del
populismo es la Venezuela de Chávez, la pobreza (y) las cartillas de
racionamiento”.
Pero
llegaron las elecciones del pasado 24 de
mayo, y el partido de Pedro Sánchez obtiene un resultado electoral, incluso peor que en las elecciones municipales
de mayo de 2011, que ya es decir. Y si el desconocido arlequín regresó al
pueblo para vengarse de los aldeanos, el secretario general del PSOE acudió
inmediatamente a reunirse con Pablo Iglesias, otro flautista de Hamelín, para
vengarse de los ciudadanos españoles.
Aprovechando
que los lugareños de Hamelín estaban reunidos en la iglesia, el inopinado cazador de ratas volvió a tocar su
flauta y, como ya no había roedores, fueron los niños los que se sintieron subyugados
por aquella extraña música y, según la versión original, los llevó
hasta el rio Weser, donde perecieron todos ellos ahogados. Al líder
socialista le faltó tiempo para concertar
acuerdos con Podemos y entregarle los Ayuntamientos más importantes de España y
alguna Autonomía que otra, realmente a cambio de nada o de muy poco. Y si Pablo
Iglesias es un mentiroso compulsivo, resulta que Pedro Sánchez también miente,
y no resulta nada fácil dictaminar, quién miente más de los dos.
Si
es verdad que Pablo Iglesias miente más que habla, y si Podemos es una fuerza
política abiertamente “populista”, sin otra perspectiva que el hambre y las
cartillas de racionamiento de la Venezuela de Chávez, ¿qué pinta Pedro Sánchez mendigando migajas
de poder a las puertas del líder de Podemos? Una vez celebradas las elecciones
municipales y autonómicas, a Pedro Sánchez, el otro flautista de Hamelín, le
faltó mesura y dignidad y le sobró tiempo para concertar una reunión secreta
con Iglesias, sabiendo que este, aparte de charlatanería y facundia, no puede
aportar nada más que la indigencia y la miseria que ya han llevado a los países
bolivarianos los mentores del líder de Podemos y que está a punto de consagrar
en Grecia Alexis Tsipras.
Con
ese absurdo chalaneo, el líder socialista se ha puesto al mismo nivel que el
mandamás de Podemos. ¿Qué esperaba? ¿Pensaba, a caso, que dignificaba su
persona colaborando en los despropósitos de un personaje tan falsario y embustero como Pablo Iglesias? Si
va del brazo de un exaltado que miente a destajo y que, por añadidura, está
instalado en el oscurantismo más extremo, es normal que, sin haber estado en
las concentraciones de la Puerta de Sol, termine siendo un exaltado más, un
oscurantista consumado que miente
habitualmente con todo desparpajo y soltura.
Es
verdad que el líder de Podemos presume abiertamente de honestidad y transparencia; repite una y
otra vez las palabra “dignidad” y “democracia” como si fuera algo que hubiera
inventado él. Y en su comportamiento particular ni aparece la honestidad ni la
transparencia, y no hay ni asomo de dignidad ni democracia. La democracia interna en Podemos, que nos
ofrece como modélica, no es nada más que un simulacro esperpéntico puesto al
servicio de su propaganda. Y Pedro Sánchez no tiene inconveniente alguno en
colaborar activamente con los siniestros comediantes de Podemos.
Y
con tan intempestiva postura, el líder socialista está haciendo un flaco
servicio al partido socialista y otro, no menos grave, a la sociedad española.
A la vez que borra en el PSOE hasta el más insignificante vestigio
socialdemócrata y lo hunde en la impostura y en el sectarismo más extremo,
perpetúa y empeora la crisis económica que padecemos desde hace tanto tiempo. Y
si el desconocido flautista regresó de incognito a Hamelín para cumplir su venganza, Pedro
Sánchez, como buen flautista disfrazado de arlequín, hace lo propio uniendo sus
fuerzas a Podemos
José
Luis Valladares Fernández
Es cierto que es más fácil hablar que hacer y que lo malo es que hay gente que se da cuenta de ello demasiado tarde, cuando se ha dejado convencer por esos cantos de sirena que aúpan al poder a quienes han sabido manejar la demagogia.
ResponderEliminarDesgraciadamente así es. Y mucha gente se deja engañar muy fácilmente.
EliminarQue se puede esperar de ese mal retrato de Zapatero, de ese vendepatrias como aquél que solo le da importancia a su cuota de poder aunque sea como aliado o coche escoba del mismo diablo.
ResponderEliminarY encima el farsante se envuelve en la bandera de España, esa que nunca veremos en una manifestación del partido Socialista ni obrero ni español. Demasiadas muestras nos han dejado de esto último a lo largo de su historia.
Este personaje no sabe de qué lado está vuelto. Zapatero obraba así por maldad, pero esto lo hace a lo inocente, sin darse cuenta del daño que hace a todo el mundo, incluso al PSOE
EliminarEste mozo es un tonto intenso, pero ya sabes que la izquierda puede hacer lo que le de la gana y no se lía en la calle, que se hubiera juntado el PP con la extrema derecha o hubiera puesto Aguirre a su sobrina como la yaya estalinista y a ver qué pasaba...
ResponderEliminarAsí es. La izquierda tiene bula para hacer cualquier cosa, sin que los electores le den mucha importancia a lo que hagan. ¡Que le vamos hacer!
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