miércoles, 3 de febrero de 2016

EL ASALTO A LAS INSTITUCIONES

Según cuenta una leyenda milenaria, el príncipe troyano Paris, con la ayuda de alguno de sus mejores hombres, abusando de la confianza y buena fe  de Menelao  raptó a su esposa, la bella Helena de Esparta. Para recuperar a Helena y castigar duramente a los troyanos por la infamia y la traición de su príncipe, Menelao reunió un gran ejército, comandado por antiguos pretendientes de Helena. El sitio a la ciudad fortificada de Troya se prolongó durante más de nueve años, tanto que, muchos de los soldados griegos llegaron a  creer que aquella ciudad era inexpugnable.
Fue entonces cuando al legendario Odiseo, haciendo gala de su astucia, se le ocurre una estratagema muy atrevida. Aunque la argucia era sumamente arriesgada y peligrosa, fue muy aplaudida por todos los capitanes del ejército griego. Siguiendo las instrucciones de Odiseo, construyeron un caballo de madera, tan enorme que cabía dentro un buen número de soldados con todo su armamento. Al mismo tiempo, los griegos hicieron creer a los troyanos que levantaban el cerco, y que dejaban allí aquel caballo, como ofrenda a la diosa Atenea para que les protegiera y les concediera un retorno seguro y feliz a sus casas.
Entonces, los griegos simularon su retirada, escondiendo sus naves detrás de la cercana isla de Tenedos. Los troyanos cayeron en el engaño y comenzaron a celebrar con júbilo su victoria. Y abriendo confiadamente  las puertas,  introdujeron dentro de la ciudad aquel caballo, sin sospechar que, dentro del mismo se ocultaba un grupo selecto de soldados griegos decididos a todo. Cuando llegó la noche, y la mayor parte de los troyanos, rendidos por la fatiga y el vino, dormían profundamente, los guerreros salieron del caballo, mataron a los centinelas y abrieron las puertas para que entrara el ejército griego y arrasara la ciudad de Tebas.
Y Pablo Iglesias, que se ha propuesto tomar el cielo por asalto, dejó muy claras sus intenciones en su primer discurso como secretario general de Podemos. En un tono muy solemne y jactancioso, afirmó que salían a ganar las elecciones  de 2015. Y que si lograban hacerse con el poder, iniciarían inmediatamente “un proceso constituyente para abrir el candado del 78 y poder discutir de todo”. Menos mal que las urnas no fueron tan espléndidas como esperaba.
El evidente fracaso electoral, no amilanó en absoluto al líder de Podemos. Sabía perfectamente que, de momento,  no podía aspirar a la presidencia del Gobierno. Los resultados obtenidos en esa jornada electoral le obligaban a dejar provisionalmente aparcada su máxima  aspiración política. Todo un contratiempo, es verdad, que retrasaba todos sus planes. Y para acortar los tiempos, comenzó inmediatamente a explorar otras posibilidades, buscando, cómo no, la manera de  acelerar la llegada de otra oportunidad más favorable. Precisamente por eso, como hizo antiguamente Odiseo, comenzó a preparar cuidadosamente su particular caballo de Troya para hacerse con el poder.

El caballo de aquel legendario héroe griego fue construido con madera. Pablo Iglesias, sin embargo, trata de construir el suyo, añadiendo una buena dosis de agitación política y de propaganda netamente leninista a la candidez de un Pedro Sánchez subyugado, y de qué manera, por el capricho patológico de verse investido presidente, cueste lo que cueste al PSOE y a todos los españoles.
Hay mucha gente, ya lo creo, sigue pensando que Podemos, con  su caudillo Pablo Iglesias al frente, está haciendo teatro, y no es cierto. Estos niñatos malcriados hacían teatro, claro está, cuando se disfrazaban de perroflautas para representar el papel de “indignados” en la madrileña plaza de la Puerta del Sol. Y por lo que parece, con esa representación oportunista, lograron encandilar, creo yo, a todo ese conglomerado mediático de Atresmedia y Mediaset. Desde entonces, los platós de todas esas televisiones no han hecho más que engrandecer al líder y a sus acólitos, dándoles una resonancia y una notoriedad que no tenían.
Al contrario que en los dos grandes partidos clásicos y tradicionales, en Podemos no encontraremos ni empresarios, ni a nadie que esté ligado directamente a medios de producción industrial.  Y por supuesto, entre los que manejan el cotarro de la formación morada, tampoco encontraremos ni obreros, ni sindicalistas. Podremos toparnos, eso sí, con algún ocupa que otro, con gente sumamente desleal y, faltaría más, con algún rastafari francamente mediocre, que deja  en muy mal lugar a los rastafari que pensaban que Haile Selassie era la tercera reencarnación del Dios Yahvéh.
Es verdad que Pablo Iglesias no ha disimulado nunca sus tics manifiestamente dictatoriales, su talante totalitario y abiertamente revanchista. Y a pesar de todo, esos medios de comunicación privados no han dejado nunca de dispensarle un trato de favor considerable. Y el líder de Podemos, que no es tonto, utilizó inteligentemente esa ayuda, prestada no sé si por ingenuidad o por malevolencia, adquiriendo así una relevancia política que no merece. También se aprovechó, cómo no, de la sinvergüencería de muchos políticos indeseables, que utilizaron sus cargos políticos e institucionales para enriquecerse ilegalmente y para delinquir.
Y ahora, querámoslo o no, tenemos ahí a Pablo Iglesias, con su heterogénea jarca de confluencias, compitiendo con las principales fuerzas políticas para hacerse con el Gobierno de España. Y no ocultan en absoluto sus intenciones. Estos anti sistema, faltaría más, no tratan de vivir del presupuesto público, como hacen otros, quieren, cómo no, asaltar el poder. Eso es, ni más ni menos, lo que afirmó hace, muy pocos días, el concejal madrileño Carlos Sánchez Mato: “No queremos ser los mejores gestores del sistema, hemos venido a derribarlo”.
No olvidemos que España corre  un gran riesgo, porque puede constituirse nuevamente otro Frente Popular que, como en 1936, acabe con las libertades y con nuestra democracia. De momento, como pasó en aquellas fechas, se ha vuelto a institucionalizar el odio y lo encontramos frecuentemente en muchas de las manifestaciones políticas que se producen diariamente en España. Y algo habrá tenido que ver en esa reaparición del odio entre ideologías la mal llamada ley de Memoria Histórica, impuesta por Zapatero y su camarilla. Y el odio, cuando prende, resulta muy difícil desarraigarlo y siempre deja detrás de sí frustración y calamidades.
Y si el Comité Federal del PSOE no lo impide, el Frente Popular está ahí a la vuelta de la esquina, porque Pedro Sánchez, con tal de ser presidente, está dispuesto a aceptar ciegamente todo lo que le propongan los de Podemos. No importan las consecuencias. Da igual que Pablo Iglesias le humille, reservando para sí la vicepresidencia y nombrándole hasta los ministros del Gobierno. Como dijo Enrique VI, después de convertirse al catolicismo para poder ser rey de Francia, “Paris bien vale una misa”. Lo malo es que, si el líder socialista entra al trapo, en muy poco tiempo importarían el régimen bolivariano de Venezuela y tendríamos que enfrentarnos a una nueva dictadura comunista.
José Luis Valladares Fernández

8 comentarios:

  1. Ahora nadie se puede llamar a engaño, algunas de las cosas que están haciendo en Madrid dejan bien a las claras, por si algún ingenuo lo dudaba, el talante de estos nuevos salvapatrias.

    ResponderEliminar
  2. La gran ironia de este asunto es,que el que podria salvarno de esta catastrofe es Felipe Gonzalez y la vieja guardia socialista,desautorizando el pacto con Podemos,vivir para ver,saludos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Da la impresión que, hoy día, pintan muy poco en el PSOE. Los niñatos de las nuevas generaciones, los llaman dinosaurios.
      Saludos

      Eliminar
  3. Respuestas
    1. Lo malo es que idem, y bastante más, los menesterosos, los pobres a quienes decís que defendéis. Pero comprendo vuestra actuación, ya que si desaparecieran los pobres, en una España medianamente rica, ya no tendríais pito que tocar.

      Eliminar
  4. Una obscena ambición traspasa todos sus poros, además de un odio indisimulable al presidente Rajoy a quien ha tratado a patadas olvidando que lo hacía a millones de españoles por él representados...ahora pide árnica porque si no los suyos lo escabechan, pero le importa un higo España, y el señor Rivera debería tener cuidado en no pasarse de frenada oficiando de monaguillo, después de tanto haber repetido que se abstendría en ambos casos y que siempre apoyaría lo más votado en los ayuntamientos etc- cosa que por cierto también resultó falsa salvo en los dos casos más conocidos- ¿y para España no...? a ver cómo lo explica.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eso es lo malo, el odio que creíamos que había sido desterrado definitivamente con la Transición. Estamos otra ve, políticamente hablando, como al principio de los años 30 del siglo pasado. Esa ha sido la mayor contribución que nos dejó Zapatero

      Eliminar