Es verdad que Mariano Rajoy, como todo buen
gallego, ha intentado siempre pasar desapercibido. No le gusta mucho ser el centro de las miradas y se siente
tremendamente incómodo cuando se le presiona. Le cuesta enormemente tomar
decisiones, sobre todo, si las circunstancias le obligan a decir que NO. Y para
reducir lo más posible los enfrentamientos, sigue la estrategia de dejar que
los problemas se pudran y terminen desapareciendo o solucionándose solos.
Y cuando un problema grave pasa excesivo tiempo en
el pudridero, sin darle una solución alternativa, pudre demasiado y, por
consiguiente, termina enquistándose y originando peligrosas complicaciones. Es
lo que ha pasado, ni más ni menos, con la última explosión del separatismo
catalán. Cuando los secesionistas se echaron a la calle, conculcando claramente
la legalidad vigente, el presidente Mariano Rajoy intentó solucionar el
problema, aplicando el artículo 155 de la Constitución.
Con la aplicación del artículo 155, es verdad, se
puso fin a la legislatura catalana y se destituyó a Carles Puigdemont y a todo
su Gobierno y se convocaron nuevas elecciones. Pero no se solucionó nada. Los
independentistas siguen ahí, con su
desafío permanente a la integridad territorial de España, y empeñados, cómo no,
en crear una República Catalana totalmente independiente. En esta ocasión, al
menos, el artículo 155 no resultó efectivo. Fracasó realmente, porque no se
aplicó tal como viene en la Constitución. Había sido intencionadamente
descafeinado, antes de aplicarlo en Cataluña, para no herir demasiado.
Y aunque el atrevimiento y la audacia del
nacionalismo catalán continuaban creciendo descaradamente, el Gobierno español
seguía con su intervención administrativa de mano blanda, y, si llegaba el
caso, mirando para otro lado. Y aunque Ciudadanos
sabe perfectamente que Mariano Rajoy no
es partidario de dejar su plácida siesta para ser más exigente con los
golpistas, aprovecha la circunstancia para reivindicar medidas mucho más duras,
que no van a conseguir, pero que les van a ser muy útiles para seguir mejorando
en las encuestas a costa, claro está,
del ensimismado Partido Popular.
Estando así las cosas, llega la polémica sentencia
del Caso Gürtel que, barriendo interesadamente para casa, da por hecho que el
Partido Popular se había financiado de manera completamente ilegal. Y Albert
Rivera, que anda siempre a la que salta, utilizó esa sentencia como excusa para
poner fin al pacto de legislatura y obligar al Gobierno a convocar elecciones
anticipadas. Cegado por las recientes consultas demoscópicas, creyó que, yendo
ahora a unas elecciones, tenía asegurado el triunfo. Pero no pensó jamás, que
podía sucederle lo mismo que a la jovencita del cuento de la lechera.
No olvidemos que Pedro Sánchez llevaba ya tiempo,
buscando desesperadamente la manera de llegar a La Moncloa. Con las elecciones,
había salido siempre escaldado. Necesitaba urgentemente algo más determinante y
fiable que las elecciones, necesitaba encontrar un camino corto, un atajo para
poder satisfacer su viejo sueño. Estaba, por lo tanto, al acecho, esperando una
oportunidad distinta. Y mira por dónde, esa oportunidad se la brinda, nada más
y nada menos, que el mismísimo líder de Ciudadanos,
con su inesperada deslealtad institucional.
Al romper Rivera, de una manera tan brusca, su
pacto tácito de legislatura, dejó al Partido Popular con una minoría
francamente insuficiente para mantenerse en el Gobierno. Y Sánchez, que está a
la expectativa, aprovecha esa ruptura y presenta una moción de censura contra
el presidente Mariano Rajoy. Y propone “constituir un Gobierno del PSOE”, para
recuperar nuevamente, ahí es nada, la “normalidad institucional y democrática”,
que ha desaparecido últimamente por culpa de la derecha. Y endulza el caramelo,
prometiendo convocar elecciones “cuanto antes”, que es algo que no piensa
cumplir en absoluto.
Para tomar tan arriesgada decisión, el líder del
PSOE recurre a la izquierda radical, a los herederos de ETA y, por supuesto, a
los independentistas y supremacistas catalanes que quieren romper la unidad de
España. Cuenta con que toda esta tropa de indeseables apoye unánimemente la
moción de censura, aunque no sea nada más que para escenificar la aversión y el
enorme resentimiento que sienten contra Mariano Rajoy. Por lo tanto, a partir de ese momento, el
destino de la política española queda únicamente a merced de la postura que
adopte finalmente el Partido Nacionalista Vasco.
Es cierto que Pedro Sánchez no acababa de convencer a los nacionalistas vascos. Les
había ofrecido toda clase de garantías y se había comprometido a respetar los
presupuestos que éstos habían pactado recientemente con el Partido Popular. Y
sin embargo, seguían manteniendo
intencionadamente la incógnita para preocupar a unos e incomodar a otros.
No olvidemos que el PNV siempre ha tenido dos
caras, como el dios Jano de la mitología romana. Esto le lleva naturalmente a
practicar un doble juego, que despista y desazona a sus competidores. Y como
los nacionalistas vascos siguen siendo fieles a sí mismos, traicionan al
Partido Popular y apoyan la moción de censura.
Después, es verdad, intentarán disculparse de la bribonada, alegando,
que tomaron esa decisión, porque su electorado no veía con buenos ojos que
fueran ellos los únicos salvadores de
Mariano Rajoy.
Gracias a esta nueva traición del PNV, Pedro
Sánchez vio colmado su deseo de llegar a la Presidencia del Gobierno. Como no
contaba con el apoyo mayoritario de los ciudadanos, no podía entrar en La Moncloa
en olor de multitudes y por la puerta principal. Pero como no tenía escrúpulos y era treméndamente
ambicioso, quería convertirse en inquilino de La Moncloa como fuera, entrando
por la puerta de atrás, o por la ventana si llegaba el caso. Y para lograrlo,
buscó el apoyo de toda esa pandilla de indeseables, integrada por populistas, filo-etarras, y
separatistas y supremacistas catalanes, que trata de acabar con la unidad de
España.
Y llegar así a La Moncloa, con el respaldo de toda
esa caterva de sinvergüenzas, no resulta gratis. Dirán en el PSOE, que esto no
cuesta nada, pero en política no hay nada gratis y alguna factura habrá que
pagar por semejante favor. Ya se habla, por ejemplo, que los socialistas han
llegado a un acuerdo con el PNV, para pedir el traslado de los presos de ETA a
cárceles del País Vasco. Y nada más tomar posesión del Ministerio del Interior,
Fernando Grande-Marlaska confiesa abiertamente que apoya el traslado de los
presos independentistas a prisiones catalanas, siempre que el juez Llarena lo
autorice.
Todo indica que hemos salido de Guatemala, y
entramos en Guatepeor. Está visto que Pedro Sánchez llegó a donde llegó, con el
respaldo expreso de lo más granado de los enemigos de España, y aún no ha sido capaz de presentar un programa
de Gobierno medianamente coherente. Confiesa, eso sí, aunque de una manera
sumamente vaga e imprecisa, que su objetivo principal es la “estabilidad institucional y la
regeneración democrática”. Y no sale de ahí.
Como quiere lavar su conciencia, el responsable
máximo del PSOE está quemando toda la pólvora en justificar su moción de
censura, con consideraciones típicamente morales. Repite una y otra vez, que
Mariano Rajoy estaba absolutamente inhabilitado para seguir al frente del
Gobierno por la corrupción institucional del Partido Popular. Y de manera
hipócrita e insolente, se olvida de la corrupción de su propio partido, que es
infinitamente más grave que la del Partido Popular, y comete la estupidez de
ofrecerse a sí mismo y al PSOE para regenerar la vida pública y acabar
definitivamente con la corrupción.
La historia del socialismo español, como iremos
viendo, ha sido muy nefasta y tremendamente obscena. Para empezar, el PSOE es,
sin lugar a dudas, el partido político más corrupto que conocemos. Hoy día, sin
ir más lejos, tiene causas abiertas en
casi todos los territorios autonómicos de España. Por supuesto que en el
Partido Popular también hay, por desgracia,
demasiados casos sangrantes de corrupción. Pero no es menos cierto que,
al lado de los socialistas, los del
Partido Popular no han sido, al menos hasta ahora, nada más que unos simples
aficionados.
Y estando así las cosas, es francamente absurdo
pretender que el PSOE pueda ser el regenerador de la vida pública española. Más
bien, acabará hundiéndola en la miseria. No olvidemos que, en épocas pasadas,
cometieron el mayor desfalco que se conoce del Patrimonio nacional y de un buen
número de personas particulares. Y en la actualidad han defraudado cantidades
importantes de dinero que estaba destinado para los parados.
A lo largo de su historia, el PSOE ha cometido
muchas tropelías y desafueros. A parte del robo sistematizado, ha practicado
asiduamente la tortura, el asesinato y el terrorismo. No han hecho nunca ascos
a los golpes de Estado, llegando incluso a provocar la pasada Guerra Civil, que
es la mayor tragedia que ha sufrido España. Y para enterrar tantos atropellos,
suelen utilizar la mentira y el embuste con verdadero desparpajo. Se han
propuesto, por lo tanto, recuperar el
viejo guerracivilismo y deslegitimizar la Transición Democrática y el régimen
constitucional de 1978, reescribiendo la Historia a su antojo y adaptándola a
sus propios intereses.
A pesar de las apariencias, esto no quiere decir en
absoluto que, aquellos que forman o han formado parte del PSOE, sean todos
ellos unos auténticos malvados. Entre sus militantes, ha habido también, cómo
no, mucha gente honrada, que ha sabido comportarse decentemente y llevar una
vida ejemplar. Pero son los bellacos, los que practican habitualmente la indecencia, los que, en realidad, han marcado la manera
de ser de esa formación política. No olvidemos, que todos esos indeseables
carecen de complejos y, como son muy atrevidos, terminan siempre dirigiendo el
cotarro.
Barrillos de Las Arrimadas, 20 de junio de 2018
José Luis Valladares Fernández atrevidos
Este va a ser el mejor escaparate para Sánchez, que intentará demostrar que puede gobernar, por eso tenía tanto interés en llegar a La Moncloa al precio que fuera.
ResponderEliminarLo malo es que los aprendices de brujo, como fue Zapatero, y como es Sánchez, no aportan nada positivo. Hace falta gente con talla, que hayan demostrado previamente que saben gestionar. Saludos
EliminarCon tal de que Ciudadano no le hiciera sombra,el partido popular y Mariano Rajoy,han puesto en bandeja de plata,el gobierno de la nacion,en manos del socialismo traidor,saludos,
ResponderEliminarComo suele decirse, entre todos la mataron y ella....De todos modos, que Dios nos coja confesados. Un fuerte abrazo
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