En una famosa
tragedia de la antigua Grecia, atribuida tradicionalmente a Esquilo, se describe con todo detalle
las increíbles peripecias de un personaje tan interesante como Prometeo (Προμηθεὺς). Este célebre Titán se atrevió a desafiar a los dioses
y, sin miramiento alguno, les robó el fuego divino y se lo entregó a la
humanidad. El dios Zeus se enfureció con semejante osadía y ordenó que fuera
encadenado en la cima del monte Cáucaso, y dispuso que un buitre le devorara el
hígado, que se regeneraría por la noche, para volver a soportar el mismo
suplicio al día siguiente.
Con el robo
del fuego a los dioses, para dárselo a los mortales, Prometeo se convirtió en un bienhechor de los hombres y en salvador
de la humanidad. En un principio, los hombres eran como los fantasmas de los
sueños, que todo lo confundían irremediablemente, de modo que viendo no veían y
oyendo tampoco oían. Con la entrega de esa llama, los hombres abandonaron la
rudeza y comenzaron a buscar la
perfección y a tratar de descifrar los límites que hay entre lo inmortal y lo
mortal.
Según
confiesa el propio Prometeo, al
entregar el fuego de los dioses a los mortales, les liberó de la obsesión de la
muerte y les infundió seguidamente ciegas esperanzas. A partir de ese momento,
los hombres, y especialmente, los que se dedican a la política, empezaron a
experimentar inquietud por lo insondable y a querer descifrar lo indescifrable.
Y como no
podía ser menos, comenzaron a sentirse dioses y a actuar como si realmente lo
fueran. En consecuencia, intentarán controlar la vida, porque se creen dueños y señores absolutos de la misma.
No se dan cuenta, que la vida es siempre muy compleja y escurridiza y nos plantea constantemente
nuevos problemas y que todo lo conseguido a base de esfuerzo, al final, no es
nada y, si es algo, termina siendo muy efímero.
Y esto es,
más o menos, lo que está aconteciendo a los políticos actuales, y sobre todo a
los políticos de la izquierda irredenta, como es el caso del PSOE y de Podemos. Intentan controlar
la realidad, es verdad, pero se les escapa invariablemente y termina, cómo no,
sobrepasándoles. Ya le pasó a José Luis
Rodríguez Zapatero, que se creyó el rey del mambo, ideando aquel
inexplicable Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo (Plan
E). Y le está pasando ahora, quién lo diría, al insaciable Pedro Sánchez Turrión.
Cuando
menos lo esperaban, Rodríguez Zapatero
y su ministra de Economía y Hacienda, Elena
Salgado Méndez, se encontraron con el estallido de la terrible crisis
económica de 2007. Y ocurrió precisamente por culpa del inoportuno pinchazo de
la burbuja inmobiliaria y financiera. Pero no se amilanaron lo más mínimo por
semejante minucia. Pensaron que, aplicando el Plan E, quedaba resuelto
rápidamente el problema.
Para
conseguir semejante objetivo, es verdad, no tenían nada más que movilizar
grandes cantidades de dinero público, para prestar apoyo a las empresas y a las
familias y fomentar cuidadosamente el empleo. Y completaban la faena, adoptando
medidas financieras y presupuestarias adecuadas y modernizando las que se
refieren a la economía. Y esto era tan evidente para los responsables
económicos del Gobierno de entonces, que la ministra Elena Salgado anunció solemnemente, en mayo de 2009, que “la
situación económica está teniendo
algunos brotes verdes”, y solo “hay
que esperar a que crezcan”.
Y mira por
dónde, para desconcertar y acabar de confundir a estos políticos, tan presuntuosos como pagados de sí mismos, se
produjo un leve y ocasional descenso del paro en ese mes de mayo. Y esto, claro
está, fue aprovechado inmediatamente por los responsables del PSOE, para lanzar un vídeo
propagandístico, de cara a las próximas elecciones europeas, en el que aparece
un terreno árido, donde nace un brote verde.
Al tratarse
de una mejora fortuita y pasajera del paro, porque no tuvo continuidad alguna
en los meses siguientes, los brotes
verdes fueron duramente criticados por la oposición y por la mayor parte de
los medios de comunicación. La crítica más jocosa y descarnada se la debemos al
consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes, que dijo: “parece
que los brotes verdes son de marihuana y se los ha fumado Zapatero”.
Hay que
reconocer que, en el Plan E, se inyectaron muchos
millones de euros. Algunos medios hablan incluso de más de 50.000 millones, que
es una cifra muy desorbitada. A esa cantidad, habría que añadir, cómo no, los
gastos en carteles publicitarios, que eran ciertamente muy elevados. Y eran los
ayuntamientos los encargados de decidir en qué obras públicas se invertía ese
dinero.
Y como la
crisis era cada vez más intensa y el paro seguía aumentando descontroladamente,
prolongaron sin más el Plan E, aunque dándole otro nombre.
A partir de ese momento comenzó a llamarse Plan de Economía Sostenible. Claro
que, estas medidas, no importa su nombre, no lograron reactivar la economía. Y
sin embargo, si valieron para agravar
aún más la crisis, porque así, se disparó la deuda del Estado y aumentó
significativamente el déficit público.
Está visto que
los socialistas son incapaces, qué le vamos a hacer, de diagnosticar
correctamente las distintas situaciones económicas, y no aciertan nunca a la
hora de actuar. En 2008, por ejemplo, España entró en recesión. Y a pesar de
todo, el Gobierno de Zapatero siguió
a lo suyo y, en vez de adoptar unas medidas oportunas de contención del gasto, cometió el error de aplicar una deducción de 400
euros en la cuota del IRPF a todos
los contribuyentes. Y como era previsible, a finales de 2009 completó la faena,
sorprendiéndonos con unos Presupuestos Generales del Estado
para 2010 completamente irreales.
Y en mayo
de 2010, como era de esperar, pasó lo que tenía que pasar. Con el paro sobrepasando
ampliamente el 20%, y con un endeudamiento del 69,5% del PIB, terminó imponiéndose la realidad. En vista de las
circunstancias, los ‘hombres de negro’ de
Bruselas obligaron a Rodríguez Zapatero
a realizar el recorte social mayor de toda la democracia. Además de bajar un 5%
el sueldo de los funcionarios, tuvo que congelar también las pensiones. De
todos modos, era ya demasiado tarde para mantener a raya al disparatado déficit
público, que estaba ya por encima del 8% del PIB.
Y si dejamos a un lado a
Zapatero y Elena
Salgado y nos centramos en Pedro
Sánchez y en la vicepresidenta tercera del
Gobierno y ministra de Economía, Nadia Calviño Santamaría, veremos que
no ha cambiado nada. Si antes se ocultaba la realidad, ahora se maquilla
cuidadosamente la coyuntura económica que atravesamos.
El Gobierno ahora, es
verdad, ha cambiado el estribillo y, en vez de hablar de los famosos ‘brotes verdes’,
nos dicen que empieza a verse “la luz al
final del túnel”, que tanto más da, para engañarnos miserablemente, indicándonos que la recuperación económica
está a la vuelta de la esquina. Y con semejante mentira, agrandan aún más las
complicaciones que encontraremos para salir de esa preocupante situación de
ruina económica generalizada, que padecemos.
El
optimismo del equipo económico del Ejecutivo que dirige Pedro Sánchez no tiene límites. Y eso le lleva a defender
insistentemente, contra viento y marea, que vamos a tener una salida meteórica de la crisis económica
que originó el coronavirus. A pesar de todos los inconvenientes, Nadia Calviño, con la aquiescencia del
presidente del Gobierno, sigue manteniendo que nuestra recuperación económica va a ser en
forma de V. Matiza, eso sí, que de
momento no sabemos la pendiente que tendrá esa salida.
Y
derrochando optimismo, la ministra de Economía quiere hacernos ver, que el
Gobierno lo está haciendo muy bien y, como “vamos
en la dirección correcta”, se atreve a pontificar, que “el año 2021 será el de la recuperación y transformación de la
economía”. Y suelta esta milonga, sabiendo perfectamente el enorme peso que
tiene el turismo en la economía española, ya que representa más del 14% del PIB. Y si continúan las circunstancias
actuales, y no logramos recuperar y lanzar el sector turístico a tiempo, la
caída del PIB puede ser aterradora
en los próximos meses.
Son muchos
los datos que desmienten la aparentemente buena voluntad de Nadia Calviño. En primer lugar,
mientras el coronavirus siga campeando a sus anchas, no habrá manera de
recuperar el turismo, que es nuestra principal fuente de ingresos. Y no sé si
por ineptitud o por falta de interés, el caso es que el presidente del Gobierno,
Pedro Sánchez, ha venido gestionando
muy mal esa pandemia,
Y por si
fueran pocos los problemas ocasionados por el temible Covid-19, los demás datos
económicos muestran igualmente un panorama desolador. Tenemos un presidente del
Gobierno fulero e inepto, que no aporta a la economía en general nada más que
incertidumbre y desasosiego, porque las medidas que adopta, son siempre muy
desacertadas. Un caso muy concreto, lo tenemos
en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2021, toda vez
que estos presupuestos se sustentan sobre unas previsiones económicas irreales.
Así que no se va a cumplir el capítulo de ingresos y ya veremos a ver qué pasa
con los gastos.
Y aunque el
presidente Sánchez no quiera verlo,
España se encuentra en una situación de desventaja con respecto a los demás
países de la Unión Europea, por su elevado endeudamiento y por su baja
productividad. Como nos gobierna un manirroto, nuestra deuda está creciendo
exponencialmente de manera imparable. Cerramos el segundo trimestre de 2020 con
una deuda del 110,2% del PIB y al
final del tercer trimestre llegamos al 114,1%. Y cuando aparezcan las cuentas definitivas
del cuarto trimestre, seguro que andaremos por el 120% del PIB, o incluso, por encima de ese porcentaje.
Hasta
ahora, por qué no decirlo, el BCE ha actuado como salvavidas del
Gobierno, porque se ha ido haciendo con una buena parte de nuestra deuda. En
2020, por ejemplo, compró a España la friolera de 120.000 millones de euros. De
todos modos, mientras persistamos endeudándonos así, nuestra recuperación
económica seguirá estando muy lejos y dibujará una L extremadamente larga.
Gijón, 19
de enero de 2021
José Luis
Valladares Fernández
La verdad es que el ínclito Zapatero dejó señalado un camino (de triste recuerdo), que parece se ha convertido en el manual de actuación del PSOE.
ResponderEliminarCon Zapatero, comenzó el declive del PSOE, y con Sánchez terminó podemizándose. El PSOE clásico ya no existe.
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