sábado, 6 de febrero de 2021

VUELVEN LOS BROTES VERDES DEL PSOE

 


En una famosa tragedia de la antigua Grecia, atribuida tradicionalmente a Esquilo, se describe con todo detalle las increíbles peripecias de un personaje tan interesante como Prometeo (Προμηθεὺς). Este célebre Titán se atrevió a desafiar a los dioses y, sin miramiento alguno, les robó el fuego divino y se lo entregó a la humanidad. El dios Zeus se enfureció con semejante osadía y ordenó que fuera encadenado en la cima del monte Cáucaso, y dispuso que un buitre le devorara el hígado, que se regeneraría por la noche, para volver a soportar el mismo suplicio al día siguiente.

Con el robo del fuego a los dioses, para dárselo a los mortales, Prometeo se convirtió en un bienhechor de los hombres y en salvador de la humanidad. En un principio, los hombres eran como los fantasmas de los sueños, que todo lo confundían irremediablemente, de modo que viendo no veían y oyendo tampoco oían. Con la entrega de esa llama, los hombres abandonaron la rudeza y comenzaron a buscar  la perfección y a tratar de descifrar los límites que hay entre lo inmortal y lo mortal.

Según confiesa el propio Prometeo, al entregar el fuego de los dioses a los mortales, les liberó de la obsesión de la muerte y les infundió seguidamente ciegas esperanzas. A partir de ese momento, los hombres, y especialmente, los que se dedican a la política, empezaron a experimentar inquietud por lo insondable y a querer descifrar lo indescifrable.

Y como no podía ser menos, comenzaron a sentirse dioses y a actuar como si realmente lo fueran. En consecuencia, intentarán controlar la vida, porque se  creen dueños y señores absolutos de la misma. No se dan cuenta, que la vida es siempre muy compleja  y escurridiza y nos plantea constantemente nuevos problemas y que todo lo conseguido a base de esfuerzo, al final, no es nada y, si es algo, termina siendo muy efímero.

Y esto es, más o menos, lo que está aconteciendo a los políticos actuales, y sobre todo a los políticos de la izquierda irredenta, como es el caso del PSOE y de Podemos. Intentan controlar la realidad, es verdad, pero se les escapa invariablemente y termina, cómo no, sobrepasándoles. Ya le pasó a José Luis Rodríguez Zapatero, que se creyó el rey del mambo, ideando aquel inexplicable Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo (Plan E). Y le está pasando ahora, quién lo diría,  al insaciable Pedro Sánchez Turrión.

Cuando menos lo esperaban, Rodríguez Zapatero y su ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado Méndez, se encontraron con el estallido de la terrible crisis económica de 2007. Y ocurrió precisamente por culpa del inoportuno pinchazo de la burbuja inmobiliaria y financiera. Pero no se amilanaron lo más mínimo por semejante minucia. Pensaron que, aplicando el Plan E, quedaba resuelto rápidamente el problema.

Para conseguir semejante objetivo, es verdad, no tenían nada más que movilizar grandes cantidades de dinero público, para prestar apoyo a las empresas y a las familias y fomentar cuidadosamente el empleo. Y completaban la faena, adoptando medidas financieras y presupuestarias adecuadas y modernizando las que se refieren a la economía. Y esto era tan evidente para los responsables económicos del Gobierno de entonces, que la ministra Elena Salgado anunció solemnemente, en mayo de 2009, que  “la situación económica  está teniendo algunos brotes verdes”, y solo “hay que esperar a que crezcan”.

Y mira por dónde, para desconcertar y acabar de confundir a estos políticos, tan  presuntuosos como pagados de sí mismos, se produjo un leve y ocasional descenso del paro en ese mes de mayo. Y esto, claro está, fue aprovechado inmediatamente por los responsables del PSOE, para lanzar un vídeo propagandístico, de cara a las próximas elecciones europeas, en el que aparece un terreno árido, donde nace un brote verde.

Al tratarse de una mejora fortuita y pasajera del paro, porque no tuvo continuidad alguna en los meses siguientes, los brotes verdes fueron duramente criticados por la oposición y por la mayor parte de los medios de comunicación. La crítica más jocosa y descarnada se la debemos al consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan José Güemes, que dijo: “parece que los brotes verdes son de marihuana y se los ha fumado Zapatero”.

Hay que reconocer que, en el Plan E, se inyectaron muchos millones de euros. Algunos medios hablan incluso de más de 50.000 millones, que es una cifra muy desorbitada. A esa cantidad, habría que añadir, cómo no, los gastos en carteles publicitarios, que eran ciertamente muy elevados. Y eran los ayuntamientos los encargados de decidir en qué obras públicas se invertía ese dinero.

Y como la crisis era cada vez más intensa y el paro seguía aumentando descontroladamente, prolongaron sin más el Plan E, aunque dándole otro nombre. A partir de ese momento comenzó a llamarse Plan de Economía Sostenible. Claro que, estas medidas, no importa su nombre, no lograron reactivar la economía. Y sin embargo, si valieron para  agravar aún más la crisis, porque así, se disparó la deuda del Estado y aumentó significativamente el déficit público.

Está visto que los socialistas son incapaces, qué le vamos a hacer, de diagnosticar correctamente las distintas situaciones económicas, y no aciertan nunca a la hora de actuar. En 2008, por ejemplo, España entró en recesión. Y a pesar de todo, el Gobierno de Zapatero siguió a lo suyo y, en vez de adoptar unas medidas oportunas de contención del gasto,  cometió el error de aplicar una deducción de 400 euros en la cuota del IRPF a todos los contribuyentes. Y como era previsible, a finales de 2009 completó la faena, sorprendiéndonos con unos Presupuestos Generales del Estado para 2010 completamente irreales.

Y en mayo de 2010, como era de esperar, pasó lo que tenía que pasar. Con el paro sobrepasando ampliamente el 20%, y con un endeudamiento del 69,5% del PIB, terminó imponiéndose la realidad. En vista de las circunstancias, los ‘hombres de negro’ de Bruselas obligaron a Rodríguez Zapatero a realizar el recorte social mayor de toda la democracia. Además de bajar un 5% el sueldo de los funcionarios, tuvo que congelar también las pensiones. De todos modos, era ya demasiado tarde para mantener a raya al disparatado déficit público, que estaba ya por encima del 8%  del PIB.

Y si dejamos a un lado a Zapatero y  Elena Salgado y nos centramos en Pedro Sánchez y en la vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra  de Economía, Nadia Calviño Santamaría, veremos que no ha cambiado nada. Si antes se ocultaba la realidad, ahora se maquilla cuidadosamente la coyuntura económica que atravesamos.

El Gobierno ahora, es verdad, ha cambiado el estribillo y, en vez de hablar de los famosos ‘brotes verdes’, nos dicen que empieza a verse “la luz al final del túnel”, que tanto más da, para engañarnos miserablemente,  indicándonos que la recuperación económica está a la vuelta de la esquina. Y con semejante mentira, agrandan aún más las complicaciones que encontraremos para salir de esa preocupante situación de ruina económica generalizada, que padecemos.

El optimismo del equipo económico del Ejecutivo que dirige Pedro Sánchez no tiene límites. Y eso le lleva a defender insistentemente, contra viento y marea, que vamos a tener  una salida meteórica de la crisis económica que originó el coronavirus. A pesar de todos los inconvenientes, Nadia Calviño, con la aquiescencia del presidente del Gobierno, sigue manteniendo que  nuestra recuperación económica va a ser en forma de V. Matiza, eso sí, que de momento no sabemos la pendiente que tendrá esa salida.

Y derrochando optimismo, la ministra de Economía quiere hacernos ver, que el Gobierno lo está haciendo muy bien y, como “vamos en la dirección correcta”, se atreve a pontificar, que “el año 2021 será el de la recuperación y transformación de la economía”. Y suelta esta milonga, sabiendo perfectamente el enorme peso que tiene el turismo en la economía española, ya que representa más del 14% del PIB. Y si continúan las circunstancias actuales, y no logramos recuperar y lanzar el sector turístico a tiempo, la caída del PIB puede ser aterradora en los próximos meses.

Son muchos los datos que desmienten la aparentemente buena voluntad de Nadia Calviño. En primer lugar, mientras el coronavirus siga campeando a sus anchas, no habrá manera de recuperar el turismo, que es nuestra principal fuente de ingresos. Y no sé si por ineptitud o por falta de interés, el caso es que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha venido gestionando muy mal esa pandemia,

Y por si fueran pocos los problemas ocasionados por el temible Covid-19, los demás datos económicos muestran igualmente un panorama desolador. Tenemos un presidente del Gobierno fulero e inepto, que no aporta a la economía en general nada más que incertidumbre y desasosiego, porque las medidas que adopta, son siempre muy desacertadas. Un caso muy concreto, lo tenemos  en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2021, toda vez que estos presupuestos se sustentan sobre unas previsiones económicas irreales. Así que no se va a cumplir el capítulo de ingresos y ya veremos a ver qué pasa con los gastos.

Y aunque el presidente Sánchez no quiera verlo, España se encuentra en una situación de desventaja con respecto a los demás países de la Unión Europea, por su elevado endeudamiento y por su baja productividad. Como nos gobierna un manirroto, nuestra deuda está creciendo exponencialmente de manera imparable. Cerramos el segundo trimestre de 2020 con una deuda del 110,2% del PIB y al final del tercer trimestre llegamos al 114,1%. Y cuando aparezcan las cuentas definitivas del cuarto trimestre, seguro que andaremos por el 120% del PIB, o incluso, por encima de ese porcentaje.

Hasta ahora, por qué  no decirlo, el BCE ha actuado como salvavidas del Gobierno, porque se ha ido haciendo con una buena parte de nuestra deuda. En 2020, por ejemplo, compró a España la friolera de 120.000 millones de euros. De todos modos, mientras persistamos endeudándonos así, nuestra recuperación económica seguirá estando muy lejos y dibujará una L extremadamente larga.

 

Gijón, 19 de enero de 2021

 

José Luis Valladares Fernández


2 comentarios:

  1. La verdad es que el ínclito Zapatero dejó señalado un camino (de triste recuerdo), que parece se ha convertido en el manual de actuación del PSOE.

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    1. Con Zapatero, comenzó el declive del PSOE, y con Sánchez terminó podemizándose. El PSOE clásico ya no existe.

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