No hace falta ir a Salamanca para saber que,
a lo largo de la historia, siempre ha habido personas irresponsables, ávidas de poder, que utilizan
descaradamente la mentira y el engaño en beneficio propio. Rastreando en los
anales de la antigua Grecia, ya encontramos protagonistas mitológicos como Dolos, que era uno de los espíritus que
se escapó de la famosa caja de Pandora y comenzó a vivir entre los hombres,
rodeado siempre, eso sí, de los célebres pseudologos (Ψευδολογος) o las
mentiras que él mismo creaba.
Si nos atenemos a lo que cuentan las
antiguas crónicas helenas, Dolos terminó
de aprendiz con el titán Prometeo, que
se dedicaba a mejorar las cualidades de los hombres para que pudieran parecerse
a los dioses. Y cuando este astuto titán estaba modelando a Alétheia (αλήθεια) o la personificación
de la verdad, recibió una inoportuna llamada de Zeus, que le obligo a ausentarse precipitadamente del taller, dejando
al aprendiz Dolos custodiando la
inacabada obra.
Tan pronto como el intrépido Dolos se vio solo, decidió aprovechar
la ocasión y comenzó rápidamente a modelar con sus propias manos una réplica de
la figura que estaba haciendo su maestro. Pero no tenía arcilla suficiente, y
tuvo que salir a buscar más para poder rematar los pies. Cuando volvió con el
barro que necesitaba para rematar la hazaña, ya era demasiado tarde. El titán había
regresado antes de lo previsto y, maravillado por la similitud de las estatuas,
metió las dos al horno, aunque la de Dolos
no tenía pies.
Y cuando terminaron de hacerse, Prometeo completó la obra, insuflando
vida a las dos efigies. Y sucedió, cómo no, lo que tenía que suceder. Cuando
salieron del horno, Alétheia, la verdad, caminaba grácilmente y con pasos
firmes y seguros, mientras que su gemela, la mentira seguía sus huellas tambaleándose
y casi sin sostenerse. A partir de entonces, Dolos se convirtió obviamente en la personificación del fraude y la
falacia.
Siempre ha habido, es verdad, cierto
grado de prevención contra los políticos que se ocupan de las labores de
Gobierno. Pero ese recelo o desconfianza se desmadró con la llegada de Pedro
Sánchez a La Moncloa. No olvidemos que estamos ante un personaje sediento
de poder y sin escrúpulos, que no piensa nada más que en sí mismo. Es normal,
por lo tanto, que recurra constantemente a la artimaña y al embuste, para dar pábulo a su ambición desmedida y
poder salir con la suya.
Gracias a su comportamiento irregular,
este ficticio y mitómano doctor, que encarna la recreación perfecta de la imagen creada por Dolos en el taller de Prometeo,
terminó siendo, qué casualidad, el trolero mayor del reino. Y como es extraordinariamente
ególatra y autocomplaciente consigo mismo y carece de ideas propias, suele
improvisar soluciones extremas para mantenerse
a toda costa en la cresta de la ola.
Está visto, que el presidente Sánchez no ha tenido nunca
remordimientos de conciencia, aunque suele despreciar sistemáticamente hasta los principios morales más básicos. Y en
consecuencia, se comporta como cualquier aventurero irresponsable, que solo
busca su interés personal. Y por si esto fuera poco, aún conserva, creo yo,
muchos caprichos típicos de adolescente progre. Y esto, claro está, le ha
llevado a romper todos los esquemas habituales con la institucionalización de la
trampa y el engaño, originando así una auténtica crisis de credibilidad
desconocida hasta entonces.
Y para mantener el boato y la
fastuosidad que deseaba, Pedro Sánchez
procuró rodearse de un numeroso y variado equipo de lacayos y costaleros, elegidos entre sus prosélitos y
amiguetes. A pesar de todo, deben comprometerse, ahí es nada, a defender
ciegamente las falsedades y los embustes que proponga su propio jefe, y
responder siempre con el consabido ‘síseñor’ a todos sus requerimientos.
Ese tipo de compromiso entre el
presidente Sánchez y sus
domesticados peones comenzó a ser bastante más llamativo, cuando Isabel Díaz Ayuso se volvió
contestataria y puso en solfa las recomendaciones del Ministerio de Sanidad. Y
explotó bruscamente con los sorprendentes resultados electorales del pasado 4
de mayo. Ahí Pedro Sánchez perdió definitivamente
los estribos, y su ‘Ayuso-manía’ le llevó a cometer muchos errores de bulto.
Y sin más preámbulos, el presidente del
Gobierno la emprendió contra los electores, tildándoles, faltaría más, de ser
profundamente desleales a la hora de acudir a las urnas, acusándoles de
traicionar gratuitamente a la izquierda. Ni que decir tiene, que no es esa la
mejor manera de recuperar el apoyo de unos votantes desilusionados, ya que
avergonzándoles públicamente y poniéndoles en la picota, terminarán siendo
irrecuperables.
Con el fracaso electoral del 4 de mayo, Pedro Sánchez bajó de las nubes y vio
que, de seguir así, terminarían echándole inapelablemente de La Moncloa. Ante
tal perspectiva, quedó sumido, ni más ni menos, en un preocupante estado de shock, que no
le deja ver la realidad. Y eso le llevó, creo yo, a concentrar todos sus ataques y diatribas contra
Díaz Ayuso, señalándola como la verdadera culpable de la
situación epidemiológica de la terrible pandemia que padecíamos en España. Y
esto fue determinante para que todo el sanchismo socialcomunista la emprendiera
contra la presidenta madrileña.
A partir de ese momento, Isabel Díaz Ayuso sería lisa y
llanamente la culpable de la llegada masiva de tantos franceses, que venían a
España en busca de fiesta y jolgorio. Y por lo visto, si nos atenemos a lo que
ha dicho recientemente la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, también es Ayuso la responsable de que no vengan los británicos. Pues es
sabido que el Reino Unido borró a España
de la lista de los países seguros a los
que se puede viajar sin riesgo de coger el virus. Y todo, porque lo único que
importa en Madrid, es la libertad para poder “irse de cañas” e “irse a los
toros”.
Y aquí aparecen en escena, quién lo iba
a decir, personajes tan singulares y sorprendentes como Carmen Calvo y el inefable José
Félix Tezanos, con la intención evidente de dulcificar debidamente el
batacazo que se llevó la izquierda socialcomunista en Madrid y propiciar una
mejora en el estado de ánimo del presidente del Gobierno.
Es evidente, que la vicepresidenta
primera del Gobierno, Carmen Calvo Poyato está especializada en meter la pata,
sobre todo, cuando trata de interpretar lo que otros dicen o hacen. Sin ir más
lejos, y aunque no sabe aún de quién es el dinero público, vincula sin más los
cambios de la hora con la “resistencia al machismo”. Y cuando un
diputado de Vox le preguntó si el Gobierno tenía intención de restituir la credibilidad de las instituciones del
Estado, soltó resueltamente esta frase: “No hay que restituir lo que no ha
existido”.
Y en cuanto al tema que nos ocupa, la
atrevida Carmen Calvo manifestó, un
poco a la ligera, que la derecha no tenía ningún proyecto serio. Y se atrevió a decir arbitraria e
injustificadamente que Isabel Díaz Ayuso compartía principios
nada menos que con los nazis y que sus votantes simpatizaban con los fascistas.
Y no contenta con esto, continuó mofándose de la presidenta madrileña y de sus
seguidores, al afirmar que habían hecho una campaña “poco edificante”, que ha consistido sencillamente “en
cañas, en no encontrarte a tu ex y en recibir abrelatas de berberechos”.
Y no digamos nada del ridículo mayúsculo
que ha estado haciendo el presidente del Centro
de Investigaciones Sociológicas (CIS), José
Félix Tezanos, para tratar de lavar la cara y dignificar convenientemente al
presidente del Gobierno que padecemos. Hasta ahora, que yo sepa, no ha
cosechado nada más que tremendos fracasos en todos los pronósticos
electorales que ha venido haciendo desde
que se hizo cargo del CIS. Y su vaticinio sobre las elecciones madrileñas del
pasado 4 de mayo, no podía ser una excepción.
Siguiendo su inveterada costumbre, en
las elecciones de la Comunidad de Madrid, Tezanos
derrochó generosidad con los partidos de izquierda, mostrándose especialmente
espléndido con el PSOE. Según su último sondeo, el Partido Popular de Ayuso ganaba las elecciones, logrando
entre 54 y 56 escaños. Y atribuía al PSOE de Sánchez-Gabilondo un resultado francamente satisfactorio, ya que
conseguiría entre 34 y 36 diputados regionales. No obstante, podemos dar por
buenos los vaticinios que hizo sobre los otros cuatro partidos que concurrían a esas elecciones.
De todos modos, hay que reconocer que al
sociólogo particular de La Moncloa le ciega la exagerada pasión que siente por
el presidente Pedro Sánchez. Y como
consecuencia de ese afecto enfermizo, Tezanos
comete fallos demoscópicos estrepitosos e imperdonables. En este caso concreto,
atribuyó al PSOE nada menos que hasta 12 escaños más de los que realmente
obtuvo en esa jornada electoral. Precisamente por eso, tenía poca importancia
que ganara Díaz Ayuso, ya que, con
esos 12 escaños del PSOE, podía darse casi por segura la ventaja del bloque de
la izquierda frente al de la derecha.
No debemos olvidar que, en esta ocasión,
el presidente del CIS no se conformó con
cocinar sus sondeos políticos al gusto del líder máximo del PSOE. Y utilizando la revista Temas para el Debate, que
él mismo dirige, se dedicó a lanzar toda clase de invectivas y
descalificaciones contra la presidenta madrileña y contra todos sus votantes.
En un desconcertante artículo, titulado “Globos
políticos y escenarios singulares”, el visionario Tezanos llama reiteradamente ‘tabernaria’ a Isabel Díaz Ayuso, y se regodea diciendo que "la mayor parte de los analistas" están extrañados por "la escasa entidad intelectual y
política de la candidata" popular.
Y culpa al Partido Popular de buscar
intencionadamente la movilización de “un
amplio sector que se nuclea en torno al mundo de las tabernas, los bares,
los restaurantes y otros establecimientos similares”. Y Madrid tiene,
según el responsable máximo del CIS, más establecimientos de este tipo, “que ninguna otra ciudad del mundo”.
Y para que no falte nada, el atrevido
futurólogo augura que, si finalmente termina ganando Díaz Ayuso, tendremos que apechar con cantidad de frustraciones que
“surgirán tanto de los fracasos políticos
y económicos derivados de la falta de concordancia con las políticas que se van
a hacer (…), como de la falta de sintonía con el substrato político real de los
madrileños". Y todo, según el mismo dice, porque los madrileños son
mayoritariamente de izquierdas.
Pero llegó la hora de la verdad y se
consumó el tremendo fracaso de los pronósticos electorales aventurados
alegremente por José Félix Tezanos,
el inefable presidente del CIS. La ‘tabernaria’ Isabel Díaz Ayuso se
llevó una buena tacada de votos, muchos más de los previstos por el CIS, dejando
prácticamente ‘in albis’ al aspirante
del PSOE, Ángel Gabilondo.
Como sus augurios preelectorales
resultaron absolutamente erróneos y desacertados, Tezanos trata de justificarse, afirmando algo que no tiene ni pies
ni cabeza: “la caída del PSOE fue en los
cuatro últimos días”. Y siguiendo
con sus juegos florales que pagamos todos los, españoles, terminó pidiendo,
hasta ahí podíamos llegar, que dejáramos de hacer críticas ‘ad hominem’ contra su persona, y abriéramos un debate científico
para sacar conclusiones útiles para la sociología.
Y
cierra su desquiciada perorata, afirmando algo que todos sabemos sobradamente:
que él no es un “adivino”, y que
tampoco pretende que el CIS se convierta en una “institución adivinadora”.
Gijón, 20 de mayo de 2021
José Luis Valladares Fernández
Esperemos que el batacazo que se han dado en Madrid,se produzca también en las próximas elecciones generales en España,si es que ocurre.Pues con esta chusma de los socialista,lo mismo están en el poder hasta el 2050, saludos,😁
ResponderEliminarEso indican, al menos, las encuestas que van apareciendo, con la única excepción de la CIS que, como no podía ser menos, vuelve a ganar el mismo. Claro que a Tezanos ya ha perdido toda su credibilidad. Saludos
EliminarEl Tezanos, está a punto de publicar una encuesta.
ResponderEliminaren la que Sánchez, ganaría las elecciones en EEUU y Alemania, de celebrarse en este momento.
No le des nuevas ideas a Tezanos, que ya malgasta mucho dinero público, falseando las encuestas que hace en España
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