En el debate político entre los
candidatos que aspiran a ganar las elecciones autonómicas del próximo día 4 de mayo, retransmitido por
Telemadrid, el imprevisible Pablo
Iglesias terminó haciéndose un retrato de cuerpo entero. Sin proponérselo,
el todavía líder de Podemos dejó muy claro, que está totalmente integrado en la
otrora denostada casta. Precisamente por eso, suele comportarse como si hubiera
sido rico desde su tierna infancia
Y para no desentonar con los usos y
costumbres de los auténticos burgueses, el señorito Iglesias abandona sin más el
piso humilde de Vallecas y se instala en el señorial y confortable casoplón de
Galapagar. Y terminó siendo, quién lo iba a decir, tan petulante y jactancioso
como cualquier otro magnate que podamos encontrar a lo largo de nuestra vida. Se
ha vuelto tan distinguido y refinado que, para exhibir su planta ante las
cámaras de la televisión pública madrileña, exigió que una peluquera retocase el
moño que luce últimamente.
A lo largo de ese debate electoral,
también quedó ampliamente demostrado que el endiosado Pablo Iglesias utiliza toda clase de argucias y marrullerías para imponer
su ideología tóxica a los sufridos españoles. Y siguiendo al pie de la letra lo
que le dicta su propio proyecto liberticida, pretende reeducar a la “derecha fascista”, para que se
arrodille sumisamente ante los dogmas del neo-comunismo actual. Y para conseguir
semejante objetivo, busca desesperadamente la manera de enturbiar y envenenar
la política española, a base de odio,
violencia, sectarismo y de toda clase de extremismos.
A lo largo del debate electoral de
Telemadrid, también quedó ampliamente demostrado que Pablo Iglesias es un consumado e incorregible mitómano, que miente y fantasea sistemáticamente, para
adquirir notoriedad y estar siempre al frente de la situación. Pero en esta
ocasión, tan solo cosechó un sonado fracaso.
No le valió de nada ni la laca del moño, ni la interpretación retorcida que
daba a los supuestos documentos que leía continuamente para tratar de apabullar
y desconcertar a su contrincante, la impertinente Isabel Díaz Ayuso.
Como era de esperar, el desvergonzado Iglesias se equivocó de media a medio en
la estrategia que utilizó, para responsabilizar a la presidenta de la Autonomía
de la evolución catastrófica de la pandemia en Madrid. Y todo, según este
prócer de la sinrazón y del desafuero, por no seguir ciegamente las pautas que
marca el Gobierno socialcomunista que padecemos.
Para perjudicar seriamente a Díaz Ayuso, afirmó rotundamente que
Madrid era “la primera Comunidad Autónoma
de España en positivos, hospitalizaciones e ingresos UCI por Covid-
El 21 de junio de 2020, sin embargo, con
la expiración del Estado de Alarma que había decretado el Gobierno, cambió
radicalmente la situación. Las Autonomías comenzaron a tener voz y voto en el manejo de la pandemia y España entró de
lleno en la llamada ‘nueva normalidad’. En Madrid, por
ejemplo, gracias a la actuación decidida de Díaz Ayuso, descendieron notablemente los contagios y las
hospitalizaciones en Madrid, pudiendo ofrecer, desde ese momento, unos datos
sensiblemente mejores que otras Comunidades Autónomas.
Como el cinismo de Pablo Iglesias no tiene límites, intentó retorcer también los datos
sobre la mortalidad soportada por los madrileños por culpa del Covid-19. Así
que, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se atrevió a denunciar, sin
especificar fechas concretas, que “Madrid
encabeza todas las cifras más mortíferas en lo que se refiere al coronavirus”.
Hay que aceptar, porque es así, que la
mortalidad de Madrid superó con creces todas las expectativas habidas y por
haber. Pero como en el caso de los contagios y las hospitalizaciones, eso
ocurrió durante la primera ola, en pleno Estado de Alarma, cuando el Gobierno
de Pedro Sánchez, gestionaba
directamente la pandemia, con la aquiescencia, eso sí, de un personaje tan
insolente como Pablo Iglesias.
Y los datos que nos ofrece Instituto Nacional de Estadística son extremadamente claros
y precisos. Durante ese tiempo, la tasa de fallecimientos por 100.000
habitantes en la Comunidad de Madrid, fue de 219, frente a los 162 que teníamos
de media nacional. Hasta el 21 junio de 2020, que fue cuando se puso fin al ‘mando
único’, Madrid había contabilizado un58% de las defunciones que se
produjeron en España por culpa del coronavirus, mientras que la media
comunitaria estaba en un 38%, que era también un porcentaje francamente
escandaloso.
Teniendo en cuenta estos datos, podemos
afirmar que la gestión de la pandemia que estaba realizando el Gobierno
socialcomunista, sobre todo en la Comunidad madrileña, era rematadamente mala y desastrosa. Mejoró sustancialmente
cuando esas competencias pasaron a las manos Comunidades Autónomas. En Madrid,
sin ir más lejos, con Isabel Díaz Ayuso al
timón de mando de la Comunidad, comenzaron a disminuir rápidamente las muertes provocadas
por ese nefasto virus.
Y de hecho, el descenso de víctimas mortales durante la segunda y
tercera ola, con respecto a la primera, fue realmente considerable en todas las
Comunidades, y de una manera muy especial en la madrileña. Fue a finales de
junio de 2020, cuando la mortalidad en Madrid, ligada al Covid-19, comenzó a
normalizarse y terminó siendo muy similar a la del resto de las demás Autonomías.
Y a partir de enero de 2021, esa mejoría
se intensificó aún bastante más, de modo que, en Madrid, tenemos actualmente una
tasa de 95,9 decesos por coronavirus, frente al 104,1 de promedio nacional. Esto
indica claramente que hay varias Comunidades que nos ofrecen un resultado peor
que la madrileña.
De todos modos, el comportamiento de Pablo Iglesias en ese debate fue,
cuando menos, sumamente sorprendente. Está visto, que le importa un bledo lo
que acontece en España o si la pandemia sigue haciendo de las suyas. Y suele
servirse, faltaría más, de cualquier tipo de circunstancia que surja, incluido
el dolor de las familias y de quienes peor lo están pasando, para imponer su
voluntad. De ahí que utilice profusamente toda clase de epítetos negativos,
para dar una visión pésima de la
realidad madrileña, llegando incluso a decir que es poco menos que un infierno,
para todos los que residen en esa región.
No es de extrañar, por lo tanto, que en
los rifirrafes o enfrentamientos que mantuvo con Isabel Díaz Ayuso, aportase todo un aluvión de datos que, o estaban
desfasados, o eran interpretados de manera abiertamente sibilina. En la primera
oportunidad que tuvo, el caudillo Iglesias
soltó esta afirmación sin ponerse colorado: “En
la Comunidad de Madrid, según el Instituto Nacional de Estadística, hay 263.769
viviendas vacías”. Ocultaba, cómo no, que el número aportado de viviendas
vacías no tenía nada que ver con la actualidad. Esa información no tenía nada
que ver con la actualidad, ya que era nada menos que del año 2011.
Y con el ánimo de no dejar títere con
cabeza, Pablo Iglesias se atrevió a
sostener gratuitamente, que el empleo que se crea en Madrid “es precario” y que “la desigualdad social y territorial han aumentado de manera
dramática". Y se niega a reconocer que la Comunidad de Madrid sea hoy
día el auténtico motor de la economía
española. Si no fuera así, no sería la Comunidad que más inversión extranjera
recibe y la que más recauda por habitante.
Y no se cansa de hablar de la ‘pobreza’
y de la ‘desigualdad’ que agobia a los madrileños. Sabe perfectamente, que
la tasa de pobreza en esa Comunidad (19%) está 6 puntos por debajo de la media
nacional (25%). Y mucho más bajo, por qué no decirlo, que en Extremadura (38%),
que ha sido siempre un feudo tradicional de la izquierda.
Y ya de puesto a enumerar las todas las
supuestas tachas que padece la Comunidad madrileña, también sacó a relucir, que
su sistema fiscal “no es progresivo, a
pesar de que así lo indica la Constitución”. Y hace esta afirmación
gratuita, sabiendo que la escala del IRPF autonómico cuenta con cinco tarifas
diferentes, la más baja del 9% y la más
alta del 21%, que cumplen correctamente la progresividad que exige la Constitución.
Pero eso es lo de menos, ya que el
trilero Iglesias resolvería esto, lo
mismo que las demás lacras, de un simple plumazo. Aplicaría, claro está, el
Impuesto sobre el Patrimonio, que es algo que, al parecer, según dice, hacen todos
los países serios y, por supuesto, recuperaría inmediatamente otros, tan
injustos como los de Sucesiones y Donaciones.
Al ver que se le acaba el tiempo y que,
con la ópera bufa que venía representando, no lograba acallar a su contrincante
Isabel Díaz Ayuso, el dirigente
máximo de la formación morada se pone nervioso y cambia apresuradamente de
estrategia. Y con el ánimo de sobrevivir a toda costa en Madrid, comienza a
pedirle datos muy concretos.
La primera pregunta que hace a la
candidata del Partido Popular, es esta: “¿cuántas personas hay en la lista de
espera?”. Y sin esperar la consiguiente respuesta, Pablo Iglesias sentenció muy ufano: “no lo sabe”. Y sin dar tiempo a nada, le pregunta sin más, si
sabía cuál era el porcentaje de los
fallecidos en las distintas residencias, que podían haberse salvado. Y obviamente,
se topó con la verdadera Ayuso.
Dicho de otra manera, el atrevido
dirigente bolivariano fue por lana y salió trasquilado. Ciñéndose
tranquilamente a la realidad, la presidenta Díaz Ayuso le desarmó con una pregunta tan sencilla como esta: “¿A cuántas residencias fue usted, siendo el
mando único?”. Y muy segura de sí
misma agregó: “Sólo la UME nos ayudó”.
Sabiendo que había perdido
definitivamente la partida, el ex vicepresidente Pablo Iglesias trató de justificarse, pero ya sin convicción
alguna: “Yo daba las indicaciones (a la UME), no somos de hacernos fotos, somos
de gestionar”. Y como conocía los informes
del Ministerio de Defensa sobre
el protocolo seguido durante el primer estado de alarma, Ayuso terminó de apuntillarle social y moralmente, negando
semejante extremo. Y afirmó sin contemplación alguna que, mientras ocurría eso,
él estaba tranquilamente, como es verdad, en su chaletazo de Galapagar.
No obstante, esperemos a ver qué pasa el
próximo día 4 de mayo. Suponemos que el autócrata Pablo Iglesias estará
sufriendo ahora un verdadero trastorno de ansiedad. Como sabe que está ya más
visto que el tebeo, teme que algunos de sus hooligans más fieles decidan
pasarle factura y le abandonen. Esperemos que sea verdad.
Gijón, 2 de mayo de 2021
José Luis Valladares Fernández
Bueno, parece que se ha ido para su casa.
ResponderEliminarY creo que no le van a echar de menos, ni sus mismos correligionarios políticos.
EliminarMenuda paliza se llevaron los socialistas y el señorito Iglesia,en las elecciones de Madrid,lo mejor que podría hacer es marcharse a Venezuela,un saludo,😁
ResponderEliminarSe lo tenían merecido. Y esperemos que el líder del PP tomo nota, siga el ejemplo de Díaz Ayuso y deje de simular que comparte ideas neo-socialdemócratas para que no le tilden de ser de derechas. Saludos
EliminarAlgo inventará el CHEPAS, para seguir tocando los cojones.
ResponderEliminarYa lo creo. Intentará seguir viviendo del cuento, como hasta ahora. Tiene cara para eso y para mucho más.
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