Los separatistas catalanes, con su odio declarado a España y a lo que esta significa, están haciendo un daño irreparable a Cataluña. Son muchos ya los españoles de otras regiones que han decidido no comprar productos catalanes. No es que tengan nada contra Cataluña, pero les molesta que cuatro arribistas de la política se apropien del ser y el sentir catalán y quieran hacernos ver que Cataluña son ellos.
En el resto de España, sabemos de sobra que la mayoría de los catalanes pasan de la independencia. Ahí está, para demostrarlo, la escasa participación en esa alucinante consulta de hace unas fechas, llevada a cabo en 166 municipios de Cataluña. Consulta o referéndum realizado con la connivencia culpable de Zapatero y de todo el Gobierno central. Al lendakari Ibarreche le prohibieron realizar una consulta similar en el País Vasco. Los prohombres de Esquerra Republicana de Cataluña, por lo que se ve, cuentan con la correspondiente bula para aspirar impunemente a la independencia, bula que no han logrado aún los del Partido Nacionalista Vasco.
La participación ciudadana en esta consulta no llegó, ni tan siquiera, al 30%. Hay que resaltar, como dato curioso y relevante, que la participación es inversamente proporcional al censo real de cada municipio. En los municipios con más de 10.000 habitantes, la media no ha sobrepasado el 22%. Con un censo entre 5.000 y 10.000, la participación sube hasta el 24%. Entre 1.000 y 5.000, la afluencia de participantes alcanza el 27%. Es en pueblos de menos de mil habitantes donde la participación sube hasta el 35%.
Todos sabemos que el sondeo realizado por el instituto Noxa para La Vanguardia, o está amañado, o eligieron las personas que debían ser consultadas. Nadie se cree que un 53 % de los catalanes estén a favor de los referéndums por la independencia. Como supongo que la mayoría de los catalanes son claramente sensatos, estoy convencido de que la realidad catalana es muy diferente a como la cuentan los periódicos y las emisoras de radio, sobornados a base de recibir abundantes y frecuentes subvenciones. Seguro que, si se organizara en serio una consulta soberanista, Cataluña elegiría seguir siendo española.
El mismo Artur Mas, con tendencias políticas nada sospechosas, reconoce sin ambages que en su partido se ha “contrastado con estudios sociológicos que en una consulta en toda Cataluña ganaría el no. Sería un error convocarla para evidenciar ante España y todo el mundo que Cataluña lo que quiere es simplemente ser española. Eso llevaría al país a la derrota. Si se puede plantear en el futuro, ya se verá”. Y es normal que sea así ya que los independentistas, con ser muchos y muy ruidosos, representan tan solo a una exigua minoría. La Cataluña real está formada por todos los que viven en esa admirable tierra, y no solamente por aquellos que aspiran a la independencia. Y esto es así, se pongan como se pongan, los prohombres de Esquerra Republicana y cuantos comparten sus absurdas proclamas.
Son llamativas las declaraciones del nuevo converso del independentismo catalán, el presidente del FC Barcelona. A Joan Laporta le ciegan sus ambiciones políticas para cuando abandone la dirección del Barça. Ante la posibilidad de un referéndum legal sobre la independencia, no duda en afirmar que la gente votaría a favor. Y agrega: “No me cabe en la cabeza que alguien vote en contra”. No se que pensaría si el FC Barcelona, como consecuencia lógica de su postura, no pudiera participar en la liga española y se viera abocado a jugar con el UDA Gramanet, el CE Mataró y el Palamós CF, entre otros.
Cuando sí acierta plenamente Laporta es cuando dice que “Es el momento de que Cataluña despierte”. Eso es, precisamente, lo que pretenden los que no compran productos catalanes. Con el hecho de buscar productos alternativos y rechazar los fabricados en Cataluña, se pretende dar un aldabonazo en la conciencia del pueblo catalán, para que mande a casa, de una vez por todas, a todos estos políticos advenedizos que se han adueñado de las instituciones catalanas. Más aún, proclaman desvergonzadamente que Cataluña son ellos, cuando en realidad, están haciendo un daño irreparable a los catalanes.
Y para mandar a casa a tanto intruso político, no es suficiente organizar “butifarradas” como hizo recientemente la Asociación Cultural Gastronómica Butifarréndum. Está bien para reírse un poco de esas consultas ilegales en pro de la independencia y para disfrutar simultáneamente de la cultura catalana. Sería de necios utilizar estos actos culturales como si fuera todo un instrumento político. Hace falta algo más. Hay ocasiones en las que es preciso mojarse con decisión.
Entre las ocasiones perdidas está la del referéndum en que se aprobó el polémico Estatut de Cataluña que, diga lo que diga el Tribunal Constitucional, es claramente anticonstitucional. De los 5.309.767 catalanes con derecho a votar, solamente lo hizo el 49,4% del censo, de los que el 20,7% votaron en contra. El Estatut, por consiguiente, solamente fue respaldado por el 36% de los ciudadanos de Cataluña con derecho a voto. De haber acudido masivamente los catalanes a la consulta, hubiera triunfado con seguridad el no. Resultado: no tendríamos ahora a todos estos indocumentados políticos marcando pautas a tirios y troyanos y fanfarroneándose, a la vez, de su catalanidad.
Gijón, 30 de diciembre de 2009
José Luis Valladares Fernández
En el resto de España, sabemos de sobra que la mayoría de los catalanes pasan de la independencia. Ahí está, para demostrarlo, la escasa participación en esa alucinante consulta de hace unas fechas, llevada a cabo en 166 municipios de Cataluña. Consulta o referéndum realizado con la connivencia culpable de Zapatero y de todo el Gobierno central. Al lendakari Ibarreche le prohibieron realizar una consulta similar en el País Vasco. Los prohombres de Esquerra Republicana de Cataluña, por lo que se ve, cuentan con la correspondiente bula para aspirar impunemente a la independencia, bula que no han logrado aún los del Partido Nacionalista Vasco.
La participación ciudadana en esta consulta no llegó, ni tan siquiera, al 30%. Hay que resaltar, como dato curioso y relevante, que la participación es inversamente proporcional al censo real de cada municipio. En los municipios con más de 10.000 habitantes, la media no ha sobrepasado el 22%. Con un censo entre 5.000 y 10.000, la participación sube hasta el 24%. Entre 1.000 y 5.000, la afluencia de participantes alcanza el 27%. Es en pueblos de menos de mil habitantes donde la participación sube hasta el 35%.
Todos sabemos que el sondeo realizado por el instituto Noxa para La Vanguardia, o está amañado, o eligieron las personas que debían ser consultadas. Nadie se cree que un 53 % de los catalanes estén a favor de los referéndums por la independencia. Como supongo que la mayoría de los catalanes son claramente sensatos, estoy convencido de que la realidad catalana es muy diferente a como la cuentan los periódicos y las emisoras de radio, sobornados a base de recibir abundantes y frecuentes subvenciones. Seguro que, si se organizara en serio una consulta soberanista, Cataluña elegiría seguir siendo española.
El mismo Artur Mas, con tendencias políticas nada sospechosas, reconoce sin ambages que en su partido se ha “contrastado con estudios sociológicos que en una consulta en toda Cataluña ganaría el no. Sería un error convocarla para evidenciar ante España y todo el mundo que Cataluña lo que quiere es simplemente ser española. Eso llevaría al país a la derrota. Si se puede plantear en el futuro, ya se verá”. Y es normal que sea así ya que los independentistas, con ser muchos y muy ruidosos, representan tan solo a una exigua minoría. La Cataluña real está formada por todos los que viven en esa admirable tierra, y no solamente por aquellos que aspiran a la independencia. Y esto es así, se pongan como se pongan, los prohombres de Esquerra Republicana y cuantos comparten sus absurdas proclamas.
Son llamativas las declaraciones del nuevo converso del independentismo catalán, el presidente del FC Barcelona. A Joan Laporta le ciegan sus ambiciones políticas para cuando abandone la dirección del Barça. Ante la posibilidad de un referéndum legal sobre la independencia, no duda en afirmar que la gente votaría a favor. Y agrega: “No me cabe en la cabeza que alguien vote en contra”. No se que pensaría si el FC Barcelona, como consecuencia lógica de su postura, no pudiera participar en la liga española y se viera abocado a jugar con el UDA Gramanet, el CE Mataró y el Palamós CF, entre otros.
Cuando sí acierta plenamente Laporta es cuando dice que “Es el momento de que Cataluña despierte”. Eso es, precisamente, lo que pretenden los que no compran productos catalanes. Con el hecho de buscar productos alternativos y rechazar los fabricados en Cataluña, se pretende dar un aldabonazo en la conciencia del pueblo catalán, para que mande a casa, de una vez por todas, a todos estos políticos advenedizos que se han adueñado de las instituciones catalanas. Más aún, proclaman desvergonzadamente que Cataluña son ellos, cuando en realidad, están haciendo un daño irreparable a los catalanes.
Y para mandar a casa a tanto intruso político, no es suficiente organizar “butifarradas” como hizo recientemente la Asociación Cultural Gastronómica Butifarréndum. Está bien para reírse un poco de esas consultas ilegales en pro de la independencia y para disfrutar simultáneamente de la cultura catalana. Sería de necios utilizar estos actos culturales como si fuera todo un instrumento político. Hace falta algo más. Hay ocasiones en las que es preciso mojarse con decisión.
Entre las ocasiones perdidas está la del referéndum en que se aprobó el polémico Estatut de Cataluña que, diga lo que diga el Tribunal Constitucional, es claramente anticonstitucional. De los 5.309.767 catalanes con derecho a votar, solamente lo hizo el 49,4% del censo, de los que el 20,7% votaron en contra. El Estatut, por consiguiente, solamente fue respaldado por el 36% de los ciudadanos de Cataluña con derecho a voto. De haber acudido masivamente los catalanes a la consulta, hubiera triunfado con seguridad el no. Resultado: no tendríamos ahora a todos estos indocumentados políticos marcando pautas a tirios y troyanos y fanfarroneándose, a la vez, de su catalanidad.
Gijón, 30 de diciembre de 2009
José Luis Valladares Fernández