Desde hace tiempo, los responsables autonómicos de la Sanidad tratan de crear un ambiente propicio para, al menos, introducir el denominado copago sanitario. Se aprovecha cualquier circunstancia, utilizando todos los medios de comunicación, para pregonar continuamente las dificultades económicas que soporta el Servicio Público de Salud. Al ritmo que actualmente crecen los gastos, de manera especial el capítulo de prestaciones farmacéuticas, dicen que en muy pocos años se producirá indefectiblemente la quiebra de la Seguridad Social.
No podemos negar la evidencia, ya que las dificultades económicas por las que atraviesa nuestro sistema público de salud son claramente manifiestas. Es normal que el gasto farmacéutico crezca por encima de lo habitual. La mejora sustancial de las condiciones de vida, combinadas con una buena actuación de la Sanidad Española, han dado lugar a un aumento notable de la esperanza de vida entre los españoles, hasta límites desconocidos hasta ahora. Esto da lugar a un aumento constante de usuarios que precisan atenciones médicas y muchos de ellos, cómo no, un buen número de recetas.
Pero este hecho, por otra parte plenamente constatable, no autoriza a que, desde los distintos Gobiernos autonómicos, como hizo en Asturias Ana Rosa Migoya, se pida sin pudor a los médicos que limiten las pruebas diagnósticas y disminuyan, lo más posible, la prescripción de recetas. Se supone que el médico es lo suficientemente responsable y, en consecuencia, las pruebas que pida serán necesarias para el diagnóstico correcto de la enfermedad del paciente. Y me imagino que, del mismo modo, las recetas se ajustarán a las necesidades demandadas por la situación transitoria del enfermo. Tampoco sería racional que, para ahorrar unos pocos euros, se recorten algunos de los servicios habitualmente prestados por la Sanidad Pública.
La introducción del copago sanitario, al menos para los jubilados antiguos que adquirieron el derecho a esa cuestionada gratuidad a lo largo de una dilatada vida laboral y pagando amplias cotizaciones para ese fin, no solucionaría definitivamente el problema, lo diferiría en el tiempo. El problema económico no proviene de unas cuantas recetas gratuitas que precisan los pensionistas. El problema tiene otras raíces más profundas que no están ocasionadas por los médicos y, mucho menos, por los que han tenido la desgracia de enfermar. El problema viene del mal uso que suelen hacer los responsables políticos de los recursos disponibles que debieran ir destinados exclusivamente para financiar los servicios públicos sanitarios.
Son muchos los chiringuitos habilitados dentro de la sanidad española para pagar complicidades y dar cobijo a un buen número de amigotes, acostumbrados a vivir exclusivamente de la mamandurria y del cuento. Se trata, ni más ni menos, de una especie de PER sanitario con un coste muy elevado que pagamos todos los usuarios de la Sanidad Pública. Son muchos los cargos, carentes de contenido real, que están viviendo a costa de los presupuestos de la sanidad pública. Pero aún hay más. La Seguridad Social corre con todos los gastos originados por los inmigrantes ilegales y otros muchos extranjeros que, sin cotización alguna, acuden masivamente a sus Centros de Salud.
Hay otros sumideros, prácticamente incontrolados, por donde se van importantes cantidades de dinero del presupuesto de la Sanidad Pública. En Asturias, por ejemplo, se han inventado las famosas peonadas y la discutida prolongación de jornada. Se trata de una nueva modalidad de trabajo, evidentemente poco práctica y que, en cambio, resulta demasiado cara si atendemos a los resultados que se obtienen. Un notable despilfarro más de medios económicos en algo que no cumple con los fines teóricos previstos cuando se puso en marcha. Las peonadas, e incluso la prolongación de jornada, serían muy útiles si sirvieran para reducir las escandalosas listas de espera de la sanidad. Todos lo esperábamos, pero hemos sido ampliamente defraudados ya que las listas de espera siguen ahí, aumentando desgraciadamente.
Tanto las peonadas como la prolongación de jornada se prestan al chanchullo, a la picaresca personal y a las componendas interesadas para mejorar el salario sin que, por ello, mejoren sustancialmente las prestaciones asistenciales. Todos sabemos que hay servicios sanitarios que se realizan por la mañana y que figuran posteriormente como hechos en horario de tarde o que, incluso, se disminuya intencionadamente la actividad ordinaria de la mañana para transferir algún que otro caso para la tarde y así justificar la peonada. Los responsables políticos no hacen nada para vigilar y exigir el estricto cumplimiento de sus obligaciones a quienes disfrutan de ese horario extra, que indudablemente sirve para mejorar las percepciones salariales.
Para que no peligre la viabilidad del sistema sanitario que, en líneas generales, ha sido eficiente y muy útil para los usuarios de la Seguridad Social, hace falta una gestión escrupulosa de los recursos sanitarios. Y si es preciso, dejar a un lado ideologías trasnochadas y utilizar más frecuentemente los servicios que ofrece la sanidad concertada, que es hasta tres veces más barata que la pública, como refleja El Comercio de Gijón del pasado día 2 de agosto.
Barrillos de Las Arrimadas, 10 de septiembre de 2010
José Luis Valladares Fernández
No podemos negar la evidencia, ya que las dificultades económicas por las que atraviesa nuestro sistema público de salud son claramente manifiestas. Es normal que el gasto farmacéutico crezca por encima de lo habitual. La mejora sustancial de las condiciones de vida, combinadas con una buena actuación de la Sanidad Española, han dado lugar a un aumento notable de la esperanza de vida entre los españoles, hasta límites desconocidos hasta ahora. Esto da lugar a un aumento constante de usuarios que precisan atenciones médicas y muchos de ellos, cómo no, un buen número de recetas.
Pero este hecho, por otra parte plenamente constatable, no autoriza a que, desde los distintos Gobiernos autonómicos, como hizo en Asturias Ana Rosa Migoya, se pida sin pudor a los médicos que limiten las pruebas diagnósticas y disminuyan, lo más posible, la prescripción de recetas. Se supone que el médico es lo suficientemente responsable y, en consecuencia, las pruebas que pida serán necesarias para el diagnóstico correcto de la enfermedad del paciente. Y me imagino que, del mismo modo, las recetas se ajustarán a las necesidades demandadas por la situación transitoria del enfermo. Tampoco sería racional que, para ahorrar unos pocos euros, se recorten algunos de los servicios habitualmente prestados por la Sanidad Pública.
La introducción del copago sanitario, al menos para los jubilados antiguos que adquirieron el derecho a esa cuestionada gratuidad a lo largo de una dilatada vida laboral y pagando amplias cotizaciones para ese fin, no solucionaría definitivamente el problema, lo diferiría en el tiempo. El problema económico no proviene de unas cuantas recetas gratuitas que precisan los pensionistas. El problema tiene otras raíces más profundas que no están ocasionadas por los médicos y, mucho menos, por los que han tenido la desgracia de enfermar. El problema viene del mal uso que suelen hacer los responsables políticos de los recursos disponibles que debieran ir destinados exclusivamente para financiar los servicios públicos sanitarios.
Son muchos los chiringuitos habilitados dentro de la sanidad española para pagar complicidades y dar cobijo a un buen número de amigotes, acostumbrados a vivir exclusivamente de la mamandurria y del cuento. Se trata, ni más ni menos, de una especie de PER sanitario con un coste muy elevado que pagamos todos los usuarios de la Sanidad Pública. Son muchos los cargos, carentes de contenido real, que están viviendo a costa de los presupuestos de la sanidad pública. Pero aún hay más. La Seguridad Social corre con todos los gastos originados por los inmigrantes ilegales y otros muchos extranjeros que, sin cotización alguna, acuden masivamente a sus Centros de Salud.
Hay otros sumideros, prácticamente incontrolados, por donde se van importantes cantidades de dinero del presupuesto de la Sanidad Pública. En Asturias, por ejemplo, se han inventado las famosas peonadas y la discutida prolongación de jornada. Se trata de una nueva modalidad de trabajo, evidentemente poco práctica y que, en cambio, resulta demasiado cara si atendemos a los resultados que se obtienen. Un notable despilfarro más de medios económicos en algo que no cumple con los fines teóricos previstos cuando se puso en marcha. Las peonadas, e incluso la prolongación de jornada, serían muy útiles si sirvieran para reducir las escandalosas listas de espera de la sanidad. Todos lo esperábamos, pero hemos sido ampliamente defraudados ya que las listas de espera siguen ahí, aumentando desgraciadamente.
Tanto las peonadas como la prolongación de jornada se prestan al chanchullo, a la picaresca personal y a las componendas interesadas para mejorar el salario sin que, por ello, mejoren sustancialmente las prestaciones asistenciales. Todos sabemos que hay servicios sanitarios que se realizan por la mañana y que figuran posteriormente como hechos en horario de tarde o que, incluso, se disminuya intencionadamente la actividad ordinaria de la mañana para transferir algún que otro caso para la tarde y así justificar la peonada. Los responsables políticos no hacen nada para vigilar y exigir el estricto cumplimiento de sus obligaciones a quienes disfrutan de ese horario extra, que indudablemente sirve para mejorar las percepciones salariales.
Para que no peligre la viabilidad del sistema sanitario que, en líneas generales, ha sido eficiente y muy útil para los usuarios de la Seguridad Social, hace falta una gestión escrupulosa de los recursos sanitarios. Y si es preciso, dejar a un lado ideologías trasnochadas y utilizar más frecuentemente los servicios que ofrece la sanidad concertada, que es hasta tres veces más barata que la pública, como refleja El Comercio de Gijón del pasado día 2 de agosto.
Barrillos de Las Arrimadas, 10 de septiembre de 2010
José Luis Valladares Fernández
Hola José Luis, la quiebra de la Seguridad Social es ya lo que faltaba o eso que he escuchado del copago, como lo de pagar una cantidad por sacar libros de la biblioteca pública pero qué coños está haciendo esta gente!! Y lo que dice esa señora de que los médicos prescriban las menos recetas posibles y hagan las menos pruebas posibles, pues que se lo hagan a su madre a ver qué le parece.
ResponderEliminarQué mala leche José Luis, lo sientooo pero es que leo cada burrada! Un abrazo amigo :)
Los problemas son muchos, empezando por el abuso que muchas personas realizan del servicio: las mayores consumidoras de píldoras anticonceptivas son mujeres de la tercera edad. Ejemplos similares a montones.
ResponderEliminarEl turismo sanitario nos llevará a la ruina. La sanidad gratuita es un derecho de españoles para españoles, que se gana mediante las cotizaciones y el pago de impuestos.
Hace poco tiempo un anciano dominicano me decía que partía para su tierra, tras visitar a su hija, con medicamentos para tres meses dispensados gratuitamente. En la República Dominicana se expende dicho fármaco, pero allí lo tenía que pagar. Aquí, por ser jubilado, aunque nunca había trabajado en España, los tenía gratis. Me decía que visitaba a su hija, residente en Madrid al menos una vez al año para poder ir a los médicos....
No sé si el copago es la solución, pero seguro que más de uno se lo pensaba.
Y los extranjerso que paguen sus cuidados médicos o se hagan un seguro.
No es racismo ni xenofobia, es sencillamente economía. Si nosotros vamos a sus países y caemos enfermos no nos atienden gratis.
Comentas muy bien la situación. Está claro que la S.S. está quebrada y tarde o temprano tendremos que pasar por caja, para ser atendidos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo que los jubilados han cotizado toda su vida y tienen derecho a la gratuidad, pero ojo, que hay muchisimos jubilados que ganan mas que muchos trabajadores, por tanto en este como en otros muchos asuntos no se debe hacer tabla rasa para todos.
Y eso de sacar medicinas gratis para toda la familia, necesita controles mas severos.
Ultimamente oimos hablar mucho del chocolate del loro, y son ya demasiados chocolates en toda la administracion que si los sumaramos nos llevariamos una sorpresa.
Saludos
Efectivamente, querida Vir, esta gente, desde que llegó al Gobierno, está haciendo muchas burradas, como dices tu. Yo estoy seguro que dentro del PSOE, tiene que haber gente mucho más razonable que todos estos aprendices de brujo. ¡Así nos va a todos y así le irá al PSOE, espero, en las próximas elecciones! Les falta talla tanto moral como intelectual, para desempeñar los cargos que ocupan.
ResponderEliminarUn abrazo
Así se escribe la historia, amigo Aspirante. Se aprovecha de nuestra sanidad todo el mundo y los responsables políticos encantados porque están haciendo obras de caridad a costa de los que hemos cotizado muchos años.
ResponderEliminarEl copago no solucionaría nada, ya que los inmigrantes que no trabajan y muchos de ese turismo sanitario, no lo pagarían por razones evidentes.
Para estas personas, si el Gobierno se siente tan dadivoso, que de menos subvenciones y parte de ese dinero que habilite un presupuesto para atender a todos esos pacientes que ni han cotizado nunca, ni van a trabajar aquí.
Un saludo cordial
Ese es el problema, amigo Helio, que son muchos los chocolates del loro que se dispensan a diario. Y por supuesto que, aparte de eliminar gastos tontos de la Seguridad Social, deben igualmente, cosa que no se hace, vigilar que todos cumplan estrictamente con sus obligaciones
ResponderEliminarSaludos cordiales
Apreciado J.Luis aquí todos tienen derechos menos los que cotizamos.
ResponderEliminarEntre los buitres de turnos sacan de las arcas del tesoro de la seguridad social miles de millones de euros despilfarrados, peligrando el futuro de nuestras pensiones sobre todo la mía que es de la que más me acuerdo, pagando toda la vida para que estos hijos de ... me dejen en gallumbos, que pase toda la maficracia las facturas millonarias de ellos cuando van a médicos y mutuas carisimas, se la pasen por la seguridad social para que se la paguemos los españoles, y los borbones se vallan a hospitales de lujo y pase la factura a la seguridad social para que se lo paguemos los españoles me parece tener más cara que espalda, más medicinas y médicos y demás cosas de la seguridad social a extranjeros que no han cotizado en su puta vida aquí en España, mientras sigan estos hijos de la ... abusando y derrochando, mientras lo fácil lo de siempre, paga el jubilado, el dependiente, parados, pensionistas y un etc de desfavorecidos que a nadie se le cae la cara de vergüenza cuando se les echa en cara algo que es de ellos para eso lo han cotizado, parece que son siempre los culpables de todo, mientras estos hijos de la gran.... nos chulean descaradamente y se lo consentimos, así estamos que no vamos a levantar cabeza ni aunque Rajoy nos vengan con milagros. Nada la culpa de todo estos son los que ellos digan para que pensar más mientra ellos a la saca con nuestro futuro.
Un saludo cordial J.L.
No lo dudes, amigo E..P... Aquí los pagamos somos siempre los mismos. Eso de que a los más ricos les van a poner un impuesto oficial, es todo un cuento y comida para unas huestes que se creen y aplauden todas estas patrañas. Saben de sobra que al rico-rico, si le tocan las narices, se va con el invento a otra parte y entonces sacan aún menos leche. Invierten fuera y se acabó.
ResponderEliminarUn abrazo