Los líderes carismáticos, capaces de arrastrar muchedumbres sin
apenas esfuerzo, tienen que nacer, como los poetas o los pintores y después
cultivar adecuadamente esos dones innatos. Si carece del imprescindible atractivo
personal y el necesario don de gentes,
por mucho que lo intente, será incapaz de atraer y fascinar a las multitudes. Es
cierto que las masas o muchedumbres, tienen
en su ADN vocación de rebaño. Pero aún
así, los líderes prefabricados, los de diseño,
no llegarán jamás a seducirlas ni a sacar lo bueno que pueda haber en ellas.
Y este es precisamente el caso de Mariano Rajoy. La naturaleza no
fue muy generosa con él, ya que no le dio mucho don de gentes ni demasiado atractivo personal. Así que, si
no se produce algún hecho extraordinario que le ayude a sacudir las
conciencias, será incapaz de persuadir y arrastrar a las masas. Es ni más ni
menos lo que le pasó en las elecciones
generales del 9 de marzo de 2008. Los votantes le dieron la espalda y siguieron
apoyando a José Luis Rodríguez Zapatero, a pesar de su impericia e incompetencia.
Fue el 11M lo que llevó a Zapatero en 2004 a La Moncloa. Y desde
que llegó, se dedicó metódicamente a arrasar todas las instituciones básicas de
la sociedad española. Le molestaban de manera muy especial las creencias
tradicionales y los valores morales típicos de la cultura occidental, por lo que intentó sustituirlos por otros más acordes
con una izquierda laicista y descreída. Trató de reescribir la historia a su
antojo, enfrentando a unos españoles contra otros con su arbitraria Ley de
Memoria Histórica. Destrozó a sabiendas la unidad de España alineándose con
grupos radicales y separatistas a cambio de ayuda para imponer su propio
proyecto cultural. Y a pesar de todo esto, en las elecciones de 2008, los
ciudadanos dieron la espalda a Rajoy y volvieron a apoyar a Zapatero, nefasto
Poseidón que se empañaba en borrar hasta
el último vestigio de nuestra cultura ancestral.
Las cosas cambiaron radicalmente en las elecciones generales del
20 de noviembre de 2011. Rodríguez Zapatero, con sus ocurrencias e
improvisaciones, llevó a España al borde de la quiebra, destrozó totalmente el
tejido empresarial, con lo que el paro alcanzó cifras realmente alarmantes. Ante
tal desastre social y económico, los ciudadanos salieron de su letargo y se
volcaron de manera masiva con Rajoy, dándole esa mayoría absoluta tan
extraordinaria.
Pero no fue ni el carisma de Mariano Rajoy, ni su simpatía
personal lo que arrastró a tanta gente en esas elecciones. Esos comicios no los
ganó Rajoy, los perdió el propio Zapatero. Su mala gestión de la crisis
económica fue determinante en tan
catastrófico resultado. Empezó negando tozudamente la existencia de esa crisis
y, en consecuencia, no hizo nada por prevenirla y para paliar sus efectos. Si
se hubiera enfrentado a ella con medidas y reformas estructurales precisas,
cortando de paso tanto derroche innecesario de dinero público, Rajoy no habría
tenido opción alguna.
La gestión tan descabellada que hizo Zapatero de la crisis
económica, tuvo consecuencias funestas para él y hasta para su partido. Los
enfrentamientos parlamentarios con Rajoy hicieron el resto. Los reproches y las contestaciones
inapelables del jefe de la oposición sintonizaban perfectamente con el sentir
mayoritario de la ciudadanía. Cada vez que venía a cuento, Rajoy le echaba en
cara, desde la tribuna del Congreso de los Diputados, su prolongado
empecinamiento en negar la crisis ya que, con su inacción, no hacía nada más
que generar desconfianza en los mercados financieros, ahuyentando las
inversiones extranjeras y generando más paro.
A partir de mayo de 2010, Mariano Rajoy parecía ya un comisionado de la mayor parte
de los ciudadanos y, como tal, aprovechaba las sesiones de control al Gobierno
de cada miércoles para criticar duramente los recortes exagerados de Zapatero. Sus
contundentes frases por la subida del IVA, la congelación de las pensiones y la
reducción del salario de los funcionarios,
parecían dictadas directamente por los perjudicados con esas medidas.
El 12 de mayo de 2010, compareció Zapatero ante el Congreso para
dar cuenta de estos recortes tan extremadamente duros e insolidarios. No
encontró otra manera mejor de reducir el déficit público. La contestación de
Rajoy no pudo ser más precisa: "Reducción del déficit sí, pero no así, no haciéndolo recaer sobre los más indefensos". Y
agregó que este lote de recortes es "profundamente injusto",
"ineficaz", y que "hace que los errores cometidos por el Gobierno
y por su presidente lo paguen
pensionistas y funcionarios públicos que no tienen la culpa". Y además, "ni
sirve para que la economía crezca, ni sirve para crear empleo".
Con la subida del IVA, el entonces jefe de la oposición fue muy
claro, y la calificó de "insolidaria, injusta, contraproducente y además
ineficaz". Rajoy no se mordió la lengua y llegó a decir de tan
injustificado incremento del IVA que era “el sablazo que el mal gobernante le pega a
todos sus compatriotas”. Lo culpó directamente de llevar a cabo "el mayor
recorte de derechos sociales en la historia de la democracia", terminando
con esta acusación: "Es usted el presidente que más ha empobrecido a los
españoles y el que ha hecho más recortes que nunca".
A estas alturas de la fiesta, la mayor parte de los ciudadanos
españoles, ya se habían dado cuenta del tremendo desastre originado por un
presidente del Gobierno inepto y, sin lugar a dudas, tremendamente perverso y
malvado. Como si fuera el caballo de Atila, destrozó completamente todo lo que
tocaba, como la economía, la unidad de España y la igualdad entre los
españoles. Al comprobar que estábamos
hundiéndonos en la ruina más absoluta, la gente comenzó a tener en
cuenta lo que proclamaba continuamente Mariano Rajoy y comenzaron a ver en él su
única tabla de salvación.
Al comparar lo que había hecho Zapatero y lo que predicaba
Rajoy, fueron muchos los ciudadanos que
llegaron a la conclusión de que se habían equivocado gravemente en las elecciones
generales de 2008 al decidirse por José Luis Rodríguez Zapatero. Y querían
poner remedio lo más rápidamente posible
a tan funesta situación por la que estábamos pagando un precio exageradamente alto. De ahí ese deseo
prácticamente unánime de que Zapatero decretara el fin de esa legislatura y
convocara nuevas elecciones.
Aunque demasiado tarde, y después de causar un tremendo daño,
sobre todo a las clases medias, Zapatero disuelve las cortes y convoca elecciones
generales para el 20 de noviembre de 2011. Augurando un tremendo fracaso, se
mantiene al margen y es Alfredo Pérez Rubalcaba, su antiguo todopoderoso ex vicepresidente del
Gobierno, el que le sustituye en esa contienda electoral. Y en los primeros
compases de la precampaña y campaña electoral, Mariano Rajoy mantuvo el
alentador discurso de sus enfrentamientos dialécticos con Zapatero.
Despertó un interés muy especial su duelo con Rubalcaba en el
debate electoral del 7 de noviembre de 2011. Sus afirmaciones de ese día no
defraudaron, fueron todas especialmente contundentes y esperanzadoras y en
línea con las propuestas de su programa electoral. Concordaban además con lo
que siempre ha predicado la derecha tradicional española y con lo que esperaban
todos aquellos que vienen de vuelta, o se han vacunado a tiempo contra el
zapaterismo.
Ambos contendientes se enzarzaron en un combate dialéctico sobre
la mejor manera de afrontar los principales problemas que nos afectan y que
preocupan hondamente a todos los
colectivos y la mejor manera de solucionarlos. Salió a relucir en tan
interesante cara a cara el paro, el déficit,
la deuda pública, las prestaciones por desempleo y la alarmante pérdida
de poder adquisitivo de los salarios y de las pensiones. Y también, cómo no, el
estado de bienestar y la burbuja inmobiliaria. Para Mariano Rajoy, era el
Gobierno el verdadero responsable de la gravedad de la situación económica por
incuria o por ignorancia, o por ambas cosas a la vez.
Comienza señalando Rajoy que, en el año 2007, Alemania, Francia y
España tenían la misma tasa de desempleo, un 8,2%. La evolución del paro desde
2007 hasta noviembre de 2008, en estos tres países es radicalmente distinta,
aunque los tres soportaron exactamente la misma crisis económica. Mientras que
Alemania lograba reducir su tasa de desempleo al 5,2%, Francia la elevaba hasta
el 9,8%, un 1,6% más que en 2007. España, sin embargo, rompe todas las
expectativas y nos vamos hasta un preocupante 22% de paro. Aumentamos la tasa
de desempleo nada menos que un 14%. Esto indica claramente que ha tenido que
haber algo más que una crisis internacional, y ese algo no puede ser más que la
deficiente actuación del Gobierno.
El candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, acusaba
insistentemente a Rajoy de moverse en una “ambigüedad calculada” para no
desvelar su programa, y le pedía una y
otra vez que explicara detalladamente las medidas que pensaba tomar. La
contestación de Mariano Rajoy fue inmediata y sumamente concluyente: “Usted me atribuye intenciones y programas
ocultos. Permítame que le diga que lo que yo voy a hacer lo diga yo.
Usted subió el IVA a la gente y no lo llevaba en su programa. Pero yo no soy
como usted, yo lo que no llevo en mi programa no lo hago”.
Y Mariano Rajoy continuó desgranando
pausada y pormenorizadamente todo lo que tenía que cambiar en España para salir
de la crisis y volver a crear empleo. Urge, ante todo, recuperar nuevamente la
credibilidad que hemos perdido. Y para eso, hace falta “Primero, un cambio
político. En segundo lugar, un gobierno competente. Es decir, con ministros que
sepan de lo que hablan, que se conozcan bien los temas y se los estudien. En
tercer lugar, decir la verdad y hacer un buen diagnóstico. Y en cuarto lugar,
un plan. Hay que poner fin a esa etapa de ocurrencias, improvisaciones,
rectificaciones, un plan”.
Nada que objetar a estos planteamientos
de Mariano Rajoy, ya que las medidas que aquí propone, las aplicó José María
Aznar en 1996 y obtuvo con ellas un resultado excelente. Hoy, quizás se
necesite algo más, haría falta racionalizar y adelgazar convenientemente nuestra desmesurada Administración. Y si
bajamos impuestos y no gastamos más de lo que en realidad se recauda, que es lo
que propone aquí Rajoy, la recuperación económica está servida. Y los
ciudadanos así lo entendieron y respondieron entusiásticamente con sus votos,
dando así lugar a esa extraordinaria mayoría absoluta, la mayor de nuestra
historia democrática.
José Luis Valladares Fernández
Pues a ver si aplica de una vez y en serio, lo de adelgazar la (como bien señalas) "desmesurada" Administración. Yo adjetivaría de vergonzosamente desmesurada, porque vergonzoso es el tamaño y la cantidad de paniaguados, con la que está cayendo.
ResponderEliminarPero yo creo que ahí no van a entrar a no ser que fraü Merkel les diga que tienen que hacer eso, precisamente eso y no otra cosa, porque como sólo les pida recortes, en plan genérico, van a seguir abusando de nosotros y recortando de otras cosas.
Y cuando hablo de abultada administración, no hablo precisamente de funcionarios de carrera, sino de "los otros", esos que todos sabemos y que son, justamente, los menos preparados y los más onerosos, porque no hacen nada absolutamente.
A los que se han ganado su plaza, quizá hubiera que reciclarles un tanto, en el sentido de la atención al ciudadano o de una redistribución de plantillas, pero lo que de veras hace falta es largar lo superfluo.
Hola José Luis.
ResponderEliminarTenemos más de 1.600 casos de corrupción...
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/25/espana/1366889013.html
Por no decir un sistema de mafiosos metidos en los poderes, instituciones...etc, donde más de 400.000 políticos viviendo del cuento (un político por cada 100 hab) saquean todo lo que pueden, bien sea del palo que sea han convertido esta democracia en un puro cachondeo donde los verdaderos perjudicados es todo lo publico, personas humildes, dependientes, jubilados, niños...etc. Realmente la casta me da asco, puro asco, nos tratan como si fuéramos imbéciles y ciertamente algo tenemos porque llevamos desde que se murió el cebollas viviendo una mentira de democracia donde los herederos franquistas todavía anda en lista, que hoy son los nietos de estos y que se permiten el lujo de gestionar cualquier ideal del palo que sea.
Realmente no es solo zp o el raja el verdadero problema es la casta, la casta es nuestro problema....solo pensar los miles de millones que se llevan todos estos por la jeró entre subvenciones, dietas, sobres, privadas, mitines, y demás especies de forma de saquearnos los bolsillo, da vergüenza ajena, asco...más cuando nos invaden a impuestos mientras más de 6 millones de parados ven su presente y su futuro más negro que el carbón, donde hay 13 millones de pobres duplicando la infantil, donde saquean las arcas de nuestras pensiones durante décadas (un agujero sin fondo)y en un futuro quieren no muy lejano quieren que se cobre 3.000 €uros al año menos, suponiendo que las pensiones de la jubilaciones no desaparezca, que al paso que se va....Aquí el rico es cada día más rico y el pobre más pobre (injusticia total)...etc.
Realmente esto tiene que cambiar, ( Abraham Lincoln) La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo.
Aquí en este país esto de democracia está obsoleto desde siempre...A mi no me venden la moto y con globos de colores a otros.
Un abrazo cordial Jose luis .
Tienes razón, pero tal como tienen montado el cortijo todos nuestros políticos, lo veo muy complicado, siendo optimista.
ResponderEliminarBajar los impuestos le sonara a Rajoy como algo utopico digo yo,un saludo,
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