La euforia desatada por la extraordinaria mayoría absoluta
conseguida en la jornada electoral del 20 de noviembre de 2011 por el Partido
Popular, duró poco más de un mes. Se desvaneció prácticamente el 30 de
diciembre, con la celebración del segundo
Consejo de Ministros. El primero tuvo lugar siete días antes, el 23 del mismo mes, unas horas después de jurar
sus cargos ante el rey Juan Carlos I. Pero aquí no pasó nada porque no fue más
que un Consejo de Ministros puramente protocolario, destinado más bien al nombramiento de cargos oficiales.
Fue mayúscula la decepción que se llevaros los electores cuando
conocieron los distintos acuerdos adoptados en el Consejo de ministros del 30
de diciembre de 2011. Estaban enormemente ilusionados con el programa electoral
del Partido popular y esperaban que Mariano Rajoy pidiera cuentas ese mismo día
a José Luis Rodríguez Zapatero y a su equipo ministerial por su manera de afrontar
la crisis económica. Pero no fue así. En vez de exigir al menos responsabilidades políticas
por el desastre económico que provocaron, se dedicó inesperadamente a premiar
su labor, como si hubieran prestado a la comunidad nacional algún servicio admirable
y meritorio.
En dicho Consejo de Ministros, el nuevo Ejecutivo de Rajoy decide
condecorar a todos los miembros del Gobierno saliente. Al ex presidente José
Luis Rodríguez Zapatero se le concede el Collar de la Orden de Isabel la
Católica, como si hubiera hecho algo positivo y relevante en beneficio de España
y sus gentes. Al ex vicepresidente de Política Territorial, Manuel Chaves, le
otorga la Gran Cruz de la Orden de
Isabel la Católica. Los demás miembros del Gobierno fueron agraciados con la Gran
Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III.
En este Consejo de Ministros, además de condecorar inmerecidamente
a los miembros del Gobierno anterior, Mariano Rajoy se olvida de una de sus
promesas más solemnes de toda la campaña electoral pasada: la de no subir
impuestos si ganaba las elecciones. Pero incumple su palabra y, cuando nadie lo
esperaba, nos sorprende con una subida
del IRPF entre el 0,75% para las rentas más bajas y el 7% para las más altas.
Entre ambos porcentajes, hay varios valores intermedios, de acuerdo siempre con
el total de los ingresos. Y por si fuera esto poco, penaliza también el ahorro
con un 2%, un 4% o un 6%, dependiendo, claro está, del volumen del ahorro. Tampoco
se libra de la quema la contribución urbana que se incrementa en un 4%, un 6% o
un 10%, de acuerdo con la fecha de su revisión catastral.
Será verdad que se trata de
un incremento fiscal extraordinario y con fecha de caducidad, como dicen ya que
se aplicará exclusivamente durante los ejercicios 2012 y 2013. Hoy sabemos que
se ha ampliado su vigencia también para el año 2014. Pero esta incomprensible
decisión del nuevo Gobierno, además de enfadar a una inmensa mayoría de
ciudadanos, limitó considerablemente el poder adquisitivo de las familias
españolas y desestabilizó gravemente sus presupuestos. El mismo Mariano Rajoy
reconoció, unos días más tarde, que fue una medida extremadamente “dura y
dolorosa”, pero que no había tenido otra opción. Dice que estas subidas, no
perjudican, en absoluto, ni pone en peligro el estado de bienestar. Se trata
más bien de protegerlo, ya que según sus palabras, “para mantenerlo, se
necesitan dinero, crecimiento económico y empleo”.
Comenzaron, como es lógico, a extenderse las protestas de los
ciudadanos por estas imprevistas subidas de impuestos, que ponían en peligro la
estabilidad económica de las clases medias y otras muchas cosas. Pero es que,
además, se había comprometido a no recortar salarios y a revalorizar las
pensiones de acuerdo con el IPC previsto. Promesa que no cumplió, ya que la
subida notable de impuestos, unida a una subida generalizada de los precios de
los artículos de primera necesidad, como es la energía eléctrica, el gas y el
transporte, supone ya un enorme recorte de los salarios y de las pensiones. No
olvidemos, además, que eliminó posteriormente la paga extra de Navidad a todos
los trabajadores públicos.
Para acallar esas protestas y justificar de alguna manera el
incremento del IRPF, Mariano Rajoy aduce el hecho de que, al llegar al Gobierno, se encontró con un
déficit muy superior a lo previsto. Se trata pues de una subida absolutamente
necesaria. Dice que tenía dos opciones, o subir el IRPF o el IVA y que le
pareció más lógico modificar al alza el Impuesto de la Renta y no el del IVA,
porque “una subida del IVA supone inmediatamente subida de los precios de los productos que consumen los
ciudadanos ". Y para cortar de raíz las suspicacias que empezaban a
aparecer, señaló claramente que no estaba dentro de sus previsiones subir el IVA.
El despropósito no terminó con la subida del IRPF. Pocos meses más
tarde, en abril de 2012, el Gobierno de Mariano Rajoy se despacha con otro
nuevo desaguisado, el copago farmacéutico. Los que venían abonando el 40% de
los medicamentos que consumían, comenzarán a pagar el 50% o el 60%, dependiendo
naturalmente del importe de sus rentas. Los pensionistas o jubilados, que disfrutaban
gratuitamente de ese servicio, tendrán que abonar el 10% de los fármacos que
utilicen. Se olvidan, por lo tanto, de que este colectivo cotizó durante muchos
años para, una vez jubilados, disfrutar gratuitamente de la Sanidad pública
española y de las continuas promesas de que se mantendría el poder adquisitivo
de sus pensiones.
Es completamente absurdo e inadmisible que Sanidad cubra
gratuitamente caprichos tan
injustificables, como el cambio de sexo o se financie el aborto y exija a los jubilados el abono de un
canon por una prótesis de cadera o
rodilla. Y a pesar de todo esto, la ministra de Sanidad Ana Mato, todavía se
atreve a decir que "Tenemos un sistema de
sanidad magnífico, desde el Gobierno estamos trabajando para preservarlo en su
totalidad y para que siga siendo un sistema público, de calidad, gratuito, universal, para todos los
ciudadanos".
Que es de calidad, nadie lo pone en duda; y
gratuita también, pero solamente para quienes no cotizaron nunca al sistema y
ahora disfrutan de una pensión “no contributiva” y para los extranjeros que
desembarcan ilegalmente en España. Pero no es precisamente gratis para los que,
a lo largo de su vida laboral, mantuvieron
el sistema con sus cuotas y ahora siguen manteniéndolo a flote con el copago.
Serán, es verdad, unos pocos euros al
mes, pero para una inmensa mayoría de
pensionistas, que están viviendo al límite de sus posibilidades, supone un gran
sacrificio, y mucho más si se trata de enfermos crónicos.
Pero todos estos sacrificios económicos, que el
Gobierno de Mariano Rajoy ha impuesto a las clases medias, rompiendo
flagrantemente todos sus compromisos electorales, no han servido para reducir
convenientemente nuestro elevado déficit público y solucionar así la crisis
económica. Hacen falta aún más sacrificios. Y serán otra vez las clases medias
las más perjudicadas, las que apechuguen con más recortes y con nuevas cargas
fiscales. Como no quieren reducir gastos, ni perjudicar lo más mínimo a las
oligarquías financieras y políticas, tiene que romper otra de sus promesas, la de no subir el IVA.
Fue en el Pleno del Congreso de los Diputados del
11 de julio de 2012 cuando Mariano Rajoy da una vuelta más de tuerca y, además
de otros ajustes de menor identidad, decide
subir el IVA. Cuando en 2010 hizo esto
mismo Zapatero, a Rajoy le faltó tiempo para calificarle de “mal gobernante” y
dijo de todas las maneras posibles que “subir el IVA es un disparate”. Y eso que
Zapatero, de aquella, fue incomprensiblemente bastante más moderado que ahora
Rajoy.
Las diferencias entre uno y
otro son notables. Mientras que Zapatero penaliza el consumo de bienes y
servicios, pasando del 7% al 8% el tipo reducido, y del 16% al 18% el general,
Rajoy va mucho más lejos y eleva del 8% al 10% la tasa del reducido y del 18%
al 21% el general. Pero aún hay más. Las
gafas, las lentillas, los servicios funerarios, peluquerías y determinado
instrumental sanitario y agrícola, que del tipo reducido pasan directamente al
tipo general.
Zapatero, es cierto, dejó
las arcas públicas hasta sin
telarañas, pero esto no es motivo para que Mariano Rajoy esté continuamente
quejándose de la envenenada herencia recibida del anterior Gobierno. Será
verdad que está haciendo lo que no le gusta, pero que no nos diga que es “lo único que se puede hacer
para salir de esta postración”.
A Mariano Rajoy le pasó con Rodríguez Zapatero lo
que a Vespasiano con el irresponsable Nerón. Cuando Vespasiano cogió las
riendas del Imperio de Roma, se encontró con que no había ni un solo sestercio
en las arcas imperiales. La mayor parte la había gastado el loco Nerón y lo
poco que había dejado éste, se lo llevó la guerra civil que se desató para
sucederle. Cuando Vespasiano fue investido emperador, demostró fehacientemente ser
un buen administrador. Introdujo nuevos tributos, eso sí, pero redujo al mínimo
los gastos y reorganizó de una manera más racional la administración del
Imperio.
Y una gran mayoría de españoles esperábamos que
Rajoy, una vez investido presidente, emulara a Vespasiano, reduciendo
considerablemente los gastos superfluos. Por otra parte, no sería algo nuevo, ya
que esto es lo que hizo José María Aznar en 1996, cuando sucedió a Felipe
González en el Gobierno. Pero Mariano Rajoy sigue sin imponer una política de
austeridad razonable y sin reducir convenientemente la gigantesca
administración que padecemos, suprimiendo organismos
inútiles que no sirven más que para gastar dinero y para tener un pesebre
dispuesto para familiares, amigos y conmilitones.
No tiene razón el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, cuando
dice que “el nivel de presión fiscal en España es realmente absurdo”. En mayo
de 2012, que es cuando este converso socialdemócrata soltó esta frase, nuestra
presión fiscal rondaba la media de la Unión Europea. Pero nuestro esfuerzo
fiscal era uno de los más altos de los países de nuestro entorno. Con estas subidas
del IRPF y del IVA, dictadas por Mariano Rajoy, el esfuerzo fiscal se va a las
nubes y la presión fiscal se equipara a las más altas de la Eurozona. Es
francamente intolerable que se obligue a los españoles a soportar unos
impuestos de los más altos de Europa, siendo así que nuestros ingresos están
muy por debajo de la media europea.
Gijón, 23 de marzo de 2013
José Luis Valladares Fernández
Creo que ya hemos hablado del asunto, pero no está de más insistir en él: La presión sobre la llamada clase media, está deviniendo ya en insoportable.
ResponderEliminarHoy escuchaba en la radio las declaraciones del presidente de una sociedad de ayuda a gente desamparada con sede en Zaragoza. Lo primero, decir que si no fuera por toda este gente altruísta, sean del pelaje político o religioso que sean, el gobierno de turno lo estaría pasando fatal, porque están amparando a mucha gente abandonada por los servicios sociales oficiales.
Y lo segundo, que comentaba esa persona que el año pasado, en todo el año habían repartido 12 toneladas de alimentos y en lo que va de año, llevan repartidas 7 toneladas. Hagan cuentas... y eso que lo peor, según el gobierno, ha pasado, pero las frías cifras dicen otra cosa.
Mientras no se acometa una bajada de impuestos-y no va a suceder vista la respuesta de Rajoy a las imprecaciones de Aznar - seguiremos instalados en la atonía de consumo que no permite ningún atisbo de recuperación económica real, si no meros repuntes estacionales que maquillan los 6 millonesde parados que inundan las estadísticas del INEM.
ResponderEliminarParece que lo están haciendo tan mal para dejar en buen lugar al peor gobernante de nuestra Historia, a José Luís Rodríguez Zapatero, con el que algo de complicidad han debido tener en vista de las condecoraciones que recuerdas, para él y su mariachi, al inicio de la entrada.
ResponderEliminarA este Gobierno le ha faltado también la voluntad de afrontar en debida forma el caso 11M que facilitó el acceso al poder de ZP, o el tema del terrorismo, en el que parece seguir la misma hoja de ruta que los zapateristas..
Creo que tiene razón Aznar en el recordatorio que le hizo, pero ni a Rajoy ni a sus barones parece gustarles la crítica del que fue su mejor presidente.
Un abrazo
Nuestra Reina, Isabel La Católica, debe de estar retorciéndose en su tumba con tanta condecoración otorgada en su nombre a personas tan nefastas y por personas tan mentirosas como Mariano Rajoy.
ResponderEliminarNuestra sociedad ha vivido vueltas de tuerca del garrote vil y aún no se ha acabado el filete del tornillo vil para la clase media, que Rajoy (y toda la caspa política y sindicalera) maneja con lentitud y total sevicia sobre los cuellos de los españoles más ordeñables-los siervos de la nómina/pensión-en una aniquilación del estado del bienestar tan medida y calculada como "la solución final" de los nazis contra los judíos y demás "indeseables" de la raza aria, tratando de preservar los privilegios de la caspa que representan.
El siguiente globo sonda son las pensiones: ya se habla de vincular su cuantía no al IPC, sino a lo que sus señorías determinen según el dispendio económico del momento y que , por supuestísimo, no afectará a la chusma que en ese momento esté no ya en el gobierno, también en Las Cortes: los lobos atacan en manada.
Y mientras tanto España se va convirtiendo en una república bananera (sólo falta expulsar al Rey, que falta poco) para mayor gloria y gozo de la caspa que hemos arropado durante décadas.
Me da la impresión de que las más de tres décadas de paz en España están tocando a su fin: ¡Dios no lo quiera...!
Un saludo.
El Partido Popular a dia de hoy,no ha cumplido ni una de sus promesas que hizo a sus confiados votantes.Es por eso que el aldabonazo de Aznar esta mas que justificado,un saludo,
ResponderEliminarEstá claro que de nuevo la mayoría absoluta no servirá para atajer el mal endémico d este país,la ingente cantidad de mindunguis que viven del estado.
ResponderEliminarY ya queda claro que no llega para todos.
Yo soy partidario de la creación de un nuevo sistema desarrollado desde cero y haciendo una limpieza de personas con cargos. Que hubiese algún control para que no pudiese llegar al poder "cualquiera". Que se le hiciese una especie de estudio de personalidad para detectar si es una persona con tendencia al egoísmo o, por el contrario, al interés real por el país.
ResponderEliminarEs muy complejo, lo sé, pero en tiempos difíciles la creatividad siempre aflora y podían plantearlo.
Buen blog, sin censuras, es lo suyo. Te sigo y te añado a mi blogroll.
Un abrazo,
Abel Jara Romero
http://escritorsentimientos.blogspot.com