Faltan solamente seis meses para llegar al ecuador de
la legislatura, y Mariano Rajoy no se atreve a gobernar utilizando el programa
electoral con el que concurrió a las elecciones y que fue sancionado
abrumadoramente por los ciudadanos. Y mientras tanto, siguen pintando bastos
para la economía española y sin perspectiva alguna de salir de semejante
atolladero. Está empeñado en solucionar el problema con subidas generalizadas
de impuestos y aplicando indiscriminadamente todo tipo de recortes sociales y
económicos, que es la política que inició José Luis Rodríguez Zapatero en mayo
de 2010.
Y para desgracia nuestra, Rajoy se muestra orgulloso de
su manera de actuar. Aunque de un modo muy poco convincente, nos vende
optimismo a manos llenas y nos pide insistentemente que tengamos paciencia y
que confiemos ciegamente en su política, si es que queremos solucionar tan complicada
situación económica. Dice, eso sí, que “lo importante ahora es no perder el
rumbo ni bajar la intensidad del cambio”.
Su nuevo plan de reformas, según confiesa, hará el
resto para “dejar atrás la recesión económica y darle a la sociedad española
fundados motivos para recuperar la esperanza". Y agrega muy ufano que ya
"estamos en el umbral de revertir nuestra situación". Es su manera
jactanciosa de imitar a Elena Salgado, ministra de Economía y Hacienda del
anterior Gobierno, anunciando como ella, faltaría más, la aparición de “brotes verdes”. Mariano Rajoy insiste,
cómo no, en que hay que seguir reduciendo el déficit público, que los esfuerzos
que ya hemos hecho no son suficientes y que, por lo tanto, tendremos que
aceptar nuevos sacrificios.
Entre los principales deberes que nos ha impuesto
Bruselas, está la reducción del déficit,
algo estrictamente necesario para conseguir, en un futuro próximo, la
estabilidad de nuestras cuentas públicas. Estas exigencias comunitarias obligan
al Gobierno a corregir satisfactoriamente los desequilibrios económicos que
padecemos desde hace tanto tiempo, pero no le dicen cómo. Le pueden indicar, es
cierto, algunas pautas, pero tiene la suficiente autonomía para tomar las
decisiones que estime más oportunas. Y el Gobierno de Rajoy ha optado por lo
más fácil, aunque la menos efectiva y la más traumática: recortes
indiscriminados a los trabajadores públicos y una subida exagerada de los
impuestos.
Los Gobiernos suelen despacharse frecuentemente con la
falacia envenenada de que pagamos menos impuestos que nadie. Y esto, hasta mayo
de 2010, no era nada más que una verdad a medias. Hasta esa fecha, los
porcentajes impositivos que soportábamos en España eran sensiblemente
inferiores a los de la Unión Europea. Pero el esfuerzo fiscal que soportábamos con anterioridad a esa fecha, superaba con
creces a la media de los ciudadanos de los países comunitarios. Nuestro
esfuerzo fiscal, era notablemente más alto que en Alemania, en Inglaterra y en los
países escandinavos. Y es que nuestro poder adquisitivo era muy inferior al de los
países mencionados.
Con la llegada al Gobierno de Mariano Rajoy, y su
decepcionante decisión de aumentar aún más la presión fiscal, empeora
considerablemente la situación de todos los españoles. En vez de reducir el
déficit público, eliminando tanto gasto absurdo como origina nuestra descomunal
estructura administrativa, trata de conseguirlo acrecentando exageradamente la
presión fiscal sobre los más débiles, los jubilados y los trabajadores.
Como consecuencia de ese afán recaudatorio tan
desmedido de Rajoy y de su ministro de Hacienda, España ha tenido que soportar
la mayor subida de impuestos de toda la Unión Europea. De ahí que sea uno de
los países comunitarios con unos tipos impositivos de los más altos, tanto en
el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), como en el IRPF y el impuesto de
sociedades. Y sin embargo, la recaudación en España sobre estos impuestos es
una de las más bajas en relación al Producto Interior Bruto (PIB). La
recaudación total española durante el año 2012 estuvo en el 36,4% del PIB, mientras que la media de
la Unión Europea llegó al 45,4% del PIB.
No tenemos más que
comparar el tipo marginal máximo de gravamen del IRPF aplicado en España con el
de los demás países comunitarios. Los tipos máximos del IRPF en España en 2012
fueron del 52%. Y en Andalucía y en Cataluña llegan al 56%. Vamos solamente por
detrás de Suecia (56,6%), de Dinamarca (55,6%) y Bélgica (53,7%). Estamos
claramente por encima de Francia (45%), de Alemania (47,5%) y, por supuesto,
muy por encima de la media de la Unión Europea. Ocurre algo parecido con el
tipo general del IVA y con el impuesto de sociedades.
Y a pesar de soportar tipos impositivos tan altos, España
recauda menos por IVA en relación a su PIB que los demás países comunitarios.
Ocurre prácticamente otro tanto con la recaudación del impuesto de sociedades
con respecto al PIB. Es más normal la recaudación por el IRPF en relación al
PIB, aunque también excesivamente baja si tenemos en cuenta que partimos de
unos tipos impositivos demasiado altos. Es lo que ocurre cuando se castiga a
los ciudadanos con unos impuestos demasiado altos: se dispara la evasión fiscal y crece anormalmente el
empleo sumergido. Y por si esto fuera poco, disminuye el consumo, lo que es
determinante para que se frene la actividad empresarial, ocasionando así un
aumento considerable del paro.
Es cierto que Mariano Rajoy y todo su Gobierno se
muestran extremadamente optimistas con las perspectivas de nuestra economía.
Les falta muy poco para repetir aquella frase de José María Aznar, “España va bien”.
Acaba de decir Luis de Guindos, ministro de Economía y Competitividad, que
España “está en el camino correcto, está corrigiendo los problemas y el
saneamiento nos va a poner en la
trayectoria adecuada”. Es más: se atreve a decir que la gente ya está notando
la mejora del empleo y la creación de empresas.
Y no creo que los resultados que se van obteniendo sean
nada halagüeños y esperanzadores. Eso es, al menos, lo que indica la deuda
pública acumulada por las administraciones españolas. Dicha deuda se incrementó
nada menos que en 39,438 millones de euros en el primer trimestre del año
actual, con lo que el volumen total del pasivo alcanza ya la desorbitada cifra de
923.311 millones de euros. Estamos por lo tanto con una deuda pública del 87,8%
del PIB. Estos datos son extremadamente
preocupantes ya que, en los tres primeros meses, se ha quemado más de la mitad
de lo que tenía previsto gastar el Gobierno durante todo este año.
Si a todo esto añadimos el número de parados, nos
encontramos con una situación económica sumamente preocupante. Y Mariano Rajoy
así lo reconoce. Afirma que estos datos, aún siendo malos, no han sorprendido
al Gobierno y que se convierten en “el mayor incentivo” para aplicar
meticulosamente su política. Se reía, es verdad, de los “brotes verdes” de
Elena Salgado y resulta que ahora él no hace más que atisbar brotes de todos los colores en nuestra
economía. Dice sin ruborizarse que "el año pasado fue un mal año, con el
crecimiento económico muy por debajo del que nos habría gustado, pero la última
parte de este año mejorará sustancialmente".
Al igual que Zapatero, Mariano Rajoy no hace más que
repetir, de todas las maneras posibles que “lo peor ha pasado”. Dice que su
política es la única posible para crecer de manera sostenible y para conseguir
unas cifras de paro totalmente digeribles. Le preocupa muy poco lo que puedan
pensar los que le votaron. Para él, “esto empieza a funcionar”, y sin la menor
duda, “ya llegará la cosecha”.
Todos recordamos la enorme crudeza con que reprochaba a
Zapatero que, con una tasa de paro del 18%, estuviera continuamente hablando de recuperación. Y es
lo que hace él hoy, a pesar de que esa tasa de paro se ha elevado hasta el
27,1%. Su disculpa no puede ser más peregrina. Dice que si no ha mejorado el
empleo, a pesar de la reforma laboral aprobada, es porque el Gobierno ha tenido
que ocuparse a fondo en corregir convenientemente la herencia recibida del
anterior.
Pero a pesar de tantos datos negativos que
preocupan enormemente a los ciudadanos,
como la astronómica y agobiante cifra del paro, la imparable destrucción del
tejido industrial español y lo difícil que resulta a muchas familias llegar a
final de mes, Mariano Rajoy y los restantes miembros del Gobierno ven “signos
positivos” por todas partes. Según Rajoy, ya “hemos bajado el déficit público,
la balanza comercial está en positivo, los precios están en el 1,4% en abril y
va a seguir bajando la inflación, la deuda externa empieza a bajar y el sistema
financiero se está reestructurando". Es más: hasta en el empleo ven buenos
síntomas, después de los datos registrados en el mes de abril.
Tanto Mariano Rajoy, como sus m en un énfasis muy especial
en el saldo positivo de la balanza comercial española. Por fin en el último mes
de marzo pasado se logró el primer superávit comercial después de 42 años. Y es
verdad. En marzo, las ventas en el exterior superaron a las compras en 634,9
millones de euros. En el primer trimestre del año, las exportaciones españolas
crecieron un 3,9% más que en el primer trimestre de 2012., hasta los 56.584
millones de euros.
Pero esta mejora de la balanza comercial es mérito
exclusivo del sector privado que, al revés que el público, ha adaptado sus
gastos e ingresos a la situación económica actual. Las empresas privadas han
sabido ajustar perfectamente sus gastos al nivel de sus ingresos. Todo lo
contrario que el sector público que sigue con sus gastos faraónicos e improductivos,
para perpetuar indefinidamente unas
estructuras administrativas inútiles y desmesuradas.
Y nuestro Gobierno, además de atribuirse indebidamente
los méritos del balance positivo de nuestro comercio exterior, oculta la caída
de las importaciones, que tanto tuvo que ver con ese superávit comercial. Durante
los tres primeros meses del año, nuestras compras al exterior ascendieron a los
60.632 millones de euros, lo que supone un 6,9% menos que en el primer
trimestre de 2012. Y es que, con tanto recorte y con impuestos tan altos, las
familias se quedaron sin dinero para gastar. Y así, no hay consumo de artículos
nacionales ni extranjeros
Y a pesar del fracaso económico de sus decisiones,
Mariano Rajoy se empeña en mantener unas medidas improcedentes, que no han
hecho más que empobrecer a una buena parte de la sociedad española. Para él
carece de valor el compromiso moral adquirido el 20 de noviembre de 2011 con electorado.
Gijón, 20 de mayo de 2013
José Luis Valladares Fernández
Hay que tener en cuenta que, al parecer, los partidos políticos han seguido teniendo ingresos millonarios mientras los demás nos las veíamos crudas para llegar a fin de mes, así que yo veo completamente justificado que vean, no brotes, sino frondosos bosques.
ResponderEliminarLos brotes verdes son algo que realmente qmerece un análisis paranormal más que económico.
ResponderEliminarTan manoseado está el término,tan zarandeado de aquí para allá desde que la Ministra Salgado en tiempos de Zapatero lo sacara a colación, que se ha desnaturalizado de tal modo que sólo su mención en boca del pope de turno, produce una mueca de hastío.
Me pregunto que cuando hablan los politicos de los famosos brotes verdes,se referiran a la alfafa que ellos deberian comer,o en su caso al cannabis que fuman la juventud,jejeje,un abrazo,
ResponderEliminarAhora ya ve la luz el Marianín y todo resuelto.
ResponderEliminarEn que pais vivimos, ya no creo a ninguno, ni promesas ni nada de nada, queremos hechos no palabras que esas se las lleva el viento, arreglan unas cosas para después destrozar otras, son malos políticos, de lo peor que ha pasado por España.
ResponderEliminarLa luz que ve el marianico yo la veo muy negra,,,,
un saludo José Luís.
Estoy de acuerdo, nos han cambiado el burro pero les han puesto la misma albarda.
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