En la mitología romana nos encontramos con Jano, el
rey más antiguo del Lacio. Era natural de Tesalia, y cuando llegó a las orillas
del Tiber, advirtió que las gentes de aquellas tierras llevaban una vida
prácticamente salvaje. No tenían religión ni disponían de leyes que moderaran
el trato social entre unos y otros, y terminaba imponiéndose siempre el más
fuerte y más desvergonzado. Con la llegada de Jano, comienzan a cambiar las
cosas.
Desde el primer momento, Jano procuró moderar la
barbarie y la agresividad de aquellas gentes y suavizar visiblemente sus
costumbres, consiguiendo formar con ellos auténticas sociedades pacíficas, a la
vez que los integraba en las ciudades que iba fundando. Se ocupó de darles un
conjunto de leyes para garantizar convenientemente la convivencia y la
cooperación continuada entre unos y otros. Supo inculcarles, además, un amor
acendrado a la justicia y a disfrutar comportándose honestamente y siendo
solidarios con sus vecinos. Fue ayudado en tan noble tarea por Saturno, que
escogió el Lacio para vivir cuando fue arrojado del cielo.
Por lo que parece, la actuación benéfica de
Jano, rey del Lacio, con la apreciable
ayuda de Saturno, alcanzó también a una buena parte del noreste de la península
Ibérica y que hoy conocemos como Cataluña. Muchos de esos pueblos catalanes,
los más importantes al menos, tuvieron que ser fundados directamente por Jano. De
no ser así, no habría modo de explicar la sucesión continuada de hechos tan memorables
y fastuosos, como el descubrimiento de América por ejemplo, y que otros pueblos
serían incapaces de protagonizar.
El mismo emperador Carlomagno no hubiera podido
crear la llamada “Marca Hispánica” al sur de los Pirineos si, en su lucha
contra los musulmanes en el valle del Ebro, no hubiera contado con el apoyo
eficaz de un buen número de aguerridos y valientes guerreros, procedentes todos
ellos de la población nativa de las montañas de lo que hoy es Cataluña. Los
reyes carolingios, cómo no, elegían siempre condes autóctonos, catalanes por lo
tanto, para Gobernar los territorios de la “Marca Hispánica”, por su eficacia
en la defensa de las fronteras con los berberiscos y por su acendrada y
contrastada lealtad a la corona.
No es de extrañar, pues, que los nacionalistas se
pavoneen y estén extremadamente orgullosos de su pueblo por sus extraordinarias
e innumerables proezas, tanto intelectuales como políticas y económicas. Para
todos ellos, y sobre todo para sus líderes, es francamente intolerable que
España quiera arrebatarles sus mejores y más excelsas gestas, para
atribuírselas después a personas que, además de no ser catalanes, se
manifiestan siempre contra Cataluña.
Entre los nacionalistas aparecen con relativa
frecuencia animosos trovadores y juglares, que cantan incasablemente las
sorprendentes y asombrosas hazañas realizadas por catalanes ilustres. El actor
Toni Alba es uno de esos vates que, desde twitter, fustiga a los catalanes tibios que contemporizan peligrosamente con actitudes típicamente
españolas. También vapulea, de manera inmisericorde, a los que no han tenido la suerte de nacer
catalanes. Los que han nacido en Cataluña, dada su superioridad intelectual, son
invariablemente envidiados y odiados por los españoles. “Nos odian –dice Toni Alba- porque somos
catalanes”. Y es que España, según suele expresarse este incorregible actor,
lleva más de 300 años sembrando “odio contra Cataluña”.
Además de estos rapsodas populares como Toni Alba, en
Cataluña hay también personas, de corte más intelectual, que se desviven por
recuperar aquellas partes de la historia catalana que, según ellos, fueron intencionadamente
tergiversadas o usurpadas para alterar el curso de la historia. Este grupo de supuestos
historiadores o especialistas está capitaneado por Jordi Bilbeny, que es el jefe
del Instituto Nueva Historia
desde 2008. Especializado en filología catalana y en heurística histórica,
Bilbeny comenzó a estudiar a fondo el verdadero papel de Cataluña en la
historia española y universal.
Intuía Jordi Bilbeny que, muchos de los documentos
históricos aparecidos desde el siglo XVI en adelante, habían sido
convenientemente censurados y manipulados, con la intención perversa de restar
protagonismo a Cataluña y a la Corona de Aragón en beneficio de la Corona de
Castilla. Y comienza a examinar detalladamente el hecho histórico más relevante
de aquella época: el descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Se
encuentra con numerosas contradicciones e incoherencias en los textos oficiales
referidos al Almirante y a sus proezas.
Analizando detenidamente esas contradicciones, queda
patente, según Bilbeny, que el descubrimiento de América fue obra de un noble
catalán, llamado Cristòfor Colom. Pero se le dio el nombre de Cristóbal Colón y
se dijo que era genovés, con la torcida intención de atribuir a Castilla una de
las más memorables hazañas realizada por Cataluña. Según la historia oficial,
las carabelas que participaron en tan extraordinaria gesta partieron del puerto
de Palos de la Frontera (Huelva), cuando en realidad lo hicieron, según Jordi Bilbeny, del puerto de Pals d'Empòrda, que es un municipio
de Gerona. Y las tres naves llevaban, faltaría más, la senyera catalana como
estandarte. Y aquí, en Pals d'Empòrda, fueron reclutados precisamente los
hermanos Pinzón.
Aclaradas debidamente las manipulaciones para
ocultar la verdadera identidad y origen de Cristóbal Colón, Bilbeny consideró la
posibilidad de indagar en la vida de otros personajes históricos, sobre cuya
identidad oficial hay dudas razonables, como Santa Teresa de Jesús,
Velázquez, San Ignacio de Loyola y
Cervantes. Se decidió finalmente por Miguel de Cervantes. Nada más comenzar el
estudio, comenzaron a aparecer las consabidas contradicciones, urdidas
interesadamente por la propaganda oficial.
Y Jordi Bilbeny, después de analizar
detenidamente la documentación reunida,
concluye que el origen catalán de Miguel
Cervantes es incuestionable. Aunque en realidad se llamaba Joan Miquel Servent, utilizaba el nombre de Cervantes para ocultar
que era hijo de Miquel Servent, que había sido condenado a morir en la hoguera
por la Iglesia Reformada de Calvino por sus ideas heréticas sobre la Trinidad.
Afirma Bilbeny que Cervantes, en su obra, es muy crítico con la política castellana y,
sin embargo, muestra cierta “tendencia catalanofilia”. Esto y los “errores
lingüísticos” que aparecen profusa y repetidamente en su obra, nos demuestra
que fue escrita en catalán. Y Castilla, como ha hecho siempre, procuró hacerse
con el prestigio de la creación de una obra maestra y universal como el Quijote,
perjudicando, claro está, a Cataluña. Por eso se censuró la obra y se tradujo
después al castellano, aunque de una manera un tanto deficiente.
Los descubrimientos de Jordi Bilbeny continuaron imparables
y además de certificar el origen catalán del descubrimiento de América y de la
obra más importante de Miguel de Cervantes, fijó también la autoría catalana de
La Celestina. Sus conclusiones sobre el Lazarillo de Tormes son al menos
sorprendentes, y apenas si coincide nada
con lo que nos enseñaron durante nuestra época de estudiantes. Hasta ahora, desconocíamos
quien era realmente su autor. A lo largo de los tiempos, se ha atribuido a
distintos personajes, entre los que tenemos al entonces superior de los
jerónimos, fray Juan de Ortega, a Diego Hurtado de Mendoza, o a uno de los
hermanos Valdés, Juan o Alfonso.
Según Jordi Bilbeny, el Lazarillo de Tormes fue
escrito en valenciano y no en castellano, posiblemente por el dramaturgo Joan
Timoneda. Dice que en el texto se encuentran muchos giros propios de esa lengua
y en que, detrás de los lugares donde se desarrolla la acción, se adivinan
topónimos propios de Valencia. El lugar
de nacimiento del protagonista, por ejemplo, sería Tormos y no Tormes. Esta
obra fue censurada y prohibida en un principio por la Inquisición, y tuvo que
ser adecuadamente expurgada para que se permitiera su publicación.
Que Jordi Bilbeny atribuya a un autor valenciano la
autoría del Lazarillo de Tormes puede parecer una concesión graciosa del
catalanismo a culturas ajenas a la suya. Pero no es así. Para los nacionalistas
contaminados manifiestamente con una ideología hostil y reaccionaria como
Bilbeny, Valencia forma parte de lo que ellos llaman Paisos Catalans; y tanto
el idioma valenciano como el mallorquín no son más que una variante del
catalán. Su sectarismo trasnochado les lleva a propugnar la existencia de la
nación política, en este caso la catalana, formada por la comunidad lingüística
del catalán en sus diversas formas.
Es normal que nos preguntemos si estos supuestos historiadores
están plenamente convencidos de sus propias afirmaciones. Si es así y se creen
sus propios embustes, más que historiadores, son unos auténticos visionarios
románticos que sueñan la historia a su medida, en vez de contarla. Y si son
conscientes de que nada de lo que cuentan es verdad, y siguen mintiendo y
engañando indiscriminadamente a los incautos que se crucen en su camino,
entonces son unos fantoches y unos sinvergüenzas.
Barrillos de Las Arrimadas, 20 de agosto de 2013
José Luis Valladares Fernández
Hola,José Luís:
ResponderEliminarEse Jordi Bilbeny debe padecer algún tipo de "alucine". Es de locura casi todo lo que dice.
Pero se me ocurre una cosa ahora que hace un año que estuve en Grecia. Se hablaba de la abundancia de pastos y ganado en Tesalia y de que aquellas gentes aprendieran amontar a caballo; que fue esa figura, la del jinete a caballo, la que derivó en el invento del centauro. Si Jano era de Tesalia y a él podemos atribuir la colonización de los Paisos Catalans, podemos, con la fantasía de Bilbeny, imaginar el regreso de los centauros a la política catalana.Yo creo que algunos ya están a la vista.
Un abrazo.
La fiesta como siempre a cuenta del sufrido ciudadano,eso si barra libre y que no decaiga la fiesta,un saludo,
ResponderEliminar¿Porqué no les damos la independencia de una vez ?, a mi ya me aburre esta historieta.
ResponderEliminarAlrededor de los nacionalismos siempre ha habido mucho de hipocresía, verdades a medias, intereses espureos y mucha, pero que mucha gente manipulada en beneficio de los intereses megalomaniacos de unos pocos.
ResponderEliminarSon unos inútiles a los que se les está dando toda la cuerda que quieren. Ellos, fruto de su propia naturaleza, no dejan de estirar... y estirar... y estirar... pero, como todo en esta vida, al final la cuerda se acabará rompiendo.
ResponderEliminarLo saben, y la siguiente jugada será llorar haciéndose las víctimas ante los crédulos de dentro y los de fuera, despotricando sobre lo malos que son los españoles y el odio que les profesan.
Ante esto, el Gobierno permanece mudo, desatendiendo el principal motivo de su existencia, que no es otro que la defensa de la Nación y sus ciudadanos.
Pero ya habéis escuchado a Rajoy. Él no tiene que dar explicaciones de sus palabras ni de sus actos.
Estaría bueno. Para eso es el Presidente, oye.
Un saludo.
Son unos redomados caraduras; y unos insaciables depredadores. no se hartan ni en un verde.
ResponderEliminarBuen Articulo D. Jose Luis Valladares...
No son para nada excluyentes,querido amigo...ahora Massolini intenta seguir huyendo y retroceder a la vez, veremos si lo consigue
ResponderEliminarLa próxima noticia que espero de estos talibanes es que el primer hombre en llegar a la Luna, con barretina calada hasta los ojos por supuesto, era catalán.
ResponderEliminarVergüenza de nación española que mantiene y mima a estos ESTAFADORES.