lunes, 4 de diciembre de 2017

LOS SUEÑOS DEL NACIONALISMO CATALÁN

IV – Comienza la reconquista cristiana


En el año 721, Anbasa sustituye a Al-Ghafiqi como gobernador de Al-Ándalus. Y nada más acceder al cargo, el nuevo wali Anbasa aumentó considerablemente los arbitrios que cobraban a los cristianos. Como era de esperar, esto provocó la rebelión de un grupo de montañeses astures que, capitaneados por don Pelayo, optaron por no pagar más gravámenes a los invasores musulmanes. Toda una desfachatez, que asustó al bereber Munuza,  gobernador de Gijón y encargado de cobrar esos impuestos. Y para evitar que esa revuelta se extendiera a otros grupos, se vio obligado a pedir ayuda a Córdoba para castigar a los insurgentes.
Y Anbasa, el nuevo wali de Al-Ándalus, acepta encantado esta petición de auxilio, porque se ha encontrado con unas tropas tremendamente desmoralizadas por las derrotas sufridas recientemente en su fallido intento de apoderarse de la Galia Narbonense. Sabe que, para recuperar la moral perdida, necesitan foguearse y conseguir una victoria fácil, que tienen al alcance de la mano si se enfrentan a esa pandilla de desaprensivos moradores de Asturias. Así que, sin pérdida de tiempo, pide al bereber Al Qama que organice una razzia de castigo contra ese grupo de rebeldes.
En mayo del año 722, el general Al Qama llega a Asturias con su ejército y comienza a perseguir a los insurrectos que, obedeciendo a don Pelayo, convertido ya en primer monarca del Reino de Asturias, se retiran intencionada y ordenadamente hacia las montañas de Covadonga. Al llegar allí, se distribuyen convenientemente para preparar una emboscada a los islámicos que les perseguían: unos se escondieron dentro de la Cueva con don Pelayo y otros ocuparon puestos estratégicos en los cerros de alrededor.
Cuando las tropas sarracenas estuvieron a su alcance, los rebeldes astures que estaban en los altos comenzaron a disparar flechas y a arrojar piedras sobre sus perseguidores. Los musulmanes trataron de reaccionar, pero las estrecheces del valle y lo abrupto del terreno les impedía contraatacar y defenderse adecuadamente. Su sorpresa fue máxima cuando comienzan a salir montañeses insurrectos de una Cueva que se abalanzan sobre ellos. El pánico se apoderó de los islamitas y comienzan a huir desordenadamente, circunstancia que aprovechan los rebeldes emboscados en Covadonga para diezmar a sus enemigos y dar muerte al general Al Qama.
La derrota sufrida por los musulmanes en Covadonga fue tan aplastante, que el bereber Munuza, treméndamente asustado, abandonó Gijón y, trató de poner tierra por medio  huyendo hacia León, protegido, eso sí, por las milicias que mandaba. Le persiguen, claro está, las huestes de don Pelayo. Y cuando le alcanzan, acaban con la tropa de su séquito y le dan muerte. La inesperada derrota sufrida por los sarracenos en la batalla de Covadonga, sirvió para que muchos cristianos de Asturias, de Galícia y de Vizcaya perdieran el miedo y se integraran animosamente  en  la fuerza militar del nuevo Reino de Asturias.
    Gracias a esos nuevos refuerzos que llegaban constantemente de todo el norte de la península, don Pelayo pudo contar por fin con un ejército considerable y aguerrido. Y desde Cangas de Onís, donde estableció su corte, comenzó a enfrentarse con las guarniciones que habían dejado los  musulmanes en distintos lugares estratégicos de Asturias. Empezó, por supuesto, apoderándose de Gijón, que había sido abandonado por Munuza. Y poco a poco, fueron cayendo los distintos reductos árabes que aún quedaban en tierras asturianas.
Y cuando Asturias se vio libre de los incómodos invasores agarenos, don Pelayo comenzó a reorganizar su reino. Se dedicó, en primer lugar, a modelar convenientemente su ejército, para darle un aire mucho más aguerrido y poderoso, que disuadiera a los musulmanes de cualquier intento de revancha por la derrota sufrida, y para tratar de reinstalarse nuevamente en Asturias. Pero el rey Pelayo no pudo completar sus reformas, ya que muere en el año 737 en Cangas de Onís. Le sucede su hijo Favila.
El reinado de Favila I fue tan sumamente efímero, apenas dos años, que casi no tenemos datos biográficos suyos. Sabemos que acompaño a Pelayo en las distintas campañas que emprendió contra los sarracenos, y que fue proclamado rey por la nobleza del reino en el año 737 porque era el candidato que garantizaba plenamente la continuidad de la obra emprendida por don Pelayo. Nada más acceder al trono, el rey Favila procuró consolidar su posición en los territorios de su pequeño reino, pero no llegó a emprender acción alguna contra los musulmanes porque le sorprendió la muerte en el año 739.
El rey Favila murió despedazado por un oso, al que intentó cazar, armado con un simple cuchillo. Le sucedió en el trono Alfonso I, que era hijo de don Pedro, duque de Cantabria y estaba casado con Ermesinda, hija de don Pelayo y hermana de Favila. Su proclamación como rey de los astures coincide prácticamente con el enfrentamiento  civil en Al-Ándalus entre bereberes y árabes, circunstancia que aprovecha Alfonso I, para dar un nuevo impulso a la Reconquista y ampliar considerablemente las fronteras de su reino.
Al constatar que la sublevación de los bereberes había dejado desguarnecido todo el noroeste de la península, Alfonso I inicia una campaña por esa zona, conquistando Galicia y el norte de Portugal, que pasan seguidamente a formar parte del reino astur. Más tarde, recuperaría también para la corona las ciudades de León y de Astorga. Muere en el año 757 y le sucede su hijo Fruela I.
Entre el rey Fruela I, que fundó la ciudad de Oviedo y murió asesinado por su propia familia, y el rey Alfonso III, tenemos varios reyes asturianos, entre los que destaca Alfonso II y Ramiro I, que continúan con la Reconquista iniciada por don Pelayo en Covadonga. Alfonso III, que fue el último rey de la dinastía asturiana, reconquistó Oporto y Chaves en el año 868 y Coímbra diez años más tarde. Fundó y repobló Burgos en el año 893. Y antes de morir, dejó dispuesto que su primogénito García heredara León, reservando Galicia y la parte reconquistada de Portugal para Ordoño y Asturias para Fruela, que era su tercer hijo.
El nuevo reino de León incluye la propia ciudad de León y todas las tierras que van desde las montañas lindantes con Asturias, hasta el rio Duero. Pertenecía también a este reino el Condado de Castilla y Álava. García I establece la capital en León y continuó con la política repobladora de Alfonso III. Murió en enero del año 914 y, como no dejo descendencia, le sucedió su hermano Ordoño II. El rey Ordoño II tenía un carácter enérgico y batallador. Nada más ser ungido Rey de León, organizó una incursión en territorio enemigo, que le llevó hasta Mérida, y ocasionó sonadas derrotas a las fuerzas musulmanas.
Ordoño II muere a principios del año 924, y aunque deja descendencia, le sucede en el trono leones su hermano Fruela II que, al contrario que su predecesor Ordoño II, demostró ser un rey sumamente débil y voluble. Al heredar Fruela II la corona de León, se pone fin a la división que hizo Alfonso III de su reino. Por sucesión dinástica, otro grupo considerable de reyes ocuparían el trono asturleonés después de Alfonso III. Y todos ellos procuraron, con mayor o menor acierto, restaurar y liberar las poblaciones cristianas hispano-visigodas, ocupadas por los musulmanes.
Pero de Cataluña, seguimos sin tener noticias. Sí sabemos, sin embargo, que algunos de los condes oriundos, en vez de administrar los condados de la Marca Hispánica respetando cuidadosamente las intenciones del Imperio carolingio, que fue quien los eligió, comenzaron a conspirar sin miramiento alguno. Querían que su cargo, que era simplemente electivo, se convirtiera en hereditario.

Gijón, 23 de noviembre de 2017


José Luis Valladares Fernández

2 comentarios:

  1. Esa es la Historia y no la que pretenden colarnos.

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    1. Los catalanes, sobre todo, son especialistas en inventarse la Historia a su medida. Y para colmo de males, les dejamos que la oficialicen en los colegios.

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