Desde
que llegó a la Presidencia de la Generalidad Artur Mas, el acoso del
independentismo catalán al Gobierno de España es terriblemente asfixiante. Es
cierto que los anteriores presidentes autonómicos de esa Comunidad también eran
sumamente exigentes, sobre todo el honorable Jordi Pujol, y no hacían más que pedir competencias. Pero eran mucho
más diplomáticos y sabían aprovecharse de las circunstancias para conseguir
importantes beneficios sin el descaro ni las amenazas del actual presidente
catalán.
Con José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, eran francamente
muy pocos los problemas, que encontraba Artur Mas para dar cumplida
satisfacción a sus sueños estrambóticos. Es sabido que Zapatero era muy proclive
a todo tipo de componendas con los nacionalistas de cualquier calaña o con
quien fuere, para prolongar indefinidamente el aislamiento y la agonía del Partido
Popular. Eso es lo que le llevó, en enero de 2006, a reunirse secretamente con
Mas, cuando este no era nada más que el líder CIU, y pactó con él el nuevo “Estatut” que sería aprobado por el
pueblo catalán en el verano de ese mismo año.
No cabe duda que Zapatero, como dijo el propio Artur Mas, “se mueve por la pura táctica del día a día”. De
ahí que, andando el tiempo, respaldara abiertamente la reivindicación del mayor
autogobierno que pedían los nacionalistas y que tratara de recuperar aquellas
partes del “Estatut” anuladas por
razones de forma por el Tribunal Constitucional. Hasta se mostró dispuesto,
faltaría más, a impulsar los cambios legislativos pertinentes para recuperar
íntegramente hasta las partes del texto que fueron declaradas
anticonstitucionales.
En las elecciones catalanas
de noviembre de 2010 gana por fin las elecciones. Era la tercera vez
que, de forma consecutiva, concurría a las elecciones como candidato de CIU a
la presidencia de la Generalidad. Como la formación política de Convergencia i
Unió ganó mayoritariamente las elecciones, fue investido presidente de la
Generalidad de Cataluña el 23 de diciembre de 2010 gracias a los votos de su
propio grupo parlamentario y, por supuesto, a la abstención del Partido de los
Socialistas de Cataluña acordada previamente con Zapatero.
Las concesiones de Rodríguez Zapatero al nuevo presidente del
Gobierno catalán no se hicieron esperar. Comenzó retirando el recurso,
planteado por el Gobierno central, contra la convocatoria hecha por la
Generalidad para crear 1245 nuevas plazas de docentes, destinadas básicamente a
profesores de secundaria. El desbloqueo inesperado de dicha convocatoria dio alas al Gobierno autonómico de Cataluña, lo que llevó a su portavoz, Francesc Homs, a exclamar exultante: "Se
puede decir que hemos ganado un pulso al Gobierno del Estado".
Siguieron, eso sí, acusando al Ejecutivo de Zapatero de
discriminar descaradamente a Cataluña, a la vez que presentaban nuevas listas de reclamaciones de cariz
eminentemente económico. Además de urgir el traspaso inmediato de las competencias
pendientes, exigen que se autorice a la Generalidad a emitir la deuda que se
precise para mitigar los efectos perniciosos del elevado déficit autonómico.
Como era de esperar, Zapatero no puso reparo alguno a las desmedidas
pretensiones del actual presidente de la comunidad catalana, a pesar de las
protestas reiteradas de los demás presidentes autonómicos.
No es de extrañar que Artur Mas, desmedidamente envalentonado ante el trato de favor de que
fue objeto por parte de Zapatero, iniciara sin disimulo alguno su viraje hacia
el independentismo más descarado, acompañado, claro está, por el resto de dirigentes de la cúpula de
Convergencia Democrática. A partir de este momento, el presidente de la
Generalidad comienza a pregonar destempladamente que hay que comenzar a
preparar la independencia de Cataluña. Dice que, para conseguirlo, únicamente se necesitan “voluntad, grandes
mayorías y capacidad de resistir”.
Llegó Mariano Rajoy a La Moncloa y Artur Mas continuó con sus
delirios independentistas, acusando descaradamente a España de ser la causante
de todos los males que aquejan a la sociedad catalana. El exceso de optimismo le
ha llevado a cometer errores de bulto, que le han perjudicado gravemente a él y,
cómo no, a Cataluña. Por ejemplo, en vista
de la masiva asistencia a la Diada del 11 de septiembre de 2012, decide
adelantar las elecciones autonómicas sin agotar nada más que media legislatura.
Creía que contaba con apoyos suficientes para conseguir una mayoría absoluta y
se encontró con un fracaso electoral pasmoso, perdiendo nada menos que 12
escaños.
Pero esto carece de importancia para Artur Mas. Chascos como este,
lejos de desanimarle, le estimulan para endurecer seriamente sus pretensiones y
extremar aún más su deriva independentista. Comienza exigiendo a Mariano Rajoy
un pacto fiscal para Cataluña, tal como ya había aprobado el Parlamento catalán
con los votos de CIU, Esquerra Republicana e Iniciativa. La contestación de
Rajoy fue clara y contundente. El pacto fiscal para Cataluña no tiene cabida en
la actual Constitución Española, en la que encontramos otros modelos de
financiación mucho más útiles para salir de la crisis, que el pertinazmente
solicitado por Mas.
El presidente de la Generalidad lamentó el fracaso de su
entrevista personal con Mariano Rajoy con frases tan contundentes como esta: “No
ha ido bien. Me hubiera gustado que hubiera margen o luz abierta, pero me ha
dicho que el pacto fiscal no tiene ningún recorrido ni por parte del Gobierno
ni tampoco por parte de los grandes partidos estatales”. Y se dedicó
intencionadamente a quitar hierro a sus pretensiones soberanistas, indicando
que son las aspiraciones normales de un pueblo, que busca constantemente la
libertad y que, con el tiempo, pretende constituirse en Estado propio.
Pero las veleidades de Artur Mas y su corte aumentan de día en día
y plantea constantemente al Gobierno central retos cada vez más difíciles de
superar. Asumen sin el menor escrúpulo una buena parte del programa de los
independentistas de Esquerra Republicana que utilizan descaradamente para
chantajear a Mariano Rajoy y sacarle el dinero necesario para mantener
económicamente las embajadas en el extranjero, los medios propios de
comunicación, la inmersión lingüística y el control de la economía y la
sociedad. Porque antes que nada les interesa mantener operativas las
“estructuras de Estado. Y todo esto, sin tener en cuenta la consulta
soberanista programada en principio para 2014.
Todo un reto para Rajoy que es manifiestamente incapaz de hacer frente a los que le plantan cara. No
tiene valor ni la suficiente firmeza, para cortar de raíz los desmanes perpetrados
por personajes tan desvergonzados como Artur Mas. El presidente de la
Generalidad y sus acólitos saben perfectamente que Mariano Rajoy carece del
valor necesario para ponerse en su sitio y urgir el cumplimiento inexcusable de
la ley. Y esto sirve, como es lógico, para que los independentistas se sientan
mucho más fuertes y abusen, sin miramiento alguno, de la cobardía y de la
pusilanimidad del presidente del Ejecutivo español.
Mientras Mariano Rajoy no se decida a cortar por lo sano y ponga
punto final a los continuos desafíos separatistas, los dirigentes del Gobierno
autonómico seguirán creando, con total impunidad, instituciones típicamente
nacionales, y pasará olímpicamente de la ley y de las sentencias judiciales
contrarias a sus intereses soberanistas. Que Artur Mas no cumpla la ley de
Estabilidad Presupuestaria, entre otras, y se ría de las sentencias dictadas
por los distintos organismos judiciales, es extremadamente grave, pero es más
grave aún que Mariano Rajoy no le obligue a cumplir la ley y respetar adecuadamente
las sentencias.
El Gobierno de España, encabezado por Mariano Rajoy, ha tratado de
calmar los ímpetus soberanistas de Mas a base de admoniciones privadas. Como
mucho, alguna tímida amenaza de ahogar financieramente a la Generalidad, que
nunca llegan a cumplir. Terminan siempre transfiriendo a Cataluña el dinero
solicitado, sabiendo que va a ser utilizado para romper la convivencia y socavar la unidad nacional.
Un presidente del Ejecutivo central con más coraje, a estas
alturas de la película, habría ya destituido e inhabilitado a todo el Gobierno
de la Comunidad catalana, y eliminado incluso hasta la misma autonomía. El
artículo 155,1 155,2 de la Constitución Española, a este respecto, es
extremadamente claro para cortar de raíz las veleidades secesionistas,
facultando al Ejecutivo para intervenir la Comunidad Autónoma y asumir las
competencias de sanidad, educación, justicia e interior.
Está suficientemente claro que tanto Artur Mas, como los miembros
de su Gobierno autonómico, han adoptado una actitud evidente de insumisión y
desacato. Y Mariano Rajoy sabe que es así, pero su indecisión le lleva a
inhibirse políticamente, dejando que sea el Tribunal Constitucional quien
dirija la acción política oportuna.
Barrillos de Las Arrimadas, 19 de julio de 2013
José Luis Valladares Fernández
De cualquier manera, ellos siempre van a lo suyo, que no es la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, en este caso catalanes, sino en busca de su soñado reino de taifas que les conduzca un día a sentarse en plano de igualdad con otros paises en los organismos internacionales y colmar así sus ansias de reyezuelos.
ResponderEliminarEso sí, en tanto, a trincar todo lo que se pueda y un poco más.
Que pena de nación que un día se llamó España, ahora incluso en el deporte se evita el nombre y se llama la roja, ahora a si himno sin letra se le abronca en esas comunidades que se creen nación, y lo creen porque unos estafadores mal llamados nacionalistas llevan casi cien años inventándose una historia a su medida plagada de agravios de Madrid.
ResponderEliminarPero que hacen los gobiernos centrales con estos estafadores?
El caso de ese ser tan nefasto de ZP todos lo conocemos, ese que dio alas a los estafadores, ese que puso en duda el concepto de nación aplicado a España pero que se volcó en el Estatut tan claramente secesionista pero que estaba avalado por un tribunal in-constitucional de mayoría obediente y progresista.
Ahora más de lo mismo, las hermanitas de la Caridad del PP siempre con paños calientes con estos trileros, amansando a la fiera que está crecida... que pena de políticos que padecemos cuando los partidos separatistas, estafadores a su pueblo, tendrían que ser ilegales en la nación más antigua de Europa, pero esto no es una democracia, aquí viven en el lujo los estafadores, lo pícaros de toda índole, y el pueblo?
A trabajar, que son muchos estómagos los que tenemos que alimentar.
Saludos,
PREGUNTO
ResponderEliminar¿ y no puede ser que Marianito, no se haya enterado?
Hola,José Luís:
ResponderEliminarMariano está resultando muy flojo y resulta increíble que un aldeano como Artur Mas, como otros, estén comprometiendo, cada día más, el futuro de España, su dilución, extinción, como nación.
Un abrazo
Hola,José Luís:
ResponderEliminarMariano está resultando muy flojo y resulta increíble que un aldeano como Artur Mas, como otros, estén comprometiendo, cada día más, el futuro de España, su dilución, extinción, como nación.
Un abrazo
Hay que ver como cambian los Gobiernos de España y no cambian las cosas...
ResponderEliminarDe la Josefología hemos pasado a la Mariología y ambas nos han apretado las tuercas a los de siempre, porque ya no hay Gobierno de España, ni Justicia en España ni Cristo que lo fundó; solamente hay políticos desclasados y desnortados que se ceban con el más débil, con el que no tiene el aparato de la propaganda y de las urnas para hacer creer que trabajan por el país ¿qué país?
Con esa premisa de territorio difuminado ¿qué más da que Cataluña pretenda ser soberana si caerá en la trampa en la que hemos caído todos al soñar Europa? Mas está jugando al Monopoly al igual que Merkel y ambos están con la soga al cuello, perdiendo votos y credibilidad, y se gastan los últimos cartuchos en prolongar la fiesta. Mientras tanto, Mariano se sienta a la puerta de su tienda para ver el cadáver de su enemigo pasar, y pone sus barbas a remojar en la peluquería ramplona que inauguró su antecesor, el señorito Z-Pepis, cuando su sueño se desvaneció en ese viento dueño de la Tierra, que hace visibles las nubes para poder contarlas.
Políticos y pseudodemocracia hacen que nunca abandonemos al pediatra, pero no nos dejan votar con un dibujo de ceras o lápices de colores "Alpino" y nos obligan a contar lo poco que nos queda; solamente podemos narrar nuestras penas y alegrías en papel mojado, para que éllos lo utilicen como "toallitas" para el culo.
Un saludo a todos, incluso a Mas y a Mariano, que no me estarán leyendo.
Con los calores del verano a este Arturito un saludo,se le estan reblandeciendo los sesos,
ResponderEliminarSe me ocurren algunas cosas, José Luis:
ResponderEliminar1.- La hidra nacionalista ha sido alimentada por la torpeza de los dirigentes del PP y PSOE, que la han dejado crecer al pactar con ellos acuerdos marcados por la insolidaridad que los nacionalistas vendían en sus territorios como gestión acertada de los intereses "nacionales". Ningún presidente del PP o el PSOE, por tanto, tomará jamás esas medidas extremas que tú sugieres, porque forman parte de la misma comunidad de intereses. Aznar amenazó con aplicárselas a Ibarreche y se le echaron encima hasta sectores del PP.
2.- Además, en el momento actual, de auténtica descomposición del sistema, los gobiernos centrales son como cuerpos enfermos en condiciones óptimas para ser atacados por virus oportunistas como el señor Mas.
3.- ¡Qué pena de país, vaya clase política! Pero fíjate en esto, mira quiénes han sido presidentes de la Generalidad: Pujol, Maragall y Mas. ¿Qué cestos esperaremos con estos mimbres? Imagínate que de verdad un día Cataluña se independizase: ¿a dónde pensaría ir con primeros ciudadanos de esa catadura?
Por cierto: me he olvidado del ínclito Montilla.
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