sábado, 18 de abril de 2009

LOS TÍTULOS DE FRANCO A DEBATE

Franco en coche descubierto, con el alcalde Luis Cueto-Felgueroso, en Gijón

El pasado 14 de Abril, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Gijón acuerda retirar a Franco las distinciones que, en otra época, le concedió el mismo Ayuntamiento. Fue nombrado hijo adoptivo y alcalde honorario y se le otorgó también, por diversos motivos, la medalla de oro de la ciudad. La Junta de gobierno de nuestro Ayuntamiento tiene todo el derecho del mundo a perder el tiempo miserablemente.
Que a estas alturas, con los graves problemas que tenemos encima, y después de los años que Franco lleva muerto, nos preocupemos de semejante historia, es el absurdo de los absurdos. Tan absurdo como la petición del certificado de defunción de Franco por parte del Juez Garzón. Franco ya no es ni hijo adoptivo ni alcalde numerario. Simplemente lo fue y perdió esos títulos el día que murió. Dice Paz Fernández Felgueroso que existen hijos adoptivos póstumos y dice bien. Pero, que yo sepa, el Ayuntamiento de Gijón no concedió a Franco esa distinción a título póstumo.
El acuerdo de la Junta de Gobierno, revocando ahora esos honores, revela un odio patológico a algo que fue y que ya no es, que le hubiera gustado psicoanalizar a Sigmund Freud. Y para tratar de conseguirlo, se apoyan en la mal denominada memoria histórica, ya que en vez de memoria histórica, se trata de una ley evidentemente política y con una intencionalidad clara de revanchismo. Hasta ahora, que yo sepa, la historia nunca ha tratado de juzgar los hechos. Se ha limitado simplemente a narrarlos y a explicarlos y, si se quiere, a mostrar las motivaciones que los originaron. Son cosas de Zapatero que, perseguido por el espectro de su abuelo, ha querido restaurar el franquismo y el antifranquismo. El ser hoy franquistas, reconozcámoslo, es un verdadero anacronismo, del mismo modo que considerarse antifranquista no deja de ser una solemne tontería.
Estamos en una situación de quiebra económica evidente. Esto nos exige que olvidemos los fantasmas pasados y pongamos todos nuestros esfuerzos en solucionar los problemas que nos agobian. Mas que discutir si se trata de galgos o podencos, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Gijón debería ocupar su tiempo, por ejemplo, en analizar los motivos que llevan al fracaso a tanto negocio pequeño, que, con su cierre, genera tantos problemas en nuestra ciudad. Y hay peligro eminente de que ArcelorMittal cierre uno de los Altos Hornos, con lo que esto supondría para nuestra región.
Estos son problemas verdaderamente acuciantes y no unos controvertidos honores que la muerte de Franco se encargó de extinguir hace ya muchos años.

José Luis Valladares Fernández

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