El miércoles pasado, día 22 de abril, en la comparecencia semanal en el Congreso, Zapatero, consciente o inconscientemente, reveló el alcance de su última remodelación del Gobierno. Se trata, ni más ni menos, tal como el mismo manifestó ante el pleno de la Cámara, de acomodarlo a las recomendaciones y decisiones adoptadas por el G-20.
Según su explicación, las conclusiones de la Conferencia económica de Londres prevén un cierto giro en la actitud de los Gobiernos frente a la crisis y les exige un cambio de ritmo en su actuación. Según Zapatero, este cambio supone un punto de inflexión en el G-20 para dar un nuevo impulso a las medidas contra la crisis. Precisamente por esto, el presidente del Gobierno optó por aceptar esas recomendaciones del G-20, buscando un comportamiento homogéneo con ese grupo económico. Los antiguos ministros cumplieron con su obligación de parar el golpe de la crisis. Parado este, se impone un relevo de ministros para abordar, con la máxima celeridad, el despegue hacia la recuperación económica.
En una palabra, esta remodelación no supone más que un cambio de ritmo. Y es precisamente en esto donde aparece claramente la inutilidad de esos cambios. Más que cambio de ritmo, necesitábamos con toda urgencia un decidido cambio de rumbo, que no es lo mismo. Quizás por esto Rajoy le lanza a Zapatero esta dura advertencia: su Gobierno nos lleva “mucho más resueltamente al abismo”. Y continuó: "El mayor problema de la crisis económica es usted", ya que carece de objetivos claros y no sabe ni a donde va. A lo mejor es por esto por lo que no hace otra cosa que improvisar.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, más que en España, debe vivir en una Arcadia idílica, donde las ensoñaciones parecen cuajadas realidades. Así se explica que pueda decirnos que nunca España había jugado un papel internacional tan notorio y tan en primera línea como en este momento. Hasta ahora España, según confiesa, siempre había estado lamentablemente ausente de la escena internacional.
La visión que Zapatero tiene de la realidad actual española es tremendamente subjetiva e ilusoria. De ahí que afirme que las medidas económicas, diseñadas por el anterior ejecutivo, estén “empezando a mostrar su eficacia”. Y ahora, el nuevo Gobierno deberá acelerar su ejecución para aprovechar el marco internacional y así “avanzar más rápido que los demás” hacia la fecuperación. Reconoce, aunque con cierta zozobra interior, que seguimos en la fase aguda de la crisis, pero no duda en conjeturar que se producirá muy pronto “un escenario más favorable”, sobre todo para el empleo.
No se en que se funda, pero Zapatero ve ya signos claros de esperanza, que apuntan a una mejora de la situación económica. Y, en cuanto al paro, afirma que va a tener “un color más llevadero en los próximos meses”. Más o menos, esto mismo es lo que augura para las pensiones. Piensa que la Seguridad Social cerrará el ejercicio de 2009 con un superavit de 5.586 millones de euros. Y esto, dice, garantiza la tranquilidad a medio plazo.
Para que no se malogren todos estos augurios, al cambio de ritmo, según Zapatero, hay que añadir otras actuaciones importantes: mantener vivas las señas de identidad de todo un proyecto progresista y hacer un esfuerzo adicional que concierte la acción política del PSOE con los restantes grupos de la Cámara. En función de todos estos datos, Zapatero nos garantiza, pese al grave deterioro de la economía y del empleo, que la solvencia del sistema es absoluta, por lo menos, de aquí a 15 o 20 años.
Pero, por experiencia, sabemos sobradamente en qué terminan las previsiones de Zapatero. No se cumple ninguna, y, al anuncio de una mejora, le sigue de inmediato una verdadera catástrofe de alcances ilimitados.
La auténtica realidad de lo que va a ocurrir, pese a los buenos augurios de Zapatero, nos lo da el Banco de España, el Tribunal de Cuentas y el Fondo Monetario Internacional, bastante más fiables que el propio Zapatero.
Tanto el Banco de España como el Tribunal de Cuentas anuncian su preocupación por la evidente espiral de gasto público que incrementa peligrosamente nuestro déficit y nuestra deuda, alterando y restringiendo significativamente nuestras posibilidades y alternativas de futuro. Esto es lo que llevó al Presidente del Banco de España a advertir de que, si sigue creciendo la deuda, peligra la garantía de las pensiones. Advertencia que, por cierto, molestó tanto al Gobierno.
Los datos publicados por el Banco de España, el pasado 17 de abril, no pueden ser más contundentes. La morosidad de los créditos bancarios, concedidos en el mes de febrero tanto a empresas como a particulares, se situó en el 3,97%, nivel que no se alcanzaba desde noviembre de 1996. La morosidad actual es aún superior al triple de la registrada el año anterior que ascendió al 1,04%. Hoy nos encontramos con un saldo total de créditos dudosos que alcanza la escandalosa cifra de 73.935 millones de euros entre bancos, cajas y cooperativas de crédito. En el mes de enero esa cifra era de 68.180 millones de euros, lo que implica un repunte del 8,4% en tan solo un mes.
El Fondo Monetario Internacional también ha hablado con claridad. El FMI augura un año muy difícil para la banca española. Es más, considera inevitable la fusión de algunas de las cajas de ahorro por su enorme dependencia del sector inmobiliario, cuyos precios caerán, como mínimo, otro 15% este año. Y lo que es peor, a la vez que aumentan los préstamos dudosos por la crisis inmobiliaria, aumenta también el desempleo. Esta situación obligará a la banca a adoptar planes peligrosos de contingencia.
Este organismo internacional ha revisado sus previsiones para 2009 y 2010, y calcula que la recesión española sufrirá una contracción del 3% del PIB durante este año y del 0,7 % en 2010. Esto obliga a España a ser tremendamente cautelosa a la hora de ampliar el gasto público, para que no incida su impacto sobre las cuentas públicas. Se impone, con verdadera urgencia, la flexibilización del mercado laboral para facilitar el empleo y mejorar la competencia en los mercados de producción interna.
Y justamente hoy, la EPA o Encuesta de Población Activa certificó, con sus datos el estado alarmante del mundo laboral: la actual cifra de parados asciende nada menos que a 4.010.700. Nos hemos situado ya en el 17,3% de paro.
Y no podemos esperar que Zapatero corrija el rumbo de nuestra economía. Desde que apareció la crisis, no ha dejado de hacer gala de un oscurantismo lamentable que le impide ver la realidad. Para salir de esa inopia funcional debería dejar a un lado ese sectarismo de izquierdas absurdo y trasnochado que conforma su modo de ser y de estar y que hacen de él todo un Torquemada anacrónico.
De todos modos, ya sabemos cual es el signo de ese tipo de socialismo del que hace gala nuestro presidente: la pobreza con toda su crueldad. Cada vez que gobiernan quienes han bebido su socialismo en las periclitadas Internacionales, crecen los parados, se multiplican las deudas y la pobreza es cada vez mayor. Y ese aumento de parados, de deudas y de pobreza se debe a que estos gobiernos tratan de aniquilar, sin miramientos, la libertad y las iniciativas privadas. Llegan a complicar tanto las cosas, que solamente se pueden permitir el lujo de ser socialistas los ricos y los que, por su fanatismo, son incapaces de pensar por sí mismos.
José Luis Valladares Fernández
Según su explicación, las conclusiones de la Conferencia económica de Londres prevén un cierto giro en la actitud de los Gobiernos frente a la crisis y les exige un cambio de ritmo en su actuación. Según Zapatero, este cambio supone un punto de inflexión en el G-20 para dar un nuevo impulso a las medidas contra la crisis. Precisamente por esto, el presidente del Gobierno optó por aceptar esas recomendaciones del G-20, buscando un comportamiento homogéneo con ese grupo económico. Los antiguos ministros cumplieron con su obligación de parar el golpe de la crisis. Parado este, se impone un relevo de ministros para abordar, con la máxima celeridad, el despegue hacia la recuperación económica.
En una palabra, esta remodelación no supone más que un cambio de ritmo. Y es precisamente en esto donde aparece claramente la inutilidad de esos cambios. Más que cambio de ritmo, necesitábamos con toda urgencia un decidido cambio de rumbo, que no es lo mismo. Quizás por esto Rajoy le lanza a Zapatero esta dura advertencia: su Gobierno nos lleva “mucho más resueltamente al abismo”. Y continuó: "El mayor problema de la crisis económica es usted", ya que carece de objetivos claros y no sabe ni a donde va. A lo mejor es por esto por lo que no hace otra cosa que improvisar.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, más que en España, debe vivir en una Arcadia idílica, donde las ensoñaciones parecen cuajadas realidades. Así se explica que pueda decirnos que nunca España había jugado un papel internacional tan notorio y tan en primera línea como en este momento. Hasta ahora España, según confiesa, siempre había estado lamentablemente ausente de la escena internacional.
La visión que Zapatero tiene de la realidad actual española es tremendamente subjetiva e ilusoria. De ahí que afirme que las medidas económicas, diseñadas por el anterior ejecutivo, estén “empezando a mostrar su eficacia”. Y ahora, el nuevo Gobierno deberá acelerar su ejecución para aprovechar el marco internacional y así “avanzar más rápido que los demás” hacia la fecuperación. Reconoce, aunque con cierta zozobra interior, que seguimos en la fase aguda de la crisis, pero no duda en conjeturar que se producirá muy pronto “un escenario más favorable”, sobre todo para el empleo.
No se en que se funda, pero Zapatero ve ya signos claros de esperanza, que apuntan a una mejora de la situación económica. Y, en cuanto al paro, afirma que va a tener “un color más llevadero en los próximos meses”. Más o menos, esto mismo es lo que augura para las pensiones. Piensa que la Seguridad Social cerrará el ejercicio de 2009 con un superavit de 5.586 millones de euros. Y esto, dice, garantiza la tranquilidad a medio plazo.
Para que no se malogren todos estos augurios, al cambio de ritmo, según Zapatero, hay que añadir otras actuaciones importantes: mantener vivas las señas de identidad de todo un proyecto progresista y hacer un esfuerzo adicional que concierte la acción política del PSOE con los restantes grupos de la Cámara. En función de todos estos datos, Zapatero nos garantiza, pese al grave deterioro de la economía y del empleo, que la solvencia del sistema es absoluta, por lo menos, de aquí a 15 o 20 años.
Pero, por experiencia, sabemos sobradamente en qué terminan las previsiones de Zapatero. No se cumple ninguna, y, al anuncio de una mejora, le sigue de inmediato una verdadera catástrofe de alcances ilimitados.
La auténtica realidad de lo que va a ocurrir, pese a los buenos augurios de Zapatero, nos lo da el Banco de España, el Tribunal de Cuentas y el Fondo Monetario Internacional, bastante más fiables que el propio Zapatero.
Tanto el Banco de España como el Tribunal de Cuentas anuncian su preocupación por la evidente espiral de gasto público que incrementa peligrosamente nuestro déficit y nuestra deuda, alterando y restringiendo significativamente nuestras posibilidades y alternativas de futuro. Esto es lo que llevó al Presidente del Banco de España a advertir de que, si sigue creciendo la deuda, peligra la garantía de las pensiones. Advertencia que, por cierto, molestó tanto al Gobierno.
Los datos publicados por el Banco de España, el pasado 17 de abril, no pueden ser más contundentes. La morosidad de los créditos bancarios, concedidos en el mes de febrero tanto a empresas como a particulares, se situó en el 3,97%, nivel que no se alcanzaba desde noviembre de 1996. La morosidad actual es aún superior al triple de la registrada el año anterior que ascendió al 1,04%. Hoy nos encontramos con un saldo total de créditos dudosos que alcanza la escandalosa cifra de 73.935 millones de euros entre bancos, cajas y cooperativas de crédito. En el mes de enero esa cifra era de 68.180 millones de euros, lo que implica un repunte del 8,4% en tan solo un mes.
El Fondo Monetario Internacional también ha hablado con claridad. El FMI augura un año muy difícil para la banca española. Es más, considera inevitable la fusión de algunas de las cajas de ahorro por su enorme dependencia del sector inmobiliario, cuyos precios caerán, como mínimo, otro 15% este año. Y lo que es peor, a la vez que aumentan los préstamos dudosos por la crisis inmobiliaria, aumenta también el desempleo. Esta situación obligará a la banca a adoptar planes peligrosos de contingencia.
Este organismo internacional ha revisado sus previsiones para 2009 y 2010, y calcula que la recesión española sufrirá una contracción del 3% del PIB durante este año y del 0,7 % en 2010. Esto obliga a España a ser tremendamente cautelosa a la hora de ampliar el gasto público, para que no incida su impacto sobre las cuentas públicas. Se impone, con verdadera urgencia, la flexibilización del mercado laboral para facilitar el empleo y mejorar la competencia en los mercados de producción interna.
Y justamente hoy, la EPA o Encuesta de Población Activa certificó, con sus datos el estado alarmante del mundo laboral: la actual cifra de parados asciende nada menos que a 4.010.700. Nos hemos situado ya en el 17,3% de paro.
Y no podemos esperar que Zapatero corrija el rumbo de nuestra economía. Desde que apareció la crisis, no ha dejado de hacer gala de un oscurantismo lamentable que le impide ver la realidad. Para salir de esa inopia funcional debería dejar a un lado ese sectarismo de izquierdas absurdo y trasnochado que conforma su modo de ser y de estar y que hacen de él todo un Torquemada anacrónico.
De todos modos, ya sabemos cual es el signo de ese tipo de socialismo del que hace gala nuestro presidente: la pobreza con toda su crueldad. Cada vez que gobiernan quienes han bebido su socialismo en las periclitadas Internacionales, crecen los parados, se multiplican las deudas y la pobreza es cada vez mayor. Y ese aumento de parados, de deudas y de pobreza se debe a que estos gobiernos tratan de aniquilar, sin miramientos, la libertad y las iniciativas privadas. Llegan a complicar tanto las cosas, que solamente se pueden permitir el lujo de ser socialistas los ricos y los que, por su fanatismo, son incapaces de pensar por sí mismos.
José Luis Valladares Fernández
Jose Luis, no se me ocurre otro comentario más que OLÉ, has resumido perfectamente la situación y el desgraciado futuro que nos vislumbra mientras ZP siga gobernando. Un saludo.
ResponderEliminarEl optimismo visceral de Zp pretende hacernos ver el mundo alrevés de como es en realidad. Pero las cifras cantan: 4.010.700 parados y el déficit galopante que arrastraremos en años sucesivos. Los datos que narras en tu artículo son muy elocuentes. Y no digamos nada de "El mundo de la ceja y las subvenciones" como muy bien comentas en tu artículo del miércoles pasado.
ResponderEliminar