6.- La Tercera Internacional o Internacional Comunista
La Primera Guerra Mundial, y la mala gestión del Zar Nicolás II provocaron, al alimón, la revolución rusa. Revolución que se desarrolla en dos tiempos muy precisos. El primer movimiento revolucionario tuvo lugar en febrero de 1917 con la destitución del Zar y la formación de un gobierno provisional. El segundo y definitivo envite se produce en octubre de ese mismo año con el golpe de estado contra la Duma, que dirigía provisionalmente los destinos de Rusia desde la destitución del Zar.
Con la caída forzada de F. Kérenski, que encabezaba ese gobierno provisional de la Duma, se instaura en Rusia el primer Estado obrero de la historia. Se trata de un nuevo modelo de Estado desconocido hasta entonces que tiene la virtud de conmover hasta los cimientos del movimiento obrero mundial. La característica más llamativa de este primer Estado obrero es su modelo de organización. Se organiza, sin concesión alguna, desde arriba hacia abajo con la intención clara de que la burguesía, propietaria de los diversos medios de producción, pudiera explotar a la clase trabajadora.
Es el mismo Lenin el que encabeza la revuelta de Petrogrado, provocando la caída de F. Kérenski y de todo su gobierno provisional. El éxito de la operación, en gran medida, fue posible gracias a las dotes organizativas nada comunes de L. Trotsky, que encabezaba el Comité Militar Revolucionario. Todo este movimiento, tendente a la instauración del primer Estado socialista, recibió el nombre de Revolución de Octubre.
El marxismo teórico, a partir del triunfo de la Revolución de Octubre, se ha convertido en el santo y seña del nuevo Gobierno, dirigido por Lenin con mano dura. Lo que más tarde recibió el nombre de comunismo tiene su origen precisamente en dicho marxismo teórico. Los mismos leninistas, que eran marxistas convencidos, consideraban que el socialismo auténtico desembocaba necesariamente en el comunismo. El comunismo, que ha dejado una huella indeleble en la cultura, es una rama muy específica del socialismo y no representa, por lo tanto, al socialismo en su totalidad.
El mismo Lenin, y con el objeto de impulsar la revolución a escala mundial de acuerdo con el modelo adoptado en Rusia, se molesta en organizar el Congreso de marzo de 1919. De este Congreso saldrá la Tercera Internacional, conocida popularmente como la Internacional Comunista o Komintern. Con esta nueva Internacional, los congresistas trataban de recuperar íntegramente la política revolucionaria a escala mundial. Es en el Congreso siguiente, celebrado en 1920, cuando se fijan las distintas condiciones que había que cumplir, para pasar a formar parte de esta Internacional. Lo primero que se exigía era una obediencia ciega a las órdenes emanadas de la dirección. Pero, a pesar del empeño de los responsables revolucionarios, esa revolución mundial, soñada por Lenin, no logró sus objetivos expansionistas.
El fácil triunfo de la revolución soviética tuvo un impacto enorme sobre los trabajadores de todo el mundo. De ahí que, en España, tanto el PSOE como la UGT, sin pérdida de tiempo, quisieron seguir su ejemplo. Otro tanto ocurrió con la CNT que, sin pérdida de tiempo se afilian a la nueva Internacional. El hecho de que la nueva República Soviética funcionara a través de asambleas obreras, conocidas con el nombre de soviets, hizo creer a los anarcosindicalistas españoles que con dicha revolución estaban poniendo en práctica sus propios ideales colectivistas. También se crea el Partido Comunista de España.
La burguesía española, y más aún la catalana, sentía verdadero pavor por la actitud revolucionaria de los anarcosindicalistas españoles, hegemónicos en Cataluña. Hasta los mismos socialistas participaban en ese pánico colectivo. El crecimiento extraordinario de la economía española como consecuencia inmediata de la I Guerra Mundial acrecentó aún más ese temor. Pues a nadie se le escapaba que esas mejoras económicas también fortalecían a la clase obrera que, de aquella, estaba dominada por la CNT. Y de hecho comenzaron a menudear las huelgas, desbordando a la misma policía, que se vio impotente para mantener el orden. Para defenderse de los desórdenes revolucionarios, la patronal organizó una especie de terrorismo blanco, que enconó aún más las relaciones laborales.
Ante una situación tan complicada, el Gobierno responde con la prohibición del periódico Solidaridad obrera, editado por la CNT de Cataluña y conocido con el nombre de La Soli. Cerró, a la vez, un buen número de centros y detuvo a varios dirigentes sindicales. La respuesta de la CNT fue inmediata. El 24 de marzo de 1919 convoca una huelga general que tiene un masivo seguimiento y exigen la liberación inmediata de los presos de la huelga anterior. La lucha social fue tan dura, tanto en Barcelona como en otras ciudades, que el Gobierno de turno se vio obligado a hacer dos concesiones importantes: la jornada laboral de 8 horas y la formación de comisiones mixtas de negociación, que hay que colocar en el haber de la CNT.
La detención de dirigentes obreros continuó. Ante estos hechos, la dirección de la CNT, que hasta ahora había tenido un comportamiento moderado, adopta una posición mucho más radical. Como respuesta al denominado terrorismo blanco que se ejercía contra ellos, organizan actos de terrorismo individual. El Gobierno, sobrepasado por estos actos de terrorismo individual, para defenderse organiza un grupo especial, integrado por antiguos policías, que reciben el nombre de
Pistoleros de la patronal.
Tan complicadas estaban las cosas, que el Gobierno quiso pactar con la CNT a finales de 1919. Pero la Federación de Patronos lo impidió planteando el lock-out o cierre patronal, recrudeciéndose así la lucha social. La misma patronal no tuvo inconveniente en utilizar a obreros desclasados contra la CNT, provocando así una nueva escalada terrorista. Al no ceder nadie en la lucha social, el problema se extendió a toda España. El Gobierno quiso zanjar el problema y, para ello, recrudeció la lucha contra la CNT. Llegó incluso hasta el asesinato premeditado mediante la aplicación de la ley de fuga. La respuesta de los anarquistas fue contundente, vengándose con el asesinato de Eduardo Dato que era el primer ministro español.
La reacción del ejército fue tan brutal que la CNT se vio obligada a aceptar una paz social extremadamente precaria. Y esa tranquilidad, pese a todo y con la colaboración del establecimiento de la II República, se mantendría hasta finales de 1931. Los desgraciados sucesos de Arnedo primero, Castilblanco y Casas Viejas después, encendieron de nuevo la lucha revolucionaria, agravada considerablemente con la revolución de octubre de 1934. La consigna
Uníos Hermanos Proletarios (UHP), aparecida en Asturias, fue suscrita de forma inmediata por la Federación Socialista Asturiana, por la UGT y por la Confederación Regional del Trabajo de Asturias, León y Palencia de la CNT. Esta consigna terminó por convertirse, durante la guerra civil española, en la proclama habitual de los republicanos.
La corriente revolucionaria de corte mundial, auspiciada por Lenin, terminó con su muerte en 1924 y dio paso a otras ideas más acordes con los intereses de su sucesor. Con el triunfo de Stalin se burocratizó el estado soviético, y la Internacional Comunista pasó a ser un simple instrumento de su política exterior. Y lo utilizaba descaradamente para proteger su poder absoluto dentro de Rusia. El Komintern, de cara al exterior, era utilizado por Stalin para aumentar lo más posible la influencia soviética en las otras naciones.
Como consecuencia de las inevitables intrigas intestinas internas y a intereses de política exterior, Stalin fue introduciendo cambios en el Komintern, a veces completamente radicales y más cuando interesaba la cooperación con países no comunistas. Lo disolvió incluso en mayo de 1943, en plena guerra mundial, para agradar a sus aliados de entonces, los americanos y los británicos.
En Octubre de 1947, es la URSS la que organiza en Polonia una reunión muy importante, a la que cita a los ocho países, donde el comunismo había ya sentado plaza, como es el caso de Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, la misma Polonia, Rumania y Yugoslavia. También invita a Francia e Italia por la ascendencia que el Partido Comunista tenía en estos países. En esa reunión se crea la Kominform, u Oficina de Información Comunista. El cometido real de esta oficina, en contra de lo que decía la propaganda, debía funcionar como un auténtico instrumento político con cierto poder coercitivo que los reunidos ponían en manos de Stalin para tutelar el comportamiento, un tanto independiente, de Tito en Yugoslavia. El comportamiento del líder comunista yugoslavo chirriaba al lado de los otros países satélites. La propaganda en cambio pretendía hacer ver que esa oficina era simplemente una Oficina de Información Comunista.
Con el fin de atar más corto a Tito, la sede de la Kominform se instala intencionadamente en Yugoslavia. Pero Tito, a pesar de las trabas que coartaban su libertad, mantuvo firme su decisión soberana de mantenerse al margen de la ortodoxia soviética salvaguardando, contra viento y marea, la independencia de Yugoslavia. La firmeza de Tito en sus convicciones provocó su expulsión del partido en junio de 1948, trasladando, a la vez, la Kominform a Bucararest (Rumania)
Al morir Stalin el 5 de marzo de 1953, a pesar del terror a que estaban sometidos los diversos estamentos del partido, toda la clase dirigente experimenta, además de una agradable liberación, una clara sensación de vacío y comienzan de inmediato la desestalinización del sistema. Más o menos, como si se tratara de establecer un nuevo régimen, teniendo en cuenta, eso sí, las diversas tendencias que había dentro del partido. Para finalizar la operación con éxito, era muy importante atender a la correlación de fuerzas.
El único que estorbaba para esta operación era Beria, colaborador muy estrecho de Stalin en las labores coercitivas de la policía. Eliminado rápidamente, Nikita Kruschov asume el cargo de primer secretario del partido y Malenkov el de Presidente del Consejo de Ministros. El nuevo Gobierno comienza, de inmediato, la restauración de la legalidad socialista, dejando a un lado la línea dura practicada por Stalin. Kruschov, nuevo hombre fuerte del partido, intentaba de esta manera la reconciliación con Yugoslavia y un franco entendimiento entre los diversos estados comunistas. Para sellar ese acercamiento a Yugoslavia, la Kominform es disuelta el 17 de abril de 1956.
José Luis Valladares Fernández
La Primera Guerra Mundial, y la mala gestión del Zar Nicolás II provocaron, al alimón, la revolución rusa. Revolución que se desarrolla en dos tiempos muy precisos. El primer movimiento revolucionario tuvo lugar en febrero de 1917 con la destitución del Zar y la formación de un gobierno provisional. El segundo y definitivo envite se produce en octubre de ese mismo año con el golpe de estado contra la Duma, que dirigía provisionalmente los destinos de Rusia desde la destitución del Zar.
Con la caída forzada de F. Kérenski, que encabezaba ese gobierno provisional de la Duma, se instaura en Rusia el primer Estado obrero de la historia. Se trata de un nuevo modelo de Estado desconocido hasta entonces que tiene la virtud de conmover hasta los cimientos del movimiento obrero mundial. La característica más llamativa de este primer Estado obrero es su modelo de organización. Se organiza, sin concesión alguna, desde arriba hacia abajo con la intención clara de que la burguesía, propietaria de los diversos medios de producción, pudiera explotar a la clase trabajadora.
Es el mismo Lenin el que encabeza la revuelta de Petrogrado, provocando la caída de F. Kérenski y de todo su gobierno provisional. El éxito de la operación, en gran medida, fue posible gracias a las dotes organizativas nada comunes de L. Trotsky, que encabezaba el Comité Militar Revolucionario. Todo este movimiento, tendente a la instauración del primer Estado socialista, recibió el nombre de Revolución de Octubre.
El marxismo teórico, a partir del triunfo de la Revolución de Octubre, se ha convertido en el santo y seña del nuevo Gobierno, dirigido por Lenin con mano dura. Lo que más tarde recibió el nombre de comunismo tiene su origen precisamente en dicho marxismo teórico. Los mismos leninistas, que eran marxistas convencidos, consideraban que el socialismo auténtico desembocaba necesariamente en el comunismo. El comunismo, que ha dejado una huella indeleble en la cultura, es una rama muy específica del socialismo y no representa, por lo tanto, al socialismo en su totalidad.
El mismo Lenin, y con el objeto de impulsar la revolución a escala mundial de acuerdo con el modelo adoptado en Rusia, se molesta en organizar el Congreso de marzo de 1919. De este Congreso saldrá la Tercera Internacional, conocida popularmente como la Internacional Comunista o Komintern. Con esta nueva Internacional, los congresistas trataban de recuperar íntegramente la política revolucionaria a escala mundial. Es en el Congreso siguiente, celebrado en 1920, cuando se fijan las distintas condiciones que había que cumplir, para pasar a formar parte de esta Internacional. Lo primero que se exigía era una obediencia ciega a las órdenes emanadas de la dirección. Pero, a pesar del empeño de los responsables revolucionarios, esa revolución mundial, soñada por Lenin, no logró sus objetivos expansionistas.
El fácil triunfo de la revolución soviética tuvo un impacto enorme sobre los trabajadores de todo el mundo. De ahí que, en España, tanto el PSOE como la UGT, sin pérdida de tiempo, quisieron seguir su ejemplo. Otro tanto ocurrió con la CNT que, sin pérdida de tiempo se afilian a la nueva Internacional. El hecho de que la nueva República Soviética funcionara a través de asambleas obreras, conocidas con el nombre de soviets, hizo creer a los anarcosindicalistas españoles que con dicha revolución estaban poniendo en práctica sus propios ideales colectivistas. También se crea el Partido Comunista de España.
La burguesía española, y más aún la catalana, sentía verdadero pavor por la actitud revolucionaria de los anarcosindicalistas españoles, hegemónicos en Cataluña. Hasta los mismos socialistas participaban en ese pánico colectivo. El crecimiento extraordinario de la economía española como consecuencia inmediata de la I Guerra Mundial acrecentó aún más ese temor. Pues a nadie se le escapaba que esas mejoras económicas también fortalecían a la clase obrera que, de aquella, estaba dominada por la CNT. Y de hecho comenzaron a menudear las huelgas, desbordando a la misma policía, que se vio impotente para mantener el orden. Para defenderse de los desórdenes revolucionarios, la patronal organizó una especie de terrorismo blanco, que enconó aún más las relaciones laborales.
Ante una situación tan complicada, el Gobierno responde con la prohibición del periódico Solidaridad obrera, editado por la CNT de Cataluña y conocido con el nombre de La Soli. Cerró, a la vez, un buen número de centros y detuvo a varios dirigentes sindicales. La respuesta de la CNT fue inmediata. El 24 de marzo de 1919 convoca una huelga general que tiene un masivo seguimiento y exigen la liberación inmediata de los presos de la huelga anterior. La lucha social fue tan dura, tanto en Barcelona como en otras ciudades, que el Gobierno de turno se vio obligado a hacer dos concesiones importantes: la jornada laboral de 8 horas y la formación de comisiones mixtas de negociación, que hay que colocar en el haber de la CNT.
La detención de dirigentes obreros continuó. Ante estos hechos, la dirección de la CNT, que hasta ahora había tenido un comportamiento moderado, adopta una posición mucho más radical. Como respuesta al denominado terrorismo blanco que se ejercía contra ellos, organizan actos de terrorismo individual. El Gobierno, sobrepasado por estos actos de terrorismo individual, para defenderse organiza un grupo especial, integrado por antiguos policías, que reciben el nombre de
Pistoleros de la patronal.
Tan complicadas estaban las cosas, que el Gobierno quiso pactar con la CNT a finales de 1919. Pero la Federación de Patronos lo impidió planteando el lock-out o cierre patronal, recrudeciéndose así la lucha social. La misma patronal no tuvo inconveniente en utilizar a obreros desclasados contra la CNT, provocando así una nueva escalada terrorista. Al no ceder nadie en la lucha social, el problema se extendió a toda España. El Gobierno quiso zanjar el problema y, para ello, recrudeció la lucha contra la CNT. Llegó incluso hasta el asesinato premeditado mediante la aplicación de la ley de fuga. La respuesta de los anarquistas fue contundente, vengándose con el asesinato de Eduardo Dato que era el primer ministro español.
La reacción del ejército fue tan brutal que la CNT se vio obligada a aceptar una paz social extremadamente precaria. Y esa tranquilidad, pese a todo y con la colaboración del establecimiento de la II República, se mantendría hasta finales de 1931. Los desgraciados sucesos de Arnedo primero, Castilblanco y Casas Viejas después, encendieron de nuevo la lucha revolucionaria, agravada considerablemente con la revolución de octubre de 1934. La consigna
Uníos Hermanos Proletarios (UHP), aparecida en Asturias, fue suscrita de forma inmediata por la Federación Socialista Asturiana, por la UGT y por la Confederación Regional del Trabajo de Asturias, León y Palencia de la CNT. Esta consigna terminó por convertirse, durante la guerra civil española, en la proclama habitual de los republicanos.
La corriente revolucionaria de corte mundial, auspiciada por Lenin, terminó con su muerte en 1924 y dio paso a otras ideas más acordes con los intereses de su sucesor. Con el triunfo de Stalin se burocratizó el estado soviético, y la Internacional Comunista pasó a ser un simple instrumento de su política exterior. Y lo utilizaba descaradamente para proteger su poder absoluto dentro de Rusia. El Komintern, de cara al exterior, era utilizado por Stalin para aumentar lo más posible la influencia soviética en las otras naciones.
Como consecuencia de las inevitables intrigas intestinas internas y a intereses de política exterior, Stalin fue introduciendo cambios en el Komintern, a veces completamente radicales y más cuando interesaba la cooperación con países no comunistas. Lo disolvió incluso en mayo de 1943, en plena guerra mundial, para agradar a sus aliados de entonces, los americanos y los británicos.
En Octubre de 1947, es la URSS la que organiza en Polonia una reunión muy importante, a la que cita a los ocho países, donde el comunismo había ya sentado plaza, como es el caso de Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, la misma Polonia, Rumania y Yugoslavia. También invita a Francia e Italia por la ascendencia que el Partido Comunista tenía en estos países. En esa reunión se crea la Kominform, u Oficina de Información Comunista. El cometido real de esta oficina, en contra de lo que decía la propaganda, debía funcionar como un auténtico instrumento político con cierto poder coercitivo que los reunidos ponían en manos de Stalin para tutelar el comportamiento, un tanto independiente, de Tito en Yugoslavia. El comportamiento del líder comunista yugoslavo chirriaba al lado de los otros países satélites. La propaganda en cambio pretendía hacer ver que esa oficina era simplemente una Oficina de Información Comunista.
Con el fin de atar más corto a Tito, la sede de la Kominform se instala intencionadamente en Yugoslavia. Pero Tito, a pesar de las trabas que coartaban su libertad, mantuvo firme su decisión soberana de mantenerse al margen de la ortodoxia soviética salvaguardando, contra viento y marea, la independencia de Yugoslavia. La firmeza de Tito en sus convicciones provocó su expulsión del partido en junio de 1948, trasladando, a la vez, la Kominform a Bucararest (Rumania)
Al morir Stalin el 5 de marzo de 1953, a pesar del terror a que estaban sometidos los diversos estamentos del partido, toda la clase dirigente experimenta, además de una agradable liberación, una clara sensación de vacío y comienzan de inmediato la desestalinización del sistema. Más o menos, como si se tratara de establecer un nuevo régimen, teniendo en cuenta, eso sí, las diversas tendencias que había dentro del partido. Para finalizar la operación con éxito, era muy importante atender a la correlación de fuerzas.
El único que estorbaba para esta operación era Beria, colaborador muy estrecho de Stalin en las labores coercitivas de la policía. Eliminado rápidamente, Nikita Kruschov asume el cargo de primer secretario del partido y Malenkov el de Presidente del Consejo de Ministros. El nuevo Gobierno comienza, de inmediato, la restauración de la legalidad socialista, dejando a un lado la línea dura practicada por Stalin. Kruschov, nuevo hombre fuerte del partido, intentaba de esta manera la reconciliación con Yugoslavia y un franco entendimiento entre los diversos estados comunistas. Para sellar ese acercamiento a Yugoslavia, la Kominform es disuelta el 17 de abril de 1956.
José Luis Valladares Fernández
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