jueves, 16 de julio de 2009

NECESITAMOS LA CENTRAL DE GAROÑA


Decía Alfredo Pérez Rubalcaba, todo un profesional del disimulo y de la mentira, que España no se merece un Gobierno que mienta. Pero algo malo habremos hecho los españoles, ya que el Gobierno que nos cayó encima no dice una sola verdad ni aunque esté durmiendo. Quizás, como Pilatos, se habrán preguntado alguna vez ¿y qué es la verdad? Y José Luis Rodríguez Zapatero, presidente de ese Gobierno, ha demostrado ser, en el arte de ocultar la verdad, un discípulo aventajado de Rubalcaba, antiguo portavoz de los Gal.
Hoy día, Zapatero ya no necesita de mentor para elaborar cualquier tipo de trola o embuste. Se las arregla él solito y ¡vaya como lo hace! De la mentira oportuna, tan utilizada por los políticos, pasó a las de grueso calibre, vengan o no vengan a cuento. No importa que, a simple vista, y hasta el más lego en la materia, se dé cuenta del embeleco. Zapatero es hoy todo un maestro en el arte de ocultar la verdad. Lo hace con el mayor desparpajo del mundo y sin que le salgan los colores por ello.
Comenzó faltando a la verdad con ocasión de la masacre madrileña del 11M anunciando que, entre los muertos, había terroristas islámicos convenientemente rasurados y ataviados con varias mudas interiores. Y no digamos nada de todo lo que vino después con la ocultación de pruebas y la manipulación de otras, y los diversos apaños para mantener una versión oficial interesada que cruje y hace agua por todas partes.
Fue épica su negación de la crisis, cuando, más o menos, eran ya muchos los españoles que la estaban padeciendo en sus carnes. Y el que avisaba de la que se nos venía encima por culpa de la crisis era, como mínimo, un mal español. De la no crisis, pasamos a un ligero frenazo económico y, posteriormente, a una liviana depresión. Cuando ya no fue posible negar la crisis, comienza la operación intencionada del despiste. La crisis es mundial y nos viene de fuera, como consecuencia de las famosas SUBPRAIN norteamericanas. Y, cómo no, es Bush el culpable de todo esto por su desastrosa política económica.
Se trata de enmascarar, a toda costa, nuestra propia crisis económica con la crisis mundial financiera. Oculta que nosotros, aparte de la crisis de ámbito universal, nos atenaza otra crisis, más grave aún que aquella, dadas las consecuencias desastrosas que origina. Nuestra crisis particular viene marcada por una productividad muy baja y, en consecuencia, por una clamorosa falta de competitividad. Nuestra situación económica es mucho más cruel que la dibujada por Zapatero en aquella famosa rueda de prensa de Nueva York. Allí, Zapatero se vanaglorió del estado, para él envidiable, de nuestra economía. Es la que mejor preparada está, y ya hemos dejado atrás a la Italia de Berlusconi. Y el amigo Sarkozy está ya muy nervioso, viendo que le estamos pisando los talones. Todavía suenan en el ambiente las carcajadas de los asistentes extranjeros que asistieron a dicha rueda de prensa.
Son tantas las veces que Zapatero ha dicho que hemos tocado fondo y que, en breve, comenzaremos a remontar el vuelo económico, que ya no podemos creer en él, ni en nadie de su Gobierno. Suena a chiste oír a la ministra Salgado hablando de ciertos brotes verdes que se ven en lontananza.
Y ahora, con el contencioso que se trae con la central nuclear de Garoña, Zapatero se nos presenta como un magnífico desinformador. Ahí está, para constatarlo, la riestra de datos falsos que lanzó al aire en una entrevista en la cadena Cuatro. Y no le importó, lo más mínimo, que todo mundo sabe que Garoña no es la única central nuclear del mundo con licencia para continuar con su actividad hasta cumplir los sesenta años. Hay más de cincuenta centrales que gozan de esa misma licencia. Afirmó con rotundidad que solamente hay una central en construcción en el mundo, cuando él mismo sabe que son muchas. Solamente en China, -y Zapatero en esto está al cabo de la calle- se están construyendo varias decenas de centrales de ese tipo. En rodo el mundo hay unas cincuenta centrales nucleares en construcción y otras tantas en proyecto. También presentó a la energía nuclear como una opción cara con respecto a las renovables, cuando todo el mundo sabe que es la más barata. Los gastos variables de las centrales nucleares, en comparación con el resto de fuentes energéticas, son mucho más bajos.
Subrayó el inconveniente de los residuos radioactivos que generan estas centrales. Pero se calló intencionadamente que, como consecuencia de que España es deficitaria en energía, tenemos que abastecernos de la que se produce principalmente al otro lado de los pirineos y, como es natural, en centrales nucleares. Y al comprar a Francia los megavatios que precisamos, tenemos que hacernos cargo también de los residuos nucleares resultantes de su generación.
Al no ser energéticamente autosuficientes, el empecinamiento de Zapatero de apostar por las energías renovables, postergando la energía nuclear, mucho más barata, encarece los costes de explotación de las empresas, y agrava con ello su ya escasa competitividad, que es uno de los males que ha provocado nuestra crisis particular. Cerrar la central nuclear de Garoña, a pesar del certificado de viabilidad de la misma, le dará unos votos, pero es uno de los despilfarros más absurdos, que aumentaría nuestro déficit energético nada menos que en un 6%. Además sería la manera más fácil y tonta de perder unos cuantos cientos de puestos de trabajo y complicar aún más la pesada factura energética que ya tenemos.
Con esa falta manifiesta de pragmatismo, y jaleado por un ecologismo de vía estrecha, Zapatero, sin saberlo, está poniendo rumbo a la Edad Media.

Barrillos de Las Arrimadas 12 de julio de 2009

José Luis Valladares Fernández



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