La Ministra de Igualdad, en la rueda posterior a la celebración del correspondiente Consejo de Ministros del viernes pasado, aventuró unas afirmaciones que la retratan perfectamente. Además de ministra “florero”, como ya ha sido etiquetada por alguien, nos da a entender que no anda muy sobrada culturalmente. Claro que, esta deficiencia cultural, posiblemente se deba a que Bibiana Aido sea una víctima más de la reforma educativa, introducida por el PSOE.
El aborto no es algo banal, como se pretende desde el Ministerio de Igualdad. Tiene tanta importancia, por las múltiples implicaciones que comporta, que trasciende a las luces de una Ministra tan pipiola como Bibiana Aido. Para empezar, la competencia sobre el aborto, debiera estar en manos del Ministerio de Sanidad y no en el del superfluo Ministerio de Igualdad.
De todos modos, voy a puntualizar las declaraciones de la Ministra. Tanto ella, como todo el ejecutivo de Zapatero, cuando se trata de poner chinas en alguno de los referentes morales de nuestra cultura cristiana, son capaces de intentar cambiar hasta el significado de las palabras. Ya ocurrió con el significado de la palabra matrimonio, a la que tratan de despojar de su característico significado de complementariedad. Dos homosexuales juntos, por mucho que lo intenten, no complementan absolutamente nada.
Ahora se empeñan en dar un nuevo significado a la palabra interrupción, ya que el vocablo aborto tiene connotaciones muy negativas. Solamente se interrumpe aquello que, si interesa, se reanuda de nuevo más tarde. Interrumpimos una reunión, por ejemplo, para tomar un café, reunión que reanudamos a continuación. Y un embarazo no se interrumpe, se elimina o se aborta simplemente. También habría que poner lo de voluntario en entredicho. Son muchos los condicionantes sociales, familiares y de todo tipo, que influyen poderosamente, para tomar una decisión tan extrema y traumática como el aborto.
La confusión de Bibiana es tal que llega a afirmar que la reforma de la ley del aborto únicamente pretende proteger la vida del no nacido, “cuando ya puede, según criterio científico, vivir con independencia de su madre, y de garantizar que los médicos y el personal sanitario puedan hacer su trabajo con seguridad”. ¡Curiosa manera de defender la vida de un feto!
No es menos esperpéntico su raciocinio para llegar a la conclusión disparatada de que las jovencitas de 16 años pueden abortar sin la autorización de sus padres. Muchachitas que, para ir simplemente de excursión con su colegio o instituto, necesitan la autorización de quien ostenta la patria potestad. Tampoco se pueden casar, diga lo que diga Bibiana Aido, sin la correspondiente autorización paterna. Y todo esto es debido, en tanto no cumplan la mayoría de edad, a que las leyes consideran que en esa edad se carece de la oportuna madurez para actuar de un modo plenamente responsable. A veces, da la sensación que la Ministra adolece del mismo mal que estas jovencitas: falta de madurez.
José Luís Valladares Fernández
El aborto no es algo banal, como se pretende desde el Ministerio de Igualdad. Tiene tanta importancia, por las múltiples implicaciones que comporta, que trasciende a las luces de una Ministra tan pipiola como Bibiana Aido. Para empezar, la competencia sobre el aborto, debiera estar en manos del Ministerio de Sanidad y no en el del superfluo Ministerio de Igualdad.
De todos modos, voy a puntualizar las declaraciones de la Ministra. Tanto ella, como todo el ejecutivo de Zapatero, cuando se trata de poner chinas en alguno de los referentes morales de nuestra cultura cristiana, son capaces de intentar cambiar hasta el significado de las palabras. Ya ocurrió con el significado de la palabra matrimonio, a la que tratan de despojar de su característico significado de complementariedad. Dos homosexuales juntos, por mucho que lo intenten, no complementan absolutamente nada.
Ahora se empeñan en dar un nuevo significado a la palabra interrupción, ya que el vocablo aborto tiene connotaciones muy negativas. Solamente se interrumpe aquello que, si interesa, se reanuda de nuevo más tarde. Interrumpimos una reunión, por ejemplo, para tomar un café, reunión que reanudamos a continuación. Y un embarazo no se interrumpe, se elimina o se aborta simplemente. También habría que poner lo de voluntario en entredicho. Son muchos los condicionantes sociales, familiares y de todo tipo, que influyen poderosamente, para tomar una decisión tan extrema y traumática como el aborto.
La confusión de Bibiana es tal que llega a afirmar que la reforma de la ley del aborto únicamente pretende proteger la vida del no nacido, “cuando ya puede, según criterio científico, vivir con independencia de su madre, y de garantizar que los médicos y el personal sanitario puedan hacer su trabajo con seguridad”. ¡Curiosa manera de defender la vida de un feto!
No es menos esperpéntico su raciocinio para llegar a la conclusión disparatada de que las jovencitas de 16 años pueden abortar sin la autorización de sus padres. Muchachitas que, para ir simplemente de excursión con su colegio o instituto, necesitan la autorización de quien ostenta la patria potestad. Tampoco se pueden casar, diga lo que diga Bibiana Aido, sin la correspondiente autorización paterna. Y todo esto es debido, en tanto no cumplan la mayoría de edad, a que las leyes consideran que en esa edad se carece de la oportuna madurez para actuar de un modo plenamente responsable. A veces, da la sensación que la Ministra adolece del mismo mal que estas jovencitas: falta de madurez.
José Luís Valladares Fernández
Excelente artículo Sr Valladares. Le doy la enhorabuena por su forma tan clara de exponer como algunas personas tratan de disfrazar un crimen. Un saludo
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