Las calles de Irán son hoy un clamor. Como cuando llegó el ayatolá Jomeini para montar su revolución islámica, hoy también se oye el grito unánime “Dios es el más grande y Muerte al dictador”. Entonces vociferaban contra el sha de Persia. Hoy esos gritos van dirigidos contra Ahmadineyad y su último pucherazo en las urnas.
Y es que la situación en Irán es sumamente complicada. Tan complicada que hasta se atreven a atentar contra el santuario de Jomeini. El pueblo está ya harto del régimen actual de los ayatolás. Y no es una simple lucha entre chiís y sunís como ocurre en otras zonas del Oriente Próximo. Se trata más bien de una clase media ilustrada, en la que predominan los jóvenes y las mujeres, que se han cansado de que su gobierno financie a su costa a Hezbolah en el Líbano y ellos sean los grandes olvidados que continúan soportando todo tipo de estrecheces económicas y culturales.
Son cientos de miles de personas las que salen a las calles de Teherán arriesgando su propia vida. Y lo mejor del caso, es que toda esta protesta ha nacido desde dentro. Y ahí está, resistiendo. De hecho, tras nueve días de protestas, tenemos ya decenas de muertos, cientos de heridos y casi un millar de detenidos. Pero es igual. Los iraníes han perdido ya el miedo al régimen y se han echado a la calle. Ahora los que están temerosos son los ayatolás que ven peligrar su control totalitario sobre la República Islámica. De ahí su reacción paranoica, utilizando para la represión a la Guardia Revolucionaria, a las fuerzas de seguridad, a la policía y hasta los basiyis, milicia partidaria de Ahmadinayad.
Y aunque el fenómeno desencadenante de estas multitudinarias manifestaciones haya sido la sospecha de un pucherazo electoral, no hay duda de que este movimiento obedece a un malestar mucho más profundo, que viene de atrás. Lo que en un principio parecía una simple querella entre Musavi y Ahmadineyad, se traduce hoy día en un ansia muy clara de liberación cultural y económica. Este movimiento, difícil ya de contener, es algo de mucha más envergadura que un simple pulso entre ambos aspirantes al mando.
Se trata de todo un fenómeno social que, con seguridad, hará que se tambaleen los cimientos mismos del régimen de los ayatolás. Suceda lo que suceda, el hecho de desalojar del poder a Ahmadineyad y a todo su clan, sería ya una buena noticia para Occidente. Pues Musavi, el opositor de Ahmadinayad, pretende introducir reformas aperturistas, contando para ello con los estudiantes y con los jóvenes urbanos. En todo caso alejaríamos de momento la posibilidad de que se produzca un nuevo Holocausto, con el que sueñan los actuales mandatarios iraníes.
Y aquí en España, tan activos en otras ocasiones menos importantes, no damos importancia a esta lucha abierta que mantiene el pueblo iraní contra el régimen teocrático que les tortura y hasta les lapida o asesina. Ansían, ante todo, la libertad. Y la buscan desesperadamente, aunque, para ello, tengan que afrontar el peligro de una cruel represión o incluso perder la vida.
¿Dónde está Bibiana Aido y Fernández de la Vega que no han reunido aún a toda su corte de progres de pandereta, para exigir de los ayatolás que dejen de lapidar mujeres y les abran el camino a la liberación? ¿Dónde está Pilar Bardem y todo su coro de titiriteros que tanto vociferan otras veces por simples nimiedades y callan ahora ante las atrocidades que tiene que soportar la juventud iraní, entre la que hay tanta mujer en lucha por su dignidad? Y van por ahí presumiendo de su solidaridad con los oprimidos, pero, a la vista está, se trata de una solidaridad muy sospechosa, donde solamente cuenta la ceja y la subvención.
Se trata, por lo que se ve, de un movimiento liberador pero que no es de izquierdas y, por lo tanto, no es merecedor de que se ocupe de él tan excelente tropa. Se trata de un movimiento contra un régimen opresor, pero que tiene en común con Zapatero la patraña esa de la Alianza de Civilizaciones. Y claro, no van manifestarse, pancarta en mano, contra quien tiene algo en común con ZP. Y es que Ahmadineyad es amigo de Zapatero, como lo es Hugo Chávez y Evo Morales, los Hnos. Castro y alguno más por el estilo. ¡Vaya tropa que lleva mi carro!
Se ve claramente que toda esta tropa de progres que padecemos y a quienes se subvenciona a nuestra costa, se reserva todas sus fuerzas para mejores cruzadas. Y es que hay que tener valor y coraje social, cosa que ni las Aidos ni las Bardenes tienen, para ponerse del lado del oprimido, si este no sintoniza políticamente con ellas.
Quizás las veamos nuevamente en la calle, pancarta en ristre, si Sarkozy insiste en negar el uso del burka a las musulmanas que vivan en Francia. Para esta ralea de feministas que padecemos, sería un acto despótico del Presidente francés, el no admitir en Francia mujeres prisioneras del burka y de la sumisión. Y entonces a lo mejor si protestan y montan la escandalera padre para que en el país vecino, las musulmanas renuncien a su dignidad de mujer y puedan vivir alejadas de toda vida social y privadas de identidad. Y eso, no porque lo pidan los islamistas que vivan en Francia, sino por que es Sarkozy, que es de derechas, el que lo impide.
José Luis Valladares Fernández
Y es que la situación en Irán es sumamente complicada. Tan complicada que hasta se atreven a atentar contra el santuario de Jomeini. El pueblo está ya harto del régimen actual de los ayatolás. Y no es una simple lucha entre chiís y sunís como ocurre en otras zonas del Oriente Próximo. Se trata más bien de una clase media ilustrada, en la que predominan los jóvenes y las mujeres, que se han cansado de que su gobierno financie a su costa a Hezbolah en el Líbano y ellos sean los grandes olvidados que continúan soportando todo tipo de estrecheces económicas y culturales.
Son cientos de miles de personas las que salen a las calles de Teherán arriesgando su propia vida. Y lo mejor del caso, es que toda esta protesta ha nacido desde dentro. Y ahí está, resistiendo. De hecho, tras nueve días de protestas, tenemos ya decenas de muertos, cientos de heridos y casi un millar de detenidos. Pero es igual. Los iraníes han perdido ya el miedo al régimen y se han echado a la calle. Ahora los que están temerosos son los ayatolás que ven peligrar su control totalitario sobre la República Islámica. De ahí su reacción paranoica, utilizando para la represión a la Guardia Revolucionaria, a las fuerzas de seguridad, a la policía y hasta los basiyis, milicia partidaria de Ahmadinayad.
Y aunque el fenómeno desencadenante de estas multitudinarias manifestaciones haya sido la sospecha de un pucherazo electoral, no hay duda de que este movimiento obedece a un malestar mucho más profundo, que viene de atrás. Lo que en un principio parecía una simple querella entre Musavi y Ahmadineyad, se traduce hoy día en un ansia muy clara de liberación cultural y económica. Este movimiento, difícil ya de contener, es algo de mucha más envergadura que un simple pulso entre ambos aspirantes al mando.
Se trata de todo un fenómeno social que, con seguridad, hará que se tambaleen los cimientos mismos del régimen de los ayatolás. Suceda lo que suceda, el hecho de desalojar del poder a Ahmadineyad y a todo su clan, sería ya una buena noticia para Occidente. Pues Musavi, el opositor de Ahmadinayad, pretende introducir reformas aperturistas, contando para ello con los estudiantes y con los jóvenes urbanos. En todo caso alejaríamos de momento la posibilidad de que se produzca un nuevo Holocausto, con el que sueñan los actuales mandatarios iraníes.
Y aquí en España, tan activos en otras ocasiones menos importantes, no damos importancia a esta lucha abierta que mantiene el pueblo iraní contra el régimen teocrático que les tortura y hasta les lapida o asesina. Ansían, ante todo, la libertad. Y la buscan desesperadamente, aunque, para ello, tengan que afrontar el peligro de una cruel represión o incluso perder la vida.
¿Dónde está Bibiana Aido y Fernández de la Vega que no han reunido aún a toda su corte de progres de pandereta, para exigir de los ayatolás que dejen de lapidar mujeres y les abran el camino a la liberación? ¿Dónde está Pilar Bardem y todo su coro de titiriteros que tanto vociferan otras veces por simples nimiedades y callan ahora ante las atrocidades que tiene que soportar la juventud iraní, entre la que hay tanta mujer en lucha por su dignidad? Y van por ahí presumiendo de su solidaridad con los oprimidos, pero, a la vista está, se trata de una solidaridad muy sospechosa, donde solamente cuenta la ceja y la subvención.
Se trata, por lo que se ve, de un movimiento liberador pero que no es de izquierdas y, por lo tanto, no es merecedor de que se ocupe de él tan excelente tropa. Se trata de un movimiento contra un régimen opresor, pero que tiene en común con Zapatero la patraña esa de la Alianza de Civilizaciones. Y claro, no van manifestarse, pancarta en mano, contra quien tiene algo en común con ZP. Y es que Ahmadineyad es amigo de Zapatero, como lo es Hugo Chávez y Evo Morales, los Hnos. Castro y alguno más por el estilo. ¡Vaya tropa que lleva mi carro!
Se ve claramente que toda esta tropa de progres que padecemos y a quienes se subvenciona a nuestra costa, se reserva todas sus fuerzas para mejores cruzadas. Y es que hay que tener valor y coraje social, cosa que ni las Aidos ni las Bardenes tienen, para ponerse del lado del oprimido, si este no sintoniza políticamente con ellas.
Quizás las veamos nuevamente en la calle, pancarta en ristre, si Sarkozy insiste en negar el uso del burka a las musulmanas que vivan en Francia. Para esta ralea de feministas que padecemos, sería un acto despótico del Presidente francés, el no admitir en Francia mujeres prisioneras del burka y de la sumisión. Y entonces a lo mejor si protestan y montan la escandalera padre para que en el país vecino, las musulmanas renuncien a su dignidad de mujer y puedan vivir alejadas de toda vida social y privadas de identidad. Y eso, no porque lo pidan los islamistas que vivan en Francia, sino por que es Sarkozy, que es de derechas, el que lo impide.
José Luis Valladares Fernández
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