La crisis económica en España es bastante anterior a la actual crisis financiera de ámbito mundial. Los españoles, además de esta crisis común, llevamos inmersos en otra crisis particular, al menos desde 2006, que el Gobierno, por motivos políticos, no quiso reconocer. Al no reconocerla, tampoco habilitó los cambios estructurales necesarios para mejorar nuestra productividad y nuestra competitividad para encarar los problemas económicos en pie de igualdad con el resto de países desarrollados. Al faltar esas medidas estructurales, nuestra crisis de competitividad y de productividad, se ha ido agravando con el tiempo y afecta cada vez a un mayor número de sectores sociales.
También es cierto que, entre nosotros, hay buen número de personas inmunes a la crisis financiera que es común a todos los países y a nuestra crisis particular. Entre ellas están los que viven de los sindicatos. Dentro del socialismo clásico, está muy extendida la idea de que el capitalismo solamente es posible gracias al poder impositivo y a los privilegios legales sobre la propiedad que les garantiza el poder estatal. Hoy, en vez de al capitalista, el poder estatal privilegia y protege a los sindicalistas, quizás a cambio de que estos le cuiden la calle.
El resultado es muy claro. Los sindicalistas no tienen problemas con las crisis, ya que para algo tienen que valer las subvenciones públicas. Ese es una de los destinos preferidos por Zapatero para el dinero de los impuestos que paga la clase media española y los trabajadores. Ahí esta, por ejemplo, la subida salarial de un 3,75% a los de la UGT. Subida salarial, además, con carácter retroactivo al 1 de enero de 2009. De ese 3,75%, el 2% corresponde al incremento del IPC previsto oficialmente por el Gobierno para este año, y el 1,75% restante sobre todos los conceptos salariales lo establece su propio Convenio Colectivo.
El tener que apretarse el cinturón y el control estricto de los gastos es algo que no va con la gente de la UGT y creo que ni con los de CC OO. A la hora de cobrar, no tienen ni el más mínimo problema, ya que respondemos los demás de su sueldo. No tenemos nada más que ver la evolución de los ingresos de la UGT desde el año 2006. Estos han crecido en torno a un 50% acumulado. En los dos últimos años, prácticamente alcanzó un 10% anual. Si sumamos todas las subvenciones del ejercicio pasado, los cobros de la UGT de las arcas públicas sufrieron un incremento de un 9,9%. Y CC OO no creo ande muy lejos de esta cantidad.
Tanto la UGT como CC OO tienen una verdadera bicoca con el actual Gobierno. Reciben dinero por todas partes: de los Presupuestos Generales del Estado, del Fondo Social Europeo y de las Comunidades Autónomas y hasta de la administración local. Es cierto que la mayor parte de este dinero teóricamente se destina a financiar cursos de formación. Pero este gasto es muy difícil de controlar y creo que beneficia a las instancias oficiales, más que a los propios trabajadores. De este modo tienen muy fácil maquillar las escandalosas cifras del paro.
Por lo tanto no es de extrañar que, desde los aledaños del Gobierno, se defienda a capa y espada a estos sindicatos. No hace muchos días que Leire Pajín, secretaria de Organización del PSOE, a la vez que echaba pestes contra el modelo económico neoliberal, se deshacía en loas a los sindicatos. Están, decía, arrimando el hombro, cosa que no hacen otros. La alianza entre sindicatos y Gobierno es cada vez más intensa. Se piensa, incluso, que los sindicatos están ultimando un manifiesto de respaldo total a la actuación de Zapatero. Lo malo es que, mientras esos cuatro millones largos de parados piden medidas concretas contra el paro, los arrumacos que dirige Leire Pajín a los que cuidan la calle, no crean ni un solo puesto de trabajo.
Lo de los sindicatos es todo de vergüenza. Defienden al Gobierno a costa de los trabajadores. En la actualidad, al menos la UGT y CC OO, se han convertido en sindicatos plenamente verticales, tanto y más que el sindicato del anterior régimen. Y se han metamorfoseado tanto que, hoy día, son ya irrecuperables. Si queremos unos sindicatos que defiendan al obrero, tendremos que reinventarlos de nuevo.
Para empezar, el número de liberados entre la UGT y CC OO, es tremendamente escandaloso. Nada menos que unos 203.000 liberados en toda España entre las instituciones oficiales y empresas privadas. 203.000 personas que no trabajan pero que, al final de mes, cobran religiosamente. Y si fracasa la empresa, son los últimos en abandonar el barco. Si comparamos estos 203.000 con el empleo que puedan generar las empresas españolas, los liberados representan la plantilla más numerosa. Solamente sería superior el número de los funcionarios de la Administración Pública. Y, para más INRI, consumen, pero no producen nada.
José Luis Valladares Fernández
También es cierto que, entre nosotros, hay buen número de personas inmunes a la crisis financiera que es común a todos los países y a nuestra crisis particular. Entre ellas están los que viven de los sindicatos. Dentro del socialismo clásico, está muy extendida la idea de que el capitalismo solamente es posible gracias al poder impositivo y a los privilegios legales sobre la propiedad que les garantiza el poder estatal. Hoy, en vez de al capitalista, el poder estatal privilegia y protege a los sindicalistas, quizás a cambio de que estos le cuiden la calle.
El resultado es muy claro. Los sindicalistas no tienen problemas con las crisis, ya que para algo tienen que valer las subvenciones públicas. Ese es una de los destinos preferidos por Zapatero para el dinero de los impuestos que paga la clase media española y los trabajadores. Ahí esta, por ejemplo, la subida salarial de un 3,75% a los de la UGT. Subida salarial, además, con carácter retroactivo al 1 de enero de 2009. De ese 3,75%, el 2% corresponde al incremento del IPC previsto oficialmente por el Gobierno para este año, y el 1,75% restante sobre todos los conceptos salariales lo establece su propio Convenio Colectivo.
El tener que apretarse el cinturón y el control estricto de los gastos es algo que no va con la gente de la UGT y creo que ni con los de CC OO. A la hora de cobrar, no tienen ni el más mínimo problema, ya que respondemos los demás de su sueldo. No tenemos nada más que ver la evolución de los ingresos de la UGT desde el año 2006. Estos han crecido en torno a un 50% acumulado. En los dos últimos años, prácticamente alcanzó un 10% anual. Si sumamos todas las subvenciones del ejercicio pasado, los cobros de la UGT de las arcas públicas sufrieron un incremento de un 9,9%. Y CC OO no creo ande muy lejos de esta cantidad.
Tanto la UGT como CC OO tienen una verdadera bicoca con el actual Gobierno. Reciben dinero por todas partes: de los Presupuestos Generales del Estado, del Fondo Social Europeo y de las Comunidades Autónomas y hasta de la administración local. Es cierto que la mayor parte de este dinero teóricamente se destina a financiar cursos de formación. Pero este gasto es muy difícil de controlar y creo que beneficia a las instancias oficiales, más que a los propios trabajadores. De este modo tienen muy fácil maquillar las escandalosas cifras del paro.
Por lo tanto no es de extrañar que, desde los aledaños del Gobierno, se defienda a capa y espada a estos sindicatos. No hace muchos días que Leire Pajín, secretaria de Organización del PSOE, a la vez que echaba pestes contra el modelo económico neoliberal, se deshacía en loas a los sindicatos. Están, decía, arrimando el hombro, cosa que no hacen otros. La alianza entre sindicatos y Gobierno es cada vez más intensa. Se piensa, incluso, que los sindicatos están ultimando un manifiesto de respaldo total a la actuación de Zapatero. Lo malo es que, mientras esos cuatro millones largos de parados piden medidas concretas contra el paro, los arrumacos que dirige Leire Pajín a los que cuidan la calle, no crean ni un solo puesto de trabajo.
Lo de los sindicatos es todo de vergüenza. Defienden al Gobierno a costa de los trabajadores. En la actualidad, al menos la UGT y CC OO, se han convertido en sindicatos plenamente verticales, tanto y más que el sindicato del anterior régimen. Y se han metamorfoseado tanto que, hoy día, son ya irrecuperables. Si queremos unos sindicatos que defiendan al obrero, tendremos que reinventarlos de nuevo.
Para empezar, el número de liberados entre la UGT y CC OO, es tremendamente escandaloso. Nada menos que unos 203.000 liberados en toda España entre las instituciones oficiales y empresas privadas. 203.000 personas que no trabajan pero que, al final de mes, cobran religiosamente. Y si fracasa la empresa, son los últimos en abandonar el barco. Si comparamos estos 203.000 con el empleo que puedan generar las empresas españolas, los liberados representan la plantilla más numerosa. Solamente sería superior el número de los funcionarios de la Administración Pública. Y, para más INRI, consumen, pero no producen nada.
José Luis Valladares Fernández
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