Está muy claro que Obama y Zapatero sintonizan perfectamente. Zapatero, al menos, no puede vivir sin Obama. No queda día, ni circunstancia, que no le invoque, hasta para las cuestionas más nimias. En ignorancia, desde luego, Obama y Zapatero parecen dos almas gemelas.
El pasado 4 de Junio Barack Obama pronuncia un discurso en la Universidad del Cairo donde reclama el inicio de una época de paz y de entendimiento entre EE UU y el Islam. Exige una especie de colaboración modélica entre la religión islámica y el cristianismo, al estilo de la que se vivió en la Córdoba andaluza entre islamistas, cristianos y judíos durante la dominación árabe en España. Da incluso a entender que, esta extraordinaria convivencia interreligiosa, fue avalada por la Inquisición.
La ignorancia que demuestra Obama con esta afirmación es mayúscula. En Al-Ándalus, la paz religiosa se estableció cuando los Reyes Católicos pusieron fin al dominio musulmán en la península. La población de Al-Ándalus era muy heterogénea. Había musulmanes árabes y bereberes. Existía también una colonia importante de mozárabes o hispanogodos que, conservando su religión cristiana, adoptaron la forma de vida de los musulmanes. Los judíos también formaban parte de esa población, sin olvidarnos de otro grupo, denominado muladíes, antiguos cristianos que se convirtieron al Islam.
Pero la convivencia pacífica entre las distintas etnias y corrientes culturales solamente existió en el discurso de Obama o en la mente de quien le haya escrito el discurso. La estructura social estaba muy condicionada por el Islam o comunidad de creyentes, cuyos juristas establecieron una sociedad con dos clases, los libres y los esclavos. Los libres o clase dominante la formaban los árabes, los bereberes y los muladíes. A los mozárabes y a los judíos no les quedaba otro papel que el de esclavos y como tales eran tratados.
Tanto los mozárabes como los judíos que aceptaban ese vasallaje, gozaban de ciertas libertades, aunque sometidos a ciertas obligaciones. Simplemente eran tolerados. Debían pagar dos tipos de tributos: el impuesto personal y el impuesto predial por la producción de las tierras. Tenían prohibido ejercer cargos públicos y estaban obligados a vivir en barrios separados de los musulmanes. Además estaban obligados a ser hospitalarios con los musulmanes que lo necesitaran, sin nada a cambio.
Los cristianos que no abrazaban el Islam o no aceptaban el yugo de la esclavitud pasaban a ser automáticamente infieles y, en consecuencia, aniquilados, tal como indica el Corán. Es más, hasta los mismos mozárabes que habían aceptado ese vasallaje, al menor signo de rebelión, tenían que huir a los reinos cristianos del norte si no querían ser aniquilados.
El fundamentalismo islámico exigía el cumplimiento exacto, al pie de la letra, de los preceptos coránicos, tal como Alá se los reveló a su profeta Mahoma. Y mucho más, bajo la égida de los Almohades. Ahí está el caso del árabe Averroes y el judío Maimónides. Maimónides y su familia se vieron obligados a aparentar su conversión al Islam y cambiar muy a menudo de residencia por la España musulmana. Maimónides terminó por huir, primero a Alejandría, y después a Egipto donde, para vivir, ejercía la medicina. Exactamente lo mismo tuvo que hacer Averroes que, en varias disciplinas había sido maestro de Maimónides.
Los conocimientos de Obama, y no digamos los de Zapatero, no dan para más. Dan por buena la tendencia actual de la prensa de considerar al Islam como una religión de paz. La intención de Obama de reconciliar a EE UU y al Islam, es una idea tan mesiánica como la paz que esperaba firmar Zapatero con los etarras.
Dejando a un lado el caso de Obama, centrémonos en Zapatero. Zapatero habrá sido una víctima más de la malhadada LOGSE y, como tal, le sobra ignorancia. Pero peor que esa ignorancia es su maldad. Su postura ante la Alianza de Civilizaciones denota que conoce el tema simplemente de oídas, y se aferra a él porque intuye que así puede meterle un gol al cristianismo.
Es evidente que, tanto Zapatero como sus devotos, piensan que han descubierto la pólvora con esto de la Alianza de Civilizaciones. No se espera menos de quien se siente iluminado, como si fuera todo un profeta de la post-modernidad. La realidad es muy distinta. Se trata de un simple plagio de la propuesta que hizo Jatami ante la ONU en septiembre de 1998. Zapatero se limitó a sustituir la palabra Dialogo por la de Alianza.
Es evidente que Zapatero, con su Alianza de Civilizaciones, pretende encubrir el carácter fundamentalista del Islam militante. Por el motivo que sea, tiende a esconder lo que es patente, que el terrorismo internacional es mayoritariamente islámico, y que, en su mayor parte, procede del mundo árabe. Y Zapatero trata de desligar el fenómeno terrorista de las civilizaciones, cuando todos sabemos la relación estrecha que existe entre ese terrorismo y las enseñanzas de la religión islámica.
Tanto si es Alianza como si es Diálogo se buscaría el entendimiento entre las distintas culturas, nunca el cambio o transformación de alguna de ellas. Es tanto como reconocer que nuestros valores no son universales y que, como mucho, estarían al mismo nivel que los de los otros, sean estos amigos o enemigos. Estaríamos en un planteamiento típicamente relativista. Enmascararíamos la raíz de los problemas, banalizaríamos las desigualdades y sería absurdo luchar contra el yihadismo. Y al igualar todas las culturas, poniéndolas en el mismo plano, legitimaríamos plenamente lo que conocemos por relativismo social.
Tenemos además otro problema, que se le escapa a Zapatero. Una Alianza presupone que se comparten un cierto número de conceptos en común. Y nada más evidente que el mundo islámico no comparte ni un solo concepto con la cultura de occidente que, a veces, recibe el nombre de humanismo cristiano.
José Luis Valladares Fernández
El pasado 4 de Junio Barack Obama pronuncia un discurso en la Universidad del Cairo donde reclama el inicio de una época de paz y de entendimiento entre EE UU y el Islam. Exige una especie de colaboración modélica entre la religión islámica y el cristianismo, al estilo de la que se vivió en la Córdoba andaluza entre islamistas, cristianos y judíos durante la dominación árabe en España. Da incluso a entender que, esta extraordinaria convivencia interreligiosa, fue avalada por la Inquisición.
La ignorancia que demuestra Obama con esta afirmación es mayúscula. En Al-Ándalus, la paz religiosa se estableció cuando los Reyes Católicos pusieron fin al dominio musulmán en la península. La población de Al-Ándalus era muy heterogénea. Había musulmanes árabes y bereberes. Existía también una colonia importante de mozárabes o hispanogodos que, conservando su religión cristiana, adoptaron la forma de vida de los musulmanes. Los judíos también formaban parte de esa población, sin olvidarnos de otro grupo, denominado muladíes, antiguos cristianos que se convirtieron al Islam.
Pero la convivencia pacífica entre las distintas etnias y corrientes culturales solamente existió en el discurso de Obama o en la mente de quien le haya escrito el discurso. La estructura social estaba muy condicionada por el Islam o comunidad de creyentes, cuyos juristas establecieron una sociedad con dos clases, los libres y los esclavos. Los libres o clase dominante la formaban los árabes, los bereberes y los muladíes. A los mozárabes y a los judíos no les quedaba otro papel que el de esclavos y como tales eran tratados.
Tanto los mozárabes como los judíos que aceptaban ese vasallaje, gozaban de ciertas libertades, aunque sometidos a ciertas obligaciones. Simplemente eran tolerados. Debían pagar dos tipos de tributos: el impuesto personal y el impuesto predial por la producción de las tierras. Tenían prohibido ejercer cargos públicos y estaban obligados a vivir en barrios separados de los musulmanes. Además estaban obligados a ser hospitalarios con los musulmanes que lo necesitaran, sin nada a cambio.
Los cristianos que no abrazaban el Islam o no aceptaban el yugo de la esclavitud pasaban a ser automáticamente infieles y, en consecuencia, aniquilados, tal como indica el Corán. Es más, hasta los mismos mozárabes que habían aceptado ese vasallaje, al menor signo de rebelión, tenían que huir a los reinos cristianos del norte si no querían ser aniquilados.
El fundamentalismo islámico exigía el cumplimiento exacto, al pie de la letra, de los preceptos coránicos, tal como Alá se los reveló a su profeta Mahoma. Y mucho más, bajo la égida de los Almohades. Ahí está el caso del árabe Averroes y el judío Maimónides. Maimónides y su familia se vieron obligados a aparentar su conversión al Islam y cambiar muy a menudo de residencia por la España musulmana. Maimónides terminó por huir, primero a Alejandría, y después a Egipto donde, para vivir, ejercía la medicina. Exactamente lo mismo tuvo que hacer Averroes que, en varias disciplinas había sido maestro de Maimónides.
Los conocimientos de Obama, y no digamos los de Zapatero, no dan para más. Dan por buena la tendencia actual de la prensa de considerar al Islam como una religión de paz. La intención de Obama de reconciliar a EE UU y al Islam, es una idea tan mesiánica como la paz que esperaba firmar Zapatero con los etarras.
Dejando a un lado el caso de Obama, centrémonos en Zapatero. Zapatero habrá sido una víctima más de la malhadada LOGSE y, como tal, le sobra ignorancia. Pero peor que esa ignorancia es su maldad. Su postura ante la Alianza de Civilizaciones denota que conoce el tema simplemente de oídas, y se aferra a él porque intuye que así puede meterle un gol al cristianismo.
Es evidente que, tanto Zapatero como sus devotos, piensan que han descubierto la pólvora con esto de la Alianza de Civilizaciones. No se espera menos de quien se siente iluminado, como si fuera todo un profeta de la post-modernidad. La realidad es muy distinta. Se trata de un simple plagio de la propuesta que hizo Jatami ante la ONU en septiembre de 1998. Zapatero se limitó a sustituir la palabra Dialogo por la de Alianza.
Es evidente que Zapatero, con su Alianza de Civilizaciones, pretende encubrir el carácter fundamentalista del Islam militante. Por el motivo que sea, tiende a esconder lo que es patente, que el terrorismo internacional es mayoritariamente islámico, y que, en su mayor parte, procede del mundo árabe. Y Zapatero trata de desligar el fenómeno terrorista de las civilizaciones, cuando todos sabemos la relación estrecha que existe entre ese terrorismo y las enseñanzas de la religión islámica.
Tanto si es Alianza como si es Diálogo se buscaría el entendimiento entre las distintas culturas, nunca el cambio o transformación de alguna de ellas. Es tanto como reconocer que nuestros valores no son universales y que, como mucho, estarían al mismo nivel que los de los otros, sean estos amigos o enemigos. Estaríamos en un planteamiento típicamente relativista. Enmascararíamos la raíz de los problemas, banalizaríamos las desigualdades y sería absurdo luchar contra el yihadismo. Y al igualar todas las culturas, poniéndolas en el mismo plano, legitimaríamos plenamente lo que conocemos por relativismo social.
Tenemos además otro problema, que se le escapa a Zapatero. Una Alianza presupone que se comparten un cierto número de conceptos en común. Y nada más evidente que el mundo islámico no comparte ni un solo concepto con la cultura de occidente que, a veces, recibe el nombre de humanismo cristiano.
José Luis Valladares Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario