jueves, 11 de junio de 2009

NUEVA DIMENSIÓN DE LA FAMILIA

La familia tradicional siempre ha sido nuclear y constituye la piedra angular de la sociedad. Este tipo de familia, querámoslo o no, forma el primer núcleo social, o el epicentro donde se forma la sociedad. Es en la familia, así entendida, donde el ser humano interactúa y mantiene su propia relevancia en la vida.
La familia, al menos en nuestra cultura occidental, siempre ha constituido una unidad básica de la organización social, y comporta una serie de obligaciones morales e inalienables de los padres para con sus hijos, tanto si son biológicos como adoptados. Obligaciones morales asumidas voluntariamente por los padres.
Pero este tipo de familia tradicional, basada hasta ahora en el matrimonio heterosexual, ha dejado de ser ya un modelo ideal. Según este nuevo concepto de familia, basado más en los accidentes que en la sustancia del matrimonio, los que ya somos mayores habríamos estado viviendo en la más absoluta de las ignorancias, hasta que la moderna ideología de género ha venido en nuestro auxilio y nos ha abierto los ojos.
Hasta la misma legislación que afecta a la familia, se ha dejado llevar por la nueva moda y ha perdido todos sus antiguos puntos de referencia, sin haber encontrado antes otros con cierta estabilidad. De ahí que, en la legislación actual, se atienda más a los “remedios” del matrimonio que al propio “modelo” en sí. Lo que más cuenta, a la hora de legislar, son las vicisitudes de la pareja, abriendo así la posibilidad de esas uniones “a la carta”, en la que se deja en manos de las partes el alcance de sus efectos, duración y fin.
El desprestigio de la familia clásica, la devaluación de la misma, está ahora en el punto más alto, donde ya casi es imposible un retorno a lo que se entendía, hasta ahora, por vida familiar. Y el matrimonio entre homosexuales ha venido a romper todos los esquemas que habían servido de modelo razonable.
Pero no nos equivoquemos. Las familias desestabilizadas y sin vigencia son las otras, las de aquellos ciudadanos que están fuera de los circuitos de la izquierda que presume de progresista. Para toda esta tropa de progres, vaya que si siguen estructuradas sus propias familias. Diversas circunstancias coyunturales, que se nos escapan a los demás, les han abierto los ojos y han descubierto en los suyos otra nueva dimensión muy aprovechable, otros nuevos valores que, además, han resultado plenamente rentables. Se trata del hermanísimo y otros muchos calificativos terminados en ísimos e ísimas.
Y son todos estos, con nombres que terminan en ísimos o en ísimas, a los que hay que añadir las distintas clases de amiguetes y paniaguados, los que, por la sola virtud del lazo familiar, se convierten de la noche a la mañana en flamantes funcionarios. Y serán estos los que, para disimular, inventen y multipliquen nuevas trabas burocráticas, lo que lleva aparejado una proliferación, a veces absurda, de los trámites administrativos que el ciudadano corriente debe soportar.
Un ejemplo bien reciente, lo tenemos en el caso de los hermanísimos de Manuel Chaves, que ocupan, dentro de la Junta de Andalucía, cargos administrativos muy importantes. Pero Chaves, antiguo mosquetero del felipismo e impulsor del famoso clan de la tortilla, no se limitó a sus hermanos. Su familia era muy amplia, era todo un familión donde había hasta ahijadas, como es el caso de Bibiana Aido, y había que preparar puestos dignos para todos. Los presupuestos, bien exprimidos, dan para mucho.
Pero, quizás, el caso más llamativo sea el de su hija Paula. Más llamativo, pero también mucho más comprensible, ya que, como dijo el consejero de Innovación, Martín Soler, ¡quien no quiere lo mejor para sus hijos! Y si Manuel Chaves, expresidente de la taifa andaluza, se comportó como un buen padrino con el resto de su amplia familia mientras fue presidente en activo, no debe extrañarnos que se superara con su propia hija. Y en aras a ese amor filial, no tiene nada de extraño que hasta cambiara las normas para facilitar la entrega de tan suculento incentivo a la empresa MATSA. Incentivo que, según revela la prensa, gestionó o firmó la misma Paula Chaves. Quizás sea un acto claro de nepotismo o privanza, sirviéndose para ello de ese dinero público que no es de nadie, tal como nos aclaró una exministra de Zapatero.
Padrinazgos al estilo del de Manuel Chaves, son muy famosos entre socialistas. Uno muy significativo es el de Alfonso Guerra con sus hermanos. Juan Guerra, con sus cafelitos, no tardó en hacerse famoso y conseguir, en muy poco tiempo, el rentable título de el conseguidor. El hermano Adolfo, el de los langostinos del Sena, dirigía Mercasevilla y hacía uso de la visa oro con extrema liberalidad. Su otro hermano, llamado Antonio y apodado el patillas, recorría toda España abriendo gasolineras y comprando solares, con la tarjeta de presentación de hermano de Alfonso.
Hay que reconocer que no todas las familias son iguales. Unas son más familias que otras y esto, en algo tiene que traducirse.

José Luis Valladares Fernández

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